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“Jesús camina con nosotros”. El obispo presidió en la Basílica de Candelaria la misa del III Domingo de Pascua

El obispo nivariense presidió este pasado domingo 26 de abril, la Eucaristía del III Domingo de Pascua desde la Basílica de la Virgen de Candelaria.

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El prelado, al comienzo de la misa, felicitó la Pascua a todos los diocesanos y recordó que Cristo camina con nosotros en medio de la situación que nos toca vivir. Asimismo, saludó a todas las familias que quisieron seguir la transmisión de la Eucaristía por los medios digitales, a los pies de la imagen de María de Candelaria.
Álvarez pidió al Señor por los enfermos de coronavirus para que pronto recuperen la salud y se puedan incorporar a la vida de cada día. También rogó al Padre por los que cuidan de los enfermos y de las personas mayores, tanto en hospitales, como en centros de mayores y en los propios hogares.
En la homilía, siguiendo el relato de los discípulos de Emaús, el obispo reflexionó sobre las actitudes de los cristianos ante los acontecimientos que nos tocan vivir en cada momento de la historia. “Ante el sufrimiento de Jesús, ellos reaccionaron con dolor, al igual que le ocurrió a María y al resto de los apóstoles. Ante la realidad podemos reaccionar de muchas formas. Con tristeza, abatimiento, desesperanza o también podemos aprender a leer la realidad con otros ojos. Jesús se hace el encontradizo, les habla, se interesa por ellos”.
Al hilo de esta idea, el prelado expresó que en ocasiones las expectativas humanas distan bastante de la voluntad de Dios. “Los discípulos de Emaús esperaban el triunfo, que Jesús abatiera a sus enemigos, que empleara su poder, como lo había empleado en otras ocasiones para hacer milagros. Pero eso no ocurrió. Es entonces cuando el entusiasmo que tenían por Jesús se convierte en incredulidad y desconfianza”.
Álvarez se hizo la pregunta de cuáles son nuestras esperanzas y expectativas. “En ocasiones nuestras esperanzas son muy inmediatas. Jesús, tras escuchar a los discípulos, les ayuda, con su palabra, a cambiar de mentalidad. Les recuerda que ya los profetas anunciaron que el Mesías tenía que padecer. Y aquellas palabras de Jesús hacen que se avive de nuevo el interior. Los ojos de los discípulos se acaban de abrir cuando Jesús repite el gesto de la fracción del pan en la cena. El encuentro con él provoca la conversión. La incredulidad se convierte en la luz de la fe”.
El obispo hizo hincapié en varias ocasiones que la Biblia no es un libro que leemos, sino un libro que nos lee. “Esta es nuestra historia. Cristo también sale a nuestro paso en el camino de nuestra vida. En los momentos de tristeza y en los de gozo. Cuando las cosas no van bien, el Señor está ahí para fortalecernos y enseñarnos a comprender el sentido que tiene el dolor. Y cuando las cosas van bien, el Señor está ahí para que comprendamos que es un regalo suyo, porque a veces nos olvidamos”.
Por último, monseñor Álvarez pidió a María a que nos ayude a estar atentos al Señor como ella lo estuvo siempre.

 

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