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Dos nuevas comunidades religiosas en la Diócesis de Huelva

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Dos nuevas comunidades religiosas en la Diócesis de Huelva

Este fin de semana es testigo de la erección de dos nuevas comunidades religiosas en la Diócesis de Huelva. De esta manera, dos comunidades religiosas se suman a las existentes, y, cada una con su carisma propio, serán comunidades en las que se vive la obediencia, pobreza y castidad de sus votos religiosos, haciendo presente en nuestra Iglesia diocesana el signo de Cristo obediente, pobre y casto.

LAS OBRERAS DEL CORAZÓN DE JESÚS, EN SANTA OLALLA DEL CALA

Las Obreras del Corazón de Jesús nacen a iniciativa del Padre Castro, y de la Madre Mª Jesús Herruzo Martos, en la primera mitad del siglo XX. Su carisma es la evangelización de las gentes que están en los campos y pueblos pequeños, aquellos que cuentan con menos medios para conocer y amar a Dios.

Las Obreras del Corazón de Jesús, ya están en el convento de Santa Olalla del Cala (14 de septiembre de 2024). 

En la jornada del sábado, día 14 de septiembre, se oficializa el inicio de la vida de esa comunidad en la diócesis, con una celebración eucarística, presidida por el Obispo de Huelva, Monseñor Gómez Sierra, que la presidirá en la Iglesia de San Pedro, de Santa Olalla del Cala, población en la que se va a establecer la comunidad, que tendrá como objetivo colaborar en la parroquia de Santa Olalla del Cala y con las actividades diocesanas, desarrollar todas aquellas actividades apostólicas propias de la Congregación (catequesis, pastoral de enfermos, retiros), así como otros trabajos pastorales parroquiales y diocesanos. 

LAS SIERVAS DEL HOGAR DE LA MADRE, EN HUELVA

Las Siervas del Hogar de la Madre fueron fundadas por el P. Rafael Alonso Reymundo en 1984. Su carisma propio se fundamenta en la  identificación con Jesucristo y transformación en Él, desde el seno de la Virgen María. Distintivo de esta comunidad es la verdadera alegría, la unidad entre las hermanas, el amor desinteresado a la Iglesia. 

El domingo 15 de septiembre, en el Seminario Diocesano, donde se va a establecer la comunidad, tendrá lugar la Santa Misa, presidida por el Obispo, que dará inicio a las actividades de las Siervas del Hogar de la Madre en nuestra Diócesis. Las Siervas del Hogar de la Madre colaborarán en la Delegaciones Diocesanas para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado y en la de Pastoral Vocacional, en los Secretariadosde Pastoral Universitaria y de Pastoral de Juventud y Adolescencia, también ejercerán funciones en el Colegio Diocesano «Sagrado Corazón de Jesús» de Huelva. Igualmente desarrollarán todas aquellas actividades apostólicas propias del movimiento Hogar de la Madre (convivencias, peregrinaciones, retiros).

Para el establecimiento de estas dos comunidades religiosas, el Sr. Obispo ha firmado los decretos dando su venia para la fundación de las respectivas Casas y Comunidades en la Diócesis.La superiora general de las Obreras del Corazón de Jesús es M. María Teresa Núñez Villanueva, y de las Siervas del Hogar de la Madre, M. Ana María Campo Gallardo.

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Homilía de monseñor Saiz Meneses en la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Piedad (14-09-2024)

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Homilía de monseñor Saiz Meneses en la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Piedad (14-09-2024)

Catedral de Sevilla, 14 de septiembre de 2024

Antigua y Fervorosa Hermandad de la Santa Cruz y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de la Piedad, Patriarca Bendito Señor San José, y María Santísima de la Caridad en su Soledad. Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

Saludos: Queridos hermanos y hermanas presentes en esta celebración: Director Espiritual, Párroco, Delegados Episcopales, sacerdotes concelebrantes, diáconos; Antigua y Fervorosa Hermandad de la Santa Cruz y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de la Piedad, Patriarca Bendito Señor San José, y María Santísima de la Caridad en su Soledad; representaciones de Hermandades; autoridades civiles y militares; hermanos y hermanas presentes en este día de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Piedad, un día tan grande de fiesta para todos nosotros. Demos gracias a Dios y a María Santísima, por nuestra fe, por nuestra historia, por todos los baratilleros y sevillanos que nos han precedido en el camino, y nos han transmitido la fe en la Hermandad y en la Ciudad.

