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Bautismo del Señor (Catedral-Málaga)

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Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo del Bautismo del Señor en la Catedral de Málaga el 8 de enero de 2012.

BAUTISMO DEL SEÑOR
(Catedral-Málaga, 8 enero 2012)

Lecturas: Is 55, 1-11; Sal (Is 12, 2-6); 1 Jn 5, 1-9; Mc 1, 7-11. 

1.- Vinculación de esta fiesta con lo que hemos celebrado en los días de Navidad-Epifanía. 
Con el bautismo de Jesús toca a su fin el tiempo litúrgico de Navidad. Si la Natividad de Cristo es la manifestación de Dios en el ámbito humilde de Belén, y si la Epifanía es su manifestación a todos los pueblos, el Bautismo es la manifestación de la divinidad de Cristo. Todo esto lo encarna ese niño nacido en Belén, adorado después por los Magos; ése es el Hijo de Dios. El Evangelio de hoy nos narra cómo se oye una voz del cielo que proclama la condición divina de Jesús, que se encuentra en las aguas bautismales del Jordán. Jesús es reconocido y aceptado como Hijo de Dios: “Este es mi hijo” (cf. Mc 1, 11). Por tanto, en esta etapa final de la Navidad, esta fiesta del Bautismo de Jesús simboliza todo un proceso de auténtica revelación de Dios a los hombres. De hecho, podríamos afirmar que el Bautismo propiamente dicho es un eco o una continuación de la fiesta de Epifanía.
Hoy aquel Niño pequeño, nacido en Belén, se presenta como un hombre maduro que actúa y acepta la voluntad de su Padre Dios sobre Él; de ahí su auto revelación como Mesías, ungido por el Espíritu Santo.

2.- Signos que manifiestan la divinidad de Jesucristo
«Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él» (Mc 1, 9-10). 
El abrirse el cielo, que había quedado cerrado para la humanidad a raíz de su pecado, el descendimiento del Espíritu Santo sobre Jesús, son gestos que recuerdan la primera creación. La unción de Jesús como Mesías y la voz del Padre por la que se hace manifiesto que aquel hombre, aparentemente uno más, un pecador, porque el bautismo de Juan era de conversión y de perdón por los pecados, lejos de ser un hombre cualquiera, es nada más y nada menos que el Hijo predilecto de Dios.
Aparecen en esta escena unos signos de teofanía. El cielo anteriormente cerrado, ha quedado rasgado por la presencia de Dios. Para decirlo en otras palabras, la humanidad vuelve a tener la posibilidad de conectar con Dios, de volver a penetrar los cielos que antes estaban cerrados. La llave que ha abierto los cielos cerrados es la cruz de Cristo donde Él ha sido glorificado.
Todas las fiestas cristianas, ya sea el Nacimiento, la Epifanía o el Bautismo del Señor, hacen referencia a la redención de Jesucristo; hacen referencia a su muerte en la cruz y a su resurrección. Se trata de todo un misterio coherente que nosotros intentamos contemplar, meditar y rezar, para hacerlo nuestro desde perspectivas diversas, pero es un mismo misterio: Cristo que se encarna, que se hace hombre, Cristo que se auto inmola en el ara de la cruz por nosotros y por nuestra salvación para después resucitar.
El Bautismo de Jesús que hoy celebramos es la revelación solemne, la Epifanía esplendorosa pregonada por Juan.
«Y se oyó una voz que venía de los cielos: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”» (Mc 1, 11). La liturgia de hoy nos invita a escuchar esa voz, la voz de Cristo, el Verbo, que revela el amor del Padre, el amor de la Trinidad.
Así nos expresaremos en las oraciones eucológicas de hoy. En la presentación de las ofrendas diremos: “En este día manifestaste a tu Hijo predilecto”, y al recitar el prefacio pronunciaremos estas palabras: “hiciste descender tu voz desde el cielo, para que el mundo creyese que tu Palabra habitaba entre nosotros”, y finalmente, después, en la Eucaristía, proclamaremos: “y por medio del Espíritu, manifestado en forma de paloma, ungiste a tu siervo Jesús, para que los hombres reconociesen en él al Mesías, enviado a anunciar la salvación a los pobres”. 

