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CÓRDOBA: MISA PONTIFICAL EN LASOLEMNIDAD DE LA INMCAULADA Y ORDENACIÓN DE DIÁCONOS

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Con esta celebración se  puso fin al Año que la Diócesis ha dedicado a conmemorar el 150 Aniversario de la Proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción por el Papa Pío IX  el 8 de diciembre de 1854.

En esta celebración tuvo lugar la ordenación de diáconos de 7 seminaristas del Seminario Conciliar de San Pelagio, sus nombres son:

 – José Almedina Polonio (Montilla)

– José Fco. Gil Blanco  (Hinojosa del Duque)

– Tomás Palomares Vadillo. (Baeza. –Jaén)

– Juan José Romero Coleto. (Villanueva de Córdoba)

– Patricio Ruiz Barbancho.  (Santa Eufemia)

– David Ruiz Rosa.  (Aguilar de la Frontera)

– Juan Vicente Ruiz Soria.  (Córdoba)

GRANADA: CL ANIVERSARIO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

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Miles de fieles se congregaron ayer en las calles de la ciudad para acompañar a la Virgen, y se unieron a la Vigilia de la Inmaculada presidida por el Arzobispo de Granada.

En el día de hoy son también cerca de 5.000 los fieles que se han congregado en la Catedral para la celebración de la Eucaristía, que ha contado con la participación Orquesta Ciudad de Granada y el Coro de la Orquesta que han tocado y cantado la Misa de Coronación de Mozart, destacando la belleza de Agnus Dei.

En su homilía, el Arzobispo de Granada ha comenzado centrando la festividad que celebramos: “En esto consiste el Amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amo primero, y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (1 Jn 4, 10). Así resume el autor de la primera carta de S. Juan el conjunto de la experiencia de Dios, tal como Dios se ha dado a conocer en el acontecimiento de Cristo. Así podría resumirse todo el contenido del cristianismo, toda la novedad que Cristo ha introducido en la historia. Y así podría resumirse también el significado del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, cuyo 150 aniversario celebramos hoy.”

Ante lo que puede pensarse, “no es ésta una verdad devocional, marginal al centro del misterio cristiano, como para ensalzar por obra de la piedad y el cariño de los fieles a la mujer “bendita entre todas las mujeres”. Una verdad sin la cual uno podría vivir, porque nada cambiaría en la vida sin esa proclamación.” Y explicaba esto: “En el paganismo, o en otras experiencias religiosas, en efecto, siempre ocupa el primer lugar el esfuerzo del hombre por alcanzar a Dios, porque es la experiencia humana más inmediata, apenas el hombre percibe –y es tal vez el primer ejercicio, el primer “uso” de la razón humana– la desproporción entre su anhelo de absoluto y la radical incapacidad de aferrarlo, de apropiarse de él. Por ello, el temor define en gran medida la experiencia religiosa del hombre, o lo que es lo mismo, la experiencia humana. Dios es  un interrogante, Dios es un desconocido.” Sin embargo, “la experiencia cristiana es la experiencia del gozo, no de haber alcanzado a Dios, sino de que Dios, en Cristo y desde Cristo, sale a nuestro encuentro”.

“El dogma de la Inmaculada Concepción, que proclama en María, madre de Cristo y modelo de la Iglesia, la primacía y el triunfo de la gracia, no es en modo alguno una doctrina periférica en el conjunto de la fe cristiana, sino que  realiza ese nexo a la luz del cual se entiende la antropología cristiana, la experiencia cristiana de lo humano y de la realidad creada. Porque María es la proclamación, existencialmente verificada, de la unión plena y total entre el cielo y la tierra, entre Dios y su criatura, por obra de la gracia y del amor de Dios.”

