Carta con motivo del inicio de un «Año de Bajada de la Virgen de los Reyes»

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

Queridos herreños y devotos de nuestra Madre Amada, la Virgen María de los Reyes:

Un aire sopla por occidente. Ayer y hoy, numerosas embarcaciones son empujadas a nuestras costas fraguando la historia. Un cruce de intercambios, de idas y venidas que, sin esperarlo, trajeron la esperanza y la alegría. Y es que sorprendentemente a bordo de un barco llegó quien cuidaría para siempre de esta Isla, la Virgen de los Reyes. En aquellos higos, almendras y provisiones que nuestros antepasados entregaron, el tiempo demostró que, dando lo que teníamos, salíamos ganando.

Fruto de aquel regalo, con gran alegría y en fidelidad a nuestra centenaria tradición; del cinco de julio al dos de agosto de este año 2025 tendrá lugar la LXXI Bajada de Ntra. Sra. de los Reyes, desde el Santuario de La Dehesa hasta la iglesia de Ntra. Sra. de la Concepción en la Villa de Valverde. Su traslado emocionado, la tendida de manteles, los pitos, las chácaras y los tambores sonando en toda la geografía insular pueden volver a ser una prueba más de la fidelidad de Dios que, en María nuestra madre, está siempre junto a nosotros.

Pues desde el principio, en palabras del papa Francisco, sabemos que María ha dado al pueblo herreño el calor materno, “ese que nos cobija en medio de la dificultad y que permite que nada ni nadie apague en el seno de la Iglesia la revolución de la ternura inaugurada por su Hijo”.

Y es que son muchos los aires que azotan la barca de nuestras vidas y que han sacudido el rumbo de toda la población, no solo herreña, sino mundial. La pandemia del covid-19 nos dejó una huella indeleble en la memoria y en el corazón, porque impidió celebrar nuestra cita cuatrienal, como es debido, en 2021. Sin embargo, lejos de echar el ancla en la desesperanza, juntos fuimos capaces de atravesar y superar, con el favor de Dios y de su Madre, las tormentas más peligrosas y encaminar el rumbo hacia la fraternidad que nos salva. Ella, que se ha acercado a nosotros en las situaciones más diversas para sembrar esperanza, nos visita en este año de Bajada para traernos aquello que más nos hace falta.

Así, la Iglesia a través del santo Padre nos recuerda, mirando a la Virgen de los Reyes, que “las madres son el antídoto más fuerte ante nuestras tendencias individualistas y egoístas, ante nuestros encierros y apatías. Una sociedad sin madres no sería solamente una sociedad fría sino una sociedad que ha perdido el corazón, que ha perdido el sabor a hogar”. Y eso no nos puede pasar. Permitamos, entre todos, que la visita de nuestra Madre Amada haga brotar la fraternidad, la auténtica alegría de quien se atreve a amar.

Por todo ello, ponemos ante nuestra Madre Amada a tantas personas que han llegado a nuestras costas huyendo de la pobreza, de la situación política o de la guerra desde el cercano continente africano y pedimos su intercesión por las innumerables vidas que se pierden en el mar. Para pedir por nosotros y por toda la familia humana, la visita de la Virgen de los Reyes a nuestras vidas y su especial cercanía a nuestros pueblos, se hace más necesaria que nunca.

Es verdad que parece que el aire se vuelve tormentoso y que, en ocasiones, el viento pretende desgarrar las velas de la esperanza. Sin embargo, con su llegada a nosotros, un faro maternal rompió tal oscuridad y abrió caminos a la esperanza. Desde 1741, unas letras cambiaron el rumbo de la historia en la isla más occidental. Si por entonces la sequía era un problema durísimo que hacía agonizar al herreño, ¡cuánto no

sufrimos por tantos que pierden la vida en el mar intentando buscar un futuro mejor! Si por entonces la Madre Amada del Señor Jesús, fue respuesta a tal sequía y necesidad, ¡cuánto no lo será en estos momentos para quienes se acercan a nosotros a través del mar! María, desde sus entrañas, aprendió a escuchar el latir del corazón de su Hijo Jesús y eso le enseñó, a lo largo de toda su vida, a descubrir el palpitar de Dios en la historia… en nuestra historia. Aprendamos nosotros de ella y hagamos, en esta LXXI edición de su Bajada, que no solo sea la Madre Amada de los herreños sino de toda la humanidad.

Por todo ello, es tiempo de conjugar la fe y la devoción con una caridad que haga resurgir en nosotros los dones de Dios como lo hizo en Ella. Sin duda, tenemos unas ganas inmensas de ver a nuestra Madre salir de su Santuario y bajar por la Cruz de los Reyes hasta Valverde, pasando por nuestros pueblos, siendo contemplada por nuestros mayores… Vivamos este peregrinar mirando a los ojos a la Madre Amada, dejándonos mirar por Ella, trabajando unidos y con un sentido de esperanza en medio de un mundo convulso. Caminemos con Ella y vivamos de su mano este año 2025 que comienza.

Que la Virgen María nos acompañe e interceda a Dios por nosotros. ¡Viva la Virgen Viva!¡Feliz año de Bajada!

Antonio M. Pérez Morales    

Administrador diocesano

José Manuel Urbina Mérida

Presidente Fundación

Virgen de los Reyes

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