Coronamos hoy a Nuestra Señora de la Piedad. Esta mañana vamos a expresar de una manera especial nuestro amor de hijos y vamos a renovar nuestro compromiso de fidelidad en todas las circunstancias de la vida, porque sabemos que ella siempre nos acompaña con su protección. La coronamos porque es verdaderamente Reina, por ser Madre de Dios, y porque fue asociada a su Hijo de un modo único, tanto en la vida terrena como en la gloria del cielo. Nuestra Señora de la Piedad nos alienta en la fe que hemos recibido de nuestros padres, y nos impulsa para vivirla en el momento presente y para transmitirla a los demás, especialmente a los más pequeños de la familia, y a los jóvenes, algo tan importante para el presente y el futuro de la Iglesia y de la sociedad.

Celebramos la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Por eso tiene lugar hoy la Coronación, porque la Santa Cruz es Titular de la Hermandad. Todos nos hemos preguntado alguna vez por qué tanto sufrimiento y tanta humillación en la pasión y muerte de Cristo. El evangelio de san Juan nos ofrece la respuesta: “Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16). Por su muerte en cruz y su resurrección hemos recibido la salvación. La cruz, que era un instrumento de suplicio y de muerte, gracias al amor de Cristo, se ha convertido en instrumento de gracia y salvación, de perdón y misericordia. Contemplamos a Cristo en la Cruz, que nos manifiesta su amor a través del dolor, y le pedimos la gracia de penetrar en ese gran misterio, y de acudir a él con plena confianza.

Nuestra Señora de la Piedad nos invita en este día a volver la mirada hacia su Hijo. La Cruz manifiesta cuán grande es el amor de Dios, y nos declara que a pesar de que el sufrimiento se hace presente a lo largo de la vida, y podemos quedar paralizados o a oscuras a causa del dolor, del egoísmo, del odio; a pesar de que el mal nos amenaza de diversas formas; a pesar de todo, existe un amor más fuerte que el pecado y que la muerte, más fuerte que nuestras flaquezas y miserias, un amor que hace nuevas todas las cosas. María santísima nos introduce en el misterio de este amor y nos invita a levantar de nuevo la mirada hacia la Cruz para descubrir en ella la fuente de la salvación y de la vida.

La experiencia del amor de Dios manifestado en la Cruz de Cristo da fuerza a los discípulos para cargar con la propia cruz y seguir sus pasos, para caminar por la senda de la fe y la conversión. Nuestra Señora de la Piedad nos enseña los caminos para renovar la vida de nuestra Hermandad, de cada uno de nosotros, de toda la familia diocesana. Al acoger a su Hijo se renueva la fe y se fortalece para ser sus testigos en medio del mundo. La Iglesia ha recibido el mandato de proclamar a todo el mundo este mensaje de amor y salvación, de invitar a todos los hombres a abrir su corazón a Cristo, de convertirse y comenzar una nueva vida. Esta encomienda, que es propia de todos los bautizados, recibe un nuevo impulso con ocasión de la Coronación.

Coronamos hoy a Nuestra Señora de la Piedad, del Baratillo, que es una imagen singular de María, Madre de la Misericordia. Esta imagen muestra el momento en que la Virgen María recibe el cuerpo exánime de Jesús después de que José de Arimatea y Nicodemo lo bajan de la cruz; representa a la Virgen en duelo por la muerte de su único Hijo, Jesús, su compasión por su Hijo, el padecer con su Hijo. Piedad sintió María ante el cuerpo de Cristo, exánime y desgarrado por los tormentos. La expresión de su rostro en actitud serena nos hace pensar que contempla y medita la escena en su corazón. Aunque representa el dolor de una madre que ha perdido a su hijo, todo en ella transmite sosiego, quietud y aceptación del destino redentor del Hijo entregado por la salvación de la humanidad entera. María acepta el sacrificio de Jesús, carga con su propia cruz y lo acompaña hasta el final. En aquel momento está renovando su respuesta al ángel en el momento de la Anunciación: “Hágase en mí según tu palabra”.

Ella está siempre presente a nuestro lado, nos lleva de la mano en la peregrinación de la vida. Nuestra Señora de la Piedad colaboró con su Hijo en la obra de la redención desde el principio hasta el final, cumpliendo la misión encomendada por Dios. Nosotros también hemos recibido una llamada, una vocación, una misión en la vida, en el mundo, en la Iglesia, y la madre nos ayuda a cumplirla con fidelidad. Hoy, con la Coronación Canónica, nos comprometemos a que reine en nuestros corazones, en nuestros hogares, en nuestra Hermandad, en Sevilla. Le pedimos que nos enseñe a responder con generosidad a la llamada de Dios, a caminar en la fe y la esperanza, a mostrar su piedad y misericordia especialmente a los pobres, a los que sufren, a los indefensos, a los más necesitados.

