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Un día de la Merced muy diferente

Esta semana se ha celebrado el día de Nuestra Señora de la Merced, patrona del mundo penitenciario, que este año se ha vivido de forma diferente.

«Desde que en el mes de marzo decretaron el estado de alarma, los 45 voluntarios que tenemos en Pastoral Penitenciaria no han podido entrar en la prisión», explica el delegado diocesano de Pastoral Penitenciaria en Málaga, el religioso trinitario Antonio Elverfeldt. «Los únicos que podemos entrar desde junio somos los dos capellanes, Andrés González y yo. Quiere decir que los presos, que ya eran los últimos y los más marginados de la sociedad, no solo por ser pobres la mayoría de ellos, sino también por estar mal vistos y castigados en la prisión, ahora están viviendo un doble confinamiento.

Tanto ellos como sus familias están sufriendo mucho las consecuencias de la pandemia. Nosotros les ayudamos en todo lo que podemos. Y aunque todavía no podemos celebrar Misa en el interior, grabamos una Eucaristía en nuestra parroquia de Jesús Obrero, en la barriada de la Palma-Palmilla, que los presos pudieron ver en el circuito interno de televisión de la cárcel el día de nuestra patrona».

La Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Málaga atiende en la actualidad cuatro centros: el de Alhaurín de la Torre, Archidona, Melilla y el CIS en Málaga (Centro de Inserción Social Evaristo Martín Nieto, en el Polígono del Guadalhorce). Para ello cuenta con cuatro capellanes, cinco sacerdotes colaboradores y cerca de 60 voluntarios que trabajan y colaboran dentro y fuera de prisión. Su acción se desarrolla especialmente en tres áreas como son: la prevención y sensibilización; el acompañamiento de personas privadas de libertad y de sus familiares, y la ayuda a la reinserción.

Una de estas voluntarias es María Aurora Suárez-Lledó, pediatra jubilada, que afirma que todos ellos acuden a la prisión «para brindarles escucha, porque lo más importante que podemos darles es la cercanía. Ellos saben que pueden confiar en nosotros, que no vamos a juzgarlos y los vamos a escuchar, sin juicio, desde la acogida y con palabras de confianza que muchos necesitan y no han oído nunca. Cuando alguien les dice: ‘yo confío en ti, en que puedes salir de esto y empezar a vivir una vida nueva’, eso les toca el corazón y les hace darse cuenta del amor de Dios y sentir su fuerza».

Al hablar de la crisis sanitaria, Suárez-Lledó, que lleva casi 6 años colaborando en la cárcel, explica que «estamos viviendo esta situación con sentimientos enfrentados. Por una parte, sabemos que nosotros no podemos asistir a la prisión desde que se decretó el confinamiento y lo vivimos con dolor, por ‘dejarlos abandonados’. Pero, por otra parte, con satisfacción o alegría por ver que ellos han respondido a esta situación mucho mejor que las personas que estamos fuera. Es más, ellos decían que quizá ahora podían ayudar a los de fuera a vivir el confinamiento porque ellos están acostumbrados. Que pensaran en ayudarnos teniendo ellos la situación de aislamiento que tenían me impactó. Les escribimos cartas, contactamos con sus familias y seguimos ayudándolos a través de ellas, porque con sus familias sí pueden hablar por teléfono y decirles las necesidades que tienen, y ellas contactan con nosotros».

La ayuda suele ser en muchas ocasiones «para sus familias que se han quedado sin recursos. Otras veces es para ellos. Les hacemos llegar ropa, porque la familia vive lejos o porque, como le ocurrió a alguno, cuando lo detuvieron estaba en chanclas y bañador porque se encontraba en la playa trabajando en un chiringuito para ganarse un «jornalillo». Otras veces, solicitan asesoramiento de sus abogados, para permisos o para saber cómo va su causa…», añade esta voluntaria.

La cárcel de Melilla

Esta Pastoral Penitenciaria también abarca Melilla, que forma parte de la Diócesis de Málaga. El director del Centro Penitenciario de la Ciudad Autónoma, Francisco Rebollo, afirma que este año no han podido celebrar actos extraordinarios por el día de la Merced, ya que «estamos esperando resultados de PCR y no podemos reunir a más de 5 internos. Durante el confinamiento, nos habíamos mantenido muy bien, hemos sido un centro libre de Covid, pero tras recibir a los 33 internos del Centro de Estancia Temporal (CETI) de Melilla por un motín registrado el pasado 26 de agosto, el virus acabó entrando, a pesar de que los internos hicieron cuarentena. Pero tengo que decir que los presos están teniendo un comportamiento excelente, a pesar de estar confinados de dos en dos en una celda. Lo entienden perfectamente, y se están organizando para todo por turnos. Además, los funcionarios están teniendo una profesionalidad magnífica, por lo que estoy convencido de que entre todos conseguiremos eliminar el virus y volver a la normalidad. Hay que ser positivos y pensar que de todo se sale».

Beatriz Lafuente

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