3.- El Bautismo es el fundamento de la llamada a la santidad
¿Qué es el Bautismo para nosotros, los cristianos? Es el fundamento del deber y del derecho a vivir el culto «en espíritu y en verdad». Es el fundamento de nuestra llamada a la santidad. Es el primer peldaño del proceso de iniciación cristiana, que debe crecer con el don efusivo del Espíritu, en la Confirmación, y también cuando nos sentamos por primera vez a la mesa del Señor, en la Eucaristía.
Hoy van a recibir las aguas bautismales a dos niñas: Mariam y Sabrina del Carmen. Felicitamos a los padres. Habéis recibido este regalo precioso de Dios en vuestras hijas. El Señor les ha regalado a vuestras hijas la vida natural, biológica. Entre el no existir y el existir hay una gran diferencia. Pero es que hoy va a haber otro regalo de una dimensión infinita y sobrenatural. Si ellas ya tienen la vida natural, la biológica, hoy, Dios quiere regalarles la vida divina, su propia vida, la vida sobrenatural. Van a recibir el don de ser hijas de Dios. Hasta ahora han sido hijas vuestras por naturaleza. A partir de ahora serán también hijas de Dios por bautismo y por adopción. Dios las adopta como hijas. ¡Qué regalo tan grande! A todos nos ha dado este regalo.
Hoy es un día apropiado para rememorar nuestro bautismo, para agradecérselo a Dios y también para renovar nuestro compromiso bautismal de vivir una vida nueva. Son varios los signos que veremos: la luz del cirio pascual de donde tomaréis la luz para vuestras hijas, el agua, la unción con el crisma. En fin, hay una serie de signos que manifiestan que Dios quiere obrar en vuestras hijas. Por tanto, van a tener, a partir de ahora, una vida nueva.

4.- Nueva vida y renacimiento en Cristo
«Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a aquel que da el ser ama también al que ha nacido de él» (1 Jn 5, 1). Hoy se les regalará a vuestras hijas las tres virtudes teologales: la fe, simbolizada por la luz del cirio pascual, la esperanza cristiana y la caridad o el amor. A partir de ahora ellas podrán vivir estas tres virtudes teologales que ponen en sintonía con el Señor. Creerán en Dios, su Padre, vivirán la esperanza de una vida eterna y no sólo de una vida temporal, y serán capaces de amar porque previamente han sido amadas por vosotros y por el mismo Señor Jesucristo.
«En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos» (1 Jn 5, 2). 

5.- Nueva vida del bautizado, regalo de amor de Dios al hombre
Es toda una vida sobrenatural que hoy se les regala. ¡Ojalá que seáis conscientes de la importancia que esto tiene! De esto hace eco el texto de Isaías que dice: «¡Oh, todos los sedientos, id por agua, y los que no tenéis plata, venid, comprad y comed, sin plata, y sin pagar, vino y leche!» (Is 55, 1). ¿Quién no tiene sed de la felicidad? ¿Quién no busca sediento el amor? ¿Quién no está sediento de cariño?
Muchas veces los hombres gastamos mucho en cosas que no hartan, en comidas que no sacian, en bebidas que no apagan la sed, porque son productos caducos del hombre que no llenan el alma. 
El profeta nos invita a acudir a otras fuentes, a otros banquetes y repite: «¿Por qué gastar plata en lo que no es pan, y vuestro jornal en lo que no sacia? Hacedme caso y comed cosas buenas, y disfrutaréis con algo sustancioso» (Is 55, 2). 
    Invitad a vuestras hijas a beber de esa fuente, de ese manantial de agua viva que es Cristo, y en su debido tiempo, a participar del banquete eucarístico que es pan de vida eterna, que sí sacia respecto a otros alimentos que no sacian y que nos dejan iguales o peores que antes. Resulta que nos empeñamos en buscar esos alimentos caducos. Hoy se nos ofrece en la liturgia esta meditación, busquemos lo que sacia, lo que llena, lo que alimenta, lo que apaga la sed. Busquemos el Pan vivo bajado del cielo, Cristo. Escuchemos su Palabra, alimentémonos de su Palabra y de su cuerpo, bebamos de esas aguas vivas, como dijo Jesús en su diálogo con la samaritana: “Tú me pides agua del pozo, pero luego tendrás sed y tendrás que volver a pedirme que te vuelva a dar agua. ¡Si supieras lo que te ofrezco! Un manantial de agua viva que brota hasta la vida eterna.
Esta vida maravillosa que Jesús nos ofrece, queridas familias de Mariam y de Sabrina del Carmen, esta vida es la que debéis ofrecer a vuestras hijas. Vosotros sois los primeros educadores en la fe de vuestras hijas. No vale que dejéis a otros esta educación, no podéis renegar de ser los primeros educadores. Los demás, que os ayuden, la familia, los padrinos, la escuela católica o los cristianos que haya en ella. Ésta es vuestra tarea y no podéis renunciarla. 
Éste es el compromiso que hoy adquirís. Sois vosotros a quienes toca en primer lugar educar en esta fe de la Iglesia que hoy habéis pedido para ellas.
Os animo muy cordialmente a que lo viváis en primera persona y que lo trasmitáis después. No se puede trasmitir esta fe, no se puede ser testigo de esta fe si no se la vive. Hay que primero vivir en ella; hay que creer, esperar y amar, es decir, las tres virtudes teologales que hoy se les regalará a vuestras hijas.

