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La parroquia de Caniles celebró un año más la festividad de Santa Rita

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La parroquia de Caniles celebró un año más la festividad de Santa Rita

La comunidad parroquial de Caniles se reunió con gran devoción para celebrar la festividad de Santa Rita, una tradición muy arraigada en el municipio. Como cada año, numerosos fieles acudieron a la parroquia de Santa María y San Pedro para participar en los actos litúrgicos y rendir homenaje a la santa de los casos imposibles.

Durante la celebración se vivieron momentos de profunda fe y recogimiento, culminando con la tradicional bendición de las rosas, símbolo de Santa Rita. La iglesia se llenó de alegría, oración y esperanza, en una jornada marcada por la participación de la comunidad y el deseo de mantener viva esta hermosa tradición.

Rafael tenorio

Párroco de Caniles

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Testigos de un acontecimiento diocesano para la historia

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Dos Cardenales, una treintena de obispos y arzobispos, ciento ochenta sacerdotes y tres mil fieles han acompañado al nuevo Obispo de Córdoba durante su toma de posesión en la Santa Iglesia Catedral de Córdoba

“Su servicio a la diócesis de Córdoba dará muchos frutos”

César García Magán, obispo auxiliar de Toledo y Secretario General de la Conferencia Episcopal Española

Hemos vivido lo que significa la sucesión apostólica en esta querida, histórica y testimonial iglesia particular de Córdoba. A don Jesús le deseo lo mejor, viene con una experiencia episcopal adquirida, primero como obispo auxiliar de Santiago de Compostela y después como obispo de Astorga. Su experiencia pastoral, su bondad y su solicitud por los más necesitados ayudarán en su servicio a la iglesia particular de Córdoba y dará muchos frutos. El sembrador es bueno, la semilla es buena y la tierra es muy buena, por lo tanto la mezcla es perfecta.

“Una fiesta de la fe y de la esperanza”

Monseñor Miguel Ángel Saiz Meneses, Obispo Metropolitano de Sevilla

Monseñor Miguel Ángel Saiz Meneses, el Obispo Metropolitano de Sevilla, ha sido el encargado de indicar la presentación y lectura de las letras apostólicas que han precedido a la toma de posesión del nuevo obispo de Córdoba. Esta celebración es la constatación que la Iglesia bimilenaria de Córdoba, en el 1700 años del Concilio de Nicea, animado por el obispo Osio, festeja el relevo episcopal “de  un gran amigo mío, don Demetrio,  y ahora de otro gran amigo, don Jesús.  Este acontecimiento eclesial significa “una fiesta de la fe y de la esperanza y del amor,  y son esos momentos especiales  en los que decimos,  creo en Dios”.

En momentos de exultante alegría porque el Señor sigue concediendo pastores, el Obispo Metropolitano ha proclamado su amor a la Iglesia, madre y maestra y ha subrayado la presencia preciosa de toda la familia eclesial y diocesana, representada en obispos, presbíteros, diáconos, miembros de la vida consagrada en sus múltiples carismas y miembros del laicado que han convertido la toma de posesión del nuevo Obispo en “un encuentro con Cristo y de encuentro también con la Iglesia y con los hermanos”.

Monseñor Saiz Meneses ha compartido con el nuevo Obispo de Córdoba unos años en la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española y de su labor destaca los múltiples aspectos que confluyen en su acción pastoral y tareas de gobierno que “enseñan mucho a la hora de servir una diócesis”, además de sus responsabilidades como tareas docente de teología y su sensibilidad ante el ámbito caritativo y social.

“Un regalo para la Diócesis”

León Rodrigo, párroco de Sergas de Ordás, pueblo natal del nuevo Obispo

León Rodrigo es el párroco de Sergas de Ordás y ha llegado a Córdoba acompañando al obispo de León. Ester sacerdote, procedente de una congregación misionera, tiene el encargo pastoral de ser párroco del pueblo natal de don Jesús, donde nació y fue bautizado. Su veredicto resulta contundente cuando se trata de hablar de don Jesús: ”es una persona muy buena, muy cercana y va a ser un buen pastor para Córdoba”. Conoce a su familia y la ejemplaridad de su fe y celebra con los cordobeses su toma de posesión, que es “un regalo para la Diócesis”.

