Carta Pastoral del Arzobispo de Sevilla ante el inicio de la visita pastoral.
Queridos hermanos y hermanas:
El sábado 5 de octubre, con una Eucaristía solemne, celebrada en la parroquia de Ntra. Sra. del Pilar de Sevilla, inauguraremos la Visita Pastoral en nuestra Archidiócesis, que comenzaremos por los arciprestazgos de San Pablo en la capital hispalense, Castilleja de la Cuesta y Alcalá de Guadaira.
Siendo cierto que tanto el señor Obispo auxiliar como un servidor creemos conocer bien las parroquias de nuestra Archidiócesis por nuestras continuas visitas a las propias parroquias, arciprestazgos y vicarías, somos también conscientes de que los documentos de la Iglesia urgen la necesidad de llevar a cabo la Visita Pastoral como camino de dinamización pastoral y de incremento de la vida cristiana. La Visita Pastoral es un auténtico tiempo de gracia y momento especial, más aún, único, para el encuentro y diálogo del Obispo con los fieles, y debe ser siempre un acontecimiento de gracia y salvación, una verdadera Pascua, un verdadero paso del Señor junto a cada comunidad parroquial.
Los fines fundamentales de la Visita son la revitalización de las comunidades cristianas, el impulso a la pastoral de la santidad, el incremento de la comunión eclesial y la reanimación de las energías de los agentes de la pastoral parroquial, agradeciéndoles, felicitándoles, animándoles y estimulándoles, en orden a una acción apostólica más intensa. Otros fines, como el mayor conocimiento de la Diócesis por parte del Obispo, la cohesión pastoral y la coordinación han de juzgarse como subordinados.
Después del paso del Obispo, la comunidad parroquial debe quedar confirmada en la fe, alentada en su esperanza, unida en la caridad, edificada y robustecida en las raíces sobrenaturales de la vida cristiana y estimulada en su compromiso apostólico y evangelizador. Esto es lo decisivo. La frase del Señor en el Evangelio de San Juan, «Para que tengan vida» (Jn 10,10), es la mejor síntesis de los objetivos y fines más genuinos de la Visita Pastoral.
Ni un servidor ni el señor Obispo auxiliar queremos convertir la Visita en un acto puramente administrativo, sino de naturaleza fundamentalmente pastoral, como una forma eminente de ejercer la caridad pastoral por nuestra parte y como uno de los momentos cumbres de nuestro ministerio. En ella ejercemos la triple misión de enseñar, regir y santificar. como pregoneros del Evangelio, pastores y sacerdotes de nuestra grey.
En cuanto al modo de realizar la Visita, ambos estamos de acuerdo con los documentos de la Iglesia que hablan de «sobria solemnidad». Queremos conjugar armónicamente ambos términos. La sobriedad es incompatible con el boato de antaño, pero sí lo es con la seriedad y solemnidad que requiere un acontecimiento tan fundamental en la vida de una comunidad parroquial.
El momento cumbre será la celebración de la Eucaristía con el pueblo, en la que el Obispo predica a los fieles. Si es posible, celebraremos los sacramentos de la iniciación cristiana, especialmente la confirmación, y nos sentaremos en el confesionario para administrar el sacramento de la penitencia. También visitaremos a los enfermos y el cementerio.
De acuerdo con el espíritu del nuevo Código de Derecho Canónico, daremos más importancia a las personas que a las cosas. No omitiremos el conocimiento de las cosas y lugares sagrados, pero acentuaremos la relación paternal con las personas, el diálogo y la cercanía con todos, especialmente con los pobres y los enfermos. Queremos entrar en contacto con los consagrados, los miembros de los institutos religiosos de derecho diocesano, los religiosos que tienen cura pastoral, con los Consejos de Pastoral y de Asuntos Económicos, con los miembros de los movimientos, asociaciones e instituciones católicas, escuelas, centros de enseñanza y obras de caridad o asistencia social.
Queremos privilegiar esta cercanía paternal con el sacerdote. Buscaremos el clima y el tiempo necesario para conversar no sólo sobre los asuntos pastorales o administrativos, sino también y muy especialmente sobre la vida personal del presbítero (salud física y psíquica, problemas familiares, economía, vida espiritual, etc.). Primaremos también el encuentro con sus colaboradores más directos (catequistas, grupos de liturgia, visitadores de enfermos, miembros de la Cáritas parroquial, miembros del coro, etc.) y, muy especialmente, con los niños de catequesis y con los grupos juveniles parroquiales.
Queremos dar mucha importancia a la preparación de la Visita Pastoral, que debe suponer un cierto examen de conciencia desde una perspectiva pastoral para el párroco, los diversos consejos e instituciones parroquiales. Es preciso también preparar adecuadamente a los fieles. Cabe organizar unas catequesis específicas sobre la naturaleza de la Iglesia, la comunión jerárquica y el episcopado, etc. Puede pensarse además en alguna publicación que llegue a todas las personas, incluso a las alejadas de la práctica religiosa. Pero, sobre todo, conscientes de que la oración es el alma de toda pastoral, hay que encomendar al Señor el fruto de la Visita desde las propias comunidades a visitar y desde las comunidades contemplativas.
Pidiendo al Señor que la Visita Pastoral sea un hito en la renovación de nuestras parroquias, para todos mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla