La Parroquia de San Vicente mártir, de Tocina, acogió ayer, 28 de diciembre, la Misa exequial en sufragio de Francisco Fernández, sacerdote diocesano fallecido a los 42 años tras una larga enfermedad.
El arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz, presidió la Eucaristía, que estuvo concelebrada por los obispos auxiliares de la diócesis, monseñor Teodoro León y monseñor Ramón Valdivia, y en la que participaron más de 70 sacerdotes y cientos de fieles.
Durante su homilía, monseñor Saiz hizo una exhortación a la esperanza cristiana de la resurrección, recordando que “todo cristiano debe estar siempre preparado para afrontar el paso de la muerte. Todo creyente es invitado a contemplar el futuro, tanto el personal como el universal, desde la perspectiva de la parusia, y al mismo tiempo debe orientar su vida teniendo en cuenta las realidades últimas y fundamentales a la espera del encuentro definitivo con Dios”.
En esta línea, insistió en que “la certeza del encuentro definitivo con el Señor, que nos espera como un Padre que es todo amor, nos da fortaleza en medio de la debilidad. Su Palabra es luz en el camino especialmente cuando pasamos por los valles oscuros del dolor por la pérdida de un ser querido, con los interrogantes que suscita, de difícil respuesta”.
Sobre Francisco Fernández, el arzobispo recordó que fue “un sacerdote entregado, que ha consagrado su vida a Cristo y a la Iglesia. Que más allá de su labor pastoral, se ha entregado a sí mismo”. Y continuó señalando que este presbítero “ha dejado un recuerdo, una huella imborrable y llena de cariño en los lugares en los que ha desarrollado su ministerio sacerdotal”. Destacó también su “testimonio de fidelidad absoluta al Señor y a la Iglesia”, su prudencia e inteligencia, lo describió como alguien “tenaz y constante en la consecución de los objetivos planteados. Eficaz y discreto, y al mismo tiempo lúcido en sus apreciaciones de la realidad pastoral, demostrando un fino sentido del humor”. En definitiva, apuntó don José Ángel durante la ceremonia, Francisco “nuestro querido Fran, entregó su vida a Cristo y a la Iglesia. Fue éste el ideal que inspiró su vida, desarrollada de una manera fiel y diligente, generosa y desinteresada”.
Reconoció también que “hoy estamos doloridos por la pérdida de nuestro hermano Fran”, pero recalcó que, en estos momentos de prueba, “la Palabra de Dios es fuente de consuelo y esperanza”. “Él (Dios) -añadió- nos dará la fortaleza para continuar; Él nos dará la esperanza a pesar de las pruebas y sufrimientos de la vida, para que podamos soportar el dolor; así el Señor nos encontrará preparados cuando Él vuelva”.
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Fotografías de Antonio Ávila