Lourdes Amián e Isaac Muñoz son un joven matrimonio a los que le cambió la vida al vivir la misión.
¿Cómo surgió la idea de realizar un tiempo de voluntariado en Picota?
Lourdes: Yo venía de una época de cambios en mi vida y tenía ganas de hacer algo diferente, importante, que pudiera marcar, y empezamos a escuchar hablar de Picota y como dice Isaac, sin pensárnoslo mucho nos aventuramos en ir.
Isaac: Pues se empezaba a oír y me llamó tremendamente la atención. Nos lo propusimos y allí que nos fuimos.
¿Qué recuerdas de aquella experiencia misionera?
Lourdes: Muchísimas, pero la primera que me viene a la cabeza es la hora de oración que dedicábamos todos juntos por la mañanas, rezábamos laudes y luego reflexión personal, allí descubrí la oración personal, y la Iglesia Universal que desde todos los rincones del mundo reza las mimas oraciones, unidos en un mismo Señor.
Isaac: Recuerdo muchísimas cosas, momentos muy concretos que marcaron mi vida, tuve un percance con una caída y no pude hacer unos días todo lo que me hubiese gustado hacer, pero como me encontré con Cristo en la oración de la intimidad en aquella parte del mundo.
¿Qué te enseñó la gente que te encontraste allí?
Lourdes: Su deseo profundo de buscar a Dios. Era muy fácil hablar del Señor con ellos, a diferencia de lo que nos pasa en nuestro país. Tienen una gran sed de Dios y de confianza en que Él es su mejor apoyo.
Isaac: Pues su forma de vivir me sorprendió muchísimo, vivir de la providencia, la confianza en Dios, su esfuerzo por ser buenos cristianos, como vivían la Eucaristía.
¿Cómo cambió tu vida al volver a tu vida cotidiana?
Lourdes: La vuelta fue dura, en un principio la vuelta a esta realidad me produjo aversión, los problemas de este mundo y los problemas que mi entorno me reflejaba me parecían de lo más banal. Gracias a Dios, nuestro cura nos ayudó mucho con este tema. Pero hay que volver a la realidad en la que vivimos, y por desgracia muchas cosas se diluyen con el paso del tiempo, pero esa pasión por la oración, el relativizar lo material, el valorar la suerte de la realidad de nuestra Iglesia Diocesana gracias a Dios persiste.
Isaac: Pues no sabría medir cuantos giros dio mi vida, en algunos aspectos fue y sigue siendo radical, 180º. El justo y muchas veces escaso valor que tienen para mí las cosas materiales, valorar mi Iglesia diocesana, sacerdotes, hermanos laicos, la oportunidad de acceder a los sacramentos, mi oración personal, el deseo de ir al otro…
¿Mantienes todavía vinculación con la misión diocesana?
Lourdes: No la mantengo activamente, pero si relaciones personales con algunos de los miembros que la integran y siguiendo siempre su actividad y la magnífica labor que realizan.
Isaac: Pues mantengo el contacto con muchos de los que fuimos allí, y mantengo el contacto con muchos de allí, las redes sociales ahora facilitan mucho mantener relaciones. También cualquier cosa que puedo ser de utilidad para la misión colaboro. Volveremos antes o después, pero volveremos.