6.- La Palabra de Dios, como lluvia que empapa y fecunda la tierra
Que sea esta vida sobrenatural que hoy se les regala como una lluvia que empapa la tierra. Así nos lo ha recordado Isaías: «Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer» (Is 55, 10), «así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié» (Is 55, 11). Que el don de la fe que hoy reciben vuestras hijas sea como esa lluvia que empape su vida y que las vaya trasformando poco a poco hasta la vida eterna.
    Todo esto se lo pedimos también a la Virgen Santísima, Santa María de la Victoria, nuestra patrona, que supo acoger a Jesús en su seno, pero que antes lo había acogido en la fe, lo amó y después pudo entregárnoslo. Fue la gran mujer de fe que nos regaló a su hijo. Pues que Ella os enseñe a ser madres y padres en la fe, en la esperanza y en el amor cristiano. Que así sea.
 

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Epifanía del Señor (Catedral-Málaga)

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Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo de la Epifanía del Señor en la Catedral de Málaga el 6 de enero de 2012.

EPIFANÍA DEL SEÑOR

(Catedral-Málaga, 6 enero 2012)

Lecturas: Is 60, 1-6; Ef 3, 2-3.5-6; Mt 2, 1-12.

1.- La fiesta de la Epifanía, que hoy celebramos, expresa la manifestación de Dios a todos los pueblos. En la historia de la salvación Dios se ha ido manifestando paulatinamente al hombre de modos diversos: En primer lugar, a través de la creación, mediante la cual el hombre puede llegar a conocer al Creador; posteriormente a través de los personajes bíblicos: patriarcas, profetas, hombres de Dios.

El pueblo de Israel ha podido dialogar con Dios y conocer su voluntad a través de signos: la nube, que guiaba al pueblo judío en su peregrinación hacia la tierra prometida; el maná, alimento divino en el camino del desierto; las tablas de la ley, donde estaban escritos los Mandamientos de Dios, como código de conducta y camino de libertad para el hombre; el arca de la alianza, cuyo pacto era el fundamento de la relación de amor de Dios con su pueblo; el templo, como lugar de encuentro de Israel con Dios.

Al llegar la plenitud de los tiempos, el Hijo de Dios se hace hombre y comienza entonces la etapa definitiva de la manifestación plena de Dios a la humanidad. Dios no habla ya a través de personas humanas o de signos, sino que nos habla por medio de su Hijo, que se hace uno de nosotros. San Pablo nos recuerda en su carta a los Efesios que el Misterio escondido en generaciones pasadas, ahora ha sido revelado (cf. Ef 3, 5).

2.- En su nacimiento histórico en la ciudad de Belén de Judá, hace más de dos mil años, Jesús se manifestó primero al pueblo de Israel, representado por José, María y los pastores.

