Este año las condiciones han obligado a los párrocos a modificar los actos.
Las calles de la feligresía de la parroquia Beato Álvaro de Córdoba se llenan cada año para la celebración de la octava del Corpus, un acontecimiento siempre muy esperado por el cuidado y esmero que pone no sólo los miembros de la comunidad parroquial, sino también la Hermandad de la Sagrada Cena, quien celebra su fiesta de regla.
En esta ocasión, la celebración fue diferente y se procedió a la celebración de la santa misa el sábado, 20 de junio, tras un Triduo preparatorio. Al término de la eucaristía en la que la Hermandad celebró su misa de regla, el párroco, Tomás Pajuelo, portó la Custodia hasta la puerta del templo para bendecir a toda la feligresía.
Asimismo, en la parroquia Santa Catalina de Pozoblanco, tras la misa dominical, hiceron una procesión claustral con el Santísimo Sacramento bendiciendo todos los retrablos del templo.