Los Obispos de Almería y la II República

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

La Oficina de Medios de Comunicación del obispado de Almería entrevistó  al M. I. Sr. D. Francisco J. Escámez Mañas, Canónigo Archivero de la Catedral, con motivo de su reciente ponencia “Los obispos de Almería y la II República” expuesta en el curso La Confrontación católico-laicista en Andalucía durante la crisis de entreguerras, organizado por la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla. 

Durante este periodo de la historia, aclaró Escámez, “los tres obispos que sirvieron la Iglesia de Almería durante la república, Fray Bernardo y los Beatos Manuel Medina Olmos y Diego Ventaja Milán, buscaron buenas relaciones con las nuevas autoridades. Aunque no fueron correspondidos en la misma medida”. Además, añadió el historiador, “Los obispos se situaron en una actitud de independencia, compatible con la crítica de cuanto agraviaba la vida católica. Las autoridades republicanas tomaban esa crítica como rechazo del régimen, sin motivo”. 

En este contexto, prosigue, “no fue fácil soportar medidas secularizadoras restrictivas de la libertad de culto y de otros derechos de la persona. Los tres obispos se mantuvieron en la actitud inicial de la Iglesia, aceptando la nueva situación. Por otro lado, así lo indicaba la Santa Sede. Fue la actitud común al episcopado. En marzo de 1933 Fray Bernardo llega a declarar que no es enemigo del régimen; este obispo llegó a afirmar que si no había acuerdo entre el Estado y la Iglesia sólo era por culpa de las autoridades republicanas”. 

A pesar de agresiones recibidas, los obispos y presbíteros del momento no cesaron en su tarea pastoral. Comenta el archivero de la Catedral de Almería que “Fray Bernardo desmonta una visión individualista de la fe, y estimula a hacer apostolado, buscando nuevos métodos evangelizadores. Una actitud acentuada por la Iglesia en los últimos cuarenta años”. Es decir, “estos obispos reorganizaron la vida diocesana en medio de las nuevas dificultades”. 

En un momento en el que la “Memoria histórica” cobra un protagonismo de primer orden, Escámez destacó que “siempre es necesaria una actitud intelectualmente crítica. Conviene contrastar visiones para huir de una memoria hemipléjica. Las tesis maniqueas, la falta de autocrítica, la criminalización del adversario, son señales de alarma para detectar a un historiador más fiel a su grupo que a la verdad histórica”. 
 

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