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Semanario Fiesta: “Restaurada la iglesia de San Cecilio”

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En el número de la Revista Fiesta Digital de esta semana el tema central es la presentación de la restauración de la iglesia de San Cecilio. 

También os traemos distintas noticias, entre ellas la vigilia y solemnidad de la Inmaculada Concepción, el convenio de colaboración con la Junta en Alhama de Granada, la Luz de la Paz de Belén y el certamen de villancicos en Atarfe. 

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La primera mesa redonda del congreso aborda la via pulchritudinis como recorrido de fe desde distintas dimensiones artísticas

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La primera mesa redonda del congreso aborda la via pulchritudinis como recorrido de fe desde distintas dimensiones artísticas

En el segundo día del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular se ha estrenado un nuevo formato de conferencia: las mesas redondas. Tras la conferencia del cardenal Kevin J. Farrell sobre ‘Las hermandades: casa u escuela de vida cristiana, comunión y sinodalidad’, se ha celebrado una mesa redonda sobre ‘Arte y estética’.

El catedrático de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla José Roda, ha moderado este encuentro, señalando, al inicio, que “la Sagrada Escritura se ha convertido en un atlas iconográfico del que se han nutrido la cultura y el arte cristiana” y destacando que “toda forma auténtica de arte es una vía de acceso a la realidad mas profunda del hombre y del mundo”. Al respecto, ha recordado una cita de Dostoyevski “La belleza salvará al mundo” y ha añadido que “esa belleza es clave del misterio y llamada a lo trascendente. La via pulchritudinis, el camino de la belleza, por tanto, constituye al mismo tiempo un recorrido artístico, estético y un itinerario de fe”.

A continuación, los cuatro ponentes han ido reflexionando desde distintas dimensiones sobre el arte y la estética en la imagen sagrada.

La platería, una creatividad asociada a lo divino

Abría la mesa redonda Antonio Joaquín Santos, profesor y secretario del Departamento de Historia del Arte en la Universidad de Sevilla y especialista en orfebrería en Andalucía y Extremadura.

Santos ha centrado su intervención en el desarrollo del arte de la platería en relación con el culto de la Eucaristía y a la Virgen María en Andalucía. “Una creatividad (la platería) marcada por el empleo de materiales preciosos que siempre han estado asociados a lo divino”, ha asegurado.

En esta línea, ha expuesto cómo “la necesidad de manifestar al Santísimo Sacramento ante los fieles justificó la ejecución de relicarios en metal precioso, único material que podía acoger a la Sagrada Forma”.

Más adelante, ha reflexionado sobre la devoción a la Virgen María, “que ha jugado un papel esencial en la piedad popular andaluza. Desde el medievo, la Madre de Dios se convirtió en objeto de especial veneración y su papel de intercesora siempre tuvo una alta consideración en el sur hispano”.

Concretamente, durante su intervención ha dicho que la Virgen de los Reyes es un “caso paradigmático”. Esta devoción de san Fernando es “una imagen de vestir desde su origen y que portó atributos regios como el trono y la ‘Corona de las Águilas’, donada por la propia esposa del rey santo, doña Beatriz de Suabia, para que sirviera de presea a esta imagen y que refleja ese traspaso de los atributos regios a la Virgen que se llevó a cabo en esta época”. El ponente ha explicado que estos atributos de reina fueron comunes en todos los iconos marianos, bien labrados en talla, bien de orfebrería.

Finalmente, Antonio Joaquín Santos ha analizado los ajuares y joyas de distintas vírgenes de toda Andalucía, como coronas, cetros o elementos prendidos de las ropas de las imágenes, entre otros.

“El patrimonio religioso es un patrimonio vivo”

A continuación, Araceli Montero, responsable de tratamiento de bienes muebles del IAPH (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico) ha ofrecido una ponencia sobre ‘El reto de la conservación y restauración del patrimonio de carácter religioso’.

Durante la primera parte de su charla ha ido desgranando las características fundamentales del patrimonio de carácter religioso, como su gran riqueza técnica y material. Si bien, ha resaltado que “el patrimonio religioso es un patrimonio vivo, asociado al culto y la funcionalidad”, y esta singularidad supone un reto para su conservación.

Montero también ha descrito este patrimonio como “bienes que constituyen una parte significativa dentro de la construcción social del patrimonio histórico de Andalucía”, enumerando tres aspectos claves que le son inherentes: el carácter cultural, provoca una gran devoción y tiene una clara funcionalidad: la evangelización del pueblo. Estas características comunes han llevado al IAPH a denominar a estas obras como “patrimonio devocional en culto activo”.