“Una celebración con mucho corazón”

Monseñor Francisco Cerro, Arzobispo de Toledo

Hasta Córdoba se ha trasladado el Arzobispo de Toledo, monseñor Francisco Cerro, para  acompañar al nuevo Obispo en su toma de posesión, una celebración solemne y sencilla pero “con mucho corazón y con mucho afecto”. De don Jesús Fernández destaca “su gran servicio a los pobres, a los que sufren,  desde sus tantos y tantos trabajos que hecho”. La llegada del nuevo pastor a la diócesis de Córdoba lo considera un honor para Córdoba, que durante quince años tuvo  a otro gran pastor, Monseñor Demetrio Fernández.

El don inmenso de un Pastor que nos guía

Vida Consagrada femenina

Una representación de la vida consagrada pudo saludar al nuevo Obispo tras su toma de posesión, como presente y acogida de una diócesis rica en carismas y vocaciones, entre ellas dos religiosas que se han sentido “profundamente agradecidas  a Dios y a la Iglesia  porque Dios es fiel y siempre nos deja  a buenos pastores, unos se van y otros llegan”. Han dado gracias a Dios  “que nos hace el don inmenso  de un pastor para guiarnos de su parte” y han seguido la celebración con mucha emoción porque “supone  la preciosidad de la Iglesia de Córdoba: somos hereditarios de una tradición y de un amor y de una  paz y bien maravillosos”

“Don Jesús no va a defraudar a la Diócesis”

Julián Barrio Barrio, Arzobispo emérito de Santiago de Compostela

Es un honor para mí estar en la toma de posesión de don Jesús porque lo ordené obispo. El nuevo Obispo de Córdoba es una persona buena, está muy pendiente de la realidad. La Diócesis ha tenido un gran obispo, don Demetrio Fernández, pero estoy seguro de que son Jesús no les va a defraudar. Es una persona muy trabajadora, sencilla, muy pendiente de los demás y esto le acredita para afrontar la pastoral como la que necesitamos en estos momentos, a pie de calle. Hoy la pastoral es acompañar y sentirse acompañado. Le deseo la mejor en esta Diócesis tan hermosa y significativa.

“Hoy es un día de fiesta y acogemos a nuestro Obispo con alegría”

Joaquín Alberto Nieva García, Canónigo Deán-Presidente de la Santa Iglesia Catedral

Al Pastor que nos envía Dios lo acogemos para poder vivir en comunión con la Iglesia Universal. Damos así continuidad a la vida de la Iglesia, que en nuestra Diócesis va caminando por medio de la historia y guiada por nuestro Pastor. Hoy es un día de fiesta, el clero, la vida consagrada y los laicos acogemos al nuevo Obispo con alegría y damos gracias a Dios.

“Córdoba va a recibir a su Obispo con el corazón abierto”

Antonio Prieto Lucena, Obispo de Alcalá de Henares

Córdoba es una Diócesis muy acogedora y va a recibir a su nuevo Obispo con el corazón abierto y con mucho deseo de servir al Evangelio y de cultivar la vida cristiana. Como decía don Demetrio, Córdoba es una Diócesis bendecida y continuará en esta línea con su nuevo Pastor.

“Deseo que don Jesús sea todo lo feliz que puede ser un obispo en esta Diócesis con tanta historia”

Francisco Jesús Orozco Mengíbar, Obispo de Guadix

Deseo que don Jesús sea todo lo feliz que puede ser un obispo en una Diócesis con tanta historia y con tanta alegría como Córdoba. Los que somos cordobeses sabemos cómo es la iglesia de Córdoba y cómo se puede ser de feliz sirviendo desde nuestro ministerio episcopal. Le pido que se sirva mucho de estas raíces de santidad de tantos siglos y que sea santo sirviendo a todos los que le rodean. Le felicito por esta gran Diócesis que el Señor le ha regalado.

