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TESTIGOS DE RESURRECCIÓN. «Un interno con fe y sentimiento»

Testimonio de un preso malagueño del Centro Penitenciario Archidona. Redactado para un concurso sobre la vivencia de la Semana Santa y la Pascua de Resurrección desde la cárcel ante el coronavirus organizado por la Capellanía del Centro con el apoyo de la Subdirectora de Tratamiento y educadores.

Hoy aislado por el Coronavirus, escribo desde el Centro Penitenciario de Archidona (Málaga) para pedirles a mi Cristo Cautivo y Virgen de la Paloma que nos protejan a todos nosotros internos, funcionarios y a nuestros familiares.

Dejadme que hoy como malagueño tras estas rejas que me separan de mi familia, de mi Virgen de la Paloma y de mi Jesús Cautivo, exprese mis sentimientos en esta Semana Santa tan especial marcada por el miedo al coronavirus. Semana Santa con el corazón, con el sentimiento, como siempre, pero con el recuerdo, la añoranza, con la paz de Dios y el amor. Semana Santa que nos conducirá a la Pascua de la Resurrección.

Tras el Domingo de Ramos, Lunes y Martes santo llega mi día soñado. El Miércoles Santo, mi día, en este día despierto alegre, desbordo felicidad, loco porque llegue la hora de llevarte mi Virgen, de llevarte en mis hombros. Es una emoción, devoción, goria, es un amor incalculable, desde las tres de la tarde, no paro de llorar, hasta que llega el momento de ir a hombro y rompo a llantos de emoción. Una paz recorre todo mi cuerpo: pasión y dolor, es un sentimiento grandioso, durante todo el recorrido, me va aumentando un dolor en el hombro, pero, la satisfacción de llevar a mi Virgen ni lo siento, llega el encierro y todos los hermanos no queremos terminar, pero llegó el momento, de repente me invade un dolor una pena, pero una gran paz, que llego a casa con una paz grandiosa en mi interior.

La Semana Santa es un sentimiento inexplicable, es fe y un gran amor por Jesús, es la vida de pasión de nuestro Jesucristo. Y ante esto no puede el coronavirus. Al fin celebro desde mi celda la Resurrección del Señor, saco mi pañuelo blanco entre las rejas de la ventana y batiéndolo al cielo entre sentimientos, lagrimas y fe, te envió una oración y un beso a ti, mi Jesús Cautivo y a ti, mi Madre de la Paloma.

Ahora me toca vivir la Pascua, el paso de Jesús Resucitado por mi vida que me llevará por el camino de la libertad. Ruego a mi Jesús Cautivo y a mi Virgen de la Paloma que pronto sea derrotado el coronavirus y vuelva la vida normal.

 

Beatriz Lafuente

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