Queridos hermanos y hermanas en el Señor:
El Santo Padre, Benedicto XVI, me ha nombrado vuestro Obispo.
En el día en que se hace pública esta noticia, quiero dirigirme a vosotros para saludaros en el Señor: “Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con vosotros y en vuestros hogares”.
Doy gracias al Señor que se ha fijado en mí y me he hecho testigo y servidor de su Evangelio. Llamado al ministerio apostólico como sucesor de los apóstoles, estaré entre vosotros siendo sacramento de Cristo, Obispo y Pastor de nuestras almas.
Agradezco la confianza que el Santo Padre ha puesto en mi al nombrarme Obispo de Guadix, al tiempo que quiero manifestar mi comunión con Él.
Me presento a vosotros con temor al haber sido llamado a una misión, por supuesto inmerecida, que desborda mis fuerzas y hace más palpable mi debilidad; pero lo hago también con una confianza absoluta en Aquel que me llama y me envía, y estoy firmemente persuadido que no me va a fallar, y va a llevar su obra de salvación hasta el final. Confío en la misericordia de Dios que con su presencia hará fructificar este tesoro del ministerio apostólico que hoy pone en mis manos.
Todavía estoy sorprendido por esta llamada del Señor a ser vuestro Pastor. En estos últimos días he entendido y me he identificado con la experiencia de los profetas bíblicos que sienten el peso de su debilidad, pero al mismo tiempo, me han salido al encuentro las palabras de San Pablo: “Te basta mi gracia”.
Queridos diocesanos de Guadix, en mis primeras palabras como vuestro Obispo, os digo lo que los Apóstoles al paralítico en la puerta Hermosa del templo de Jerusalén: “No tengo ni oro ni plata, pero te doy lo que tengo”. Lo único que tengo y quiero daros es a Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, el único Salvador del mundo. Os anuncio a Jesucristo porque os quiero. La evangelización es el mayor acto de amor de la Iglesia a la humanidad. Jesucristo es el Señor, con Él lo podemos todo, sin Él no podemos nada.
Llego a una Diócesis apostólica, y lo hago desde una Diócesis apostólica; cercanas ambas Iglesias no solo por la geografía y la historia, sino, sobre todo, por los orígenes y las características de nuestra profesión de fe: Iglesias apostólicas, fieles siempre al Sucesor de San Pedro. Iglesias martiriales, Iglesias marianas.
Desde aquí quiero expresar mi agradecimiento y mi afecto a la iglesia de Almería, y a sus obispos. En la diócesis almeriense he crecido y madurado en la fe; en ella he ejercido el ministerio sacerdotal. Gracias, hermanos sacerdotes de Almería, por todo lo que he recibido de vosotros.
Nuestra diócesis de Guadix hunde sus raíces en la tierra apostólica, y el correr de la historia unió a las antiguas Iglesias de Guadix y Baza en una de las Iglesias más antigua de España, al mismo tiempo que una iglesia con futuro y que se abre a él en esperanza.
La Iglesia diocesana a la que llego como Pastor es rica en su historia, pero su patrimonio más precioso es el de la santidad de tantos hermanos que profesaron la fe en la entrega de la vida, incluso con el derramamiento de su propia sangre. Quiero hacer memoria y encomendarme a la intercesión de los santos pastores San Torcuato y el Beato Manuel Medina Olmos.
Al contemplar la cadena de la sucesión apostólica que se ha realizado en la diócesis de Guadix a lo largo de la historia, me brota el agradecimiento al Señor por haberme elegido para continuar este ministerio, sucediendo a tan grandes y santos obispos. Quiero expresar mi consideración y afecto a quien ha sido hasta ahora vuestro Obispo, Mons. Juan García Santacruz. Sin duda que su ejemplo y su consejo me ayudarán a servir más y mejor a la Diócesis. Agradezco a Don Juan los gestos de cercanía y afecto a mi persona. Qué Dios se lo pague.
Saludo con afecto a los sacerdotes, los mas cercanos colaboradores del Obispo. Cuento con vosotros para la hermosa tarea de la evangelización. Nuestro testimonio de fraternidad apostólica será el mejor signo de una iglesia viva y fecunda. Recordar que se nos pide ser fieles como Cristo es fiel. A los diáconos, os invito a formaros con esmero para servir al Señor y a la Iglesia, sin reservas.
El Seminario está en el corazón del Obispo. He pensado en vosotros, queridos seminaristas, quiero estar muy cerca para acompañaros en el camino de formación que os va a llevar hasta el don más grande que el Señor os dará: el sacerdocio, “el amor del corazón de Jesús”.
Mi recuerdo va también para todos los miembros de institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica. Vuestro testimonio es muy necesario en la diócesis, pero recordar que vuestro mayor signo no es lo que hacéis sino lo que sois.
Y a vosotros, mis queridos hermanos y hermanas laicos. A los niños, a los jóvenes, a las familias, a los que formáis parte de asociaciones de fieles o movimiento eclesiales; a todos, mi saludo y el deseo de encontraros pronto, para juntos trabajar por la extensión del Reino de Dios.
No quiero dejar de dirigirme de una manera especial a los que sufrís, a los pobres, a los enfermos, a los que estáis viviendo con especial crudeza esta situación económica. Estáis en el corazón de vuestro nuevo obispo.
Mi saludo y respeto a las autoridades civiles, con las que espero tener la cercanía necesaria para una colaboración en bien de los hombres y mujeres de esta tierra.
Mis queridos hermanos y hermanas, quiero terminar esta carta, poniéndome bajo la protección maternal de la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Angustias, en Guadix, y de la Piedad, en Baza, y tantas advocaciones veneradas en las comunidades de la Diócesis.
Con mi afecto y bendición.
Almería, a 3 de diciembre de 2009
+ Ginés García Beltrán
Obispo electo de Guadix