“Un hombre humilde”

Monseñor Mario Iceta, Arzobispo de Burgos

El arzobispo de Burgos fue durante años presbítero diocesano de Córdoba hasta que en 2008 fue nombrado obispo auxiliar de Bilbao. Estar presente en la toma de posesión del nuevo Obispo le ha resultado emocionante y celebra como la generosidad y acogida que Córdoba dispensa a cada una de las celebraciones eclesiales, en este caso la toma de posesión de un nuevo Obispo que ya ha dado algunas pinceladas fundamentales de lo que va a ser su ministerio en una “celebración realmente bonita, preciosa, emocionante y llena de esperanza en este año jubilar de la esperanza”.

Para monseñor Iceta, el nuevo obispo de Córdoba es “un hombre humilde, que va a ser querido en Córdoba; con experiencia: un hombre que pienso que le viene muy bien a Córdoba.

“Su vida está centrada en el Evangelio”

Monseñor Ramón Darío Valdivia, Obispo Auxiliar de Sevilla

El inicio del ministerio episcopal en una Diócesis es un momento crucial para toda la iglesia local y también para la persona que llega como pastor, un momento en el que el nuevo Obispo se pone en las manos de Dios. Así lo ha vivido monseñor Ramón Darío Valdivia, Obispo auxiliar de Sevilla, que ha podido comprobar la acogida del Córdoba a su nuevo pastor, “arropado de esta forma tan preciosa por la Iglesia de Córdoba  con la música,  con los sacerdotes, con  los diáconos, con todo el pueblo de Dios,  un recibimiento para hacerle sentir en su casa”.

Don Ramón conoce todavía poco al Obispo de Córdoba pero adelanta de él su sencillez y su vida “muy centrada en el Evangelio”, por lo que manifiesta su seguridad en que serán muchos los frutos de su acción pastoral en la Diócesis porque aquí hará presente “la alegría que trae  el Evangelio,  que es lo más fundamental de todo”.

“Para mí es un maestro”

Monseñor Vicente Martín, Obispo Auxiliar de Madrid

El Obispo auxiliar de Madrid conoció al nuevo obispo de Córdoba cuando aún no lo era y desde entonces lo considera un maestro. Su nombramiento como sucesor de los apóstoles en Córdoba lo llenó de alegría. Se alegró por él y por nuestra Diócesis porque es “un buen pastor que lo ha hecho muy bien en Astorga” donde ha sido capaz de “patearse y callejear la fe en  multitud de pueblos pequeños y hacer miles de kilómetros para llevar la Nueva Noticia”, una labor desarrollada en muchos puntos de la  España vaciada. En Córdoba encontrará una realidad a otra escala pero con la misma voluntad por “anunciar el Evangelio a los más pobres”.

“Córdoba es una ciudad acogedora y terminará sintiéndose un cordobés más”

José María Bellido, Alcalde Córdoba

Lo primero es ofrecerle las puertas del Ayuntamiento y de la ciudad, abrírselas para tener una relación institucional, que sea cordial y colaborativa en bien de todos los ciudadanos. Espero que el trabajo sea fructífero y afrontemos retos que tiene la ciudad: atender a los más necesitados, colaborar con Cáritas, atender a los barrios que tenemos, tres de los más pobres de España, y por supuesto la religiosidad popular, que tanta importancia tiene y que por experiencia sé que tanto sorprende a los obispos cuando llegan a Córdoba. Se adaptará bien porque Córdoba es una ciudad acogedora y estoy convencido de que acabará sintiéndose como un cordobés más.

“Espero que su labor pastoral repercuta de manera positiva en los cordobeses”

Jesús Aguirre, Presidente del Parlamento de Andalucía

Confío en que se va a integrar perfectamente en Córdoba. La información que me ha transmitido mi hermano (Juan José Aguirre, obispo de Bangassou), es muy cariñosa. Espero que su labor pastoral repercuta de manera positiva en todos los cordobeses. Los obispo del Sur tienen un nuevo miembro, al que van a acoger bien. Me consta que hacen una masa con mucho poderío, que repercute en la religiosidad y el pragmatismo de todos los andaluces.

“La provincia recibirá a don Jesús con los brazos abiertos”

Salvador Fuentes, Presidente de la Diputación de Córdoba

Por sus antecedentes y por lo que estamos leyendo el nombramiento de don Jesús es una buena noticia. El anterior obispo dejó una maravillosa obra pastoral. La provincia lo recibirá con los brazos abiertos y le ofrezco mi ayuda en todo lo que pueda.