Pero Dios quería revelarse a los hombres de todos los tiempos y de todas las culturas. El Señor vino para manifestarse a toda la humanidad, representada por los Magos. Estos personajes misteriosos, de que nos hablan los Evangelios, pertenecen a culturas distintas de la de Israel y simbolizan la voluntad salvífica universal de Dios, que «quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (cf. 1 Tim 2, 4).

En esta fiesta de la Epifanía celebramos precisamente la manifestación de Dios a los pueblos gentiles. La humanidad entera está prefigurada en las personas de los Magos. Al llegar a Jerusalén, preguntaron dónde estaba el Rey de los judíos, cuya estrella habían visto desde sus lugares de origen y venían a adorarlo (cf. Mt 2, 1-2); y les indicaron el pequeño pueblo de Belén (cf. Mt 2, 5). La estrella les mostró de nuevo el camino; y al llegar: «Vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron» (Mt 2, 11).

3.- Los Magos pudieron conocer el misterio del Nacimiento de Jesús en sus propios lugares de origen. El Señor se nos manifiesta a cada uno en nuestra propia vida, en nuestra familia, en nuestro ambiente, en el lugar y época en que a cada hombre le toca vivir. No es necesario, queridos hermanos, ser paisano o coetáneo de Jesús de Nazaret, para poder conocerle y amarle; los hombres de todos los tiempos, lugares y culturas pueden conocer al Salvador del mundo. La humanidad entera ha sido redimida y ha encontrado el camino de acceso a Dios. Como nos ha dicho san Pablo: «Los gentiles sois coherederos, miembros del mismo Cuerpo y partícipes de la misma Promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio» (Ef 3, 6). Nosotros, respecto al pueblo judío, éramos gentiles: de otra religión, de otra cultura, de otra raza y de otra lengua; y hemos podido conocer a Jesucristo, que se nos ha manifestado.

Ningún ser humano queda excluido del plan salvador de Dios. Por eso la Epifanía exige de todos nosotros que seamos testigos gozosos de la obra maravillosa, que Dios ha obrado en nosotros; que colaboremos con el plan de Dios, para facilitar a todo hombre que pueda conocer y amar a Dios; que le pueda reconocer como a su Señor y adorarlo y glorificarlo. La Epifanía, al igual que Pentecostés, es la fiesta de la universalidad o catolicidad de la Iglesia y de su dimensión misionera.

            El misterio revelado en primer término a los más íntimos y cercanos, se abre también a nosotros y a todos los hombres. Contemplando en estas fiestas el misterio del Dios hecho Niño en Belén, sepamos agradecer el don de la fe, que recibimos en nuestro bautismo y estemos dispuestos a dar testimonio de ella.

           

4.- En esta fiesta celebramos las Jornadas del Catequista nativo y del Instituto Español de Misiones Extranjeras. En ellas recordamos con afecto y encomendamos en nuestra oración a los catequistas laicos, que colaboran con los misioneros en la evangelización.

Recordamos también a los sacerdotes diocesanos españoles, quienes, dejando su familia y su patria, colaboran en otras diócesis anunciando el Evangelio.

La mejor manera de agradecer a Dios su manifestación en Jesucristo y el regalo de la fe es rezar por la expansión del Reino de Dios y renovar nuestro compromiso misionero, de manera que la manifestación de Dios, iniciada con la adoración de los Magos, pueda seguir extendiéndose al mundo entero, para que todos los hombres puedan llegar a conocer a Jesucristo.

5.- El profeta Isaías nos presenta hoy la imagen del pueblo de Israel, iluminado por la luz y la gloria de Dios, que amanece sobre él: el profeta le dice al pueblo: «¡Arriba, resplandece, que ha llegado tu luz, y la gloria del Señor sobre ti ha amanecido!» (Is 60, 1).

            A la oscuridad de la noche sucede la claridad de la aurora y la luz del nuevo día, simbolizando la luz de Dios, que ilumina con nuevo resplandor la vida del hombre. Dice Isaías: «Mira cómo la oscuridad cubre la tierra, y espesa nube a los pueblos, pero sobre ti amanece el Señor y su gloria sobre ti aparece» (Is 60, 2).

