Lo que dijo el Concilio Vaticano II sobre Medios de Comunicación desglosado por Antonio Gil esta semana.
Medios de comunicación: Lo que dijo el Concilio Vaticano II
ANTONIO GIL, sacerdote
Llega, de nuevo, la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que nació al calor del Concilio Vaticano II, con un decreto que fue calificado como «el más humilde de los documentos conciliares, con el voto final más difícil de todo el Concilio». El motivo posiblemente sea que en aquello años la materia era nueva y todavía poco próxima a la mentalidad eclesiástica. Hoy se han desbordado todas las previsiones técnicas y humanas, sobre todo, con la llegada de Internet, que permite comunicarse «al instante y en cualquier lugar del mundo», conforme a las exigencias de una galopante «globalización». Quizá sea bueno recordar lo que nos dijo el Concilio sobre los Medios y respirar su aire magisterial.
Primero, los Medios son «instrumentos, no fines», «maravillosos inventos de la técnica, que la madre Iglesia acoge y fomenta con especial solicitud».
Segundo, «la Iglesia católica, urgida por la necesidad de evangelizar, considera que forma parte de su misión predicar el mensaje de salvación, con la ayuda, también, de los medios de comunicación social, y enseñar a los hombres su recto uso».
Tercero, «es especialmente necesario que todos los interesados se formen una recta conciencia sobre el uso de estos medios».
Cuarto, el Concilio señala las características de la comunicación: «La comunicación sea siempre verdadera e íntegra, salvadas la justicia y la caridad, honesta y conveniente, es decir, debe respetar escrupulosamente las leyes morales, los derechos legítimos y la dignidad del hombre».
Quinto, el Concilio se dirige a los destinatarios de los medios, lectores, espectadores y oyentes, invitándoles a una «recta elección de esos medios de comunicación, evitando lo que puede ser causa u ocasión de daño espiritual».
Sexto, «foméntese, ante todo, la prensa honesta; créese tambien una prensa verdaderamente católica, con la intención manifiesta de formar, consolidar y promover una opinión pública en consonancia con el derecho natural y las doctrinas católicas».
Séptimo, «corresponderá a los obispos supervisar y promover obras e iniciativas de la comunicación en sus propias diócesis».
En una palabra, el Concilio abre las puertas a los «Medios», pero señala «los deberes» de los sujetos activos, de los destinatarios, de las autoridades civiles y de los obispos. «La Iglesia impregna de Dios las Comunicaciones Sociales». ¿Dónde quedan hoy esos «deberes»?