Ha culminado así una historia de amor que nació de la oración que siempre le enseñó su abuela.
Oración por los que no aman
“No tengo otro oficio, pues solo en amar es mi ejercicio”, este es el lema que ha elegido madre María Magdalena del Sagrado Corazón de Jesús para su profesión solemne de fe. Palabras tomadas de San Juan de la Cruz que ella abraza en la seguridad de que su alegría viene del desprendimiento de todo lo que queda fuera del Carmelo. En sus votos perpetuos ha culminado una historia de amor que nació de la oración que siempre le enseñó su abuela. Desde su infancia, en su Perú natal, fue forjándose una vocación resistente y razonada, acompañada más tarde por las madres Cruzadas de Santa María, cuya priora de origen cordobés, la acompañó durante varios años como miembro de grupos diocesanos que tenían muy presente el carisma carmelitano. Fue entonces cuando pudo asistir a los votos temporales de una hermana carmelita y brotó en ella, irrefrenable, la necesidad de escuchar lo que el Señor le pedía. En el último año de su formación universitaria su decisión fue para la familia motivo de extrañeza: sus estudios habían costado sacrificio y esfuerzo. Ella les explicó el significado de una llamada sin pérdida y ahora, como miembro de la comunidad de la comunidad carmelita de Aguilar de la Frontera, sabe que con su oración ante el Sagrario ha sido llamada al amor de Cristo: ha sido llamada a rezar por quienes no aman.
“Sí, quiero, para siempre”
¿Cómo explicaría la llamada a entregar su vida a Cristo?
Como una invitación que alguien, en este caso Dios, te hace. Te mira con infinito amor y te dice: si quieres puedes seguirme, y es imposible resistirse ante esa Mirada de Amor. Y uno le responde: Sí, quiero, para siempre. Y dejándolo todo lo sigue, alegre y confiada, poniendo en Él su nada, para que Él sea su única riqueza. Es un anticipo de lo que viviremos en el Cielo.
¿Dónde nace esa vocación?
Desde toda la eternidad Dios elige a las personas que Él quiere. En el bautismo se echa la semilla. Después, una serie de factores influyen en su cimiento: la familia, el colegio, la parroquia, etc. Y Dios, mediante su infinita Providencia, va poniendo los medios necesarios para descubrirla, orientándola a través de instrumentos, como los ejercicios espirituales, el director espiritual. En mi caso, la influencia decisiva del movimiento apostólico Cruzada – Milicia de Santa María, a la que pertenecí tres años y donde, por su cercanía al Carmelo, conocí a Nuestra Madre Santa Teresa de Jesús y a Sta. Teresita del Niño Jesús, almas profundamente enamoradas del Señor.
¿Cómo son sus tiempos de oración?
En el Carmelo toda nuestra jornada es una oración continua. El trabajo manual, los oficios que a cada una se nos encomiendan, la oración litúrgica; todo nuestro día está orientado a realizarlo en presencia de Dios, amando por los que no aman, ofreciendo por la salvación de las almas, la santificación de los Sacerdotes, la Santa Iglesia, la unidad de las familias, la conversión de los pecadores. Las Constituciones escritas por Nuestra Santa Madre, mandan dos horas de oración diarias en silencio, después de Laudes y Vísperas. Realmente, el cimiento de esta Casa es la Oración.
¿Qué significado tiene para Ud., esta comunicación diaria con Cristo?
Para esta hermana, la oración es el momento de mi unión con Dios, después del Santo Sacrificio de la Misa, que es la cumbre de nuestra vida. Es en la oración, donde Dios y el alma, se miran mutuamente, se entregan, se aman. La oración es la respiración del alma. Si una Carmelita no ora, se asfixia, se muere.
Foto H. Magdalena con sus Padres: Jorge, Diana y su hermana Carolina. Fotografía tomada antes de su ingreso en el Carmelo, 14 de Noviembre del 2014, cuando cursaba el último ciclo de Ingeniería Industrial, en la Universidad Católica Sto. Toribio de Mogrovejo, Chiclayo- Perú.
“Amar: esa es nuestra vocación”
En Aguilar de la Frontera fue un día de fiesta. También lo fue para diócesis que tiene en esta comunidad de cinco madres carmelitas una razón luminosa de esperanza para la vida consagrada. En su homilía el Obispo, monseñor Demetrio Fernández, trasladó a la comunidad carmelita de Aguilar de la Frontera y a la madre María Magdalena que “son una lección viva, para consagrados, matrimonios y para los que todavía están descubriendo su estado de vida: amar, esa es nuestra vocación”
Don Demetrio, dirigiéndose a madre María Magdalena, afirmó que ha recorrido “todo un camino de despojamiento para llegar a la plenitud” y argumentó que igual que el oro se aquiliata en el fuego y así se purifica “a amar se aprende en los inicios de nuestra vida espiritual y para que el amor se aquilate hay que ir despojarse de muchas cosas”, algo que ya ha hecho madre María Magdalena, que deja atrás a su “querido y bonito país y está aquí por amor a Jesucristo”.
Don Demetrio prosiguió asegurando que la profesión religiosa supone descubrir que el amor de mi vida es Jesucristo, de tal manera que ningún otro amor es compartido esponsalmente. Es esa experiencia de enamoramiento la que ha ido experimentando y “ha cruzado el Atlántico para estar con Él. Ha entendido que Jesucristo la quiere en Aguilar, cerca de Él”. Este es un amor más fuerte que la muerte y a esto asistimos – explicó al final de su alocución-a una declaración de amor de Jesucristo hacia esta hermana, “una alegría honda profunda y no pasajera, porque es una alegría sobria que viene del Espíritu”.