“No es casualidad que el dogma de la Inmaculada se proclamase sobre el trasfondo de un contexto cultural que estaba caracterizado sobre todo por la fragmentación y la negación de la experiencia cristiana, y por un alejamiento tal de Dios de la realidad que la afirmación del milagro y de la gracia se había vuelto, en la percepción de muchos espíritus nobles, algo irracional e increíble.” En este contexto, el mundo moderno sostenía que “frente a toda dependencia, el hombre es el único dueño de sí mismo, y el único llamado a poseer la tierra, por la fuerza de su explotación de ella, por el dominio de la técnica. La plenitud, la paz, un mundo sin guerras ni violencia, el dominio de la inteligencia y la filosofía, todo eso sería realidad una vez que se hubiese eliminado la superstición de la fe y del dogma cristianos”. Esto llega a nosotros en forma de una “fractura de la experiencia cristiana” que “se ha traducido en otras muchas fracturas que han dominado y en parte dominan aún el pensamiento, no sólo del mundo civil, sino también de muchos cristianos: la oposición entre fe y razón, entre fe y cultura, entre naturaleza (como algo cerrado en sí mismo y absolutamente accesible y dominable por la razón humana) e intervención divina, sea como revelación, como gracia o como milagro. En el fondo de todas estas fracturas, se percibe una oposición entre Dios y el mundo (de nuevo, el mundo como algo cerrado, y Dios como un mal artesano que está fuera de su obra, fuera de la realidad) que es específicamente moderna, y que ha marcado no poco el lenguaje cristiano de los últimos siglos”. “En la tradición cristiana, sin embargo, gracia y libertad no se oponen, porque la gracia no se opone a nada, sino que precede a todo. La gracia, como el amor, es creadora, lo crea todo, y crea también la libertad como respuesta y como don de sí al amor ofrecido”.

Tras enmarcar cuál es el contexto en el que nos movemos y en el que fue proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción, Mons. Martínez subraya dos aspectos de lo que significa este dogma para nosotros hoy. “El primero es que la plenitud que anhelamos, para la que nuestro corazón está hecho, la felicidad, el amor, la unidad y la paz, no son algo que nos podemos dar a nosotros mismos. El drama de nuestra vida no lo resolverá la técnica, ni el “progreso”, ni instancia humana alguna, porque se juega a otro nivel. El drama humano se juega en la presencia de Dios. Por ello, lo verdaderamente racional, cuando uno percibe el espesor, la densidad de lo real, la profundidad del misterio que llena todas las cosas, y especialmente la vida humana, es volverse hacia Dios. Es suplicar, es orar. Es buscar los signos de Aquél cuya gracia sale a nuestro encuentro. Estoy hablando del amor de los esposos, o el de los padres y los hijos, o el de los hermanos. Estoy hablando de las relaciones en el trabajo, del clima de la vida, del mundo de la convivencia cívica y social. Estoy hablando de todas las cosas que amamos, que nos importan, que valen y que tienen que ver con nuestra alegría y con nuestros sufrimientos. Estoy diciendo que todas esas cosas tienen que ver con Dios, y que la plenitud y la alegría, como la vida, como el amor mismo, sólo pueden obtenerse como una gracia de Dios. Volverse a Él y suplicarle por esa plenitud no es una dimisión de lo humano, ni una distracción, sino la realización suma de la razón y de la libertad.” “El segundo aspecto –y el más directamente  implicado en el dogma de la Inmaculada Concepción– es que esa plenitud no es una utopía, o un sueño, o una montaña imposible que el hombre tuviese que escalar penosamente, y a la que sólo llegarían los fuertes. La gracia y el amor de Dios ya están en medio de nosotros, ya están en nuestra historia, y nunca jamás se apartarán de nosotros”. “Dios nos ha dado todo en Cristo. La plenitud ha sido ya realizada en una mujer a quien Dios se ha dado de tal modo que Él y Ella era uno, y Ella vino a ser su madre.”

“Y Ella es la prenda de nuestra salvación. Sea cual sea nuestra historia, nuestro temperamento, nuestras cualidades, nuestra situación. Su amor es invencible. Como para el buen ladrón en la cruz, los brazos de Cristo están siempre abiertos para todos y para cada uno. No hay mal en el mundo que pueda vencer la fuerza y la belleza de ese amor que hemos conocido, porque ese prodigio de mujer, que es la  Virgen, nos lo ha entregado”.

JAÉN: FIESTA DELOS ANTIGUOS ALUMNOS DEL SEMINARIO DIOCESANO

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El próximo lunes, 13 de diciembre, a partir de las once de la mañana, se celebra en el Seminario Diocesano de la ciudad, la Fiesta de los Antiguos Alumnos.

Tras la acogida, se celebrará la Eucaristía que presidirá el Administrador Diocesano, don Rafael Higueras. A continuación, en el Salón de Actos tendrá lugar el acto de homenaje a los sacerdotes que celebran sus bodas de oro y de plata. Los sacerdotes que celebran el cincuenta aniversario de su ordenación sacerdotal este año son: don Fernando Gallardo Carpio, don Rafael García Gutiérrez, don Antonio Guzmán Venegas, don Agustín Laínez García, don Manuel Peralta de la Casa, don León Suárez Palomares, don Pedro Vivo Navío y don Tomás Alarcón Morillas.

