Pepa Iribarnegaray ha vuelto de India. Allí ha estado visitando quince proyectos de Manos Unidas. Ella es la presidenta en Córdoba y desde allí trae una nueva experiencia que contarnos. Vamos a conocer cuáles son esos proyectos, cuál es la vida de la Iglesia india en contacto con sacerdotes y obispos
¿Quiénes érais las seis personas que han compuesto esta delegación que ha viajado a India?
Hemos sido cuatro delegadas, la de Barcelona, la de La Seu d´Urgell, la de Valencia, la de Córdoba y dos personas de Servicios Centrales.
¿Cómo ha sido la convivencia entre vosotras? Porque eso también cuenta
Yo conocía a una de las de Servicios Centrales y a la delegada de Barcelona de vernos en las asambleas, pero que cada una está a lo suyo. Ella estaba con las catalanas, yo estaba con la gente de Andalucía, pero las conocía de vista. No te puedes imaginar, como si fuéramos íntimas amigas de toda la vida. La unión que hemos tenido al ir todos al proyecto de amor, eso te hace que unas y otras respiremos igual. Hemos dormido en habitaciones de dos en dos, la que me ha tocado a mí era como si fuera mi hermana, con una confianza y una transparencia en todo lo que hablábamos, que ha sido algo increíble. No sé si ocurrirá en los grupos que van siempre, pero la experiencia que he vivido yo ha sido de una fraternidad, de un cariño, de un apoyo, de un ayudar, porque ha sido un viaje un poco difícil, todo era inglés, entonces si una no entendía una cosa, tomaba los apuntes, a otra se los pasaba. Un compañerismo extraordinario.
Un intercambio de experiencias muy importante, cada una en su Diócesis ha puesto en común lo que se hace y cómo se hace. ¿En ese intercambio también surgen ideas nuevas?
Por supuesto, porque cada una teníamos una forma de pensar, una forma de recibir la experiencia que estábamos viviendo, entonces estamos en contacto las seis y el día 21 concretamente tenemos que entregar unas notas de todo lo que hemos vivido, lo vamos a hacer en conjunto porque después tenemos que hablar en la Asamblea General de Manos Unidas que es en noviembre. Entonces, cada una ha visto las cosas de una forma determinada, pero todas siempre desde el amor más profundo. O sea que ha sido algo maravilloso.
Estas expediciones se organizan cada año y de alguna manera vienen a hacer un retrato personal de lo que Manos Unidas hace fuera, ¿no?
Me he dado cuenta, fíjate que yo conozco Manos Unidas y que una hermana mía ha estado casi 30 años viajando a India. Yo tenía mucha información de lo que era India. Ahora actualmente es una sobrina mía desde servicios centrales la que va también a India. Pero todo lo que te cuenten no tiene nada que ver con la realidad. Me he quedado con la boca abierta de lo que es Manos Unidas, el trabajo que hacen, cómo se desarrollan los proyectos, con qué perfección, con qué ayuda, es que es impresionante. Yo que conozco Manos Unidas, es ahora cuando realmente la he conocido. No te puedes hacer una idea la gente cómo nos recibía. Cuando llegaba el grupo de Manos Unidas a una de las regiones donde hemos estado, me recordaba un poco a cuando en las cabalgatas los niños de los reyes magos gritan, aplauden y se ríen. Esa felicidad es poca al lado de lo que hemos recibido nosotros. Cuando íbamos a dar la charla después de haber visto el proyecto, nos hacían unos pasillos de gente aplaudiendo y yo no podía dejar de llorar. Era tal sensación de decir yo que soy una hormiga, que no soy nada, que aporto nada y que reciba este cariño, no yo, sino todo Córdoba, porque yo no iba sola. Yo he ido con Córdoba en mi corazón. Todos los que pertenecemos a Manos Unidas de Córdoba hemos ido allí a visitar los proyectos.
Y yo decía, pero si no hacemos nada, si es un pequeño donativo, algunas personas ayudamos en la delegación, efectivamente, pero no es nada para las ovaciones que recibíamos, los aplausos, como un milagro. Parecía como cuando Jesús pasaba, como si fuéramos algo, la grandeza de Manos Unidas allí y el apoyo que tiene la gente que no tiene absolutamente nada me ha dejado impresionada, tan impresionada de cómo viven de la miseria que tienen, de la falta de cultura, falta de necesidad de hambre, de todo pero con una dignidad y una alegría que es que desbordaban, era algo que se te queda en el corazón para siempre.
¿Mujeres y niños los más vulnerables?