            En estos tiempos, que vivimos, se ciernen nubarrones y tinieblas sobre España, sobre Europa y sobre el mundo entero, en forma de crisis económica, que, en última instancia, se fundamenta en una falta de valores humanos y cristianos; son nubarrones, por tanto, de falta de confianza, de falta de amor, de falta de credibilidad, de falta de fe.

            Ante esta situación el papa Benedicto XVI se pregunta: “¿Dónde está la luz, que pueda iluminar nuestro conocimiento, no sólo con ideas generales, sino con imperativos concretos? ¿Dónde está la fuerza, que lleva hacia lo alto nuestra voluntad? Éstas son preguntas a las que debe responder nuestro anuncio del Evangelio, la nueva evangelización, para que el mensaje llegue a ser acontecimiento, el anuncio se convierta en vida” (Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana con motivo de las felicitaciones de Navidad, 22.12.2011).

6.- La fiesta de la Epifanía nos plantea, de modo apremiante, la necesidad de dedicarnos al anuncio del Evangelio entre las personas que aún no conocen a Jesucristo y entre aquellas que, habiéndole conocido, abandonaron la fe o dejaron que languideciera o que se apagara.

Importantes acontecimientos eclesiales nos ponen sobre aviso de la importancia de la actividad misionera. En el próximo mes de octubre del presente año tendrá lugar en el Vaticano una Asamblea general del Sínodo de los Obispos, que abordará el tema de la Evangelización. La institución del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, por parte del papa Benedicto XVI, es signo de la importancia de este tema en la actualidad eclesial.

            La hermosa experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid, en 2011, ha sido también un gran estímulo para robustecer la fe en Jesucristo; ha sido una forma concreta de realizar la nueva evangelización.

El Santo Padre, Benedicto XVI, en su Discurso a la Curia Romana con motivo de las felicitaciones de Navidad, en diciembre de 2011, aborda este tema y resume en varios puntos la dimensión evangelizadora de la Jornada Mundial de la Juventud, comparándola con la adoración de los Magos.

7.- Si la adoración de los Magos fue una expresión de la universalidad de la salvación, también la Jornada Mundial de la Juventud ha sido una nueva experiencia de la catolicidad o universalidad de la Iglesia. Estaban presentes jóvenes de todos los continentes, que hablaban lenguas diversas y tenían diferentes hábitos de vida y expresiones culturales; pero todos formaban como una gran familia, unidos por el único Señor Jesucristo, en quien se ha manifestado el misterio del hombre y su verdadero ser, y, a la vez, el rostro mismo de Dios (cf. Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 22).

            La presencia y la colaboración de los voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud fue un signo visible y tangible de la felicidad que proporciona la entrega a los demás de la propia y del propio tiempo, sin mirarse a sí mismos de manera egoísta. Los Magos abandonaron las comodidades de sus casas y emprendieron el camino que les llevaría a Jesús.

El encuentro con Jesucristo enciende en nosotros el amor por Dios y por los demás, y nos libera de la búsqueda de nuestro propio “yo”. Una oración atribuida a san Francisco Javier dice: “Hago el bien no porque a cambio entraré en el cielo y ni siquiera porque, de lo contrario, me podrías enviar al infierno. Lo hago porque Tú eres Tú, mi Rey y mi Señor” (cf. Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana con motivo de las felicitaciones de Navidad, 22.12.2011).

Otro elemento en sintonía con la fiesta de los Magos es la actitud de adoración. Miles de jóvenes respondieron con un intenso silencio ante la presencia del Señor en el Santísimo Sacramento, adorándolo; a pesar de las inclemencias del tiempo. Allí adoraron al Señor de los señores como Dios y Salvador del género humano.

Los Magos se llenaron de inmensa alegría al ver de nuevo la estrella, que los guiaba (cf. Mt 2, 10). Otra característica importante en la espiritualidad de las Jornadas Mundiales de la Juventud es la alegría, que llena el corazón de los jóvenes. Es hermoso y bueno ser una persona humana; es maravilloso ser hijo de Dios y sentirse amado por él. Sin embargo, se puede leer la tristeza interior en muchos rostros humanos. Sólo la fe en Dios me da la certeza de ser amado tal como soy.