Más adelante, ha ofrecido varias acciones para la conservación de este patrimonio. Concretamente ha establecido cuatro acciones adoptadas por el IAPH: actuar mediante estrategias conservativas, adoptar medidas preventivas, asesorar técnicamente las intervenciones y difundir los resultados.

Finalmente, ha concluido su conferencia haciendo tres breves reflexiones: en primer lugar, que “el conocimiento completo del bien en su contexto es clave para establecer estrategias de intervención adaptadas a modelos más sociales y sostenibles”; también que la participación e incorporación de los propietarios y custodios en los procesos de conservación de los bienes es positivo para los mismos; y como tercera reflexión, ha destacado la posición del IAPH, “alineados siempre con la corriente crítica de la conservación”, como una entidad mediadora para la conservación de este patrimonio “que entre todos tenemos que proteger y preservar, como parte inherente de nuestro futuro”.

La imagen procesional “sirve de elemento de cohesión social”

El tercer ponente en esta mesa redonda ha sido Juan Jesús López-Guadalupe, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Granada que ha abordado ‘La función de la imagen sagrada. La escultura procesional’.

En esta ha disertado sobre el desarrollo de la imagen sagrada a lo largo de la historia, desde la Iglesia primitiva, poniendo el acento en el valor pedagógico de las imágenes. Tras una breve base teórica, ha abordado la función de la imagen procesional: “Por un lado, la reflexión en el fiel a modo de pedagogía visual y, por otro, la contemplación que provoca la devoción”.

Al respecto, ha defendido que “la imagen procesional debe estar dotada de unas singulares características visuales que la diferencian de otras representaciones sagradas, porque la pública contemplación va a determinar su composición, su acabado y su expresión”.

Igualmente, ha añadido que “estas necesidades rituales de la piedad popular impulsaron desde finales del siglo XVI el uso procesional de imágenes escultóricas. Sus cualidades visuales son, por ejemplo, la monumentalidad y el naturalismo expresivo, que contribuían a mejorar la percepción de la imagen en el espacio abierto de la calle durante la procesión”.

Más adelante, López-Guadalupe ha enumerado cuatro conceptos clave para entender la función de la imagen procesional: tiende a un equilibrio entre el carácter humano y trascendente del personaje y la representación; son componentes esenciales el realismo y la belleza, ya que el primero potencia y mueve a la devoción, y el segundo representa la bondad moral y reviste a las imágenes de distinción; el adorno es fundamental, a partir especialmente del Barroco, porque otorga cierta dimensión festiva y social; y la imagen debe ir en movimiento, porque “esta itinerancia hace que la imagen sagrada invada el espacio profano que de algún modo santifica”.

El ponente ha concluido su intervención afirmando que “la imagen procesional está indisolublemente unida a la piedad popular y también sirven de elemento de cohesión social, porque construyen una identidad, por tanto, la imagen sagrada no es solo una voz del pasado o una obra de arte, sino que hoy es una imagen con intacto potencial comunicativo, atractivo visual e impacto emocional”.

La devoción que cruza el Atlántico

La Mesa redonda ‘Arte y Estética’ ha sido cerrada por Francisco Montes, también profesor de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y especialista en intercambios devocionales entre España, Italia y América. Por este motivo, ha pronunciado una disertación titulada ‘Andalucía y Andalucía: una encrucijada de devociones’.

Esta intervención, además, complementa la exposición ‘Lo permanente y lo efímero. Bienes y espacios para las manifestaciones populares de América’, actualmente visitable en el Archivo de Indias con motivo del congreso.

El ponente ha puesto en valor el estrecho contacto que existe entre la Virgen de la Antigua y los países iberoamericanos. Si bien, no es la única, ya que están documentadas más de medio centenar de devociones andaluzas que traspasaron el Atlántico, “llevando los fieles pequeñas reproducciones o grabados, o incluso encargando copias a artistas locales”, según ha explicado.

Pero también ocurrió al revés, que algunas devociones iberoamericanas llegaron a tierras andaluzas. Por ello, Montes ha realizado un rápido repaso de los tributos que las imágenes devocionales sevillanas llevan de la Virgen de Guadalupe de México, devoción potenciada especialmente a partir del siglo XX.

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Acto de presentación del cartel religioso de la Bajada de la Virgen de las Nieves 2025

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El próximo domingo 8 de diciembre, a las 19:00 horas, la parroquia matriz de El Salvador, en Santa Cruz de La Palma, acogerá el acto de presentación del cartel religioso de la próxima Bajada de la Virgen de las Nieves.

Asimismo, se presentará otro cartel para las actividades de niños y adolescentes.

