A las seis y media de la mañana ha comenzado el Via Crucis en el que participamos todos los asistentes a la peregrinacion diocesana a Tierra Santa, presidida por el arzobispo de Sevilla.
Así ha comenzado, en este viernes, el penúltimo día de esta visita espiritual y religiosa a los lugares santos de Israel.
La jornada de ayer fue larga, como todas, y se centro en dos lugares especialísimos para la cristiandad: por la mañana el Monte de los Olivos y tras el almuerzo la ciudad de Belén, muy cercana a Jerusalén y bajo el control de la autoridad palestina.
El lugar de la Ascensión, la iglesia del Pater Noster, el Dominus flevit -el lugar de la Agonia, del llanto de Jesús- y la basílica de la Tumba de la Virgen fueron los lugares visitados por la mañana. En todos ellos, como en el resto de los lugares santos que hemos visitado, monseñor Asenjo Pelegrina ha procedido a leer y comentar las partes de los evangelios que se referían a lo ocurrido en aquellos lugares.
Visita a Belén
Por la tarde nos hemos trasladado al lugar del nacimieto de Jesús, la ciudad de Belén. Tanto el acceso como la salida de esta ciudad autónoma exigen el control por parte de la policia palestina. De hecho, alguno de los guías que nos compañan, de origen judío, se han quedado en Jerusalén, al no poder entrar en la ciudad del Nacimiento. Alli, con dos guías árabes y de confesión cristiana, hemos visitado el campo de los pastores, la basilica de la Natividad -donde hemos celebrado la Misa (en la imagen de la derecha)-, la gruta donde nació el Mesías y el lugar donde se produjo la adoración de los Reyes de Oriente.
La jornada de ayer jueves concluyó con la "hora santa", con exposición del Santísimo, lecturas y reflexión y posterior procesión por el Huerto de Getsemaní, que terminó con la bendición de nuestro arzobispo y con todos los peregrinos cansados y satisfechos tras una jornada muy provechosa.