Queridos hermanos: hoy tiene lugar aquí la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Piedad, Reina y Madre, vida, dulzura y esperanza nuestra. Una corona para la Madre que tanto amamos, bajo cuyo amparo nos acogemos. La coronamos con una joya material, una preciosa diadema, elaborada con las aportaciones de muchos hermanos, devotos, y hermandades, que seguramente estáis aquí presentes. Sabéis que tuve el honor inmerecido de colaborar, aunque fuera brevísimamente, en el cincelado de la diadema, en el taller de los Hermanos Delgado.

Junto a esta preciosa corona material, le ofrecemos también una corona espiritual que se va cincelando a lo largo de toda la existencia: la corona de nuestra conversión personal, de la oración, de la humildad, de la actitud de servicio; la corona de la evangelización, de una sólida formación, de la defensa de la fe, del testimonio de palabra y de una vida ejemplar; la corona de la solidaridad, de contemplar a Cristo en el hermano necesitado y poner remedio a sus males. Así lo habéis cumplido con una ayuda económica al Convento de la Encarnación, con el sostenimiento del comedor social de las parroquias de Los Pajaritos, y con la creación y sostenimiento, junto con Pastoral Gitana, de una escuela multideportiva y de inclusión para niños y jóvenes en la Parroquia de S. Pío X, en el Polígono Sur. Que esta corona espiritual sea siempre un rasgo distintivo de nuestra Hermandad.

Aprendamos a vivir como Nuestra Señora de la Piedad, Reina del cielo cercana a Dios, pero también madre cercana a cada uno de nosotros, especialmente a los más pequeños de sus hijos, madre que nos ama y escucha, que nos guía y consuela. En este día de fiesta damos gracias al Señor por el don de nuestra Madre y nos encomendamos a su piedad y misericordia. Así sea.

 

 

 

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La Catedral acoge la coronación de la Virgen de la Piedad, de la Hermandad del Baratillo

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La Catedral acoge la coronación de la Virgen de la Piedad, de la Hermandad del Baratillo

El arzobispo de Sevilla ha coronado canónicamente esta mañana a Nuestra Señora de la Piedad, de la Hermandad del Baratillo, en la Catedral de Sevilla. Se trata, por tanto, de la primera coronación celebrada en el primer templo de la Archidiócesis desde la llegada de monseñor Saiz Meneses a la sede hispalense. 

La celebración ha contado con una amplia participación no solo de los hermanos del Baratillo, sino de numerosos representantes de instituciones civiles y militares, de corporaciones sevillanas y devotos en general.

Instantes antes de la coronar a Nuestra Señora de la Piedad, Monseñor Saiz Meneses ha colocado la corona de espinas del Santísimo Cristo de la Misericordia a sus pies. La diadema de oro con la que ha sido coronada la Titular de la Hermandad del Baratillo ha sido elaborada con las aportaciones de hermanos, devotos y hermandades. “Sabéis que tuve el honor inmerecido de colaborar -aunque fuera brevísimamente- en el cincelado de la diadema, en el taller de los Hermanos Delgado”, recordaba el arzobispo.

En su homilía, el arzobispo ha explicado que en este día «vamos a expresar de una manera especial nuestro amor de hijos y vamos a renovar nuestro compromiso de fidelidad en todas las circunstancias de la vida, en todas las situaciones, porque sabemos que ella siempre nos acompaña con su protección”. En esta línea, ha señalado que “la coronamos porque es verdaderamente Reina, por ser Madre de Dios, y porque fue asociada a su Hijo de un modo único, tanto en la vida terrena como en la gloria del cielo. Nuestra Señora de la Piedad nos alienta en la fe que hemos recibido de nuestros padres, y nos impulsa para vivirla en el momento presente y para transmitirla a los demás, especialmente a los más pequeños de la familia, y a los jóvenes”.

Más adelante, ha resaltado que también hoy se celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, Titular de la corporación del Miércoles Santo: “La cruz, que era un instrumento de suplicio y de muerte, gracias al amor de Cristo, se ha convertido en instrumento de gracia y salvación, de perdón y misericordia”. Además, ha insistido en que “la Cruz manifiesta cuán grande es el amor de Dios, y nos declara que en la vida, a pesar de que en ocasiones el sufrimiento se hace presente y podemos quedar paralizados o a oscuras por el dolor, por el egoísmo, por el odio; a pesar de que el mal nos amenaza de diversas formas; a pesar de todo, existe un amor más fuerte que el pecado y que la muerte, más fuerte que nuestras flaquezas y miserias, un amor que hace nuevas todas las cosas. María Santísima nos introduce en el misterio de este amor y nos invita a levantar de nuevo la mirada hacia la Cruz para descubrir en ella la fuente de la salvación y de la vida”.

