El día, y el Congreso, me deja mucha alegría, esperanza e ilusión en el futuro y el presente.
La ponencia me ha encantado. Valoro mucho el gran esfuerzo para resumir en poco tiempo y con concreción las aportaciones. Se planteó de una forma dinámica, amena y apasionada. Resaltaría la prioridad de salir a las periferias, siendo Iglesia de puertas abiertas, estando cerca de la gente. Toca «salir» con alegría y creatividad.
La Eucaristía muy vivida, en familia.
Ahora nos espera un camino largo pero apasionante por andar. Un bonito trabajo para la diócesis, con ganas de llegar y compartir lo que vivimos en comunión, con escucha compartida y búsqueda común de soluciones. Esa es la clave. Entre todos y todas, sin exclusión. Tenemos que abrirnos, reforzar nuestra capacidad de acogida. No podemos fallar a QUIEN ha confiado en nosotros.
Tenemos un buen punto de partida, los 4 itinerarios del Congreso, primer anuncio, acompañamiento, formación y presencia en la vida pública; como líneas a seguir en nuestras diócesis. Lo que nos hará ir en la misma línea como Iglesia española.
Teniendo presente que la diversidad nos enriquece y que la comunión también es «sufrir» para buscar el consenso, los procesos de comunión son a fuego lento, confiando en el soplo del Espíritu.
A título personal y comunitario, ser conscientes que la vocación laical es una auténtica vocación y que nuestra presencia en el mundo, además de las misiones específicas, pasa por «emitir» continuamente a Cristo.
Y, SOBRE TODO ¡GRACIAS A DIOS!