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Yo estuve presente en La Pasión

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El sacerdote Miguel Segura LC estuvo presente en el rodaje de la película «La Pasión», de Mel Gibson, que, en sus propias palabras, narra «el corazón de la fe cristiana». Desde sus vivencias, explica que el director le hizo caer en la cuenta de que «la película de La Pasión no es un relato sólo de las últimas horas de vida de Jesús, sino, sobre todo, es una meditación sobre cómo tratas tú a Dios y cómo te trata él».

«Gibson quiso que cada persona que vea esta película se encuentre personalmente con Cristo»

Mel Gibson buscaba ganar el óscar a la mejor película extranjera cuando decidió rodar la Pasión en lenguas originales. Esa decisión condicionó mucho del rodaje y al mismo tiempo me permitió asistir al set de Cinecittà y admirarme de lo que allí pasaba cada día. No era un guión cualquiera. Los eventos narraban desde la Última Cena hasta la Crucifixión y Resurrección, es decir: el corazón de la fe cristiana. Pero al pasear por los escenarios y escuchar de tanto en tanto las intenciones del director, la película fue tomando un significado aún más profundo que iba más allá de lo meramente fílmico, conectando con las actitudes de Jesús y su deseo de redimir a la humanidad.

Pude escuchar de primera mano los comentarios y las indicaciones de Mel Gibson, y asistir lleno de curiosidad a los esfuerzos de su equipo para convertirlos en realidad. Recuerdo con especial cariño el momento en que visionamos lo que se llevaba hecho de la película para ver, a petición de Mel Gibson, si la película se ajustaba a los criterios católicos y poder recomendarla. Fue un momento impactante que vivimos junto a quien me ordenó sacerdote: el Card. Darío Castrillón Hoyos, y que nos llevó a intuir el potencial evangelizador de la película.

De esos diálogos surgen las tres claves fundamentales para ver la película, que tan mala prensa tuvo en España y deformó la opinión pública reduciéndola erróneamente a un simple despliegue de violencia gráfica. No era esta la finalidad de la película, sino otra completamente diferente.

“No sé si fue así… pero sí sé que le he he tratado así”

Mel Gibson quería mostrar la enormidad del sacrificio de Cristo. No le parecía justo reducir nuestra redención a esbeltos crucifijos de plástico blanco como los que vendían en la plaza de san Pedro. Recuerdo que los sopesaba en su mano y decía “No fue así”. Quien haya visto la película recordará la escena del Monte de los Olivos, el lugar donde Jesús, enfrentándose a su inminente crucifixión, se retiró a orar en soledad y fue tentado.

Recuerdo que estaban empujando a un doble casi toda la mañana: puñetazos, risas, golpes, hasta empujarle por el borde de un puentecillo como si hiciera puenting… en la película esta escena dura tan sólo unos segundos. En el rodaje en cambio era toda una mañana. En un momento comenté: “es demasiado…” pues me parecía que no habrían pegado tanto a Jesús en la vida real. Y ese comentario hizo surgir la primera clave para ver la película de la Pasión. Mel Gibson dijo: “No sé si fue así… pero sí sé que yo le he tratado así”. Esta respuesta cambió mi modo de ver la película. Y ojalá cambie el de todo el mundo. La Película de la Pasión no es un relato sólo de las últimas horas de vida de Jesús, sino sobre todo es una meditación sobre cómo tratas tú a Dios y cómo te trata él. Por este motivo Mel Gibson quiso aparecer en la película (aunque la gente no lo sabe) de él es la mano que traza una línea en el suelo cuando salva a la pecadora sorprendida en adulterio. Y también es suya la mano que se alza para dar el primer martillazo al clavo de la mano izquierda: “yo le he tratado así”.

La entrega libre de Cristo

Para Mel era importante mostrar que la entrega de Cristo es libre. Cuando veas la película, fíjate en los momentos en que Jesús se levanta. Sucede algo más. Son escenas que podrían haber eliminado. Pero no. Cristo se alza lentamente con una música estremecedora: en Getsemaní, en la flagelación, en el Via Crucis varias veces y, como énfasis final, justo en el Calvario. Cuando no puede más. Mira a María. Se levanta. Lentamente. Un plano cenital. Una música inefable. No estaba obligado a salvarte. Pero quiso. Quiso libremente. “Nadie me quita la vida, yo la doy por mí mismo” (Jn 10,18), “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13). Gibson encontró una forma de evidenciar esto gráficamente en lenguaje cinematográfico. La próxima vez que veas La Pasión, observa las veces que Cristo se levanta. Es pensado, es querido, es buscado, para transmitir una idea: Cristo te salva libremente, porque quiere, sin obligación por su parte ¿Qué hace surgir esto en tu alma?

“Encuentro con Cristo”

Pero Gibson quiso algo más. Lo dijo explícitamente. “Quiero que cada persona que vea esta película se encuentre personalmente con Cristo”. Estuvo pensando cómo hacerlo… y encontró un modo genial. Fue idea suya. Pensó en el intercambio de miradas. Cada vez que aparece un personaje, intercambia las miradas con Jesús. No importa si es Judas, el traidor; Pedro, el cobarde; María, su madre fiel; Pilato, Barrabás o un don Nadie, como el que está tallando la cruz cuando están a punto de juzgarle en el sanedrín. Tras este intercambio intenso, que os invito a ver especialmente en el Cireneo, hay una intención del director: que tú también te encuentres con Cristo. Que sepas que su caminar por la vida dolorosa es por ti y por lo más importante de tu existencia: tu salvación.

No sé si has visto la película. Si la ves, hazlo teniendo estas tres claves presentes. Cambiará tu Semana Santa y, probablemente, tu relación personal con Cristo. No puedes hacer nada para que te ame menos. Nadie soporta eso y sigue amando y perdonando. Cristo sí. Y quiere regalarte ese corazón. De eso va la Iglesia.
 