Sobre la imagen de la Piedad

En su homilía, monseñor Saiz Meneses ha descrito la imagen coronada: “La Piedad, del Baratillo, es una imagen singular de María, Madre de la Misericordia. Esta imagen muestra el momento en que la Virgen María recibe el cuerpo exánime de Jesús después de que José de Arimatea y Nicodemo lo bajan de la cruz; representa a la Virgen en duelo por la muerte de su único Hijo, Jesús, su compasión por su Hijo, el padecer con su Hijo”. Al respecto, ha reflexionado sobre ese momento, explicando que precisamente “piedad sintió María ante el cuerpo de Cristo, exánime y desgarrado por los tormentos. La expresión de su rostro en actitud serena nos hace pensar que María contempla y medita la escena en su corazón” y aunque representa el dolor de una madre que ha perdido a su hijo, “todo en ella transmite sosiego, reposo y aceptación del destino redentor del Hijo entregado por la salvación de la humanidad entera. María acepta el sacrificio de Jesús, carga su propia cruz y lo acompaña hasta el final. En aquel momento está renovando el hágase que respondió al ángel en el momento de la Anunciación”.

Con esta coronación canónica, ha continuado el arzobispo hispalense, “nos comprometemos a que reine en nuestros corazones, en nuestros hogares, en nuestra hermandad, en Sevilla. Le pedimos que nos enseñe a responder con generosidad a la llamada de Dios, a caminar en la fe y la esperanza, a mostrar su piedad y misericordia especialmente a los pobres, a los que sufren, a los indefensos, a los más necesitados”.

Una triple corona

Finalmente, monseñor Saiz ha concluido su homilía apuntando que se ha coronado a la Virgen “con una joya material”, pero junto a esta, “le ofrecemos también una corona espiritual que se va cincelando a lo largo de toda la existencia”. En primer lugar, “la corona de nuestra conversión personal, de la humildad, de la actitud de servicio”. Por otra parte, “la corona de la evangelización, de una sólida formación, de la defensa de la fe, del testimonio de palabra y de una vida ejemplar”. Y, por último, “la corona de la solidaridad, de contemplar a Cristo en el hermano necesitado y poner remedio a sus males”. En este sentido, ha mencionado las distintas obras sociales que la hermandad ha llevado a cabo con motivo de la coronación: una ayuda económica al Convento de la Encarnación; el sostenimiento del comedor social de las parroquias de Los Pajaritos, y la creación y sostenimiento, junto con Pastoral Gitana, de una escuela multideportiva y de inclusión para niños y jóvenes en la Parroquia de san Pío X, en el Polígono Sur.

Galería de fotos: Miguel Ángel Osuna

Homilía de monseñor José Ángel Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla

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Homilía de monseñor Saiz Meneses en la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Piedad (14-09-2024)

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Catedral de Sevilla, 14 de septiembre de 2024

Antigua y Fervorosa Hermandad de la Santa Cruz y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de la Piedad, Patriarca Bendito Señor San José, y María Santísima de la Caridad en su Soledad. Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

Saludos: Queridos hermanos y hermanas presentes en esta celebración: Director Espiritual, Párroco, Delegados Episcopales, sacerdotes concelebrantes, diáconos; Antigua y Fervorosa Hermandad de la Santa Cruz y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de la Piedad, Patriarca Bendito Señor San José, y María Santísima de la Caridad en su Soledad; representaciones de Hermandades; autoridades civiles y militares; hermanos y hermanas presentes en este día de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Piedad, un día tan grande de fiesta para todos nosotros. Demos gracias a Dios y a María Santísima, por nuestra fe, por nuestra historia, por todos los baratilleros y sevillanos que nos han precedido en el camino, y nos han transmitido la fe en la Hermandad y en la Ciudad.

Coronamos hoy a Nuestra Señora de la Piedad. Esta mañana vamos a expresar de una manera especial nuestro amor de hijos y vamos a renovar nuestro compromiso de fidelidad en todas las circunstancias de la vida, porque sabemos que ella siempre nos acompaña con su protección. La coronamos porque es verdaderamente Reina, por ser Madre de Dios, y porque fue asociada a su Hijo de un modo único, tanto en la vida terrena como en la gloria del cielo. Nuestra Señora de la Piedad nos alienta en la fe que hemos recibido de nuestros padres, y nos impulsa para vivirla en el momento presente y para transmitirla a los demás, especialmente a los más pequeños de la familia, y a los jóvenes, algo tan importante para el presente y el futuro de la Iglesia y de la sociedad.

