Mons. Asenjo: “el cristianismo es más renovador y progresista de lo que señalan con machacona insistencia los terminales de la cultura secularizada”

Archidiócesis de Sevilla
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‘La acción social de la Iglesia en la historia’ es el título de la conferencia del Arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, con la que han dado comienzo las XI Jornadas Católicos y Vida Pública de Sevilla, que se celebran hasta el mediodía del sábado en el campus universitario CEU Andalucía.

En su ponencia, ha aludido a declaraciones recientes de un escritor que sostenía que “creer en Dios no tiene base racional ni utilidad práctica”, y que el cristianismo “ha hecho infelices a muchas personas”. Al respecto, monseñor Asenjo ha afirmado que “el cristianismo es más renovador y progresista de lo que señalan con machacona insistencia los terminales de la cultura secularizada”. “Efectivamente –ha añadido-, es el solar en el que ha nacido la conciencia de la suprema dignidad de la persona humana, de su libertad, de la igualdad radical de todos los seres humanos, de la justicia y el derecho, columnas vertebrales de la democracia”.

Tras esta introducción, ha citado a Cáritas y Manos Unidas, a las que ha calificado como “las joyas de la corona de la Iglesia en España”, y ha subrayado el prestigio que tienen “por el manejo escrupuloso de los fondos que administran, por su alto número de voluntarios, por su eficacia y la perfección técnica con la que trabajan”. En alusión a la reciente crisis económica y social, ha apuntado la decisiva intervención de la Iglesia: “si no hubiera sido por la Iglesia, por nuestra Cáritas Diocesana, las Cáritas parroquiales, las obras sociales de los religiosos y el compromiso de las hermandades, aquí habrá habido un estallido social, porque muchos miles de sevillanos no habrían podido comer”.

La caridad en la Iglesia a lo largo de la historia

Con este argumento de partida, el Arzobispo ha repasado la vertiente social de la Iglesia a lo largo de la historia, desde la época apostólica hasta nuestros días. La caridad siempre ha estado presente en la vida de las comunidades cristianas, hasta el punto que, citando a Tertuliano, “el compromiso caritativo de los primeros cristianos suscitó la admiración de los paganos”. En este sentido, mons. Asenjo ha señalado que las primeras generaciones cristianas tenían claro que “el primer responsable de los pobres es el obispo, hasta el extremo de que –ha añadido- no puede hablarse de caridad individual, sino de una caridad organizada y centralizada”. Esto se concretaba, por ejemplo, en el registro que ya entonces había de los pobres de cada comunidad -1.500 “matriculados” en Roma el año 251-, algo que forma parte del modus operandi de las Cáritas actuales.

El Arzobispo ha reiterado que el servicio a los pobres ha sido, a lo largo de la antigüedad cristiana, una característica definitoria del cristianismo, “algo que le diferenciaba de la mentalidad pagana”. La clave está en que “la Iglesia ve en el pobre y en el enfermo la imagen doliente de Jesucristo; y sigue su doctrina, enseñando al que no sabe, alimentando al hambriento, vistiendo al desnudo, visitando a enfermos y presos, acogiendo a los peregrinos y rescatando a los cautivos por tantas cadenas”.

Instituciones relevantes de la Iglesia dedicadas a esta faceta social

En este repaso histórico se ha detenido en la acción social de los cabildos españoles bajo la tutela de los obispos a partir de los siglos XII y XIII. Ha analizado este contexto histórico, y ha subrayado el nacimiento de importantes instituciones centradas en esta vertiente social. Al respecto ha mencionado los ejemplos, entre otros, de san Juan de Dios, san Camilo de Lelis o san Vicente de Paúl, sin olvidar al sevillano Miguel Mañara, “otro héroe de la caridad, fundador en plena época barroca del Hospital de la Santa Caridad”.

También se ha detenido en la desamortización de Mendizábal, que –en 1837- constituyó lo que ha calificado como “un completo disparate por lo que respecta a la conservación del patrimonio, especialmente el monástico, que prácticamente desapareció”. Con el agravante, como ha añadido el Arzobispo de Sevilla, de que “no se cumplieron los objetivos que Mendizábal pretendía”.

Además, ha llamado la atención sobre el anticlericalismo de los gobiernos liberales del XIX, que “se ensañó especialmente con los religiosos”, y que llevó a la Iglesia en España a su desarticulación, “con sus instituciones suprimidas o heridas de muerte, sin medios económicos”. Si bien ha advertido que “es cierto que la Iglesia salió purificada de la crisis, libre de ataduras políticas, más pobre, pero más limpia”. La escasez de medios no fue óbice para que la Iglesia siguiera fiel a su misión con los más necesitados de la sociedad. En esta línea, monseñor Asenjo ha señalado que “en una España lacerada por el hambre, la miseria y la enfermedad, la incultura y el analfabetismo, la Iglesia, pobre también, y sin apoyos humanos supo hacer un gigantesco esfuerzo para estar al lado de los pobres, remediando sus necesidades y evangelizándolos”. Aquí ha citado a un amplio elenco de figuras señeras, como san Antonio María Claret, santa María Micaela del Santísimo Sacramento, santa Soledad Torres Acosta, etc.

Cifras que hablan hoy por sí solas

Al final de su alocución, monseñor Asenjo ha ofrecido cifras que hablan por sí solas de la capilaridad de la Iglesia en la diaconía de la caridad en España: 22.000 parroquias, 18.000 sacerdotes, 100.000 catequistas, 2.600 centros educativos católicos, 14 universidades, 4.800.000 personas pobres atendidas anualmente en las Cáritas, los 114 centros de ayuda a la mujer y a las víctimas de la violencia doméstica, las 225.300 personas empleadas por la Iglesia…

Ha concluido esta ponencia inaugural de las Jornadas Católicos y Vida Pública afirmando que “la Iglesia es la única que puede hacerlo”, y que “nunca ha dejado de hacerlo a través de las diversas coyunturas históricas y culturales”.

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