La clausura oficial del Jubileo a nivel mundial tendrá lugar el próximo 6 de enero, solemnidad de la Epifanía del Señor

La Iglesia ha celebrado este año el Año Jubilar de la Esperanza, cumpliendo así con la tradición que la Iglesia celebra cada 25 años. El Papa Francisco abrió la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro el 24 de diciembre de 2024, día en que comenzó oficialmente el Año Jubilar, que se clausurará el 6 de enero de 2026 en Roma. En la diócesis de Córdoba se clausurará el domingo, 28 de diciembre.

En Roma las Puertas Santas se clausurarán, la primera, el 25 de diciembre, la de la Basílica de Santa María la Mayor, el 27 la de la Basílica de San Juan de Letrán y el 28 la de la Basílica de San Pablo Extramuros. El final oficial del Jubileo a nivel mundial tendrá lugar el 6 de enero, Epifanía del Señor. Ese día el Papa León XIV será el encargado de cerrar el portón de bronce de la Basílica de San Pedro del Vaticano por la que han pasado durante este año casi 30 millones de peregrinos. Esa Puerta Santa volverá a abrirse el 2033 cuando la Iglesia celebre el Año Santo extraordinario de la Redención para conmemorar el 2000 aniversario de la muerte y resurrección de Jesús.

En la diócesis de Córdoba

El 29 de diciembre de 2024 tuvo lugar en Córdoba la apertura del Año Jubilar de la Esperanza bajo el lema “Spes non confundit”, es decir, “la esperanza nunca defrauda”. La celebración comenzó en el Seminario Mayor “San Pelagio”, donde se llevó a cabo la lectura del Evangelio de San Juan –“creed en Dios y creed también en mi”, para partir seguidamente hacia la Santa Iglesia Catedral en procesión. El obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, presidió la ceremonia acompañado por presbíteros, seminaristas, religiosas y multitud de fieles.

Al llegar a la Puerta de las Palmas del templo principal de la Diócesis, monseñor Demetrio Fernández realizó la solemne apertura de este Jubileo pronunciando las palabras: “Salve, Cruz de Cristo, única esperanza” y la procesión se dirigió hasta la pila bautismal, en la que asperjó con el agua bendita como recuerdo del sacramento con el que se incorporan los fieles a la Iglesia. Culminó en el altar mayor con la celebración de la eucaristía.

En estos doce meses la Diócesis ha participado en un importante número de jubileos, en el de los niños, los comunicadores, las cofradías, las familias, los jóvenes o los reclusos, entre otros.

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Tuvo lugar la tarde del jueves, 18 de diciembre, para reflexionar sobre los sueños de las personas en situación de sin hogar y orar juntos

Cáritas Diocesana celebró este jueves su II Camino de Oración. El recorrido empezó en la Real Iglesia de San Pablo, donde participaron con su testimonio familias a las que acompaña la entidad, así como el de las trabajadoras sociales del programa de Acompañamiento que lleva a cabo Cáritas Diocesana. La ruta de oración continuó en silencio hasta la parroquia El Salvador y Santo Domingo de Silos (La Compañía), donde dieron su testimonio Libertad y Javier, dos personas que han estado en situación de calle. La última parada de la ruta de oración fue en la parroquia de San Miguel, donde se conocieron los problemas de inserción laboral que viven muchos cordobeses.

La ruta de oración y sensibilización es una actividad que sirve para reflexionar sobre los sueños de las personas en situación de sin hogar y rezar juntos. Es importante concienciar a la sociedad de la realidad en la que viven las personas sin hogar.

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El sacerdote diocesano Antonio Gil desea Feliz Navidad desde los tres “pesebres” en los que nace Jesús

Al finalizar el Adviento, coloquemos en nuestros labios el mejor pregón navideño: “¡Humanidad, Dios te ama, se hizo hombre por ti, ya no estás sola!”. Este es el regalo que nos ofrece la Navidad: descubrimos con asombro que el Señor es toda la gratuidad posible, toda la ternura posible. La pregunta que surge en Navidad es: “¿Me dejo amar por Dios? ¿Me abandono a su amor que viene a salvarme?”.

El Papa Francisco nos obsequió con la hermosa leyenda del “pastor pobre”. Dice así: “Cuando Jesús nació, los pastores corrían hacia la gruta llevando muchos regalos. Cada uno llevaba lo que tenía: unos, el fruto de su trabajo, otros, algo de valor. Pero mientras todos los pastores se esforzaban con generosidad en llevar lo mejor, había uno que no tenía nada. Era muy pobre, no tenía nada que ofrecer, manteniéndose apartado con vergüenza. En un determinado momento, san José y la Virgen se vieron en dificultad para recibir todos los regalos, muchos, sobre todo María, que debía tener en brazos al Niño. Entonces, viendo a aquel pastor con las manos vacías, le pidió que se acercara. Y le puso a Jesús en sus manos. El pastor, tomándolo, se dio cuenta de que había recibido lo que no se merecía, que tenía entre sus brazos, el regalo más grande de la historia. Se miró las manos, y esas manos que le parecían siempre vacías se habían convertido en la cuna de Dios”.

Desde los tres “pesebres” en los que nace Jesús: el “pesebre” de Belén; el “pesebre” del altar, sobre el blanquísimo lino de los corporales; el “pesebre” de nuestro corazón… ¡Feliz Navidad!

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El obispo de Córdoba presidió la misa jubilar en la parroquia Ntra. Sra. de la Esperanza en el día de su titular este jueves, 18 de diciembre

Monseñor Jesús Fernández presidió la misa jubilar en el día de Ntra. Sra. de la Esperanza en la parroquia Ntra. Sra. de la Esperanza de Córdoba el pasado jueves, 18 de diciembre. En su homilía el Obispo recordó que esta Navidad el Dios eterno quiere entrar en nuestra historia porque la historia de salvación continúan y se hace realidad aquí y ahora en nuestra vida. Dios nos quiere salvar a cada uno de nosotros de las esclavitudes que podamos tener, la principal es el pecado, insistió. El tiempo de jubileo es especialmente indicado para esa conversión. Monseñor Jesús Fernández recomendó mirar hacia dentro porque “Dios no es indiferente a lo que nos pasa, a nuestras esclavitudes y a las grandes injusticias que sufren muchos de nuestros hermanos” por eso viene a salvar al pobre y al afligido.

Continuó su alocución recordando que los cristianos nos sentimos responsables de la tarea de intentar colaborar con el Señor en que se haga presente su reino y que la libertad en el amor sea nuestro modo de conducirnos, indició el prelado, quien preguntó, ¿a quién ayudaremos estos días a sentir el amor de Dios? porque, recordó, eso es lo que espera el Señor de nosotros, que ayudemos a que la gente sea testigo que Dios les ama, esa es nuestra tarea. Hagámoslo con la humildad con que lo hizo José, de modo que transparentemos ese Dios, no nos convirtamos en protagonistas, sino que sea Dios el que nos transforme y a través nuestra llegue a los hermanos, porque “la Navidad es tiempo de caridad y solidaridad con otras personas que se sienten solas y excluidas en medio del mundo”.

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