“Estamos encantados con todo lo que sea bueno para él”

Carmen Fernández González, hermana de monseñor Jesús Fernández González

Siempre es una ilusión, es muy gratificante para la familia y estamos encantados con todo lo que sea bueno para él. Mi hermano es muy prudente y siempre nos enteramos de todo por los medios. Conocíamos Córdoba y nos encanta. Él está muy ilusionado y nos ha confesado que lo han recibido muy bien en Córdoba, que en realidad es lo que a la familia nos interesa como hermanos.

 

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Mons. Jesús Fernández recibe a los directores de los medios de comunicación

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El prelado ha querido saludar y conocer a los responsables de la información cordobesa en una distendida jornada

Como cada año, en el marco de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el obispo de la Diócesis recibe a los responsables de los medios de comunicación cordobeses. En esta ocasión, a modo de presentación del nuevo Obispo, monseñor Jesús Fernández González acogió a los directores de los medios de comunicación en una distendida jornada en el Palacio Episcopal, donde tanto el prelado como los directores tuvieron la oportunidad de saludarse y conocerse.

Mons. Jesús Fernández se dirigió a ellos al comienzo del encuentro para agradecerle el amplio eco que están ofreciendo a través de sus medios a las noticias generadas en el ámbito eclesial, en concreto, “con el motivo del inicio de mi ministerio en esta diócesis de Córdoba”. Asimismo, le reiteró su agradecimiento por el respeto con que le han tratado. “Gracias por la sensibilidad hacia los problemas reales de nuestra Iglesia y de nuestro mundo”, afirmó.

El nuevo pastor de la diócesis de Córdoba recordó el discurso del Papa León XIV a los periodistas hace unos días, en el que hablaba de “desarmar las palabras para ayudar a desarmar la tierra”. “Ustedes saben muy bien que nos encontramos en un momento de altos niveles de conflictividad y de enfrentamiento. No hablamos solo de las guerras habidas y por haber, por desgracia, hablamos también de la distancia corta de nuestros territorios, de nuestras familias, de nuestras relaciones. En este contexto se necesitan constructores de paz, y ustedes pueden serlo”, instó a los presentes invitándoles a usar “la palabra” para “desarmar al mundo”. Igualmente, los invitó a no rendirse al relativismo, a defender siempre la verdad y a mantener un ambiente de encuentro, de diálogo, “para que entre todos podamos perseguir esa verdad que muchas veces es sutil y se nos escapa de las manos”.








































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Emociones, latidos y compromisos en Al Trasluz

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Hoy, 24 de Mayo, ha tomado posesión de la Diócesis de Córdoba, nuestro nuevo obispo, monseñor Jesús Fernández González, en una ceremonia solemne, por su importancia histórica, y a la par, marcada por la sencillez y la fraternidad

Se inició con la salida de la comitiva del Seminario de San Pelagio, para proseguir después el rito de la Puerta del Perdón, la visita a la Capilla de la Inmaculada, con un momento de oración ante el Sagrario,  y la Eucaristía, con las palabras  de don Demetrio, las del representante de la Nunciatura, la lectura de las Letras Apostólicas  y el asiento en la cátedra del nuevo pastor, recibiendo un caluroso aplauso. Una jornada de emociones, latidos y compromisos, con la participación de toda la diócesis en el saludo de religiosos, laicos, familias.

En su primera homilía como obispo de Córdoba, don Jesús nos dejó cuatro hermosos mensajes que marcan un “camino de esperanza” para todos nosotros, “peregrinos en este Año Jubilar”: Primero, “estar con Jesús, permaneciendo unidos a Él, a través del amor, un amor convertido en consuelo, servicio, curación, anuncio de la Buena Noticia”; segundo, “la importancia de caminar juntos, en una Iglesia sinodal, con las virtudes de los seguidores de Jesús: la humildad, la mansedumbre, la magnanimidad y la capacidad de aceptar y de sobrellevar a los demás; tercero, “uniéndonos también a una Iglesia ministerial, compadeciéndonos de los pobres y excluidos, como Jesús, a través de nuestros dones y carismas; cuarto, el obispo destacó por último, la silueta de una “Iglesia misionera”, recordando al papa Francisco, que tanto nos habló de “una Iglesia en salida”. “No vale permanecer encerrados entre las cuatro paredes del templo”.