Miguel Segura, LC

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Palabra de Dios: evangelio y lecturas del Jueves Santo

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Lee la Palabra de Dios que la liturgia nos ofrece en este día.

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:
«Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de los hijos de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino más próximo a su casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.

Será un animal sin defecto, macho, de un año; lo escogeréis entre los corderos o los cabritos.

Lo guardaréis hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de los hijos de Israel lo matará al atardecer”. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo comáis. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar y hierbas amargas.

Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el Paso del Señor.

Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor.

La sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora, cuando yo hiera a la tierra de Egipto.

Este será un día memorable para vosotros; en él celebraréis fiesta en honor del Señor. De generación en generación, como ley perpetua lo festejaréis».

Salmo

Salmo 115, 12-13. 15-16. 17-18 R/. El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. R/.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas. R/.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26

Hermanos:

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».

Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
«Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».

Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

Llegó a Simón Pedro, y este le dice:
«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».

Jesús le replicó:
«Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».

Pedro le dice:
«No me lavarás los pies jamás».

Jesús le contestó:
«Si no te lavo, no tienes parte conmigo».

Simón Pedro le dice:
«Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza».

Jesús le dice:
«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».

Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

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Homilía en la Misa Crismal

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Mi querida Comunidad.

Gracias queridos sacerdotes por manteneros en la misión.  Gracias por construir y alentar a las comunidades que forman la iglesia. Gracias a los que habéis dedicado toda vuestra vida al servicio del Reino. Gracias a los que de una manera u otra habéis sido Buen Pastor en medio de este Pueblo Santo que camina en la diócesis de Almería. Mi reconocimiento y mi gratitud por acompañarme también en esta tarea.

Aún resuenan las palabras de la primera lectura.

“El Señor me ha enviado… (lo sabéis de memoria, pero dejadme que me fije en el resumen final del texto) para dar a los afligidos una diadema en lugar de cenizas, perfume de fiesta en lugar de duelo, un vestido de alabanza en lugar de un espíritu de abatido, vosotros os llamaréis ‘sacerdotes del Señor’, dirán de vosotros ‘ministros de nuestro Dios’.” Is 61, 3. 6a

Esta será la vocación y la misión de Jesús en la sinagoga de Nazaret, allí donde se había criado. Resumió proclamando esta lectura que acabamos de escuchar todo su plan salvador. Y también es nuestra misión. ¿Cómo podemos ser portadores de la Nueva Noticia, es decir evangelizadores? Es un buen programa el del texto de Isaías. En lugar de cenizas una diadema, en lugar de lamentos, perfume de fiesta, en lugar de abatimiento un vestido de alabanza. Diademas, perfumes, ropajes nuevos… pensémoslo bien.

El decreto del Vaticano II sobre el sacerdocio ministerial (Presbyterorum ordinis) nos habla de la ‘caridad pastoral’, aunque la expresión apareció por primera vez en el Concilio, hablando de la santidad a la que estamos llamados los obispos, que por medio de todo tipo de preocupación episcopal y de servicio, podamos cumplir perfectamente el cargo de la caridad pastoral. (LG 5,41b). Esta expresión ‘caridad pastoral’ no vuelve a aparecer hasta el capítulo 14 de la PO, en el año 1965, a petición de 14 padres sinodales franceses, como principio unificador de la vida del sacerdote. Es bien interesante este número 14 que se puede dividir en tres partes:

Primero, nos presenta la fracturación del mundo moderno y por tanto también de nosotros que estamos envueltos y distraídos en muchísimas obligaciones del ministerio, además viviéndolo con ansiedad. Ante tanto trajín de actividades externa ansiamos unificar nuestra vida interior. Esa unidad de vida no la vamos a lograr ordenando exteriormente todas las actividades, ni siquiera lo lograremos con la práctica de los ejercicios de piedad, aunque algo nos ayude. Sin embargo, podríamos construir esa unidad si siguiéramos más de cerca el ejemplo de Cristo, cuya comida era hacer la voluntad de Aquel que lo envió. Así siendo Buen Pastor en el día a día, encontraremos en el ejercicio de la caridad pastoral esa unión tan necesaria de vida y acción y hallaremos el vínculo de la perfección sacerdotal.

Después, el texto nos muestra unas claves unificadoras. Nos pide que nos esforcemos en vivir la Eucaristía, reproduciendo el sacrificio de Cristo en el altar, en la entrega diaria a los demás. Sacrificando nuestra vida por los demás. Pero esto no lo vamos a lograr si no penetramos, por medio de la oración en el misterio de Cristo entregado. No hay entrega si nos encerramos en nosotros mismos.

 

Finalmente, nos propone un modo de actuar. La fidelidad a Cristo no puede separarse de la fidelidad a la Iglesia. Así, pues, la caridad pastoral nos pide que, para no correr en vano, trabajemos siempre los presbíteros en ‘unión de comunión’ con el Obispo y con los otros hermanos sacerdotes. Actuando de esta manera, es como los presbíteros hallaremos la unidad de nuestra vida en la unidad misma de la misión de la Iglesia, y así estaremos unidos al Señor.

Hermanos, sabéis que esta celebración debía ser la mañana del Jueves Santo, pero los motivos pastorales hacen que la celebremos el Martes Santo. Cada vez que celebramos la Eucaristía, resuena el eco de todos los lazos tejidos con la vida de nuestra comunidad. Cuando celebramos la Santa Misa, nunca estamos solos, aunque seamos muy pocos, porque llevamos el polvo de los pies de todo el mundo.

