Carta del arzobispo de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo
Queridos hermanos y hermanas:
El pasado 8 de diciembre de 2020 el Papa Francisco, por medio de la Carta Apostólica Patris corde, convocaba un año dedicado a san José que durará hasta la solemnidad de la Inmaculada del año 2021 que estamos comenzando. El motivo ha sido el 150 aniversario de la declaración de san José como Patrono de la Iglesia Universal que hizo el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1870.
Como el mismo Papa Francisco declara el objetivo de la Carta Apostólica y del Año de san José es que “crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes, como también su resolución”. En efecto, la misión específica de los santos es la de interceder por nosotros ante Dios, junto a Cristo, el único mediador. Por otra parte, la imitación de las virtudes de los santos nos conduce a todos los seguidores de Cristo a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad (Cf. Lumen gentium 42). En este sentido, el elocuente silencio
de la vida de san José “es una prueba concreta de que es posible vivir el Evangelio”.
Ha sido providencial que el Año de san José haya sido convocado cuando la Iglesia ha ido presentando ante nuestros ojos los “Evangelios de la infancia” de Jesús, en los últimos días del Adviento y durante la Navidad. En la Eucaristía diaria hemos podido meditar todos los pasajes de la Sagrada Escritura donde aparece san José, junto a la Inmaculada Virgen María y al Salvador recién nacido.
No son muchos los datos que los relatos bíblicos nos ofrecen, pero son suficientes para que la Iglesia haya entendido quién fue José como esposo de la Virgen, qué tipo de padre fue para Jesús y cuál fue la misión que Dios tenía para él.
En efecto, san José fue llamado por Dios para tomar consigo a María, que estaba encinta por obra del Espíritu Santo, para que Jesús naciera de la esposa de José en la descendencia mesiánica de David y, de este modo, se cumplieran las antiguas profecías que señalaban que el Mesías pertenecería a la dinastía de David (Cf. Catecismo de la Iglesia Católica 437). Este es el papel central de san José en la historia de la salvación, custodiando los tesoros más preciosos de Dios. Una figura central y una actividad importantísima pero realizada casi en la sombra, sin brillar ni sobresalir. San José nos da ejemplo de santidad en la vida cotidiana de la familia y del trabajo. Esto es lo que ha llevado al Papa a proponer a todos los cristianos en estos meses, en que la pandemia del coronavirus nos está golpeando, como intercesor y modelo a san José, una figura tan extraordinaria y a la vez tan cercana a nosotros. Dice el Papa que hemos podido experimentar cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes, corrientemente olvidadas, que están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia, como hizo san José en los años de vida
oculta de Jesús en el humilde hogar de Nazaret: tanto personal sanitario, reponedores de supermercados, limpiadoras, cuidadores, transportistas, fuerzas de seguridad, sacerdotes, religiosos…; tantos padres, abuelos, docentes…; tantos que rezan e interceden por el bien de todos… A todos san José con su presencia diaria, discreta y su trabajo oculto nos muestra cómo podemos ser seguidores de Jesucristo y avanzar en la santidad a través de los caminos más ordinarios de la vida humana.
Os invito a todos a aprovechar este año para que ahondemos en la excelsa figura de san José, a menudo tan olvidada. En primer lugar, con la meditación profunda de los pasajes bíblicos en que aparece: la Sagrada Escritura siempre está llena de riquezas insondables y Dios habla a nuestra vida y en nuestras circunstancias particulares a través de ella. Por ello, os propongo que estudiéis los espléndidos documentos del Magisterio de la Iglesia en que se ha tratado a san José. Recomiendo particularmente la Exhortación Apostólica de San Juan Pablo II Redemptoris custos sobre la figura y la misión de san José en la vida de Cristo y de la Iglesia y la Carta Apostólica del Papa Francisco Patris corde a la que venimos refiriéndonos. En estos documentos encontraremos una sólida doctrina sobre san José y una riquísima espiritualidad llena de actualidad.
Junto a la necesaria formación, también os exhorto a aprovechar los bienes espirituales que se han puesto a nuestra disposición este Año de san José con las indulgencias concedidas a través del Decreto de la Penitenciaría Apostólica para la ocasión: la meditación del Padrenuestro y la participación en retiros espirituales con pláticas sobre san José; la realización de obras de misericordia corporales o espirituales a ejemplo de san José; el rezo del Rosario en las familias y entre los novios, teniendo el mismo clima de comunión, amor y oración que había en la Sagrada Familia de la que fue custodio san José; confiar diariamente el trabajo a la protección de san José Obrero e interceder para que todos los que busquen trabajo lo encuentren y el trabajo sea cada vez más digo; rezar la letanía de san José o alguna otra oración al santo Patriarca en favor de la Iglesia perseguida ad intra o ad extra y de todos los cristianos perseguidos; hacer cualquier acto de piedad, debidamente aprobado, en
honor de san José, el 19 de marzo y el 1 de mayo, el 19 de cada mes y cada miércoles, que son los días dedicados a la memoria del Santo en la tradición de la Iglesia.
Por último, quiero pediros con palabras de santa Teresa de Ávila que renovéis vuestra devoción a san José. Decía la santa mística: “Sólo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción. Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por maestro y no errará en el camino”
(Santa Teresa de Ávila, Libro de la vida 6, 8).
Con mi bendición y afecto.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla