Un total de 122 obispos han sido convocados desde este lunes y hasta el viernes para celebrar la segunda Asamblea Plenaria de este año 2020.
Tras la última Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española celebrada a primeros de marzo, cuando aún se desconocía el alcance de la pandemia, los Obispos se encuentran reunidos esta semana de manera presencial y online para mantener así las recomendaciones sanitarias establecidas. Concretamente, la última vez que se reunieron fue para elegir los nuevos cargos del organismo episcopal a comienzos del mes de marzo. Ocho meses, miles de muertos, cientos de miles de contagiados y un confinamiento domiciliario después, los obispos vuelven a encontrarse, aunque de manera semipresencial.
Tan solo acuden presencialmente un total de 38 (presidente, vicepresidente, secretario general, miembros de la Comisión Ejecutiva, presidentes de las comisiones episcopales y el resto de arzobispos que no ostentan los cargos anteriores), mientras que el resto asisten a las reuniones por vía telemática, dadas las circunstancias.
La inauguración comenzó con la intervención del presidente de la CEE, el cardenal Juan José Omella y el Nuncio Apostólico en España, Mons. Bernardito Auza.
En primer lugar, el Nuncio Apostólico consideró que esta asamblea es una ocasión para reflexionar en común sobre la incidencia de la pandemia que tiene consecuencias en la vida de la Iglesia, así como para tener en cuenta, con profunda gratitud, al personal sanitario por los esfuerzos que están realizando.
Acto seguido tomó la palabra el cardenal Omella, quien aseguró que “la Iglesia tiene una intensa conciencia de la necesidad de crear las condiciones para la cohesión, la cooperación y la fraternidad tanto en nuestro país como en el ámbito internacional”.
Omella abordó el tema de los inmigrantes e hizo un llamamiento a la sociedad para que se promueva “una ética del cuidado y del reconocimiento personal”. Asimismo, respecto a la eutanasia, afirmó: “No dejaremos nunca de repetir que no hay enfermos “incuidables” aunque sean incurables. La vacuna contra la tristeza, el dolor, la soledad y el vacío existencial de las personas enfermas no puede ser única y exclusivamente la eutanasia. Esta medida no sería ni la más justa, ni la más humana, ni la más fraterna”. El presidente de la CEE abogó en todo momento por la defensa de una vida digna y justa y pidió a su vez, que se respete en todo momento “el derecho constitucional de los padres y madres a escoger libremente el centro y el modelo educativo para sus hijos.
En otro orden de cosas, el Cardenal explicó que “el cierre de los templos y las restricciones de aforo han provocado que las colectas hayan menguado. A no pocas parroquias ya les está costando llegar a fin de mes y las diócesis están saliendo al paso con planes de emergencia para garantizar que puedan seguir con su labor pastoral y asistencial”.
Sobre la crisis económica que el país está sufriendo por culpa de la pandemia, Omella indicó que “urge la inversión en investigación y desarrollo, la colaboración entre los agentes sociales, el desarrollo de la formación profesional, la promoción de la acción creativa de los emprendedores y la cooperación entre todos los sectores”.
Puntos a tratar
Durante cinco días, los obispos abordarán multitud de asuntos en la Asamblea Plenaria, el máximo órgano superior de la CEE. Temas como la tramitación de la reforma educativa del Gobierno en la llamada ‘Ley Celaá’, los efectos devastadores que está dejando la pandemia del coronavirus a nivel sanitario y económico, las líneas de acción pastoral de la CEE para el quinquenio o la “Instrucción pastoral sobre el acompañamiento en la muerte y el duelo. Anuncio de la Vida eterna. La celebración de exequias e inhumaciones”, serán algunos de los puntos a seguir.