Celebramos la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Por eso tiene lugar hoy la Coronación, porque la Santa Cruz es Titular de la Hermandad. Todos nos hemos preguntado alguna vez por qué tanto sufrimiento y tanta humillación en la pasión y muerte de Cristo. El evangelio de san Juan nos ofrece la respuesta: “Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16). Por su muerte en cruz y su resurrección hemos recibido la salvación. La cruz, que era un instrumento de suplicio y de muerte, gracias al amor de Cristo, se ha convertido en instrumento de gracia y salvación, de perdón y misericordia. Contemplamos a Cristo en la Cruz, que nos manifiesta su amor a través del dolor, y le pedimos la gracia de penetrar en ese gran misterio, y de acudir a él con plena confianza.

Nuestra Señora de la Piedad nos invita en este día a volver la mirada hacia su Hijo. La Cruz manifiesta cuán grande es el amor de Dios, y nos declara que a pesar de que el sufrimiento se hace presente a lo largo de la vida, y podemos quedar paralizados o a oscuras a causa del dolor, del egoísmo, del odio; a pesar de que el mal nos amenaza de diversas formas; a pesar de todo, existe un amor más fuerte que el pecado y que la muerte, más fuerte que nuestras flaquezas y miserias, un amor que hace nuevas todas las cosas. María santísima nos introduce en el misterio de este amor y nos invita a levantar de nuevo la mirada hacia la Cruz para descubrir en ella la fuente de la salvación y de la vida.

La experiencia del amor de Dios manifestado en la Cruz de Cristo da fuerza a los discípulos para cargar con la propia cruz y seguir sus pasos, para caminar por la senda de la fe y la conversión. Nuestra Señora de la Piedad nos enseña los caminos para renovar la vida de nuestra Hermandad, de cada uno de nosotros, de toda la familia diocesana. Al acoger a su Hijo se renueva la fe y se fortalece para ser sus testigos en medio del mundo. La Iglesia ha recibido el mandato de proclamar a todo el mundo este mensaje de amor y salvación, de invitar a todos los hombres a abrir su corazón a Cristo, de convertirse y comenzar una nueva vida. Esta encomienda, que es propia de todos los bautizados, recibe un nuevo impulso con ocasión de la Coronación.

Coronamos hoy a Nuestra Señora de la Piedad, del Baratillo, que es una imagen singular de María, Madre de la Misericordia. Esta imagen muestra el momento en que la Virgen María recibe el cuerpo exánime de Jesús después de que José de Arimatea y Nicodemo lo bajan de la cruz; representa a la Virgen en duelo por la muerte de su único Hijo, Jesús, su compasión por su Hijo, el padecer con su Hijo. Piedad sintió María ante el cuerpo de Cristo, exánime y desgarrado por los tormentos. La expresión de su rostro en actitud serena nos hace pensar que contempla y medita la escena en su corazón. Aunque representa el dolor de una madre que ha perdido a su hijo, todo en ella transmite sosiego, quietud y aceptación del destino redentor del Hijo entregado por la salvación de la humanidad entera. María acepta el sacrificio de Jesús, carga con su propia cruz y lo acompaña hasta el final. En aquel momento está renovando su respuesta al ángel en el momento de la Anunciación: “Hágase en mí según tu palabra”.

Ella está siempre presente a nuestro lado, nos lleva de la mano en la peregrinación de la vida. Nuestra Señora de la Piedad colaboró con su Hijo en la obra de la redención desde el principio hasta el final, cumpliendo la misión encomendada por Dios. Nosotros también hemos recibido una llamada, una vocación, una misión en la vida, en el mundo, en la Iglesia, y la madre nos ayuda a cumplirla con fidelidad. Hoy, con la Coronación Canónica, nos comprometemos a que reine en nuestros corazones, en nuestros hogares, en nuestra Hermandad, en Sevilla. Le pedimos que nos enseñe a responder con generosidad a la llamada de Dios, a caminar en la fe y la esperanza, a mostrar su piedad y misericordia especialmente a los pobres, a los que sufren, a los indefensos, a los más necesitados.

Queridos hermanos: hoy tiene lugar aquí la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Piedad, Reina y Madre, vida, dulzura y esperanza nuestra. Una corona para la Madre que tanto amamos, bajo cuyo amparo nos acogemos. La coronamos con una joya material, una preciosa diadema, elaborada con las aportaciones de muchos hermanos, devotos, y hermandades, que seguramente estáis aquí presentes. Sabéis que tuve el honor inmerecido de colaborar, aunque fuera brevísimamente, en el cincelado de la diadema, en el taller de los Hermanos Delgado.

