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Tres sacerdotes mayores para un Triduo Pascual diferente

En la Casa Sacerdotal de Málaga viven 19 curas, la mayoría de ellos de edad avanzada, que afrontan esta Semana Santa marcada por el coronavirus. «Nunca hemos vivido nada así», cuentan Ildefonso López, Francisco Martín y José Sánchez, que comparten sus vivencias pascuales en tiempos de pandemia.

«No estamos aislados y nos ayudamos, nos vemos, nos acompañamos».
90 años «en busca de los 91» tiene Francisco, que lleva residiendo en la Casa Sacerdotal, en calle Salinas, desde 2013. Los mismos cumple Ildefonso, quien lleva solo unos meses en esta residencia, y coinciden además en afirmar que «nunca hemos vivido nada semejante». José tiene 79 años, «estamos en los grupos de riesgo, por la edad, y viviendo esta experiencia desconocida. Hemos leído que desde la Guerra Civil no se suspendían las procesiones de Semana Santa. ¡Fíjate!», explica a diocesismalaga.es.
A pesar de los años, estos sacerdotes mayores siguen llevando una vida activa. Antes del estado de alarma los más mayores salían a diario a celebrar Misa e incluso a realizar algunos “mandados”. José incluso realizaba labores de acompañamiento espiritual como consiliario de la Hermandad Obrera de Acción Católica y visitando el Hogar Pozo Dulce para personas sin hogar de Cáritas. «Ahora tengo que hacerlo a través de internet, las redes sociales o llamadas telefónicas, para mantener la unidad y cercanía a pesar de estar lejos unos de otros», explica. Francisco cuenta que el confinamiento «ha cambiado nuestra vida, pero solo un poco. Es como si fueran unos Ejercicios Espirituales. Estamos hechos unos monjes, salvo en lo del silencio, que sí podemos hablar. Aprovechamos el tiempo para rezar aún más, pidiendo mucho para que todo esto pase». «Hay mucha armoní­a entre nosotros -cuenta José- No estamos aislados y nos ayudamos, nos vemos, nos acompañamos. El vicario general José Sánchez Herrera, que vive aquí, nos mantiene animados y unidos, algo que agradecer».
Lo peor de la situación provocada por el Covid-19 es la incertidumbre y el dolor de tantas personas, que estos curas llevan a su oración diaria. Pero también están decididos a ver lo bueno de esta historia: «La solidaridad, especialmente con los más débiles y con la naturaleza -confiesa José-. El esfuerzo del personal sanitario, de las fuerzas de seguridad. Tenemos que cambiar el mundo. Nos creíamos a salvo, pero estábamos en un mundo enfermo de individualismo. Ojalá no pase como en la crisis del 2008, que dio a luz un capitalismo aún más feroz», concluye. Para Ildefonso, la esperanza es «que nos demos cuenta de que estamos viviendo en el egoísmo, y cambiemos nuestra vida para compartir más y pensar más en los demás». «Estamos superando una situación con la esperanza de que llegue la paz. Para llegar al llano, hay que superar la montaña», explica, por su parte, Francisco. Las condiciones para aprender la lección, pasan, según ellos, por tener «más humildad, más confianza en Dios y más solidaridad».
Para mantenerse firmes en la esperanza, estos sacerdotes mayores acuden a Dios, visitando con frecuencia la capilla para ponerse en oración ante el Sagrario, rezando el Rosario y la Liturgia de las Horas, celebrando la Eucaristía, “con la distancia de seguridad adecuada”, pero también informándose y reflexionando con la ayuda de los medios de comunicación digitales, que les hacen llegar todas las iniciativas surgidas de la fraternidad de la gente. «Que esto nos ayude a vivir más de cara a Dios y al prójimo», pide Ildefonso. «En estos días nos cuidamos del “bicho”, dice Francisco. Pero hay otro bicho, que es el demonio, y que tampoco se ve. De los dos hay que cuidarse».
El Triduo Pascual lo van a celebrar en casa, con los Santos Oficios, Jueves y Viernes Santo a las 17.00 horas, y con una hora santa compartida, para llegar a la Misa de Pascua, el domingo, a las 11.00 horas. Preguntados por esta particular vivencia de la Resurrección de Cristo, Ildefonso afirma «el Señor resucita también en estas circunstancias. El reto es que lo asumamos y resucitemos también nosotros con Él». «Todos resucitaremos -añade José-. Pero primero hay que morir. Como dijo el jesuita Ignacio Ellacuría, “no podemos apuntarnos a la una sin la otra”.»
A los cristianos nos aconsejan vivirlo «con fe en el Señor, confianza en la oración y mucha paciencia. ¡Vendrán tiempos nuevos!», exclama Francisco, a lo que José añade: «que no nos abandonemos a la cultura de la indiferencia, que reflexionemos sobre nuestra vida y las consecuencias en los más necesitados, que seamos más críticos y más proféticos».

Ana María Medina

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