Por otro lado, los sacerdotes que celebran su veinticinco aniversario de ordenación sacerdotal son: don Juan Arévalo Martínez, don Eugenio Casado Morente, don Victoriano Martínez Martínez, don Carmelo Zamora Expósito, don Manuel Morales García y don Domingo Antonio Pérez Fernández.

La jornada festiva de los Antiguos Alumnos terminará con la comida fraterna en el comedor del Seminario Diocesano de Jaén.

DÍA DE LA INAMCULADA EN SEVILLA

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Ayer, 8 de diciembre, tuvo lugar en la Catedral de Sevilla un Solemne Pontifical presidido por el cardenal arzobispo de Sevilla, D. Carlos Amigo. Durante la homilía, D. Carlos habló del  “misterio que celebramos hoy: el inconmensurable amor de Dios que se manifiesta en la ayuda a sus hijos, donde hubo pecado sobreabundó la gracia, donde había tinieblas se hizo una inmensa luz, donde estaba la desesperanza, María, Pura y Limpia, será esa lámpara siempre encendida que ha marcado el camino por el que se puede llegar a encontrar el valor de la justicia y confiar siempre en el valor de la bondad y del amor fraterno”.

Frente al comportamiento de los hombres Dios siempre busca el bien. Y prueba de ello es la elección de María Inmaculada. En palabras del Cardenal, “ante el mal y el pecado, Dios ofrece perdón y envía a su Hijo Jesucristo (…) para Dios nada hay imposible, para Dios siempre cuenta el bien y la justicia”

María fue elegida por Cristo, redimida y santificada. Pero la respuesta del hombre no puede ser la de una simple admiración; las verdades que contiene María deben hacerse vida en los cristianos, en la Iglesia. El misterio de la Inmaculada invita a la virtud, al bien, a la santidad, a vivir por los hermanos, pues “Los caminos de Dios y de la Iglesia pasan siempre por el hombre, por el cuidado de su dignidad y derecho, por la atención y cura de sus heridas y de sus lágrimas, por dar respuesta a sus aspiraciones de justicia y de paz, por sus ansias de Dios y de poder vivir como auténtico cristiano”

D. Carlos Amigo concluyó con las palabras de Consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María: “Te saludamos a ti, Virgen Inmaculada, que estás totalmente unida a la consagración redentora de tu Hijo. Madre de la Iglesia: ilumina a todos los fieles cristianos de España en los caminos de la fe, de la esperanza y de la caridad; protege con tu amparo materno a todos los hombres y mujeres de nuestra patria en los caminos de la paz, el respeto y la prosperidad (…) Acoge, oh Madre Inmaculada, esta súplica llena de confianza y agradecimiento (…) Que en tu Corazón Inmaculado se abra a todos la luz de la esperanza. Amén«

Por la tarde salió en procesión extraordinaria Nuestre Señora de los Reyes, patrona de la archidiócesis de Sevilla, al cumplirse el primer centenario de su coronación canónica.

 