            En esta fiesta de la Epifanía, queridos fieles, la liturgia nos anima a vivir la dimensión de universalidad o catolicidad de la fe cristiana, la entrega generosa a los demás, abandonando las propias comodidades, la adoración humilde y confiada ante Dios y la alegría vital de sentirse y de ser hijos de Dios. Pidamos al Señor que nos conceda vivir en estas actitudes, tan hermosas, que la fe nos ofrece.

            ¡Que la Virgen María, que adoró al Señor antes que nadie y se alegró de su nacimiento, nos ayude con su maternal intercesión a vivir con mayor profundidad nuestra fe, que es la fe de la Iglesia, y a dar testimonio de ella, para que todo hombre pueda llegar a conocer y amar a Jesucristo! Amén.

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Se abre el segundo plazo de matriculación del ISCR

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El lunes 9 de enero se abrirá el segundo plazo de matrículas del Instituto Superior de Ciencias Religiosas, que permanecerá abierto hasta el 9 de febrero. Las matrículas se formalizarán en la secretaría del centro ubicada en el Seminario Metropolitano, de cinco de la tarde a ocho y media de la tarde. 

El segundo cuatrimestre comenzará el lunes 13 de febrero y el horario de las clases es de lunes a jueves de cinco y veinte de la tarde a nueve de la noche. Y como en el primer cuatrismestre, no es necesario matricularse de todas las asignaturas sino que también es posible matricularse solo de las asignaturas que cada persona estime oportuno.  

Modalidades de matrículas

El Instituto Superior de Ciencias Religiosas tiene diferentes modalidades de matriculación, la del alumno ordinario que es aquel que sigue todos los cursos y asignaturas de del Instituto y se somete a los exámenes; y los alumnos extraordinarios que son aquellos que sin aspirar al grado académico siguen todos o parte de los estudios del Instituto y se someten, igualmente, a los exámenes.Así mismo también hay cabida para aquellos que quieran ser estudiantes oyentes, que son las personas que no queriendo conseguir el grado académico en el Instituto, siguen total o parcialmente los estudios en el mismo sin someterse a los exámenes.

Para ver las asignaturas, horario y profesores del segundo cuatrimestre pincha en este ENLACE

Cerca de mil personas participan en la fiesta infantil organizada por Bomberos de Tenerife

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La actividad pretendía recoger el mayor número de alimentos no perecederos para donarlos a las familias más desfavorecidas a través de Cáritas.

La catedral de Guadix ya tiene web

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La página es www.catedraldeguadix.es.

Mons. Martínez celebra la Eucaristía el día de la Toma de Granada

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Como todos los años, el 2 de enero, Festividad de Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos, se ha celebrado la Eucaristía en la Santa Iglesia Catedral. Este año, se cumple el 519 aniversario de la conquista de la ciudad por parte de los Reyes Católicos.

«La Doctrina Social de la Iglesia ante los retos del siglo XXI»

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Los próximos días 14 y 15 de enero se celebrará en Madrid este curso organizado por el Movimiento Cultural Cristiano, que contará con una intervención del Arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez.

Jesús quiere darse a conocer

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Carta Pastoral del Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández González.

108 años representando el Auto Sacramental de Reyes en Tejina

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El pueblo de Tejina acogerá este jueves 5 de enero la representación de su Auto Sacramental de Reyes Magos, una de las piezas dramáticas más valiosas del teatro navideño del Archipiélago y la más antigua de la Isla, que cumple 108 años de existencia.

Alrededor de un centenar de personas del pueblo tejinero, todos ellos actores amateurs y con el apoyo del Ayuntamiento de La Laguna, darán vida a este histórico y tradicional auto sacramental, cuya primera representación data de 1904. La cita dará comienzo a las 21:30 horas en la Plaza de la Iglesia de San Bartolomé.

Este auto sacramental se articula en varios actos argumentales, como son el Anuncio del Nacimiento y Adoración de los Pastores, la llegada de los Reyes Magos al palacio de Herodes, la Adoración de los Reyes al Niño y la Huida a Egipto.

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