Pensad que cada vez que comienza esta Sagrada Cena, la mirada de Cristo planea compasiva ante todos los que están como ovejas sin pastor, y fijará su mirada sin duda en la oveja perdida o en el hijo que huyó del calor del hogar del Padre, o en aquel que no puede levantarse de la vera del camino, por donde transitamos todos… por eso los que venimos a participar diariamente del Cuerpo y la Sangre del Señor, no podemos ser iguales que los que nunca celebran la Misa, tenemos que ser más misericordiosos, más compasivos, más entregados, más justos…

Por eso nosotros los sacerdotes, que consagramos y partimos el Cuerpo de Cristo para alimentar al Pueblo Santo de Dios, debemos de volcar nuestra vida en la Comunidad que nos ha sido entregada y que obedientemente nos ha acogido, y también en la Fraternidad entre nosotros. Reunirnos, rezar juntos, buscar espacios de encuentro y de diálogo, formarnos, buscar nuevos caminos de evangelización y acercamiento a los que no están en nuestras comunidades y descansar juntos, no es una estrategia pastoral, es una realidad espiritual que dimana del mismo corazón de Cristo, de la misma Eucaristía. Eligió a los apóstoles para que estuvieran con él. No vale que cada uno esté por su parte y por su cuenta. Si es así haremos un flaco favor a la evangelización de nuestros pueblos.

Cada vez que consagramos el pan y el vino, cada vez que comemos su Cuerpo y bebemos su Sangre proclamamos: ¡Este es el misterio de nuestra fe! ¡Cuántas veces lo hemos repetido sin quizás darnos cuenta de lo que decimos y de lo que esto conlleva en nuestra vida!

Finalmente, sabemos que en la Iglesia –y también en nuestra Diócesis­-  tenemos muchos y nuevos desafíos, porque vivimos nuevos tiempos y necesitamos nuevas respuestas. Pero muchas veces somos fatalistas: “Ya no se puede hacer nada, tenemos que aceptar la situación a la que hemos llegado, la vida es así…” Muchas veces pienso que si hubieran tenido los mismos sentimientos los primeros misioneros: Pedro, Pablo, Santiago, Juan…  habrían vuelto a sus tareas y lo hubieran dejado todo. Y ellos lo tuvieron mucho más difícil que todos nosotros. Cuando pienso que pintaba un pobre pescador de una tierra remota, llamada Galilea, en la capital del mundo, Roma, predicando a un Jesús de Nazaret, que había resucitado… Lo tuvieron mucha más difícil. Sin duda.

Mirad, si no creemos realmente en el poder de la Palabra de Dios y en sus promesas estamos al borde del pozo del ateísmo, y sobre todo perdiendo el tiempo y perdiendo la vida. Pero el Señor, igual que a ellos, nos pide que volvamos a pescar de nuevo. Y nos volveremos a quejar, quizás con mayor despecho: “No hay posibilidades, hemos gastado ya la vida, no vamos a coger nada, no tenemos repuesto, no hay nada que hacer”. Punto. Y el Señor insistirá: “Echad la red al otro lado”. Quizás es esa la cuestión, que debemos cambiar de lado y dejar tantas inercias que arrastramos del polvo de la historia.

No dejemos ni un día de meditar la Palabra de Señor y así podremos ser de verdad apóstoles y testigos en medio del mundo, ¡no con miedo al mundo! No se trata de hablar mucho, sino de irradiar a Cristo, que es el que nos envía, no se nos olvide. Cristo que nos reconcilió con el Padre, entregando su vida, nos ha hecho ministros de la reconciliación, no sólo por las horas que podamos escuchar confesiones y perdonando, sino también porque que allí donde hay una disputa familiar, un enfrentamiento entre padres e hijos, o entre vecinos, o entre clases sociales, o entre seguidores de tal o cual partido político, e incluso entre pueblos, allí, debemos de poner paz y concordia entre los enfrentados.

A raíz de lo que os he comentado, quiero terminar con unas palabras de Benedicto XVI a los sacerdotes:

Cristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida, ha de ser el tema de nuestro pensar, el argumento de nuestro hablar, el motivo de nuestro vivir. No antepongáis nada al amor de Cristo. Dios es la única riqueza que los hombres desean encontrar en nosotros los sacerdotes.

Que así sea para todos nosotros. ¡Ánimo y adelante!

+ Antonio, vuestro obispo

Viacrucis de los más pequeños de Cúllar

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Viacrucis de los más pequeños de Cúllar

La parroquia de Cúllar ha vivido, un miércoles Santo más, su Viacrucis infantil al que le ha seguido una espléndida procesión por las calles del pueblo. Ha sido en la tarde del miércoles 27 de marzo, con gran participación de los más pequeños y de sus padres.

 

El Viacrucis se ha rezado en el interior de la iglesia, donde los niños han representado cada uno de los relatos de las estaciones. Se han sentido, así, doblemente partícipes, en el rezo y en la interpretación.

Después, todos han salido en procesión por las calles del pueblo, con imágenes y andas pequeñas, que han portado sobre sus hombros.

Sin duda, este Viacrucis Infantil se ha convertido ya en una tradición en Cúllar, una tradición que supone el anuncio del Triduo pascual que se inicia el Jueves Santo y que culmina en la Resurrección del Señor.

Antonio Gómez

Delegado diocesano de MCS. Guadix

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Visita del presidente de la Diputación de Granada a la Hermandad de las Lágrimas

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Visita del presidente de la Diputación de Granada a la Hermandad de las Lágrimas

Sera este Jueves Santo y le será impuesta la medalla de nuevo hermano de las Lágrimas

 

Coincidiendo con uno de los días más importantes del año para la Hermandad de las Lágrimas, de Guadix, este Jueves Santo recibirá la visita del presidente de la Diputación de Granada, Francis Rodríguez.

El máximo responsable de esta institución provincial estará presente en la presentación y bendición del banderín de la Banda Sinfónica de María Santísima de las Lágrimas, que se estrenará durante la Estación de Penitencia de nuestra corporación. Además, Rodríguez será nombrado hermano de las Lágrimas, le será impuesta la medalla de la Hermandad y será el encargado de colocar la medalla de la corporación en el propio banderín, en un acto que comenzará a las 11:30 horas, en la iglesia de Santa María de las Lágrimas.

