La Memoria de Cáritas Diocesana de Almería, correspondiente al ejercicio de 2009, ha visto la luz recientemente, con unos datos más que favorables en los ingresos obtenidos para sufragar los costes de los distintos programas sociales que ha acometido. Concretamente ha puesto al servicio de los necesitados 370.645€, a los que hay que añadir los 180.079,28€ de las delegaciones parroquiales que hacen memoria anual, ya que, según el Obispo de Almería en la presentación de la Memoria, “son muchas las que todavía no presentan esta memoria, pero ponen en juego un monto calculado en al menos otros 200.000€”.
Así pues, en números redondos, Cáritas Diocesana de Almería alcanza los 750.725€, de los cuales tan sólo 116.164,29€ proceden de subvenciones de fondos públicos para programas sociales desarrollados por Cáritas.
Este esfuerzo de generosidad, apunta monseñor Adolfo González Montes, “es el resultado del imperativo evangélico de amor al prójimo, razón por la cual es irreductible a mera acción social sin fundamentalismo religioso. Cáritas nace de la fe de la Iglesia de Cristo en la revelación del amor de Dios en la entrega sin medida del Hijo de Dios por nosotros, como nos recuerda san Juan: si Dios nos ha amado nos ha amado de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros (Jn 4, 11).
Inmigración, los sin techo y drogadicción son los grupos humanos que más han demandado los servicios de Cáritas Diocesana durante 2009, entre otros campos de actuación. Proyectos que se han sufragado gracias al aumento de suscriptores y donativos que ha percibido la Institución; concretamente 50.000€ más, que en 2008, es el importe que han recabado ambas fuentes de ingresos para los más desfavorecidos. Algo que contrasta con la convulsa situación económica que atraviesa nuestro país y que hace pensar que los ciudadanos miran sólo para sí mismos.
A este respecto, el prelado almeriense apostilló en su carta que “la mejor ayuda que podemos prestar a una sociedad que pugna por superar esta situación de crisis es la de volver a la práctica virtuosa de valores morales, tales como el esfuerzo solidario y la austeridad en el gasto, mientras mi prójimo carece de trabajo y hay familias en las que ningún miembro lo tiene seguro”.