HOMILÍA D. JUAN DEL RÍO. APERTURA AÑO JUBILAR DIOCESANO

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HOMILÍA DE LA APERTURA DEL AÑO JUBILAR DIOCESANO

Coronación Canónica de Ntra. Sra. de la Concepción

Santa Iglesia Catedral de Jerez

8 de diciembre de 2004

Queridos hermanos

1.» Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios,

mi salvador»(Lc 1,46) ¡Sí! al igual que María después del saludo de Isabel

canta la bondad gratuita de Dios con Israel, también nosotros, como Iglesia

local, como nuevo Israel, reconocemos, afirmamos y celebramos las

maravillas que Señor está haciendo con nosotros. Así, al iniciar la

celebración de las Bodas de Plata de nuestra Diócesis de Asidonia-Jerez, no

debo ocultaros el gozo y la alegría de presidir en la caridad esta reciente

porción del pueblo de Dios que forma parte de la vieja Iglesia que camina

en Andalucía. Nueva y antigua como el propio Evangelio que hemos de

anunciar cada día. Para esta labor entre vosotros no tengo otra confianza y

apoyo que a nuestro Señor Jesucristo Muerto y Resucitado, que se hace

«palabra de vida eterna» para los más abandonados y «alimento

eucarístico» para los corazones cansados, que a todos nos congrega bajo el

mismo cayado, en la nave del Sucesor de Pedro, que surca por los mares de

la increencia de la sociedad actual. Esta Iglesia, que transita entre

«tribulaciones y consolaciones divinas», tiene como único Esposo, Pastor y

Señor a Jesucristo, que ha de ser siempre el centro de la vida personal y

comunitaria, porque Él es nuestro Mediador, Pontífice, Abogado,

intercediendo continuamente ante el Padre por toda la humanidad. Con

razón San Agustín decía: «Éste es el más hermoso entre los hijos de los

hombres, Hijo de santa María, Esposo de la Iglesia santa, a la cual

reprodujo semejante a su Madre: la hizo, en efecto, madre para nosotros y

la conservó Virgen para Él»(Serm. 45). De esta manera, María, esposa,

madre y virgen, se nos presenta como el modelo en el que constantemente

hemos de mirarnos como cristianos y como diócesis. Es por ello que brota

de nuestro corazón aquella alabanza litúrgica:

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Lucero del alba,

luz de nuestras almas,

santa María.

Virgen y Madre

Hija del Padre,

santa María.

Flor del Espíritu

Madre del Hijo

santa María

Amor maternal

del Cristo total,

santa María. (Oficio de Santa María)

2. Así pues, al celebrar hoy con toda la Iglesia Universal el 150 aniversario

de la proclamación dogmática de la Inmaculada Concepción ponemos

nuestros ojos del alma en aquella que es obra del Dios Uno y Trino,

modelo de la nueva humanidad porque ha vencido al maligno por la gracia

divina y con decidida libertad (cf. Gn 3,15). La respuesta de María al

mensaje angélico fue clara: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí

según tu palabra» (Lc 1,38). En este sentido dirá Juan Pablo II: «Nunca en

la historia del hombre tanto dependió, como entonces, del consentimiento

de la criatura humana» (TMA, 2). Para esta misión de darnos al Dios

Humanado, María «fue preservada inmune de toda mancha del pecado

original por singular gracia y privilegio de Dios en atención a los méritos

de su Hijo Jesucristo, salvador del género humano» (Bula Ineffabilis Deus).

Esta definición dogmática no es algo que de pronto inventara el Papa Pío

IX, sino el reconocimiento de un «sentir de la Iglesia» que, a través de los

siglos, ha ido comprendiendo con mayor hondura la fe cristiana en la

privilegiada elección de María como Madre del Salvador, es decir, por su

unión absolutamente única con el Redentor. Por eso, la Inmaculada

Concepción ha de ser entendida desde el misterio de Cristo, de la Iglesia y

del hombre mismo. No cabe duda de que este dogma significa la victoria

del sentido de fe de la gente sencilla, al que se une el saber teológico de

aquellos que comprendieron que el Espíritu Santo habla también por medio

de su pueblo. Ahí están los ejemplos de san Sabas en el siglo V, de san

Ildefonso de Toledo (siglo VII), del monje Eadmero de Inglaterra (1128),

del teólogo franciscano Duns Escoto y tantos otros pensadores, escritores,

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poetas, escultores, pintores, y de instituciones como abadías, conventos,

cabildos catedralicios y civiles, universidades, hermandades y asociaciones

marianas que defendieron con ardor las tesis inmaculistas. La fina intuición

popular divulgaría el argumento escotista de «pudo, convino, luego lo

hizo» con un cantarcillo que reza de esta manera: «Quiso y no pudo: no es

Dios. Pudo y no quiso: no es hombre. Digan, pues, todos que pudo y

quiso». Reconocer y aceptar el misterio de María Inmaculada es un acto de

alabanza a Dios que «nos eligió en Cristo… para que fuéramos su pueblo y

nos mantuviéramos sin mancha en su presencia» (Ef. 1,4). Esto solamente

lo llevan a cabo «los limpios de corazón», porque son los únicos que ven a

Dios (cf. Mt 5,8). Unidos a todos los humildes y sencillos de corazón, que

tienen como riqueza absoluta a Dios, decimos con el poeta:

Limpia, porque Dios lo quiso.

Porque Dios lo quiso, Pura.

Para bruñir su blancura

se encandiló el Paraíso,

y fue su fulgor preciso

para azuzar su fulgor.