Francis Rodríguez, a su vez, como nuevo hermano de las Lágrimas, se sumará al proyecto “Lágrimas de Vida” con el que nuestra Hermandad fomenta la donación de órganos y tejidos y solicitará su tarjeta de donante. Queremos concienciar a la población de las miles de vidas que se salvan cada año en el mundo gracias a los donantes. Por eso, constantemente recuerdan el enlace para poder obtener la tarjeta de donante de órganos y tejidos: https://www.sspa.juntadeandalucia.es/servicioandaluzdesalud/ciudadania/donacion-y-trasplante-de-organos-y-tejidos/trasplantes-preguntas-frecuentes/como-hacerse-donante-de-organos-y-tejidos/tarjeta-donantes-de-organos

La Hermandad de las Lágrimas agradece al presidente de la Diputación de Granada su deseo de formar parte de la misma, al tiempo que encomiendan a sus sagrados titulares, Nuestro Padre Jesús del Soberano Poder (Ecce-Homo) y María Santísima de las Lágrimas, que le acompañen e iluminen a lo largo de su legislatura como máximo responsable de esta institución provincial. También reiteran su agradecimiento a la propia Diputación, que cada año apoya y refuerza a las hermandades y cofradías de la provincia de Granada.

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Misa Crismal, el día de la sacramentalidad

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Celebrada el Miércoles Santo en la S.A.I Catedral, presidida por el arzobispo Mons. Gil Tamayo, y concelebrada por el arzobispo emérito D. Javier Martínez y el clero diocesano, que ha renovado sus promesas sacerdotales.

En la Misa crismal celebrada esta mañana.

Este Miércoles Santo la Catedral de Granada ha acogido la renovación de las promesas sacerdotales del clero diocesano y se han bendecido los Santos Óleos y consagrado el Santo Crisma. Estos óleos se utilizarán a lo largo del año en los Sacramentos del Bautismo, Confirmación y Unción de enfermos; y con el Santo Crisma, el Orden Sacerdotal y Ordenación Episcopal. Asimismo, se utilizan para la dedicación de nuevas iglesias, la consagración de los nuevos altares y la consagración de campanas.

Numeroso clero diocesano ha participado en esta Misa crismal, que es única, porque sólo se celebra una vez al año, presidida por el arzobispo y en el templo catedralicio. Ha tenido lugar en la víspera del Jueves Santo, día sacerdotal y eucarístico por excelencia, cuando Jesús anunció a los discípulos en la Última Cena la entrega de Su cuerpo y sangre, para el perdón de los pecados y salvación de los hombres y el mundo. 

 

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“TENER LOS MISMOS SENTIMIENTOS DE CRISTO”

En sus palabras durante la Eucaristía, Mons. José María Gil Tamayo habló de esta celebración como del “día de la sacramentalidad en la Iglesia y de Cristo, que es el Sacramento de Dios”, al mismo tiempo que recordó las palabras de San Pablo dirigidas a los filipenses, invitándoles a “tener los mismos sentimientos de Cristo”. “Hemos recibido una vocación, cada uno con su historia personal, hemos sido consagrados con el santo crisma y hemos recibido una misión. Tres palabras: vocación, consagración y misión”, señaló.

También habló de la figura de Pedro: “Este ministerio nos sobrepasa y, como Pedro, en medio de la tempestad, también tememos. Cristo nos extiende la mano, nos toma sobre Sí. Porque somos manos ungidas, dispensadores de los ministerios de Dios”, señaló D. José María en referencia al Orden Sacerdotal y la administración de los Sacramentos que pasan por las manos ungidas y consagradas de los sacerdotes. Y recordó la fidelidad y amor de Pedro a Dios, afirmando “Señor, Tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero”.

El arzobispo de Granada hizo una llamada a vivir la santidad, en la que “nos santifica la acción de Dios”. “Vivir conforme a lo que somos y tengamos los sentimientos de Cristo”, subrayó D. José María.

Mons. Gil Tamayo animó a vivir con celo apostólico y a “recobrar el verdadero espíritu de oración”. Asimismo, agradeció a los sacerdotes “vuestra fraternidad, cercanía y servicio al Pueblo de Dios”.

Y al clero, así como a todo el Pueblo de Dios, invitó a orar por las vocaciones sacerdotales, por los sacerdotes mayores, los enfermos, los dependientes y por los que nos han dejado. También pidió oraciones por Nicaragua, cuya Iglesia se encuentra perseguida, también sus pastores, y anunció la llegada de dos presbíteros nicaragüenses en nuestra Diócesis que han tenido que salir de su país.

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La Caridad desnuda

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Vestido de caridad murió el Señor. O sea, desnudo de todo lo que no es amor y desprendido de todo lo que no fuesen clavos martilleados por las manos belicosas de soldados del Imperio. Desnudo de pretensiones y de grandezas de ser servido, y vestido solo con un amor extremado, o hasta el extremo de donde humanamente puede amarnos Dios. Esta certeza es el corazón de la Semana Santa: contemplar como el amor es desnudado por la herida libertad humana y vestido por la gloria de la resurrección. La caridad, que en Cristo se transforma en la solidaridad trascendente.

En los callejones muchas veces empedrados, por donde mismo transitan los pasos de la Semana Santa, existe rincones de luz entre las sombras. Allí, en el corazón de cualquier ciudad, se erige un refugio de esperanza, tejido con hilos de compasión y anclado en la roca del amor incondicional. El rincón de tantas Cáritas parroquiales, lugares de acogida y atención. Cada uno es un hogar para aquellos que han caído en las grietas de la sociedad, donde las manos extendidas son recibidas con sonrisas cálidas y corazones abiertos. Es un santuario de humildad y servicio, donde el dolor se convierte en fortaleza y la desesperación en renovada fe.

Gracia divina

En cada acto de bondad y en cada gesto de solidaridad, late el amor crucificado de Jesús. Cada ayuda compartida, cada abrazo reconfortante, cada palabra de aliento, son testigos silenciosos de la gracia divina que fluye a través de corazones generosos. En las calles, entre los desposeídos y los olvidados, Cáritas se convierte en un faro de luz en la oscuridad, recordándonos el mandato supremo del amor al prójimo. Es una melodía de compasión en un mundo ahogado de egoísmos; es una poesía de redención en medio del caos y la desesperanza.

Así, en el sufrimiento compartido y en la lucha por la justicia, la acción de Cáritas se eleva como un himno al amor divino, recordándonos que, en los momentos más oscuros, la luz del amor siempre prevalecerá.

Vestido de caridad murió el Señor.

Un nuevo amanecer

Pero la Caridad se revistó de alegría al tercer día. En la mirada de aquellos que han sido tocados por la caridad, se refleja la promesa de un nuevo amanecer, donde la muerte cede paso a la vida y el dolor se transforma en alegría. Es el milagro de la resurrección hecho realidad en los corazones que han sido tocados por el amor divino. Así, las acciones de Cáritas se convierten en un testamento viviente de la Resurrección, recordándonos que, incluso en los momentos más oscuros, el amor siempre prevalecerá y la esperanza nunca morirá.

Perdonen que envuelva en melodía estas palabras que quisiera fueran leídas al ritmo sonoro de un himno eucarístico. Como si en el Jueves Santo brillara la muerte inmediata y la resurrección definitiva entre las manos que entregan el Pan. Allí su presencia, sin envoltorio alguno, se sirve desnuda en nuestra mesa de la Caridad.

Vestido de caridad resucitó el Señor.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas Diocesana de Tenerife

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Presencia Cristiana prepara sus conferencias de primavera

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Tendrán lugar el 4 y el 8 de abril en el Círculo de la Amistad con la intervención de Mons. Mario Iceta y José Carlos González

La Asociación Presencia Cristiana celebrará este año las décimo cuartas conferencias de primavera. El Sentido de la vida es el tema de reflexión propuesto para los días 4 y 8 de abril por esta asociación que promueve cada año un interesante ciclo. En esa ocasión el arzobispo de Burgos, monseñor Mario Iceta, estará en el Círculo de la Amistad con la conferencia “El Humanismo cristianismo ante el cambio de época” el jueves, 4 de abril, a las 20:00 horas. Para el 8 de abril, a las 20:00 horas, está prevista la participación de José Carlos González Hurtado, empresario y Presidente de EWTN España con la conferencia “¿Dios existe? La ciencia demuestra que sí” también en el Círculo de la Amistad.

Isabel Pinaglia Alcaide, presidenta de la Asociación Presencia Cristiana, ha explicado que el objetivo de las conferencias de este año es dar respuesta a los interrogantes que se hace el hombre sobre “el sentido de su existencia”, porque dependiendo de las respuestas “nuestra vida será distinta en las cosas que hacemos y en el modo de hacerlas”. La presidenta ha destacado que las conferencias suscitarán gran interés tanto por la “categoría de los ponentes” como por los temas a tratar.

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Liturgia del Triduo Pascual 2024 (Ciclo B)

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Liturgia del Triduo Pascual 2024 (Ciclo B)

Jueves Santo. Misa vespertina de la Cena del Señor

Primera lectura

Éx 12, 1-8. 11-14
Prescripciones sobre la cena pascual
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:
«Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de los hijos de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino más próximo a su casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.
Será un animal sin defecto, macho, de un año; lo escogeréis entre los corderos o los cabritos.
Lo guardaréis hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de los hijos de Israel lo matará al atardecer”. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo comáis. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar y hierbas amargas.
Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el Paso del Señor.
Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor.
La sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora, cuando yo hiera a la tierra de Egipto.
Este será un día memorable para vosotros; en él celebraréis fiesta en honor del Señor. De generación en generación, como ley perpetua lo festejaréis».

Salmo responsorial

Sal 115, 12-13. 15-16. 17-18 (R/.: cf. 1 Cor 10, 16)
R/.   El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo.
  • ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.   R/.
  • Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas.   R/.
  • Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando el nombre del Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.   R/.

Segunda lectura

 Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26

Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor 

Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

EVANGELIO

Los amó hasta el extremo

Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y este le dice: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».
Jesús le replicó: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».
Pedro le dice: «No me lavarás los pies jamás».
Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
Simón Pedro le dice: «Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza».
Jesús le dice: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis
Viernes Santo, celebración de la Pasión del Señor

Primera lectura 

Él fue traspasado por nuestras rebeliones
Lectura del libro de Isaías 52, 13—53, 12
Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y comprender algo inaudito.
¿Quién creyó nuestro anuncio?;  ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultaban los rostros, despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba  y no abría la boca: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién se preocupará de su estirpe? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.
Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

Salmo responsorial

Sal 30, 2 y 6. 12-13. 15-16. 17 y 25 (R/.: Lc 23, 46)
R/.   Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
  • A ti , Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo.  A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás.
  • Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos, el espanto de mis conocidos: me ven por la calle, y escapan de mí. Me han olvidado como a un muerto, me han desechado como a un cacharro inútil.
  • Pero yo confío en ti, Señor; te digo: «Tú eres mi Dios». En tu mano están mis azares: líbrame de los enemigos que me persiguen.
    Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor.

Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9

Aprendió a obedecer; y se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación Hermanos: Ya que tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios, mantengamos firme la confesión de fe.
No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado. Por eso, comparezcamos confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno.
Cristo, en efecto, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna.

