El cardenal Omella reflexiona sobre una parroquia misionera

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

El cardenal Omella participó en las jornadas de formación para la Misión. El arzobispo de Barcelona comenzó con una mirada agradecida a Dios y a los presentes por tantos laicos, consagrados y clérigos que, enamorados de Jesucristo, lo anuncian y lo hacen presente.

Posteriormente, se centró en las llamadas tentaciones de los agentes pastorales, de los discípulos misioneros, que recoge le Exhortación Apostólica «la alegría del Evangelio». Buena parte de su intervención estuvo dedicada a algunos aspectos de una parroquia misionera y la imprescindible conversión personal y pastoral para dejarse encontrar por Jesucristo. En este sentido, resaltó que es preciso convertirnos de la mentalidad clerical, de querer controlarlo todo, de la autosuficiencia, la espera pasiva, el miedo a salir, etc. Para hablar de “tentaciones” lo primero que hace el Papa es decir: “Siento una enorme gratitud por la tarea de todos los que trabajan en la Iglesia. El aporte de la Iglesia en el mundo actual es enorme. Agradezco el hermoso ejemplo que me dan tantos cristianos que ofrecen su vida y su tiempo con alegría. Este testimonio me hace mucho bien y me sostiene en mi propio deseo de superar el egoísmo para entregarme más” (EG 76).
Además, subrayó que los cristianos han de ser personas de oración y fraternas. Por otro lado, expuso algunos rasgos de una Iglesia en salida en la que se han de tener algunas opciones pastorales. El Plan Diocesano de Pastoral de la archidiócesis de Barcelona señala la fraternidad, los jóvenes, los pobres y el discernimiento, poniendo en el centro de la comunidad a Jesús. Con el lema «salgamos» exhorta e invita a «el cambio de época que estamos viviendo y la creciente complejidad de nuestra sociedad nos piden un esfuerzo creativo y una actitud de humildad , de escuchar y servir, muy atentos a las realidades y a las posibilidades concretas de cada persona y de cada comunidad o grupo cristiano». Además, subraya que «tenemos el placer y la responsabilidad de compartir la misión de Cristo en el mundo actual, con humildad, ciertamente, pero también con agradecimiento y alegría. Somos enviados por Cristo como él lo fue por el Padre y contamos con la fuerza del Espíritu Santo (cf. Juan 20,21-22). Por ello, «por la entrañable misericordia de nuestro Dios» (Lucas 1,78) debemos esforzarnos en «servir al Señor con alegría» y en trabajar «alegres siempre en el Señor» (Filipenses 4,4).
El ponente, además, se hizo algunas preguntar en relación a la salida misionera, que ha de comportar una salida geográfica, anímica y personal, para llegar a todos y a todo, en dirección de las periferias existenciales y geográficas y con un objetivo o un para qué que no conviene olvidar: Para comunicar y anunciar buenas noticias, sin ser profetas de calamidades sino mensajeros de la paz.
Por último, Omella explicó la mística que sostiene el ministerio de Jesús, a partir de las parábolas del Reino (el sembrador, la de la cizaña, el grano de mostaza y la del tesoro y la perla preciosa).
Una reflexión semejante desarrolla en el último día de la formación de fin de curso del clero de la diócesis.

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