No es excesivo el favor,

ni la Gracia derramada,

que ha de ser INMACULADA

la Madre del Salvador. (Antonio Álamo Salazar)

3. Hoy, en esta Catedral de Jerez, hay un signo elocuente: me refiero a la

bendita imagen de Ntra. Sra. de la Concepción, titular de la Hermandad del

Stmo. Cristo de la Exaltación, de la Parroquia de las Viñas. Hemos

decidido coronar canónicamente a esta sagrada imagen por su advocación

de la Concepción y por la devoción popular de un barrio que tanto sabe de

necesidades y pobrezas semejantes a las que vivió la familia de Nazaret.

Con ello, la diócesis rinde homenaje a su patrona, la Inmaculada

Concepción, pero a la vez proclama que sólo acogiendo el Evangelio, como

lo hizo María, seremos verdadera Iglesia Diocesana. Para expresar todo

esto hemos elegido el signo visible de la coronación, de modo que,

mediante la realidad palpable, podamos «llegar al amor de lo invisible»:

¿Quién de los aquí presentes no se ha sentido amado por Dios? ¿Quién no

reconocerá las maravillas que el Señor hace cada día? ¿Quién, ante la

mirada de la «niña» de la Concepción de las Viñas, no ha sentido la suave

brisa del amor divino? Pues bien, toda la presencia amorosa de Dios tiene

en María su máxima expresión, por eso el pueblo cristiano «invoca a María

como Reina al ser Madre y estar asociada a Cristo, el Rey del universo, que

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con su sangre preciosa adquirió en herencia todas las naciones»

(Ceremonial de Obispos, nº 1033). Al poner hoy sobre las sienes de la

Concepción la preciosa joya de una corona no estamos poniendo algo

meramente cuantificable en el orden artístico o económico. ¡No! El regalo

de unos hijos a una madre nunca tiene precio, no se mide, ni se pesa, ni se

valora; porque el amor nunca tiene medida, nunca tiene precio; porque el

amor es gratuidad, es benevolencia, es donación, es entrega desinteresada.

¡Éste es el amor que todos queremos tener a la Virgen, Madre de Dios!

¡Ésta es la devoción y la pasión que los cofrades de la Exaltación han

querido expresar con tantos esfuerzos y cariño como han puesto en esta

coronación! Éstos son los desvelos de una parroquia como la de Ntra. Sra.

de las Viñas, que, ante la iniciativa episcopal no se echó atrás, sino que ha

trabajado codo con codo junto a la Hermandad para hacer de esta

celebración una alabanza a la gloria de Dios Nuestro Señor. Así, esta

corona material se transforma en corona de caridad y verdad. Esta

transformación, queridos diocesanos, queridos cofrades de la Hermandad

de la Exaltación, se dará cuando digan de nosotros que amamos a Dios

porque ven que los pobres son evangelizados, son ayudados, son

socorridos, son amados y a todos se les anuncia que el Reino de Dios ha

llegado (cf. Mc 1,15; Mt 25,31-45).

4. Nuestra Iglesia local está llamada a seguir el camino del amor. Éste es un

camino que pasa a través de la caridad evangelizadora y se hace palpable

en el amor manifestado en la cruz como signo genuino del cristianismo. Me

refiero, hermanos, al amor que nace de Dios como su fuente y fin y se

plasma, a nivel eclesial, en el ser contemplativo y en el ser samaritano. Los

dos son necesarios y los dos se complementan. Todo grupo, asociación e

institución de Iglesia tiene que beber de este doble manantial si quiere ser

fiel al Evangelio. Por eso, al erigir hoy tres nuevas hermandades de

penitencia y una de gloria, que expresan la vitalidad de nuestra Iglesia y del

movimiento cofrade, os invito a todos, en especial a las cofradías, a que

intensifiquéis la vida espiritual de vuestras asociaciones para «caminar sin

vacilaciones por el camino de la fe viva, que excita la esperanza y obra la

caridad» (LG 41). En esto consiste vuestro ser cofrade. Si, por el contrario,

la vida cristiana languideciera en vuestras hermandades, estaríais a un paso

de convertiros en un club de amigos o en una agencia de servicios sociales.

Pero ése no es vuestro fin, no habéis sido creadas para eso. Además, al

realizar este reconocimiento canónico en el marco de una celebración

eucarística, queremos subrayar que las Hermandades y Cofradías son

Iglesia y no un apéndice de la misma, que son asociaciones públicas de

fieles bautizados (cf. CIC can. 1258), cuyo culto a las imágenes, sin un

claro sentido de pertenencia a la comunidad eclesial, se vaciaría de su

contenido cristiano y desembocaría en una mera expresión artística.

