El 27 de diciembre del año pasado, dentro de la Octava de la Natividad de nuestro Señor Jesucristo, las hermanas Marta Vilma García Chalí y Blanca Azucena Mª González Chalí hicieron voto público y solemne a Dios, comprometiéndose ante la Iglesia a vivir en obediencia, sin propio y en castidad, según la Regla de la Orden de la Inmaculada Concepción y de las Constituciones Generales.
La Eucaristía fue presidida por el Delegado diocesano para la Vida Consagrada, Juan Correa Fernández de Mesa, y concelebrada por varios sacerdotes. En la homilía, centrada en la Sagrada Familia de Nazaret, Juan Correa las invitó “a sentirse de verdad parte de nuestra familia religiosa, siguiendo el ejemplo de Jesús, María y José”.
Las neoprofesas, inspiradas y llamadas por Dios, dejaron atrás su tierra, casa, padres, familia y optaron por adherirse a la persona de Jesús, entregándose en cuerpo y alma como hostia viva agradable al Padre. Han sido capaces de hacer un camino, de experimentar que realmente el Señor las llama para vivir una vida oculta con Cristo en Dios a ejemplo de María y Santa Beatriz. Así mismo, han comprobado que merece la pena “perder” la vida por la causa del Reino.