Durante este domingo, en Garachico se celebró el Encuentro Diocesano de Hermandades y Cofradías. La acogida de los participantes tuvo lugar en la histórica Puerta de Tierra. Allí presidió una breve celebración el Delegado de este sector pastoral, Jesús Gil Agüín, a quien acompañaba el Vicario General, Antonio Pérez y el párroco, Francisco I. Rivero. Este último destacó la significación religiosa del espacio que también era una ‘puerta de fe’, ya que era el lugar por donde, en la primera hora de la evangelización de Tenerife, entraron los misioneros a anunciar la Buena Nueva del Evangelio.
A continuación, se realizó una procesión en la que se trasladó solemnemente la Cruz y el libro de los evangelios hasta el templo de Santa Ana. Allí, Eduardo Rodríguez, delegado diocesano para la Nueva Evangelización disertó sobre las “Hermandades y Cofradías para la Nueva Evangelización”. Rodríguez enfatizó en la misma lo que habían significado para su vida personal y su crecimiento en la fe, este tipo de asociaciones públicas de fieles. De este modo, desde la afirmación evangélica: ‘Sacar del tesoro lo antiguo y lo nuevo’, Rodríguez partió de los actuales retos para la vivencia y transmisión de la fe, los cuales nos piden, como hace el Plan Pastoral, ser mejores discípulos y misioneros, aquí y ahora. A continuación propuso algunas claves para la ubicación en esta realidad de las Hermandades y Cofradías, desde la clave de la Nueva Evangelización que requiere, dijo, “evangelizadores evangelizados”.
En la parte final de su intervención se centró en responder a la pregunta: ¿Qué hacemos como miembros de estas asociaciones? Eduardo Rodríguez se respondió que había que evangelizar en comunión, teniendo en cuenta la urgencia deL primer anuncio, la riqueza de ser distintos y diversos, pero descubriendo que lo común nos ha de llevar a hacer de estas asociaciones: escuelas de formación cristiana, ayuda y aliento para la vida cristiana de los demás, estando comprometidas en las parroquias, en los ámbitos donde se viva el mandamiento del amor, siendo ejemplo y testimonio de vida cristiana en el mundo, viviendo la comunión eclesial y siendo mejores estructuras al servicio de la evangelización de nuestras islas.
Posteriormente el Santísimo Sacramento permaneció expuesto en la capilla del monasterio concepcionista, desde donde partió una nueva procesión, esta vez con las insignias y estandartes de las Hermandades y Cofradías participantes, hacia el templo de Santa Ana. Allí el Obispo presidió la Eucaristía que dio paso a un almuerzo de confraternidad.