Profesionales e intelectuales católicos abogan por la rehabilitación de la política

Archidiócesis de Sevilla
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«El desapego de la política y de los políticos de un creciente número de nuestros conciudadanos es una realidad cada vez más contrastada y puede convertirse en una auténtica tragedia para nuestra democracia». Esta ha sido una de las afirmaciones sobre las que ha girado el encuentro anual de pensamiento cristiano que se ha celebrado esta tarde en el Arzobispado de Sevilla, y que ha contado con la ponencia de Agustín D. Moratalla, profesor del Departamento de Filosofía del Derecho, Moral y Política de la Universidad de Valencia y recientemente elegido director de la UIMP en la capital levantina.

La jornada, que ha presidido mons. Juan José Asenjo, ha sido seguida por una nutrida representación de personalidades (más de un centenar) de la cultura, política, empresa, iglesia y sociedad sevillanas, que respondieron a la convocatoria de la Delegación Diocesana de Apostolado Seglar.

Mensaje «de esperanza y compromiso con la sociedad»

Los participantes coincidieron en la necesidad de un compromiso de los cristianos en la vida pública, que calificaron como «necesario, posible, legítimo y democrático». En este sentido, se reconoció la militancia de muchos cristianos en los actuales partidos políticos, si bien «no siempre sus opiniones revelan el compromiso con el mensaje de Jesús». En el documento resultante del encuentro se hizo especial hincapié en la conveniencia de trasladar un mensaje «de esperanza y compromiso con la sociedad», especialmente en estos tiempos de crisis. Ello obedece –según reza el citado documento- a una «coherencia con la conciencia» más que al sometimiento de las instituciones seculares a las religiosas. Abundando en este tema, a lo largo del encuentro se recordaron algunas declaraciones del Papa Francisco, en particular su llamada a los católicos en política para que «sean siempre coherentes con el Evangelio».

«El político cristiano no debe prescindir de su conciencia»

Los participantes coincidieron en que «el político cristiano no debe prescindir de su conciencia ni de sus convicciones religiosas en el momento de tomar unas decisiones, sin traicionarse a sí mismo o su fe». Al respecto, se suscitó un interesante debate sobre el papel de los católicos a favor de la regeneración política, y para ello se planteó la necesidad de trabajar en la educación moral de la sociedad. En ese compromiso con la regeneración «no hay razones objetivas para las divisiones, las exclusiones, los enfrentamientos», y los esfuerzos se deben centrar en «recuperar el bien moral objetivo y la recta conciencia, también en la vida social y política, como garantía del bien de todos».

Los participantes coincidieron también en la conveniencia de dejar de considerar al hombre solo como un votante o un trabajador: «es más que un simple ciudadano, y la fe cristiana resalta el valor sagrado de todas las personas, superior a las mismas instituciones políticas cuya actividad tiende –casi de manera natural e imperceptible- a querer invadir la vida entera». Igualmente, se destacó la necesidad de que los cristianos se impliquen en la vida pública, no sólo desde la esfera política: «Un buen profesor, un buen juez, un buen empresario, un buen funcionario, un buen médico, un buen artesano, agricultor u obrero industrial están haciendo política educativa, social, empresarial, laboral o sanitaria desde sus puestos de trabajo públicos o privados.»

Un nuevo estilo de autoridad

Por otro lado se abordó, como alternativa a la tendencia actual, «un nuevo estilo de autoridad de los representantes públicos», que se debe ejercitar y mostrar a través de la capacidad de servicio, pasando por la aceptación de la participación y el diálogo. Se trata, en suma, de «una autoridad que se hace servicio, descubriendo que la medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en la que se trata justamente a los más desfavorecidos». Los participantes concluyeron que la rehabilitación de la política es uno de los objetivos de la participación de los cristianos laicos en la vida pública.

Tras lo expuesto se plantearon varias cuestiones relacionadas con la participación del católico en política, su presencia en partidos que abanderan posturas no coherentes con el Evangelio, los «conflictos de conciencia», la conveniencia de crear foros de debate entre cristianos pertenecientes a distintos partidos, el uso de las redes de participación ciudadana, etc.

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