Vírgenes consagradas: «en medio del mundo pero sin ser del mundo»

Archidiócesis de Sevilla
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Sede metropolitana de la Iglesia Católica en España, y preside la provincia eclesiástica de Sevilla, con seis diócesis sufragáneas.

Entrevista a Andrés Ybarra, miembro del equipo de Pastoral Vocacional.

El pasado sábado el arzobispo presidió en la Capilla Real una ceremonia, tan poco frecuente como enriquecedora de los carismas de la Iglesia en Sevilla. Pilar, María e Inocencia son las tres nuevas vírgenes consagradas, tres sevillanas que se consagran a Cristo para vivir su apostolado en la Iglesia local. En los meses previos a esta jornada han estado acompañadas por un sacerdote, Andrés Ybarra, miembro del equipo de pastoral Vocacional de la Archidiócesis, para quien esta institución ha sido todo un descubrimiento.

¿Son las vírgenes consagradas una institución poco conocida en la Iglesia?

Tengo que reconocer humildemente que, a medida que me voy acercando a este carisma que yo tampoco conocía, me he ido dando cuenta de su riqueza. Es un carisma como todos, eclesial. La persona que se consagra, consagra su vida, su virginidad por el Reino de los Cielos.

¿Por qué normativa se rigen?

Aquí no hay estructura, no hay orden o congregación. Entran a formar parte del orden de las vírgenes, no hay una superiora. Están reguladas por el canon 604 del Código de Derecho Canónigo, viven en medio del mundo y su vínculo con la Iglesia es muy estrecho desde la figura fundamental del obispo, que es quien las consagra.

¿Qué aspectos destacaría de esta vocación?

Destacaría tres: la virginidad, la esponsalidad y la diocesanidad. Una vida de entrega a la Iglesia en medio del mundo, una relación de esposa con Cristo… Eso es maravilloso. En eso hemos ido profundizando estos años: ‘Cristo es mi esposo’. Ellas se consagran a Cristo, pero para vivir esa vida apostólica en la iglesia local, en la diócesis.

¿Podíamos decir que son ‘vírgenes en medio del mundo’?

Sí, sí, eso es. Eso es propio de este carisma. Ellas se consagran al servicio de la Iglesia a la vez que siguen haciendo su vida. Tienen su trabajo, y están en medio del mundo para servicio del mundo, consagradas para su esposo, ‘en medio del mundo pero sin ser del mundo’.

¿Cuáles son sus votos?

Hasta donde yo puedo llegar, votos como tal no tienen. Ellas en la consagración hacen un propósito a la castidad explícito, y así se lo comunican al arzobispo. Por otro lado, están llamadas a vivir una pobreza cristiana, como todos estamos llamados a vivirla y, en cuanto a la obediencia, al estar estrechamente vinculadas al obispo tendrán que realizar su entrega a la Iglesia en las necesidades diocesanas.

El sábado se consagraron tres jóvenes sevillanas ¿Qué nos contaría de ellas?

Así es. Son Pilar Ríos, María Gallego e Inocencia Romero. Pilar es de Sevilla, María de Burguillos e Inocencia de Santiponce. Yo he tenido la suerte de trabajar desde hace un año con ellas, pero no he sido el único. Otros sacerdotes han compartido esta preparación y don Juan José ha estado muy encima de ellas, como un padre, como ese obispo que quiere cuidar a estas vírgenes que se han consagrado, que aman a la Iglesia y que se entregan por ella.

¿Cuenta la Archidiócesis con muchas vocaciones de este tipo?

Existe un grupo con alrededor de cuarenta mujeres.

¿El acto de consagración tiene algún rito especial?

Es muy parecido al rito de la ordenación y se celebra en el transcurso de la Eucaristía. Si me permites, desde aquí quiero agradecer a don Luis Rueda el asesoramiento que me ha ofrecido en esta materia –Liturgia- conforme se ha ido acercando el día de la consagración.

¿Qué consejo daría a aquellas chicas que se estén planteando su vocación?

Por mi experiencia y la de personas que voy viendo, creo que lo mejor es coger el toro por los cuernos, que se dejen llevar por ese Dios que habla tan contundentemente en el corazón, y que respondan a la pregunta ‘¿qué me está pidiendo el Señor?’. En juego está simple y llanamente ser feliz, ponerse en manos de Dios para que vaya llevando toda su vida, y le vaya mostrando cuán enamorado está de ella y qué feliz le quiere hacer.

Imagino que el mejor aval es el testimonio de chicas como las que el sábado se consagraron…

A aquella mujer que se lo esté planteando, yo le diría que pregunte en su parroquia, a su sacerdote o a mí. Yo estoy trabajando con María, Inocencia o Pilar, y no está de más que podamos animar este carisma dentro de nuestra diócesis. Además, nos estamos planteando la posibilidad de organizar retiros o encuentros, para que aquellas personas que se sienten identificadas con este carisma puedan tener un lugar de discernimiento, y reflexionen si es esto lo que el Señor les pide.

Ana Capote

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