En el acto participarán el administrador diocesano Antonio Pérez; el arcipreste de Santa Cruz de La Palma, Óscar Luis Guerra; el autor del cartel oficial de la Bajada, Besay Viña y el autor del cartel de la Bajada para las actividades de niños y adolescentes, el sacerdote Arturo José Hernández.

El acto está organizado por la Comisión Eclesial de la Bajada de la Virgen 2025.

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La Abadía festeja la Inmaculada Concepción

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El día 7 con la sabatina y el día 8 con la Eucaristía solemne.

La Abadía del Sacromonte es uno de los lugares más vinculados al Dogma de la Inmaculada Concepción en nuestra Archidiócesis. La tradición inmaculista de este lugar se remonta a su fundador, el arzobispo Pedro de Castro, gran devoto de la Inmaculada Concepción, que consagró a este Dogma la Abadía durante su construcción, siglos antes de que fuera promulgado dicho Dogma.

“Aunque el Dogma se promulga a mediados del siglo XIX es una verdad que ha estado en la Tradición de la Iglesia. No es que la Iglesia saque una novedad. La Abadía, ya cuatro siglos antes, tiene como lema ‘A María no tocó el pecado primero’. Hay liturgia y cánticos populares antiquísimos que, precisamente, enaltece a María como la que fue concebida sin pecado. La Abadía del Sacromonte, que fue facultad de Teología, ha ejercido un papel importantísimo en la teología inmaculista. Y también de la Abadía salieron obispos, principalmente para Hispanoamérica, que ejercieron también una gran importancia tanto en la teología como en la piedad inmaculista”.  

En la Abadía, se celebrará el día 7 la tradicional sabatina a las 17:30 horas y, posteriormente, se bendecirá el belén, que se festejará con una chocolatada. En la Solemnidad, el día 8, la Eucaristía, con procesión claustral, será a las 12 horas.

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Monseñor Edgar Peña: “Donde hay hermandades, allí hay vida”

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Monseñor Edgar Peña: “Donde hay hermandades, allí hay vida”

Monseñor Edgar Peña ha valorado esta mañana muy positivamente la marcha del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular que se está celebrando desde ayer en la Catedral de Sevilla, así como sus vivencias los últimos días en Sevilla. Lo ha hecho en una rueda de prensa ofrecida esta mañana en la sala de prensa del congreso, en la que ha reiterado el valor de “la familia como primera transmisora de la fe”, un aspecto cargado de relevancia en un tiempo en el que vivimos “un invierno demográfico”.

El legado pontificio ha reconocido que regresa a Roma “sorprendido, gratificado y profundamente alegre por estar estos días en Sevilla”, al tiempo que ha felicitado a la organización del congreso: “La Iglesia en Sevilla está habiendo bien su trabajo”, ha destacado. Monseñor Peña ha comentado que estos días le han servido para descubrir “todo lo que hacen las hermandades”, algo que tampoco debe extrañar ya que “son siglos de experiencia, espiritualidad y cultura”.

Preguntado por el papel de las hermandades en medio de una sociedad cada vez más secularizada, ha subrayado que estas corporaciones son ”unas de las grandes transmisoras de la fe”. Al respecto ha subrayado que “donde hay hermandades, devoción popular bien hecha, a través de la cual se evangeliza y la Iglesia hace el bien, allí hay vida, y vida en abundancia. Donde no hay se nota esta carencia”.

En referencia a la entrega de la Rosa de Oro a la Macarena, ha reconocido que “lo que sucedió en la basílica de la Esperanza Macarena, la imaginación no hubiese llegado a un cuarto de lo que yo viví esa mañana”. “Me llevo ese encuentro maravilloso de la gente con la Virgen”, ha añadido.

Finalmente ha hecho un alegato a la importancia de la alegría en estos tiempos, y de lo que las hermandades pueden aportar en esta tarea. Ha señalado que “un santo triste es un triste santo”, y ha destacado en este sentido la experiencia de juventud y alegría en las Jornadas Mundiales de la Juventud: “yo creo que este es el modelo, y un reto porque estamos viviendo un tiempo de mucha tristeza”.

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“Mi trabajo como maestra de Religión constituye un proyecto de vida”

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Inmaculada Muñoz, profesora desde hace treinta años, se considera maestra por “vocación” y de Religión por “convicción”

Mi nombre es Inmaculada Muñoz. Soy profesora del CEIP Hernán Ruíz de Córdoba desde el curso 1994-95. A día de hoy, imparto docencia en tres centros de Córdoba capital: Hernán Ruíz, Noreña y Enríquez Barrios.

Comencé mis estudios como maestra, después de empezar estudios en Filosofía y Letras. Pasé a Magisterio (Sagrado Corazón) el curso siguiente.