EVANGELIO

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 18, 1-19, 42.
 ¿A quién buscáis? A Jesús, el Nazareno
Cronista:
En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:
+ «¿A quién buscáis?».
C. Le contestaron:
S. «A Jesús, el Nazareno».
C. Les dijo Jesús:
+ «Yo soy».
C. Estaba también con ellos Judas, el que lo iba a entregar. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
+ «¿A quién buscáis?».
C. Ellos dijeron:
S. «A Jesús, el Nazareno».
C. Jesús contestó:
+ «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a estos».
C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste».
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
+ «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?».
Llevaron a Jesús primero ante AnásC. La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo».
Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro:
S. «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?».
C. Él dijo:
S. «No lo soy».
C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
Jesús le contestó:
+ «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho».
C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
S. «¿Así contestas al sumo sacerdote?».
C. Jesús respondió:
+ «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?».
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.
¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soyC. Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron:
S. «¿No eres tú también de sus discípulos?».
C. Él lo negó, diciendo:
S. «No lo soy».
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
S. «¿No te he visto yo en el huerto con él?».
C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.
¡Salve, rey de los judíos!
Mi reino no es de este mundoC. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:
S. «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?».
C. Le contestaron:
S. «Si este no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos».
C. Pilato les dijo:
S. «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley».
C. Los judíos le dijeron:
S. «No estamos autorizados para dar muerte a nadie».
C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.
Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?».
C. Jesús le contestó:
+ «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».
C. Pilato replicó:
S. «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».
C. Jesús le contestó:
+ «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
C. Pilato le dijo:
S. «Entonces, ¿tú eres rey?».
C. Jesús le contestó:
+ «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».
C. Pilato le dijo:
S. «Y, ¿qué es la verdad?».
C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:
S. «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».
C. Volvieron a gritar:
S. «A ese no, a Barrabás».
C. El tal Barrabás era un bandido.C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:
S. «Salve, rey de los judíos!».
C. Y le daban bofetadas.
Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. «Mirad, os lo saco afuera para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa».
C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:
S. «He aquí al hombre».
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:
S. «Crucifícalo, crucifícalo!».
C. Pilato les dijo:
S. «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él».
C. Los judíos le contestaron:
S. «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios».
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más. Entró otra vez en el pretorio y dijo a Jesús:
S. «¿De dónde eres tú?».
C. Pero Jesús no le dio respuesta.
Y Pilato le dijo:
S. «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?».
C. Jesús le contestó:
+ «No tendrías ninguna autoridad sobre mí si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor».
¡Fuera, fuera; crucifícalo!C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. «Si sueltas a ese, no eres amigo del César. Todo el que se hace rey está contra el César».
C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo “Gábbata”). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía.
Y dijo Pilato a los judíos:
S. «He aquí a vuestro rey».
C. Ellos gritaron:
S. «¡Fuera, fuera; crucifícalo!».
C. Pilato les dijo:
S. «¿A vuestro rey voy a crucificar?».
C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. «No tenemos más rey que al César».
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.
Lo crucificaron; y con él a otros dosC. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice “Gólgota”), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos».
Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego.
Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:
S. «No escribas “El rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: soy el rey de los judíos”».
C. Pilato les contestó:
S. «Lo escrito, escrito está».
Se repartieron mis ropasC. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:
S. «No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca».
C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados.
Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madreC. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
+ «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
C. Luego, dijo al discípulo:
+ «Ahí tienes a tu madre».
C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Está cumplidoC. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo:
+ «Tengo sed».
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
+ «Está cumplido».
C. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.Al punto salió sangre y aguaC. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura:
«No le quebrarán un hueso»;
y en otro lugar la Escritura dice:
«Mirarán al que traspasaron».
Envolvieron el cuerpo de Jesús en los lienzos con los aromasC. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe.Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
Vigilia Pascual

Misa de la Vigilia Pascual

Gn 1,1-2,2: Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos in­forme; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: -«Que exista la luz.» Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla; llamó Dios a la luz «Día»; a la tiniebla, «Noche». Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.

Y dijo Dios: -«Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas. » E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda.

Y así fue. Y llamó Dios a la bóveda «Cielo». Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo. Y dijo Dios: -«Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes.» Y así fue.  Y llamó Dios a los continentes «Tierra», y a la masa de las aguas la llamó «Mar». Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: -«Verdee la tierra hierba verde que engendre semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra. »Y así fue. La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero. Y dijo Dios: -«Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan de lumbreras en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra. » Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche, y las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de la tiniebla. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto. Y dijo Dios: -«Pululen las aguas un pulular de vivientes, y pájaros vuelen sobre la tierra frente a la bóveda del cielo.» Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que el agua hizo pulular según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo, diciendo: -«Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra.» Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto. Y dijo Dios: -«Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies.» Y así fue. E hizo Dios las fieras según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: -«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.» Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hom­bre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: -«Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.» Y dijo Dios: -«Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla so­bre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran se­milla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respi­ra, la hierba verde les servirá de alimento. » Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto. Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos. Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había he­cho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho.

Salmo Responsorial

103,1-2a.5-6.10.12.13-14.24.35c: Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

  • Bendice, alma mía, al Señor; ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Asentaste la tierra sobre sus cimientos, y no vacilará jamás; la cubriste con el manto del océano, y las aguas se posaron sobre las montañas.
  • De los manantiales sacas los ríos, para que fluyan entre los montes; junto a ellos habitan las aves del cielo, y entre las frondas se oye su canto. Desde tu morada riegas los montes, y la tierra se sacia de tu acción fecunda; haces brotar hierba para los ganados, y forraje para los que sirven al hombre.
  • Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas. ¡Bendice, alma mía, al Señor!

Segunda Lectura

Gn 22,1-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: -«¡Abrahán! »

Él respondió: -«Aquí me tienes.»

Dios le dijo: -«Toma a tu hijo único, al que quieres,  Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré. »

Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios.

El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: -«Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros.»

Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.

Isaac dijo a Abrahán, su padre: -«Padre.»

El respondió: -«Aquí estoy, hijo mío.»

El muchacho dijo: -«Tenernos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?»

Abrahán contestó: -«Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.»

Y siguieron caminando juntos.

Cuando llegaron al sitio que le habla dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: -«¡Abrahán, Abrahán!»

