Coincidiendo con la Jornada Mundial del Enfermo, conocemos el valiente testimonio de María de la Paz Cañero Crespo
Esta semana ha tenido lugar la Jornada Mundial del Enfermo. Actualmente, son muchas las personas que sufren o han sufrido alguna enfermedad. María de la Paz Cañero sabe bien qué se siente cuando el médico te informa del peor diagnóstico que puede escuchar. Reconoce que cuando, a sus veintitrés años le dijeron que tenía un Linfoma de Hodking, cáncer en la sangre, “no sabía lo que era aunque sabía que era algo malo”. En aquel momento estaba acompañada de sus padres, que han estado con ella en todo el proceso, y no sabía cómo se lo podía decir a su novio, por aquel entonces, y hoy marido y padre de su hijo Clemente. No pensó nunca en esconder la noticia, pasó miedo pero asegura “que esconder la palabra cáncer no sirve de nada, solo hace más daño, ya que además de luchar contra la enfermedad se lucha por esconder una situación dura”.
María de la Paz afirma que sabía que el Señor la iba ayudar en esos momentos, y así fue. Pero después de tener a su único hijo, Clemente, volvieron los problemas, y al cumplir éste un año, le diagnosticaron cáncer de nuevo, esta vez urotelial, es decir, en la vejiga. Reconoce que “tenía miedo, ya no era yo sola, sino que mi hijo de tan solo un año dependía al cien por cien de mí”. Comenzaba una batalla difícil de luchar, pero consiguió salir. Durante un año, la operaron muchas veces para intentar salvar la vejiga, hasta que a finales de 2014 decidieron quitársela y hacerle una urostomía. Esto no acabaría en aquella operación. En 2016 vuelven las sesiones de quimioterapia, tenía metástasis en el peritoneo. El tratamiento no acaba con ella y deciden intervenirla de nuevo, limpiando toda la zona y quitándole los ovarios. Todo salió bien y a día de hoy, por fin puede decir que está curada, aunque sigue recibiendo tratamiento de inmunoterapia para reforzar su sistema inmunológico.
Para María de la Paz su fe ha sido muy importante, si bien es cierto, reconoce “que ha tenido altibajos de fe, me he “peleado” varias veces con el Señor”. Cuando el médico le dijo que tenía metástasis “no entendía por qué me volvía a golpear una y otra vez”, fue difícil ya que “no me dejaba recomponerme y sentía que se me iba la vida”. Pero su capacidad de lucha, superación y amor por los suyos, especialmente por su hijo, la hacían seguir adelante. Relata que dejó de ir a misa, sus visitas a su “mejor amigo”, Nuestro Padre Jesús del Calvario de Montalbán, cada vez eran menos. Pero nuevamente, su compañero de viaje en esta vida, su marido, le hizo abrir los ojos. Una tarde de Reyes le hizo un regalo que cambió para siempre su actitud. En el Portal de Belén tuvo que buscar una pequeña caja que contenía una cruz, pero lo importante de esto fue el mensaje que contenía la caja: “Yo no creo en Dios, pero….cuando tú no crees… estás más triste”. “Son palabras sencillas, pero que en aquel momento me querían decir tanto, que decidí volver a la Ermita del Calvario a visitar a Jesús y a Capuchinos a ver a mi Virgen de la Paz”, indica.
María de la Paz termina su relato recordando, especialmente, a sus amigos sacerdotes Jesús Moriana y Fernando Lavirgen, que “siempre han estado pendientes de mí y me han visitado cada vez que han podido”. “Cada día tengo más necesidad de Jesús, de fe, soy más feliz así”, asegura, y aconseja a todo aquel que esté pasando por algún proceso de enfermedad que hay que ser positivo y luchar, “si en la vida tienes fe y te acompaña el Señor, todo es más llevadero, te llena de Paz, Amor y Esperanza”.