Junto a esta preciosa corona material, le ofrecemos también una corona espiritual que se va cincelando a lo largo de toda la existencia: la corona de nuestra conversión personal, de la oración, de la humildad, de la actitud de servicio; la corona de la evangelización, de una sólida formación, de la defensa de la fe, del testimonio de palabra y de una vida ejemplar; la corona de la solidaridad, de contemplar a Cristo en el hermano necesitado y poner remedio a sus males. Así lo habéis cumplido con una ayuda económica al Convento de la Encarnación, con el sostenimiento del comedor social de las parroquias de Los Pajaritos, y con la creación y sostenimiento, junto con Pastoral Gitana, de una escuela multideportiva y de inclusión para niños y jóvenes en la Parroquia de S. Pío X, en el Polígono Sur. Que esta corona espiritual sea siempre un rasgo distintivo de nuestra Hermandad.

Aprendamos a vivir como Nuestra Señora de la Piedad, Reina del cielo cercana a Dios, pero también madre cercana a cada uno de nosotros, especialmente a los más pequeños de sus hijos, madre que nos ama y escucha, que nos guía y consuela. En este día de fiesta damos gracias al Señor por el don de nuestra Madre y nos encomendamos a su piedad y misericordia. Así sea.

Todo lo que necesitas saber para la Magna Mariana de Guadix

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Todo lo que necesitas saber para la Magna Mariana de Guadix

Hoy es el día. Guadix se ha vestido de fiesta para celebrar una Magna Mariana con la que conmemora el Primer Centenario de la Coronación Canónica de su Patrona, la Virgen de las Angustias. Dese las 15,30h hasta bien entrada la madrugada, las Hermandades de Guadix y otras imágenes de la comarca van a recorrer la ciudad en procesión, desde la Catedral hasta la iglesia de la Virgen de las Angustias.

 

Desde el ayuntamiento accitano se han establecido cambios en la circulación de vehículos, con desvíos provisionales, que intentarán compatibilizar el desarrollo de las procesiones y el tránsito de vehículos. Se pueden ver estos cambios de circulación en las imágenes que acompañan esta noticia.

Hay preparados estacionamientos y lugares para el aseo público. Esta información se puede ver aquí.

Y todo lo que se necesita para asistir a la Magna Mariana de Guadix se puede consultar en la guía oficial.

Sin duda, desde la Archicofradía de la Virgen de las Angustias y desde la diócesis de Guadix se desea que sea una jornada para la belleza, para la contemplación y para vivir la fe.

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COPE ESPEJO ALMERÍA: Una nueva casa para mujeres vulnerables que quieren empezar una nueva vida de la mano de Caritas diocesana

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‘Archisevilla 7 días’, un resumen en imágenes de la vida de la Iglesia en Sevilla

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‘Archisevilla 7 días’, un resumen en imágenes de la vida de la Iglesia en Sevilla

La Delegación Diocesana de Medios de Comunicación ofrece desde la pasada semana Archisevilla 7 días, una novedad audiovisual que se suma a las distintas iniciativas informativas de la Archidiócesis de Sevilla.

Archisevilla 7 días es un resumen en imágenes de lo más destacado de la actualidad diocesana, un repaso informativo de los acontecimientos más relevantes que ha generado la vida de la Iglesia en Sevilla durante los siete días anteriores. Se publica la tarde de los viernes en las diversas plataformas diocesanas, tanto en la página web –archisevilla.org– como en los diversos perfiles en redes sociales (X, Facebook, Instagram, canal de Whassap y Youtube).

Desde la agenda del arzobispo, monseñor José Ángel Saiz Meneses, a las novedades de los distintos organismos de la curia diocesana, pasando por la actualidad del Congreso Internacional de Hermandades o, en este caso, la vuelta al cole. Todo ello resumido en poco menos de tres minutos.

 

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Lecturas del XXIV Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

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Lecturas del XXIV Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías 50, 5-9ª

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban

El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos.

El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

Mi defensor está cerca, ¿quién pleiteará contra mí?

Comparezcamos juntos, ¿quién me acusará?

Que se me acerque.

Mirad, el Señor Dios me ayuda, ¿quién me condenará?

Salmo

Sal 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9

R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.

  • Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco.
  • Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del abismo, caí en tristeza y angustia.
  • Invoqué el nombre del Señor: «Señor, salva mi vida».
  • El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo; el Señor guarda a los sencillos: estando yo sin fuerzas, me salvó
  • Arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol Santiago 2, 14-18

La fe, si no tiene obras, está muerta

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe?

Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos del alimento diario y uno de vosotros les dice: «Id en paz; abrigaos y saciaos», pero no les da lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve?

Así es también la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro.

Pero alguno dirá:

«Tú tienes fe y yo tengo obras, muéstrame esa fe tuya sin las obras, y yo con mis obras te mostraré la fe».

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san

Marcos 8, 27-35

Tú eres el Mesías. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?»

Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas».

Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»

Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías».

Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.

Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».

Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:

«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».

Y llamando a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de que le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?».

Comentario bíblico de Antonio José Guerra

Leemos la página central del evangelio de Marcos que sirve de conclusión a la misión en Galilela y de preludio al camino de la cruz. Se plantea un interrogante decisivo: ¿Quién es Jesús? La respuesta en boca de Pedro “tú eres el Mesías” denota que aún no tiene la iluminación definitiva que da la fe; habrá que esperar al pie de la cruz para oírla de un centurión romano “éste es el Hijo de Dios”.

A partir de ahora Jesús irá desvelando paulatinamente su identidad en el contexto íntimo de sus discípulos. Llama la atención el mandato de Jesús a permanecer callados y el “jarro de agua fría” que supone el horizonte del sufrimiento y “fracaso” de la cruz. Está corrigiendo la visión triunfalista que tenían del “Mesías” que esperaban, pues la asocia al siervo sufriente que da la vida por su pueblo. Los gestos que Jesús ha realizado en los ocho primeros capítulos de Marcos manifiestan el cumplimiento de las profecías mesiánicas. Por esto, el horizonte de la muerte provoca a Pedro, que increpa a su Maestro a solas, tratándolo como si estuviera “endemoniado”, ya que el verbo “increpar” es usado también por Jesús para poner firme a los demonios. En nombre de los doce pide a Jesús que actúe como Mesías glorioso y deje a un lado el sufrimiento. Ante esto, Jesús marca bien el camino a seguir que culminará en un trono que aún los discípulos no entienden. Les deja claro cuál es el camino que ha fijado Dios para salvar al hombre y que Él, obediente a su voluntad, cumplirá. Este camino doloroso será también el camino del discípulo, pues sólo se puede seguir al Maestro llevando a cuestas la cruz.

Aquí está en juego la concepción que el hombre tiene acerca de Dios y sus maneras de traernos la salvación. Sólo siguiendo a Jesús y contemplando su entrega total en la cruz se podrá entender estas maneras divinas, que aun teniendo apariencias de fracaso, llevan consigo la salvación definitiva y verdadera.

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Tiempos de compromiso social

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En diferentes ocasiones me he referido a J.R.R. Tolkien y a su conocida obra El Señor de los Anillos, dirigiéndome a los jóvenes. En este inicio de un nuevo curso traigo a colación una frase memorable de Gandalf: “No nos atañe a nosotros dominar todas las mareas del mundo, sino hacer lo que está en nuestras manos por el bien de los días que nos ha tocado vivir, extirpando el mal en los campos que conocemos y dejando a los que vendrán después una tierra limpia para la labranza”. La cita tiene tanto más valor porque aparece en el tercer libro, El retorno del rey, cuando en apariencia el mal que anida en Mordor tiene todas las de ganar. Si hacemos un paralelismo con la realidad de hoy, vemos que los males e injusticias que aquejan a nuestra sociedad son muchos, incluso parecen cada vez mayores, y aquí ya hemos dado cuenta de algunos de ellos: olvido de Dios, relativismo moral, guerras, violencia, cultura del descarte contra los ancianos, los enfermos y los niños por nacer, pobreza, marginación, exclusión social, rechazo a los inmigrantes, desempleo, trata de personas, cosificación de la mujer, destrucción de la creación, desigualdades, banalización de la sexualidad, ideologías contrarias a la antropología verdadera, falta de un horizonte de futuro, etc. No podemos “dominar todas las mareas”, sin duda alguna. Pero tampoco podemos quedarnos de brazos cruzados, instalados en la queja estéril o, peor aún, desentendiéndonos de todo.

Cambiar el mundo entero es imposible, pero el mundo no cambiará nunca si renunciamos a introducir pequeños cambios en nuestros pequeños mundos, en nuestros entornos cercanos. Como explica la teoría del “efecto mariposa”, según la cual pequeñas acciones pueden desencadenar grandes cambios. No dudemos que pequeños gestos pueden acabar produciendo grandes cambios en el mundo si dejamos que sople a través de nosotros el viento del Espíritu. ¿O acaso podían imaginar aquellos doce apóstoles iletrados de Galilea que el mundo entero conocería la Resurrección del Señor y que de la fe en Cristo Jesús nacería una civilización como nunca antes había existido sobre la tierra? Basta con ser fieles al Señor, haciendo lo que está en nuestras manos, y Él hará el resto.