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¡Ánimo, sed vosotras mismas, no os dejéis seducir por los reduccionismos

tan de moda! Es mucho el bien que hacéis en el seno de la Iglesia y en la

sociedad. De ahí que, con el fin de estimularos en esta noble misión,

promulguemos hoy la Normativa Diocesana de Hermandades y Cofradías.

5. Con este Año Jubilar Diocesano (8.12.2004 al 8.12.2005) nos

proponemos un acrecentamiento de la vida cristiana entre nosotros,

contemplando con María el rostro eucarístico de Cristo precisamente en

este Año de la Eucaristía que el Papa Juan Pablo II acaba de proclamar

mediante la carta apostólica Mane Nobiscum Domine. Será un tiempo de

gracia y conversión en el que «se ofrezca abundantemente la oportunidad

de recibir los santos sacramentos con la debida preparación, se estimulen

las obras de caridad sobrenatural y, por esta razón, tanto en cada uno de los

fieles como en los diversos grupos de la comunidad diocesana, se

robustezca y dilate la admirable renovación espiritual conseguida, con la

gracia de Dios, a través del Gran Jubileo» (Penitenciaría Apostólica,

11.6.2004). Vosotros, hermanos cofrades de la Exaltación, cuidad de

manera particular vuestra vertiente sacramental en este año tan

significativo. Asimismo, a todas las Hermandades y Cofradías

Sacramentales os hago un llamamiento para que intensifiquéis los actos de

adoración al Santísimo Sacramento, profundicéis en el domingo como día

del Señor y de la Iglesia, conozcáis las enseñanzas sobre la Eucaristía y

sepáis siempre unir la mesa del altar con la mesa de los pobres, el culto con

la vida diaria, la doctrina con la coherencia en el actuar ante Dios y ante los

hombres. En fin, queridos diocesanos, pongamos todos nuestros afanes y

proyectos personales y pastorales a los pies de la Inmaculada Concepción:

Recemos con las palabras que el Papa Juan Pablo II, durante el Año Santo

de la Redención, dirigió a la Virgen María para consagrar el mundo a su

Corazón Inmaculado:

Madre de Cristo y Madre Nuestra,

al conmemorar el Aniversario de la proclamación

de tu Inmaculada Concepción,

deseamos unirnos a la consagración que tu Hijo hizo de sí

mismo:

Yo por ellos me consagro, para que ellos sean consagrados en

la verdad (Jn 17, 19),

y renovar nuestra consagración, personal y comunitaria,

a tu Corazón Inmaculado.

Te saludamos a ti, Virgen Inmaculada,

que estás totalmente unida a la consagración redentora de tu Hijo.

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Madre de la Iglesia: ilumina a todos los fieles cristianos de España,

en especial hoy a nuestra Diócesis de Asidonia-Jerez,

en los caminos de la fe, de la esperanza y de la caridad;

protege con tu amparo materno a todos los hombres y mujeres

de nuestra patria en los caminos de la paz, el respeto y la

prosperidad.

¡Corazón Inmaculado!

Ayúdanos a vencer la amenaza del mal

que atenaza los corazones de las personas e impide vivir en

concordia:

¡De toda clase de terrorismo y de violencia, líbranos!

¡De todo atentado contra la vida humana,

desde el primer instante de su existencia hasta su último

aliento natural, líbranos!

¡De los ataques a la libertad religiosa y a la libertad de

conciencia, líbranos!

¡De toda clase de injusticias en la vida social, líbranos!

¡De la facilidad de pisotear los mandamientos de Dios,

líbranos!

¡De las ofensas y desprecios a la dignidad del matrimonio y de

la familia, líbranos!

¡De la propagación de la mentira y del odio, líbranos!

¡Del extravío de la conciencia del bien y del mal, líbranos!

¡De los pecados contra el Espíritu Santo, líbranos!

Acoge, oh Madre Inmaculada,

esta súplica llena de confianza y agradecimiento.

Protege a España entera y a sus pueblos, a la ciudad de Jerez y

a todos los pueblos y ciudades de nuestra Diócesis,

a sus hombres y mujeres.

Que en tu Corazón Inmaculado se abra a todos

la luz de la esperanza.

Amén.

+ Juan del Río Martín

Obispo de Asidonia-Jerez

ALMERÍA: PEREGRINACIÓN DIOCESANA ACOMPAÑANDO AL OBISPO EN SU VISITA AD LIMINA

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Se han organizado dos itinerarios uno del 26 de febrero al dos de Marzo, (Almería, tres días en Roma, el día 2 asistencia a la audiencia con su Santidad el Papa y regreso a Almería. El segundo del 26 al 5, Salida de Almería tres días en Roma, con asistencia a la Audiencia de Su Santidad el Papa, el día 2 salida para visitar Asís y el 3 Florencia, Papua,  el 4 Venecia y el 5 Milán. Regreso a Madrid en vuelo, para  volver a Almería. El coste del primero es de 725 Euros y el del segundo 998. Para una mayor información e inscripción dirigirse al Obispado, Oficina de Peregrinaciones. Tno 950 232600 Móvil 669296872

ASIDONIA-JEREZ: XXV ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DE LA DIÓCESIS

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El martes 7 de diciembre se celebrará en todas las parroquias de la Diócesis la Misa de Apertura del Solemne Jubileo de Plata de la Diócesis. En la Catedral dicha eucaristía se celebrará ante la imagen de Ntra Sra de la Concepción, trasladada al templo episcopal desde su parroquia de las Viñas el 3 de diciembre.

CARTAGENA: II JHORNADAS DE FORMACIÓN PERMANENTE PARA SACERDOTES Y SEMINARISTAS

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Se celebrarán los próximos días 6 y 7 de diciembre en el Salón de Actos del Instituto Teológico San Fulgencio a las 10:30 h. Llevará las jornadas el P. Cándido Pozo, S.J., Profesor de Teología Dogmática de la Facultad de Teología “La Cartuja” (Granada). El tema a tratar será el de “María, la mujer perfecta, es la Madre de Dios, es la Inmaculada desde el primer momento de su Concepción y su persona ya está en el cielo en cuerpo y alma”.

UCAM: II CONGRESO INTERNACIONAL DE LA FAMILIA

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El cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, durante la conferencia inaugural: “Se han equivocado los que se empeñan en expedir la partida de defunción de la familia”. Cerca de un millar de personas abarrotaron el templo del Monasterio de Los Jerónimos.

Bajo el lema “Educación y Familia”, se inauguró ayer la segunda edición del congreso internacional sobre la Familia, que organiza la Universidad Católica San Antonio, a petición del Vaticano. El presidente del Consejo Pontificio para la Familia y presidente del Congreso, Alfonso López Trujillo, puntualizó durante su intervención –según informa el Gabinete de Información de la UCAM-   que “los sociólogos coinciden en señalar que la única institución humana capaz de educar integralmente al hombre es la familia”.

La mesa presidencial estuvo formada por el cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del congreso; el Nuncio de Su Santidad, Manuel Monteiro de Castro; el obispo de Cartagena y Gran Canciller de la UCAM, Manuel Ureña; el presidente de la Católica, José Luis Mendoza; el rector,  Antonio Montoro, y el alcalde de Murcia, Miguel Ángel Cámara.

También ha participó en la sesión inaugural el psiquiatra Enrique Rojas y el director del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad de Navarra, Pedro Juan Viladrich.

 El congreso se puede seguir en directo a través de la página  web de la UCAM: www.ucam.edu

SEVILLA: I CENTENARIO DE LA CORONACIÓN CANÓNICA DE NTRA SRA DE LOS REYES

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Mañana sábado, 4 de diciembre, se cumple el primer centenario de la coronación canónica de Nuestra Señora de los Reyes, patrona de la Archidiócesis de Sevilla. Con este motivo, se han programado una serie de actos que se iniciaron el pasado 25 de noviembre con el pregón del centenario, que corrió a cargo de Ignacio Montaño.

El próximo día 8, festividad de la Inmaculada Concepción, tendrá lugar en la Catedral un solemne pontifical que presidirá el cardenal arzobispo de Sevilla, mons. Carlos Amigo Vallejo, a las diez de la mañana. Esa tarde, a partir de las cinco, la imagen de la patrona saldrá en procesión extraordinaria por las gradas bajas de la Catedral. Al término de la procesión, el cardenal presidirá la celebración de la palabra en el primer templo de la Diócesis, al término de lo cual se cumplirá el tradicional baile de los seises en el altar mayor.

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