Empecé a trabajar en el colegio donde había realizado mis prácticas después de que se jubilara el docente que ejercía como profesor de Religión. Recuerdo con afecto que fui la primera maestra de Religión en este centro.

Nunca olvidaré esos primeros años de mi vida laboral. En especial, el afecto que me demostraron todos y cada uno de los compañeros con los que compartí claustro. Sus experiencias compartidas y sus consejos me ayudaron a ser la maestra que soy. De todos ellos aprendí desde el respeto, la prudencia y la empatía.

Soy maestra por vocación y de Religión por convicción. He sido catequista de jóvenes en el colegio donde estudié. También he sido catequista en las parroquias de San Acisclo y San Basilio. Pertenezco a una Hermandad cordobesa a la que también le debo ver la vida, con Humildad y Paz. Esos momentos difíciles, en los que te pones delante de “tus imágenes” y dices: aquí estoy, sabes lo que necesito, concédemelo sólo si es tu voluntad. También recuerdo a la persona que me enseñó, el sacerdote que me casó, a invertir el orden de la pregunta que muchas veces me hacía ante las dificultades. En vez de lamentarme diciendo por qué a mí, preguntarme por qué a mí no, y ahí encontrar la respuesta.

Lo que más me reconforta, con toda la modestia y humildad, es creer que he transmitido mi Fe a mis alumnos. De lo que no me cabe duda es que todos ellos me han hecho mejor persona. En especial, valoro que me recuerden con cariño.

Tengo alumnos que me han hecho partícipe de situaciones importantes en sus vidas. Conservo con afecto, sus dibujos, sus cartas y sus pequeños obsequios que, para mí, han constituido regalos queridísimos. El último, el de una alumna, que pidió a su abuela que me hiciera un rosario de encaje de bolillos. Me lo entregó el último día de curso. En fin…treinta años dan para mucho.

La pandemia, para mí, marcó un antes y un después. Mi marido y yo caímos enfermos. Fueron momentos difíciles. Se sumó al duelo por la muerte de mis padres que fallecieron en menos de dos años y previos a esta. Recuerdo y agradezco todas las llamadas de afecto y cariño de compañeros y amigos. A todos ellos, mi gratitud inmensa.

Por último, con respecto al futuro, me esfuerzo por continuar y ampliar mi formación. Como docente y como cristiana. Desde el estudio y con el aprendizaje derivado de mi trabajo en grupos de trabajo y en mí Cofradía. Experiencias enriquecedoras que, con posterioridad, intento transmitir a mis alumnos para que aprendan en la asignatura de Religión, desde mis propias vivencias. En esencia, pretendo enseñar desde el corazón para que mis alumnos perciban la fe y el amor a Jesucristo como un regalo maravilloso.

Cada día me convenzo más de que mi trabajo como maestra de Religión constituye un proyecto de vida.

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Al Trasluz: “Tómame de la mano, Madre”

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El sacerdote Antonio Gil nos enseña a confiar, alegres, como lo hizo la madre de Dios

La silueta de María Inmaculada ilumina esta semana como antorcha de esperanza en las entrañas de la humanidad. El papa Francisco nos la describe con estas palabras: “María, la única criatura humana sin pecado de la historia, está con nosotros en la lucha, es nuestra hermana y, sobre todo, nuestra Madre. Y nosotros, a quienes nos cuesta elegir el bien, podemos confiarnos a Ella”.

En una de sus plegarias más hermosas, el Papa nos ofrece esta fórmula de consagración a María: “Tómame de la mano, Madre, guíame tú: contigo tendré más fuerza en la lucha contra el mal, contigo redescubriré mi belleza original. María, te encomiendo mi vida, mi familia, mi trabajo, mi corazón y mis luchas. Me consagro a ti”.

La solemnidad de la Inmaculada nos trae en esta hora la “brisa celeste” de una invitación a conservar nuestra “belleza interior”, y a la par, un “regazo maternal” donde encontramos en todo momento, “auxilio en nuestras horas difíciles; refugio en nuestras sombras y fracasos; consuelo en nuestras aflicciones, en nuestras soledades”.

San Agustín nos habla así de la Inmaculada: “El Hijo de Dios no edificó para sí ninguna casa más digna que María, que nunca fue cautiva del enemigo, ni despojada de sus tesoros”.

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Purísima tenía que ser

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“Purísima había de ser la Virgen que nos diera al Cordero inocente que quita el pecado del mundo. Purísima la que destinabas entre todos para tu pueblo como abogada de gracia y ejemplo de santidad”, rezamos en el prefacio de la fiesta, tomando estas expresiones de san Juan Damasceno.

En el comienzo del adviento, aparece la gran fiesta de la Inmaculada, en cuya novena nos encontramos. El 8 de diciembre, año tras año, nos trae la frescura de una mujer limpia de todo pecado, una mujer resplandeciente como el sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas. Es la Purísima, es María que fue elegida por Dios para ser madre de su Hijo divino, y por eso la adornó con toda clase de dones y gracias. Es la “llena de gracia”, como la saluda el ángel de parte de Dios.

Levantemos la mirada, no estamos hechos para la desgracia, que se expresa en múltiples formas de pérdida de la dignidad humana. No tenemos que recortar nuestro horizonte de belleza y de sentido de la vida. María santísima sale a nuestro encuentro para mostrarnos sin palabras que existe una humanidad nueva, una nueva manera de vivir, otra forma de sentir y de experimentar la vida. Y eso es lo que viene a traernos Jesucristo, para el que estamos preparando el belén de nuestro corazón.

En María contemplamos lo que toda persona humana está llamada a ser, porque además de tenerla como modelo de vida humana divinizada, ella es nuestra madre y tiene un influjo inmenso sobre nosotros sus hijos. El adviento nos conduce a la navidad, y en este recorrido María se nos presenta como la primera redimida, la mejor redimida, la plenamente redimida por el amor de su Hijo, que se ha hecho hombre en su vientre virginal y la ha dejado virgen para siempre en esa virginidad llena de vida y de fecundidad.

María, en previsión de los méritos de su Hijo Jesucristo, fue liberada de todo pecado, incluso del pecado original con el que todos nacemos. Y fue liberada por un privilegio especial y singular. A nadie más se le ha concedido esta gracia, y a ella se le ha concedido para ser mediadora de esa gracia purificadora para todos los humanos, incluso para toda la creación, que en ella recupera su frescura original no contaminada. Lo que a ella se le ha dado ya al comienzo, a nosotros se nos quiere dar como plenitud al final.

Ave María Purísima, es saludo entre los cristianos. Con este saludo comenzamos las buenas obras, con ese saludo nos acercamos a recibir el perdón de Dios, con ese saludo nos intercambiamos los mejores deseos de bendición de unos a otros. María se convierte así en referente de una vida nueva, de una vida distinta, de una vida que supera la monotonía aburrida de nuestros vicios y pecados.

Preparamos con un gozo especial la fiesta de la Inmaculada, especialmente en estos días de su novena. Cómo no vamos a encontrar respiro en ella los que somos pecadores. Cómo no vamos a encontrar luz y esperanza en ella los que somos incapaces de crear un mundo nuevo, una civilización del amor. Con ella todo lo bueno es posible, porque ella nos anuncia que Dios está de nuestra parte, que Dios es aliado –nunca enemigo ni rival- del hombre. Y así como a ella la llenó de gracia, también a nosotros quiere llenarnos de esa misma gracia, según la medida del don de Cristo para cada uno.

Preparemos la venida del Señor, hagamos sitio en nuestro corazón a Jesucristo que viene y quiere cambiar a mejor nuestra vida. María es promesa cumplida. Dichosa tú María, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

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Cardenal Farrell: “La Iglesia confía en las hermandades y espera mucho de ellas”

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Cardenal Farrell: “La Iglesia confía en las hermandades y espera mucho de ellas”

Las hermandades: casa u escuela de vida cristiana, comunión y sinodalidad’. Este ha sido el tema de la ponencia con la que el cardenal Kevin J. Farrell, ha abierto la segunda sesión del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular en el trascoro de la Catedral. El prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida ha sido presentado por Reyes Muñiz.

El cardenal Farrell ha comenzado recordando que las hermandades están compuestas por laicos, aspecto que marca el tratamiento que se hace desde la Iglesia a este fenómeno tan relevante. La casa, término empleado en el título de la ponencia, es “la concreción de un lugar, y en la riqueza de las relaciones que en ella se establecen es donde uno se siente reconocido, se siente acogido donde uno siempre regresa de buen grado. A partir de ahí ha trasladado esta figura a la realidad de las hermandades y lo que se espera de ellas. La hermandad, por tanto, está llamada ser “el lugar vital, hecho de espacios concretos y sobre todo de relaciones donde uno puede sentirse en casa, acogido y aceptado. Debe ser un lugar donde uno se sienta en familia, y redescubrir el reencuentro con su pasado”.

“Que el individualismo de la sociedad contemporánea no infecte estas asociaciones”

¿Qué impide que la hermandad sea percibida como una casa por todos sus miembros? En su opinión, hay que evitar la frialdad de las relaciones, “y esto sucede cuando entra en juego el anonimato, o cuando las relaciones se vuelven burocráticas y carentes de sinceridad”. Por ello, ha destacado la necesidad de que cada hermandad conserve una dimensión familiar, “para que siga siendo una casa”. En esta línea, ha afirmado que “es responsabilidad de todos, dentro de una hermandad, perseverar en una firme fraternidad para que el individualismo de la sociedad contemporánea no infecte estas asociaciones”.

A continuación, ha planteado el papel de las hermandades como escuela –“la escuela representa el lugar donde el individuo esta llamado a salir de sí mismo”-, y ha señalado que están llamadas a ser “un lugar de intercambio de opiniones, de formación, de superación de fronteras para aprender a pensar de un modo nuevo”. En las hermandades, teniendo en cuenta esta dimensión, se debe enseñar a “no permanecer inmóviles en el pasado”, y a estimular la apertura al futuro. ha afirmado que sería útil preguntarnos cómo ponemos en contacto nuestras tradiciones con la vida actual de las personas, cómo hacer para que los ritos, los actos públicos de culto, las iniciativas de oración y de ayuda mutua puedan hablar también a los hombres y mujeres hoy, “a menudo alejados de toda sensibilidad religiosa”.

Seguidamente ha señalado que las hermandades deben estar animadas por un espíritu misionero abierto a todos, y se ha detenido en una reflexión sobre “la atracción de la belleza, que puede llevar a muchos a la fe”. Se ha referido, sobre todo, a lo que ha definido como “la belleza de la comunión y la unidad entre los cristianos”. “Es la belleza de la caridad que llega al corazón”, ha añadido.

La hermandad como lugar de formación cristiana para sus miembros

El ponente ha admitido que, en el contexto cultural actual, muchas personas en algunos países ya no reciben ninguna formación cristiana y religiosa en general, ni en la familia ni en la parroquia, ni en otras estructuras eclesiales a las que ya no acuden, y menos aún en la escuela. Esto comporta, a su juicio, una nueva tarea y responsabilidad para las hermandades: “convertirse en lugares de formación cristiana para sus miembros”.

Ha planteado que la hermandad sea “lugar del primer encuentro con el Señor”, y ha aconsejado que se piense “cómo acompañar a las personas en un camino gradual de iniciación a la vida cristiana”. Eso pasa por ofrecer caminos de evangelización, de catequesis, de primer anuncio. Y, aludiendo al magisterio reciente del papa Francisco, el cardenal Farrell ha subrayado que el modelo no puede ser otro que “la formación en la fe que Jesús hizo con sus discípulos”. En esta tarea no ha olvidado la necesidad de “identificar a las personas adecuadas y competentes, formar equipos y planificar momentos concretos para que esta formación en la vida cristiana se lleve a cabo eficazmente en las hermandades”.

“El perdón nunca debe faltar en las hermandades”

El siguiente punto que ha abordado ha sido la hermandad como casa de comunión, porque “hay que asegurarse siempre de que Dios actúa en las personas y Él mismo haga de los distintos individuos un solo cuerpo animado por la misma fe y caridad”. Ha destacado que la comunión con los cofrades debe vivirse, alimentarse y perseverarse continuamente, y ha llamado la atención en un detalle importante: “El perdón nunca debe faltar en las hermandades”. Así, “no es aceptable que en una hermandad se guarden rencores, se hable mal de los demás, se rompan relaciones y no se vuelvan a dirigir la palabra, se alimenten guerras… Todo esto no es cristiano, es abiertamente contrario a lo que Jesús nos enseñó y requiere una conversión sincera”.

Ha animado a alimentar continuamente la comunión con la Iglesia, en la medida que “contribuye a revitalizar la fe personal de los miembros de las hermandades y la visión que tienen de la misión de la Iglesia”. En este punto ha aclarado un posible malentendido: “Desde el Concilio Vaticano II, luego con el Sínodo de 1987 sobre la vocación y la misión de los laicos, y aun más en los últimos años con la enseñanza del papa Francisco y el Sínodo sobre la Sinodalidad, “se ha producido un acertado impulso para valorar el papel de los laicos, su carisma bautismal y secular, su papel como fermento en el mundo, pero también lo que pueden aportar en el apostolado y en el gobierno de la estructura eclesiástica. Todo esto es positivo, pero el malentendido es interpretar esta promoción de los laicos en el sentido de su total independencia de la Iglesia institucional, de los pastores”. “Lo correcto -ha añadido- es que los laicos enriquezcan a la Iglesia con sus dones, que no se formen entidades separadas. Y esto también se aplica a las hermandades”.