El compromiso social está en el ADN de la Iglesia, que desde sus inicios trata de imitar a su Señor, «Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó por el mundo haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él» (Hch 10, 38). No es un añadido, no es un extra, ni está reñido con la vida de oración y la espiritualidad. Al contrario, los cristianos encontramos en la oración y en el trato diario con el Señor, especialmente a través de los sacramentos, el amor para ayudar a los demás en sus situaciones concretas, y también la fuerza para perseverar cuando el primer impulso altruista se va desvaneciendo.

Comprometernos en mostrar el amor de Dios a los hombres, a través de obras concretas, es también una piedra de toque para saber si nuestra fe y nuestro apostolado son auténticos. Una fe sin obras de caridad concretas y sin un compromiso social explícito acaba volviéndose vacía, incapaz de atraer a otros. La Iglesia ofrece una enorme pluralidad de lugares para comprometernos con los más necesitados: promoción y capacitación de las personas más pobres y desfavorecidas, denuncia de las injusticias y sensibilización de la sociedad, comedores sociales, dispensarios, residencias, hospitales, hogares para niños, centros de ayuda a mujeres embarazadas en dificultades, casas de acogida para inmigrantes, pastoral penitenciaria, visitas a enfermos en sus domicilios, y un largo etc. Cada uno según su sensibilidad, sus talentos y sus posibilidades, y también desde sus propias comunidades de fe, puede elegir aquellas en las que se siente más llamado por el Señor. Lo propio de un cristiano es dejarse conmover por las necesidades de los demás, y ponerse a su servicio.

+ José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo de Sevilla

Preguntas para el camino

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Avanzamos de manos de la Iglesia en el año litúrgico acompañando a Cristo en los misterios de su vida para caer en la cuenta de que ha sido Él en realidad Quien se ha hecho nuestro compañero en el camino de la vida. Cuidando el trato y la comunión que Cristo nos regala en su Iglesia, recibimos su palabra como luz para nuestros pasos, acogemos el don de su gracia, que cura la herida de nuestros pecados, y fortalecemos el vínculo de comunión compartiendo con otros el amor que recibimos de Él. Pues cuando estrenamos un nuevo curso pastoral, gracias a la Liturgia, recibimos la palabra de Cristo que, mientras vamos con Él de camino, nos propone preguntas decisivas para la vida.

En primer lugar, nos pregunta por lo que otros dicen de Él: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Al preguntarnos por lo que otros piensan, Jesús nos llama a no dejarnos llevar por opiniones ajenas. Para conocer a Jesús no es suficiente escuchar a otros. Por eso, a continuación, nos pregunta: “¿Y vosotros quién decís que soy yo?” El conocimiento de Cristo solo se adquiere en el trato cercano con Él, formando parte del grupo de sus cercanos, o sea, de la Iglesia. Observa el evangelista que esta pregunta Jesús la propuso mientras iban por el camino: ¿tiene sentido caminar sin conocer la meta? Los discípulos siguen a Jesús, pero ¿saben a quién siguen? La primera pregunta de Jesús nos pone ante una cuestión decisiva en la existencia de toda persona: ¿qué nos motiva a diario a seguir viviendo? ¿nuestra vida tiene orientación? Los anhelos más profundos del corazón humano se colman cuando caminamos con Jesús, seguimos sus huellas y crecemos en su conocimiento. Sorprendente misterio de la condición humana: para crecer en conocimiento propio y hallar respuesta a las inquietudes del corazón, debemos crecer cada día en el conocimiento de Cristo. Verdad decisiva que ya proclamó la Iglesia en el Concilio Vaticano II: «el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado… Cristo revela el hombre al propio hombre y le muestra la sublimidad de su vocación» (GS 22). Cuando se ignora a Cristo y se vive al margen de Él, se cae fácilmente en los errores y conductas que dañan la dignidad infinita del ser humano.

Por eso, junto a la pregunta “¿vosotros quién decís que soy yo?”, Jesucristo nos propone la cuestión decisiva de la vida: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?”.

Entramos en el comienzo de un nuevo curso de manos de María Santísima, en su advocación de los Dolores o de las Angustias, pidiendo al Señor que nos conceda aprender de Nuestra Madre a acoger sin condiciones su palabra: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el evangelio, la salvará».

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

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