Por supuesto, porque las mujeres siguen siendo nada en la India. Siguen los hombres dominándoles absolutamente, violencia de género, violaciones. Hemos visto un proyecto de niños, “Los niños de las vías del tren”. En India las mujeres están pariendo todos los años. Hay muchísimos niños, pero hay niños que no tienen ni padre ni madre. Nacen y al cabo de un año y medio-dos los abandonan, los dejan en la calle y andan los niños de tres años por la calle solos. Hay una zona en las vías del tren que no sé por qué motivo, pues igual ahí hace un poquito más de calor en épocas de frío, van a vivir los niños. Hay una cantidad de accidentes que mueren aplastados por los trenes impresionantes. Mueren de hambre, violados. Hay gente que va por allí, coge a niños de cuatro años, de cinco, tanto niños o niñas, las violan, los maltratan. Hay un proyecto de Manos Unidas que es acoger a los niños de las vías del tren. Es una maravilla ver a todos los niños sentados en el suelo, igual había 100 niños o ciento y pico, verles recogidos, que les están dando de comer, les están enseñando incluso a los más mayorcitos a hablar en inglés. El proyecto de “Los niños de las vías del tren” es una maravilla, los niños acogidos, felices, viviendo siempre por medio de colegios de monjas, misioneros y todos indios. Yo creía que me iba a encontrar con misioneros ingleses, españoles, americanos, pero no, son indios todos, que trabajan maravillosamente. ¿Cómo les cuidan? ¿Cómo les están enseñando a leer, a escribir? Por supuesto, son todos analfabetos. Hay otro proyecto que es niños recogidos de la calle que ya tienen entre nueve y doce años que se van de sus casas. Igual es una niña que la ha violado el padre, o que tienen más hijos y les echan a la calle porque uno es cojo o tiene algún defecto. En India nacen muchísimos niños con defectos porque las madres tienen tal necesidad de vitaminas, están totalmente desnutridas que los hijos nacen con deficiencias tanto cerebrales como físicas. Todos esos niños van a la calle. En este proyecto acogen niños de 7 a 11 años en un salón gigantesco, todos con sus uniformes como de colegio. Allí las profesoras, los profesores, saben leer, saben escribir. Es como un milagro para ellos poder estar así. Es algo tan maravilloso que te quedas con la boca abierta, sales con el corazón encogido, dando gracias a Dios de tantas personas como son socias de Manos Unidas, pero es que tendríamos que ser todos, porque es tal el resultado que hay, que es algo admirable. Allí se paga también a Manos Unidas, paga a los profesores, a las mujeres que enseñan, que son a su vez indios. El sueldo que ganan es todo siempre por medio de las diócesis, cobrado por Manos Unidas y pagando a la gente que les enseña.
Allí se hace presente la Iglesia. ¿Has podido comprobar cómo es el estado de salud de la Iglesia india?
He comprobado que los indios son muy espirituales, tanto si practican una religión como otra. Dimos un paseo por el Ganges y vi cómo bajaban todos los indios a hacer las abluciones. Me recordaban a San Juan, cuando se metió el Espíritu Santo que bajó, porque era una cantidad de gente, sobre todo hombres, a la orilla del Ganges metiéndose en el agua, echándose agua, rezando. Un domingo estuvimos en misa en una catedral que estaba hasta la bandera, llenísima, durante la misa, que fue maravillosa, la gente con una devoción, con cánticos La comunión, con qué fervor, y después un sacerdote hacía una oración con toda la gente de rodillas recogida. Una cosa increíble.
¿Qué os cuentan los sacerdotes y obispos cuando tomáis contacto con ellos?
Hemos tenido contacto con un obispo y con dos obispos eméritos y nos cuentan que la gente ayuda dentro de lo que puede y que es muy practicante. La Iglesia sigue vigente allí. Hay que ayudarle, porque tienen poca ayuda. Ya quisiera yo que cuando venimos aquí a misa y en los días que vamos a la Catedral se viviera de la forma en que lo viven allí.
¿Qué significa estar al lado de las personas que peor lo pasan?
Con la esperanza que viven y nos la daban a nosotros. La doctora que me vacunó me dijo que ni se me ocurriera tocar, ni acercarte, que usara mascarilla y guantes. Pero yo iba a abrazar. La esperanza que te dan, la esperanza que les damos nosotros de vida, es algo increíble. Gente que es ignorante absolutamente. Las mujeres con unos talleres de trabajo, de ropa, que se les ha enseñado a coser, máquinas de esas antiguas eléctricas de las de mano, hemos mandado muchísimas para allá, todas en los talleres, en el suelo, cortándolas, con ropa que luego venden, otras fabricando dulces que han aprendido. Es algo tan maravilloso lo que están aprendiendo los niños en el colegio, los maridos que acuden con ellas porque muchas veces se dan cuenta de la dignidad de la mujer. Las mujeres al estar juntas saben que tienen los mismos problemas, pero viven como sin tener conexión mucho unas con otras, al centrarse en esos grupos de trabajo se conocen, se ríen, se quieren, saben que tienen los mismos problemas, les hacemos felices. Ha sido una experiencia que se queda en el corazón para toda la vida y que por supuesto, ya todo el que conozca voy a intentar que se haga socio de Manos Unidas. Con 10 euros que des, bueno es, allí significa mucho.
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