“Dar voz a todo el mundo”

En cuanto al papel de la hermandad como casa de sinodalidad, el cardenal Farrell ha invitado a  la escucha –“se deben crear los oportunos espacios y tiempos adecuados para dar voz a todo el mundo”-, y ha precisado que “no se trata de un debate, sino de un momento de oración, porque se escucha lo que la experiencia de la fe suscita en cada uno”. Ha apuntado también que “no basta con una reunión ocasional o esporádica, una vez al año, sino que deben promoverse reuniones más frecuentes para recoger la voz del pueblo y hacerla llegar a los responsables de las hermandades y a los pastores”. Otro aspecto de esta perspectiva es la necesidad de convocar, “y aquí entra en juego el papel de los pastores”, y de discernir.

El ponente ha precisado que no se trata de una reunión de tipo empresarial basada en costes y beneficios: “Es bueno tener en cuenta que estos instrumentos de administración, rendición de cuentas, gestión, etc, solo serían indicativos de una actividad empresarial si no estuvieran orientados y motivados por algo más, si no fueran la expresión de un camino de fe”.

Otras actitudes necesarias en este proceso son la decisión, la escucha y el discernimiento (“que no se prolongan indefinidamente, y se traducen en acciones concretas, en iniciativas apostólicas, en misión”) y la evaluación. “A la Iglesia debe rendirse cuenta, esto contribuye a que todo sea transparente, claro y compartido”, ha precisado.

“Favorecer los momentos de escucha”

Ha sostenido la validez de la idea de fondo aplicada a las hermandades: “deben favorecer los momentos de escucha, poner en marcha mecanismos de toma de decisiones en común, repartir las tareas, etc. Todo esto ayuda a evitar el personalismo y la verticalidad, que se producen cuando solo unas cuantas personas ostentan el monopolio de los cargos, actividades y finanzas”. Es algo que también ayuda a “evitar el estancamiento”. “El estilo sinodal favorece la aceptación de novedades, de las bases, de los jóvenes, de los nuevos miembros”, ha añadido, y no es un fin en sí mismo, sino que está en función de la misión.

En la parte final de su ponencia ha subrayado que las hermandades tienen un gran potencial misionero, “por eso la Iglesia confía en ellas y espera mucho de ellas”. Finalmente ha recordado que “nunca se debe olvidar que las hermandades vienen del siglo XV, no son novicios en el camino de la Iglesia, han durado siglos, han pasado por guerras civiles, han mantenido la fe en tiempos de persecuciones”.

Antes de agradecer a los cofrades “el trabajo que ustedes hacen todos los días”, el cardenal Farrell ha reiterado que estad corporaciones “tienen historia, cosa que muchas veces no se puede decir de todas las comunidades eclesiales, tienen la historia, tienen la tradición, han sobrevivido”.

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La Inmaculada, inspiración de los artistas y devoción del pueblo

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La Inmaculada, inspiración de los artistas y devoción del pueblo

Una de las fiestas cristianas más populares es la que conmemora que la Mujer, elegida por Dios para ser su Madre, fue preservada de la mancha del pecado original, gracia a la que ella correspondió con total fidelidad. En palabras de la bula Ineffabilis Deus, «la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano». Por eso se la llama “La Purísima”, la Tota Pulchra, la Toda Bella, cuya hermosura corporal es reflejo de la hermosura de su alma, y por eso ha sido y es fuente inagotable de inspiración para los artistas. Ofrecemos a su contemplación una pintura y una escultura, de las muchas que tenemos en nuestras iglesias.

Inmaculada, Tota Pulchra
Uno de los modelos más conseguidos de la Inmaculada, Tota Pulchra, es el que creó Giuseppe Cesari, llamado El Caballero de Arpino. Conocemos varias versiones en España: el lienzo de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid[1]; el del Museo de Bellas Artes de Sevilla; el de Santa María de Andújar; y este de Lepe. El de la Sacristía de la Catedral de Sevilla es considerada como versión libre sevillana de hacia 1620[2].

La Virgen Inmaculada, Toda Bella, aparece ingrávida en el cielo, flanqueada por dos ángeles que abren el manto azul y dejan ver la elegante túnica color jacinto, de finos pliegues verticales y suaves formas en la rodilla izquierda adelantada. Sus pies, ocultos bajo las telas, se apoyan en una media luna cóncava, sobre cinco querubines. Dos ángeles coronan a la Inmaculada, mientras sostienen unas cintas que proclaman: “TOTA PVLCHRA ES AMICA MEA” – “ET MACVLA NON EST IN TE” (Cant 4, 7): “Toda bella eres, amada mía, y no hay mancha alguna en ti” . Todos los atributos bíblicos aparecen en la línea de tierra: la torre de David, la puerta del cielo, la palmera y el ciprés, el huerto cerrado del que descuella el manzano, el espejo sin mancilla, el pozo de aguas vivas, el rosal de Jericó, el dragón apocalíptico, la fuente sellada, la torre de marfil y la casa de oro[3].

