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«Busco que la obra sirva de herramienta para la fe»

Raúl Berzosa (Málaga, 1979). Sus pinturas religiosas acercan los misterios de la fe a los fieles que la celebran en decenas de iglesias y templos que cuentan con una de sus pinturas. Ha retratado a varios papas y es muy apreciado en el Vaticano.

¿Qué supone para un autor que su obra esté presente en el Vaticano y en medio mundo?

Es una gran dicha que mis obras se encuentren en tantos lugares, incluido por supuesto el Vaticano. Como pintor y como católico es muy importante.

Por otro lado, también es una gran responsabilidad el realizar pinturas para distintos países, algunos clientes recorren miles de kilómetros para presentarme sus proyectos e ideas, y esto es un gran compromiso, pero la satisfacción de ver cómo mi obra sacra sirve a las personas me ayuda mucho a seguir en este camino.

Pero, en cierto modo, nunca me imagino el futuro en cuanto a mi pintura, salvo casos muy excepcionales, cuando sí pienso dónde me gustaría tener alguna obra. Si Dios me lo permite, me quedan años por delante de pintura, y, a pesar de mi relativa juventud, si miro para atrás, el camino recorrido es amplio.

¿Cuál es el territorio del artista dedicado al arte sacro?

El taller principalmente, hay que trabajar mucho e intentar ser disciplinado, aplicar la famosa frase de Pablo Picasso: «Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando». También los libros de arte sacro para la formación y las redes sociales para dar a conocer los trabajos y, por supuesto, ver mucho arte e ir a la iglesia para empaparte de esa espiritualidad que hace falta para crear Arte Sacro.

¿Qué técnica utilizas para plasmar la espiritualidad en tus obras?

No sabría decir exactamente dónde está el punto clave. Algunas obras llegan a muchas personas porque les transmite, es decir, tienen ese halo de espiritualidad.

Lo que sí tengo claro es que las creencias propias son muy importantes para poder transmitir, porque, ¿cómo transmites algo en lo que no crees? Creo que es muy complejo y, aunque técnicamente pueda ser muy bueno, seguramente resulte una obra fría, por eso siempre busco que la pintura transmita mis creencias como católico al espectador que se pone delante de la pintura, que la obra sirva de herramienta para la fe y ayude a las personas; por lo tanto, que la obra sea útil.

¿Qué te aporta pintar un cuadro?

El realizarte como persona, el saber cuál es tu función en la vida y poder desarrollarla. Gracias a Dios, puedo dedicarme a lo que me gusta, si me dedicase a otra cosa, laboralmente hablando, tendría que buscar tiempo para poder pintar, es casi una necesidad.

¿Qué tiene de aportación personal el retrato?

No es fácil aportar en un retrato realista, pues se busca el parecido con el retratado y que tenga cierta psicología la obra, es decir, que al ver el retrato no solo sepamos cómo es físicamente, sino que nos diga algo de su forma de ser o de su carácter, por tanto, la aportación creo que está en la grafía de cada pintor, es decir, en cómo lo pinta, en sus pinceladas y gama cromática.

¿La pintura es hermosa si nos empeñamos en que lo sea?

En el resultado final, por supuesto, podemos ver obras que a pesar de la crudeza de su temática pueden ser hermosas, no tanto por lo que nos muestran sino por cómo nos lo muestran, por ejemplo, tenemos el conocido tema mitológico de Saturno devorando a sus hijos, Rubens hizo su interpretación mostrando este tema con crudeza y de forma impactante, pero se observan rasgos de belleza en su ejecución. Sin embargo, dos siglos después, Goya hará su propia obra del tema mitológico… su imagen es el horror; por lo tanto, vemos cómo una misma temática puede ser hermosa, lo mismo podemos ver en muchas ocasiones cuando observamos pinturas hagiográficas, vemos martirios llenos de belleza, como el martirio de san Esteban de Pietro da Cortona o el martirio de santa Cecilia por Maderno.

¿Hay algo aburrido en el proceso de creación?

De momento no me aburro en ninguna de las fases de la creación de la obra; sí puede haber algunas partes más engorrosas que otras, pero cada parte tiene su propio encanto, por ejemplo, ahora mismo estoy realizando una serie de santos jesuitas para Miami, de la mayoría no conozco sus vidas, por lo tanto, debo informarme, leer, buscar… poco de dibujo, pero es una parte importante del proceso para que la obra tenga sentido; en el otro extremo del proceso, cuando se dan los toques finales en el lienzo suelo disfrutar mucho, porque es ver cómo la obra finaliza y se le saca algo más de realce o se mejoran ciertos puntos.

¿Qué empequeñece o denigra el arte?

Que un artista no pueda desarrollarse con cierta libertad o el amputar el significado o la estética de la obra por la censura, también los lobbys y los críticos que preconizan por intereses algunas obras o un grupo de artistas, sin tener en cuenta la valía artística. El mundo del arte es complejo y hay que lidiar con grandes egos, creo que la humildad puede ayudar a crecer como artista y a hacernos aprender de otros compañeros y grandes maestros.

¿Con qué ha soñado Raúl Berzosa en los tiempos de desescalada?

En la cuarentena he pintado bastante, y mientras uno pinta le da tiempo a pensar en muchas cosas, sueño con poder recuperar esa normalidad previa a todo esto que nos rodea y que tengamos salud para poder vivirla, desear que cuando salgamos sepamos afrontar la crisis económica y salga lo mejor de nosotros para ir a una como sociedad, pues es el modo de afrontar mejor los problemas y por supuesto, desear que los que nos dedicamos al Arte podamos seguir desarrollando nuestra labor; muchos compañeros se vieron muy afectados por la crisis del 2008 y sería muy triste volver a ver toda esa situación. En el plano artístico seguir aprendiendo, mejorando y continuar enviando pinturas a muchos lugares.

¿Salvará la belleza al mundo?

Eso dijo Dostoyevski en su novela «El Idiota», pero una belleza divina, por lo tanto, no se trata de una belleza seductora, placentera o atrayente, ni de una estética vacía, sino de una belleza de Dios, por eso, el propio Benedicto XVI nos dijo que la belleza puede ser un camino para encontrar a Dios.

La belleza nos afecta cuando la sentimos o la observamos, no deja a nadie indiferente, y a lo largo de la historia ha sido así, la belleza siempre ha estado presente de una u otra forma.

Hoy en día tenemos el contrapunto de la cultura de la fealdad y, como artista cristiano, hay que luchar con esto, los artistas no deberíamos renunciar a la belleza, pero no podemos olvidarnos tampoco de las dificultades de la vida.

 

Rafael J. Pérez Pallarés

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