El 8 de septiembre celebramos la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María. Presentamos por ello este hermoso relieve que representa el momento del nacimiento de la Madre de Dios, que se conserva en la Iglesia de Santa María la Blanca y que se ha colocado en la hornacina del ático del retablo mayor tras su reciente restauración.
Durante los últimos meses se ha intervenido en el retablo mayor de la iglesia de Santa María la Blanca, obra contratada por Justino de Neve en 1657 con el maestro entallador y arquitecto Martín Moreno, autor igualmente del retablo de la Capilla de la Concepción Grande de la Catedral. Esta intervención ha permitido descubrir el hejal de la sinagoga que ocupó la antigua mezquita tras la reconquista de la ciudad en 1248 y se ha aprovechado para colocar en la hornacina que ocupa el ático un interesante relieve renacentista que proviene de un antiguo retablo dedicado a Santa Ana, que se puede datar en el segundo tercio del siglo XVI, desconociéndose su autor.
Representa los momentos posteriores al nacimiento de la Virgen María con unción y riqueza material no exenta de ingenuidad, conviviendo así lo sobrenatural y lo cotidiano en este momento que, como señala San Juan Damasceno, supone el comienzo de la salvación y el preanuncio de la Redención.
Así, en una lujosa habitación, aparece Santa Ana “recién parida” (como se describe en un antiguo inventario de 1730) en la cama, mirando con arrobo a su Hija, que es sostenida por la comadrona, como mostrándola al mundo, tras haberla lavado en una pila o palangana que está a sus pies, mientras es señalada con devoción por San Joaquín, como indicando de dónde nos va a venir la salvación, que se ha empezado ya a operar gracias a este nacimiento. El padre de María se muestra sentado a la derecha de la composición. La Niña está fajada, envuelta en un manto y coronada como Reina ya desde su nacimiento. Completan la escena tras la cama de la madre de la Virgen dos criadas, una de las cuales parece abrir un cortinaje.
Destaca la policromía y el estofado de todo el conjunto, especialmente de la colcha que cubre la cama de Santa Ana, así como de las vestiduras de todos los personajes, incluso de las sirvientas.
La iconografía del nacimiento de la Madre de Dios se basa en los llamados Apócrifos de la Natividad, cuya finalidad teológica es defender y proclamar la concepción inmaculada de la Virgen y su parto virginal: el Protoevangelio de Santiago, que algunos autores remontan al siglo II, el evangelio del Pseudo Mateo, del siglo IV y el Libro de la Natividad de María, del siglo IX. Éstos tendrán gran influencia entre los artistas e iconógrafos, desarrollándose especialmente por los artistas medievales bizantinos y europeos a partir de los siglos X y XI.
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