Giuseppe Cesari era, en los últimos años del Quinientos, la estrella en alza del manierismo italiano. Su estilo, de rebuscada gracia formal y vistoso cromatismo, le granjeaba encargos de gran importancia, que llegaron a merecer que Clemente VIII le nombrara Caballero de Cristo[4]. Es el autor, por ejemplo, de los medallones de la cúpula de San Pedro o de la decoración de la Sala de los Horacios del Capitolio; y de la Coronación de la Virgen, de la Chiesa Nuova en Vallicella, de la Congregación del Oratorio, de Roma. En su taller tuvo como alumno a Michelangelo Merisi, el Caravaggio, hacia 1592.

Gerardo Pérez Calero identifica esta obra con la que se encontraba en uno de los retablos del crucero del Palacio ducal de Medina Sidonia (antiguo convento mercedario) de Sanlúcar de Barrameda, llevada a Cádiz después de la Desamortización y comprada finalmente fuera de esa provincia[5]. El cuadro, después de una serie de herencias familiares, fue donado a la parroquia de Lepe en la década de 1960.

Figuró en la exposición Pintura Mariológica (Siglos XVI-XVIII), en Lepe, marzo-abril de 1992[6], y en la exposición Ave María, en Huelva, Casa Colón, diciembre 2002 – enero 2003[7].

Inmaculada

Círculo de Alonso Cano. Primera mitad del siglo XVII. Escultura en madera policromada. 0,69 m. alto, sobre peana de 0,32 m. Puebla de Guzmán. Parroquia de la Santa Cruz.

La Virgen Inmaculada viste traje jacinto y manto azul, ambos con decoración floral en oro. El manto deja descubierta la túnica en el hombro y brazo derecho. Descansa la figura sobre tres querubines que casi ocultan las puntas de la luna, significando que sus plantas no tocaron el fango del pecado original. La ligera desviación de las manos y la agraciada inclinación de la cabeza consiguen una composición de singular belleza. Morfológicamente es muy cercana a la Purísima de Bonares, que figura entre las esculturas atribuidas a Alonso Cano[8].

La imagen fue donada en 1939 por los herederos de Sebastián Vázquez González, párroco de Almonte durante muchos años. Se venera en la capilla sacramental de la parroquia. Figuró en la exposición Ave María, en Huelva, Casa Colón, diciembre 2002 – enero 2003[9].

Manuel Jesús Carrasco Terriza.
[Publicado en Huelva Información, 5-12-2024, pág. 16]


[1] TRENS, Manuel, María. Iconografía de la Virgen en el arte español, Madrid, Plus Ultra, 1946, págs. 158-159.
[2] VALDIVIESO, Enrique, Catálogo de las pinturas de la catedral de Sevilla, Sevilla, 1978, pág. 96.
[3] GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel, “Patrimonio histórico-artístico de Lepe. Bienes muebles e inmuebles”, en OTERO PRIETO, Juana, Dir., Historia de Lepe. Una proyección hacia el futuro, Lepe, Ayuntamiento, 1996, págs. 580, 599.
[4] MILICUA, José, En los umbrales del Barroco, en t. VI de Historia Universal del Arte, Barcelona, Planeta, 1988, pág. 386.
[5] PÉREZ CALERO, Gerardo, Pintura mariológica (siglos XVI-XVIII), Catálogo de la Exposición, Lepe, Diputación Provincial, Ayuntamiento de Lepe, 1992, págs. 6, 26-27. Cfr. PALOMERO PÁRAMO, Jesús M., El retablo sevillano del Renacimiento, Sevilla, Diputación Provincial, 1983, págs. 378-379. PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E., Pintura italiana del siglo XVII en España, Madrid, 1965, págs. 220-221.
[6] PÉREZ CALERO, Gerardo, Pintura mariológica (siglos XVI-XVIII), Catálogo de la Exposición, o.c.
[7] CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús, “Giuseppe Cesari, Caballero de Arpino”, en Ave María, Catálogo de la Exposición, Córdoba, CajaSur, 2003, pp. 56-57
[8] BERNALES BALLESTEROS, Jorge, Alonso Cano en Sevilla, Sevilla, 1976, p. 117.
[9] GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel, “Círculo de Alonso Cano. Inmaculada Concepción”, en Ave María, Catálogo de la Exposición, Córdoba, CajaSur, 2003, pp. 60-61. Fotografía de Pedro Feria.

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