Tercer domingo de Adviento, domingo de la alegría, o de Gaudete, el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, presidió en la Catedral de Jaén, la Eucaristía de las 12 de la mañana, en la que como es tradicional, se bendicen los belenes y figuras del Nacimiento que presentan los niños ante el Prelado.
La celebración estuvo concelebrada por D. Emilio Samaniego y D. Juan Francisco Ortiz, ambos canónigos del primer templo de Jaén.
Homilía
En su homilía, el Prelado jiennense comenzó explicando que cada vez que se participa en la Eucaristía, se comparten dos mesas. La del altar, donde se rememora el sacrificio del Señor y la primera, la mesa de la Palabra, «por eso el ambón tiene tanto significado, porque desde ahí el Señor nos habla», afirmó Don Amadeo. Para seguir explicando, «Hoy es el día del gozo y de la alegría en la espera de la llegada del Hijo de Dios, la esperanza del Mesías».
Después, el Obispo quiso hacer una reflexión de cómo se vive en la actualidad este tiempo de Adviento y Navidad, marcado por el consumismo, por lo que se preguntó, «Hoy día, ¿dónde está el bien y dónde está nuestra esperanza. Podemos tener muchas cosas y faltarnos cosas esenciales: la esperanza, la alegría, la paz interior, la salud o tantos bienes que todos anhelamos». Para continuar, el Obispo afirmó que «lo que anhelamos hoy es la presencia de Dios entre nosotros. Lo que busca descubrir es quién es y qué bienes nos trae Jesucristo».
Don Amadeo quiso, a continuación, hablar de los signos que anuncian la Navidad en las calles. «Nos acaba de escribir una carta maravillosa el Papa Francisco, Admirable Signum, que nos invita a todos los cristianos del mundo a poner en nuestros hogares el signo del Belén y sobre todo, a mantener un diálogo con el Nacimiento, con el Niño Dios, en el pesebre de Belén, «Señor ¿qué me has venido a traer?, porque así aprenderemos a acoger lo que trae y lo que ofrece en Navidad, el Hijo de Dios. Por eso, orad ante el Niño Dios para que encontremos nosotros la alegría y el gozo de Jesucristo y también para convertirnos en testigos de ese misterio», concluyó el Obispo.
Al finalizar la homilía, el Obispo llamo hasta el presbiterio a los niños que habían llevado a la Eucaristía los Belenes y Nacimientos, sobre los que asperjó agua bendita, y los bendijo.
Al concluir la Santa Misa, el Obispo departió con los fieles que habían participado de la celebración, deseándoles a todos un Adviento y Navidad colmada por el amor de Dios.