Él contestó: -«Aquí me tienes.»

El ángel le ordenó: -«No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.»

Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.

Abrahán llamó aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy «El monte del Señor ve».

El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: -«Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.»

Salmo Responsorial

Sal 15,5.8.9-10.11: Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.

Tercera Lectura

Ex 14,15-15,1: Los israelitas en medio del mar a pie enjuto.

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés:

-« ¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pon­gan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enju­to. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejér­cito, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de sus guerreros.»

Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de de­lante se desplazó de allí y se colocó detrás, poniéndose entre el cam­pamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa, y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos pudie­ran trabar contacto. Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Se­ñor hizo soplar -durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en me­dio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, en­trando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos del Faraón y los carros con sus guerreros.

Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egip­cio, desde la columna de fuego y nube, y sembró el pánico en el cam­pamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo avanzar pesadamente.

Y dijo Egipto: -«Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto. »

Dijo el Señor a Moisés: -«Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.»

Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre. Los egipcios, huyendo, iban a su encuen­tro, y el Señor derribó a los egipcios en medio del mar.

Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó.

Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.

Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.

Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este canto al Señor:

Lectura sálmica

Ex 15,1-2.3-4.5-6.17-18: Cantaré al Señor, sublime es su victoria.

  • Cantaré al Señor, sublime es su victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Él es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
  • El Señor es un guerrero, su nombre es «El Señor». Los carros del Faraón los lanzó al mar, ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.
  • Las olas los cubrieron, bajaron hasta el fondo como piedras. Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible, tu diestra, Señor, tritura al enemigo.
  • Los introduces y los plantas en el monte de tu heredad, lugar del que hiciste tu trono, Señor; santuario, Señor, que fundaron tus manos. El Señor reina por siempre jamás.

Cuarta Lectura 

Is 54,5-14: Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor.

El que te hizo te tomará por esposa; su nombre es Señor de los ejércitos. Tu redentor es el Santo de Israel, se llama Dios de toda la tierra. Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor; como a esposa de juventud, repudiada -dice tu Dios-. Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te reuniré.

En un arrebato de ira te escondí un instante mi rostro, pero con misericordia eterna te quiero -dice el Señor, tu redentor-. Me sucede como en tiempo de Noé: juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; así juro no airarme contra ti ni amenazarte.

Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas, no se retirará de ti mi misericordia, ni mi alianza de paz vacilará -dice el Señor, que te quiere-. ¡Oh afligida, zarandeada, desconsolada! Mira, yo mismo coloco tus piedras sobre azabaches, tus cimientos sobre zafiros; te pondré almenas de rubí, y puertas de esmeralda, y muralla de piedras preciosas. Tus hijos serán discípulos del Señor, tendrán gran paz tus hijos. Tendrás firme asiento en la justicia. Estarás lejos de la opresión, y no tendrás que temer; y lejos del terror, que no se te acercará.

Salmo responsorial

Sal 29,2.4.5-6.11.12a.13b: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

  • Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, y me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
  • Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo.
  • Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Quinta lectura

Is 55,1-11: Venid a mí, y viviréis; sellaré con vosotros alianza perpetua.

Así dice el Señor: «Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta, y el salario en lo que no da hartura?

Escuchadme atentos, y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David: a él lo hice mi testigo para los pueblos, caudillo y soberano de naciones; tú llamarás a un pueblo desconocido, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti; por el Señor, tu Dios, por el Santo de Israel, que te honra. Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras esté cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos -oráculo del Señor-. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes.

Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.»

Lectura sálmica

Is 12,2-3.4bcd.5-6: Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.

  • Él es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré; porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
  • Dad gracias al Señor, invocad su nombre; contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso. Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el santo de Israel.»

Sexta lectura

Ba 3,9-15.32-4,4: Caminad a la claridad del resplador del Señor.

Escucha, Israel, mandatos de vida; presta oídos para aprender prudencia. ¿A qué se debe, Israel, que estés aún en país enemigo, que envejezcas en tierra extranjera, que estés contaminado entre los muertos, y te cuenten con los habitantes del abismo? Es que abandonaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido el camino de Dios, habitarías en paz para siempre. Aprende dónde se encuentra la prudencia, el valor y la inteligencia; así aprenderás dónde se encuentra la vida larga, la luz de los ojos y la paz. ¿Quién encontró su puesto o entró en sus almacenes?

El que todo lo sabe la conoce, la examina y la penetra. El que creó la tierra para siempre y la llenó de animales cuadrúpedos; el que manda a la luz, y ella va, la llama, y le obedece temblando; a los astros que velan gozosos en sus puestos de guardia, los llama, y responden: «Presentes», y brillan gozosos para su Creador. Él es nuestro Dios, y no hay otro frente a él; investigó el camino de la inteligencia  y se lo enseñó a su hijo, Jacob, a su amado, Israel.

Después apareció en el mundo y vivió entre los hombres. Es el libro de los mandatos de Dios, la ley de validez eterna: los que la guarden vivirán; los que la abandonen morirán. Vuélvete, Jacob, a recibirla, camina a la claridad de su resplandor; no entregues a otros tu gloria, ni tu dignidad a un pueblo extranjero. ¡Dichosos nosotros, Israel, que conocemos lo que agrada al Señor!

Salmo responsorial

Sal 18,8.9.10.11: Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

  • La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante.
  • Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.
  • La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
  • Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila.

Séptima lectura

Ez 36,16-28: Derramaré sobre vosotros un agua pura, y os daré un corazón nuevo.

Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, cuando la casa de Israel habitaba en su tierra, la profanó con su conducta, con sus acciones; como sangre inmunda fue su proceder ante mí.

Entonces derramé mi cólera sobre ellos, por la sangre que habían derramado en el país, por haberlo profanado con sus idolatrías. Los esparcí entre las naciones, anduvieron dispersos por los países; según su proceder, según sus acciones los sentencié. Cuando llegaron a las naciones donde se fueron, profanaron mi santo nombre; decían de ellos: “Éstos son el pueblo del Señor, de su tierra han salido. Sentí lástima de mi santo nombre, profanado por la casa de Israel en las naciones a las que se fue.

Por eso, di a la casa de Israel: Esto dice el Señor: “No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre, profanado por vosotros, en las naciones a las que habéis ido. Mostraré la santidad de mi nombre grande, profanado entre los gentiles, que vosotros habéis profanado en medio de ellos; y conocerán los gentiles que yo soy el Señor -Oráculo del Señor-, cuando les haga ver mi santidad al castigaros. Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.”»

Salmo responsorial

Sal 41,3.5bcd;42,3.4: Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.

Tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

Cómo marchaba a la cabeza del grupo, hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta.

Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío.

Rm 6,3-11: Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más.

Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte.

Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.

Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya.

Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y no­sotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha que­dado absuelto del pecado.

Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también vivi­remos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios.

Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.

Sal 117,1-2.l6ab-17.22-23: Aleluya, aleluya, aleluya.

  • Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
  • La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor.
  • La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.

Mc 16, 1-17: Jesús el Nazareno, el crucificado, ha resucitado

Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?». Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida y eso que era muy grande. 

Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y quedaron aterradas. Él les dijo: «No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado. No está aquí. Mirad el sitio donde lo pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro: “Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo”». Ellas salieron huyendo del sepulcro, pues estaban temblando y fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie, del miedo que tenían.

Resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.

Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.

Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado». 

 

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Triduo pascual, la celebración más importante del año litúrgico

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Triduo pascual, la celebración más importante del año litúrgico

El triduo pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor nos sitúa en los días más importantes del año para el cristiano. Se trata de lo que Luis Rueda, delegado diocesano de Liturgia, señala como “las celebraciones principales del año litúrgico”. Son tres jornadas, Jueves Santo, Viernes Santo, Sábado Santo y, por la noche, la Vigilia Pascual. Son cultos llenos de sentido y una simbología con una fuerte carga catequética.

El Jueves Santo se celebra la institución de la Eucaristía y del sacerdocio. Además, el mandato del amor fraterno. Por eso, es el Día de la Caridad. “Amor manifestado por el Señor en su Pasión, Muerte y Resurrección por nosotros, que nos dejó como memorial la Eucaristía, amor manifestado en la institución del ministerio sacerdotal en la Iglesia -obispos y presbíteros- y amor que Él manifiesta”, afirma Luis Rueda.

La celebración del Jueves Santo es especial. Es una Eucaristía solemne, y de ahí el nombre de oficios. Los elementos principales son el lavatorio de los pies, que es realizar lo que hemos leído en el Evangelio. Así se expresa también el amor que los ministros de la Iglesia tienen hacia la comunidad cristiana. Hay otro elemento principal: la reserva de la Eucaristía para la comunión del día siguiente (que no habrá consagración). Estaremos ante Dios Eucaristía, orando, meditando lo que va a pasar estos días de la Pasión y, sobre todo, adorando su presencia entre nosotros.

Viernes Santo, Cristo crucificado

El Viernes Santo, segundo día del sagrado triduo pascual, la Iglesia se centra en la meditación y contemplación de Cristo, que sube a la cruz. No hay Eucaristía, y la celebración de los oficios es muy especial. Comienza con una liturgia de la Palabra, donde el protagonismo lo tiene la proclamación y meditación de la Pasión según San Juan (el Domingo de Ramos habremos oído la Pasión según San Marcos). Posteriormente la atención se centra en pedir al Señor que la salvación realizada por Cristo en la cruz se extienda a todos los hombres. Por eso, la oración universal se hará de un modo más solemne. Es más larga que nunca, con diez peticiones, y procederán a ello un lector y el sacerdote, o un diácono y el obispo, dependiendo de dónde se celebre. Se pide al Señor que la gracia obtenida por Cristo en su Pasión llegue a todos.

El tercer momento relevante será la entronización y adoración de la cruz. Es el signo que domina esta jornada. Para ello, el sacerdote mostrará la cruz al pueblo, y la adorarán todos los presentes. Este día se hace una colecta especial por los Santos Lugares. El último momento del Viernes Santo es la comunión. Por ella nos unimos a Cristo, que ha dado su cuerpo por todos en la cruz.

La noche más importante del año

El Sábado Santo es un día de silencio y contemplación a Jesús en el sepulcro. “Pero la noche -añade Luis Rueda- será una gran fiesta”. Esa noche comienza el último momento del triduo pascual, se celebrará que Cristo, muerto y sepultado, ha resucitado para nuestra salvación. Es la noche más importante del año y se celebrará la sagrada vigilia pascual, la madre de todas las vigilias, según San Agustín.

La vigilia nos introduce en este misterio para que muramos con Cristo y resucitemos con Él. La celebración comienza con un lucernario y la bendición del cirio pascual (signo de Cristo resucitado) del que todos los presentes tomarán la luz.

La segunda parte de la vigilia pascual es una liturgia de la Palabra, más larga que en cualquier otra misa. Son nueve lecturas, que pueden reducirse dependiendo del lugar de celebración. Es una gran catequesis sobre la Pascua, empezando por la Creación, siguiendo por el Éxodo y las promesas en los profetas, hasta la proclamación del gran anuncio de la Resurrección de Jesucristo.

La tercera parte es la liturgia bautismal. Por el bautismo somos incorporados a la muerte y resurrección de Cristo sacramentalmente. Se bendice el agua bautismal, se bautiza a los candidatos que haya en cada parroquia, y toda la asamblea renueva las promesas del bautismo. “Para ello nos habremos preparado durante toda la Cuaresma”, añade el delegado diocesano de Liturgia.

La vigilia concluirá con la celebración de la Eucaristía, el banquete pascual donde Cristo resucitado alimenta la vida del cristiano, “para que vivamos como resucitados e hijos de la luz”.

 

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