La Eucaristía finalizó con una especial “gratitud” a todos, que le brotaba de lo más hondo de nuestro obispo, hasta la emoción más intensa, y con el canto del himno a María Auxiliadora. La Catedral de Córdoba se ha convertido hoy en un “espléndido abrazo de ilusión, de amor y de esperanza”.

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“Me uno al proyecto de una Iglesia sinodal y misionera”

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El obispo electo de Córdoba, monseñor Jesús Fernández González, ha tomado posesión en la Santa Iglesia Catedral, acompañado por dos cardenales, una treintena de arzobispos y obispos, el representante de la Nunciatura Apostólica, el clero diocesano y sacerdotes de Astorga, así como unas tres mil personas que han asistido a la celebración

El obispo electo de la diócesis de Córdoba, monseñor Jesús Fernández González, ya ha tomado posesión de la sede de Osio. En la mañana de este sábado, 24 de mayo, en una celebración cargada de solemnidad, a la que han acudido dos cardenales, una treintena de obispos y su antecesor, monseñor Demetrio Fernández; así como una treintena de representantes institucionales, monseñor Jesús Fernández González ha tomado posesión de la Cátedra, signo de su magisterio, potestad y unidad de los creyentes en la fe anunciada por el Pastor Diocesano.

Ante unas calles engalanadas para acoger al nuevo obispo de Córdoba con multitud de fieles y miembros de las comunidades Neocatecumenales, que han querido recibir al pastor de la Diócesis entre cantos y una gran ovación, don Jesús Fernández ha partido del Seminario Mayor “San Pelagio” a la Santa Iglesia Catedral, acompañado por monseñor Demetrio Fernández, los cardenales Osoro y Rouco Varela, los seminaristas de la Diócesis y el arzobispo de Sevilla, Mons. Saiz Meneses, como arzobispo metropolitano, hasta la Puerta del Perdón, donde ha sido recibido por el Cabildo Catedral. Allí, monseñor Jesús Fernández ha realizado la profesión de fe y ha prestado juramento antes de dirigirse a la Capilla de la Inmaculada para adorar al Santísimo y revestirse en la Capilla del Cardenal para comenzar la celebración de la Eucaristía, en la que han participado un total de ciento ochenta sacerdotes y más de tres mil fieles.

Homilía de Mons. Jesús Fernández: “Me propongo ser servidor de todos”

Al inicio de su ministerio episcopal en la Diócesis, monseñor Jesús Fernández ha invitado a la alabanza y ha encomendado a la Iglesia particular de Córdoba y su propio episcopado a  la Palabra de Dios para “configurarnos con Cristo, para alimentar la vida de la Iglesia, y para lanzarnos a la tarea de evangelizar y de tejer un mundo nuevo y una tierra nueva en que reine  la justicia, la fraternidad y la paz”.

En su homilía, el nuevo Obispo de Córdoba ha proclamado su pertenencia a una Iglesia peregrina de la esperanza, a una Iglesia de llamados, y al servicio de la misión  para “salir al rescate de nuestros hermanos pobres y sufrientes” y ha manifestado su adhesión al proyecto de una Iglesia sinodal que camina unida.

En su alocución, ha afirmado su seguimiento a una Iglesia misionera que, al modo de los primeros discípulos, salga a proclamar el Evangelio de Jesucristo en todos los rincones de la tierra y para la evangelización misionera ha destacado el papel decisivo de los fieles laicos.

Ante las más de tres mil personas que han participado en la Eucaristía de inicio de su pontificado, el nuevo Obispo ha llamado a concebir también el Evangelio como “herramienta social” que requiere compromiso a favor de la justicia, la paz y la promoción humana, tal como ha recordado el Papa León XIV al inicio de su pontificado.

En el Año de la Esperanza, ha recordado al Papa Francisco que nos urgió a ser “peregrinos de la Esperanza” y ha aludido a “una cultura propensa a ocultar a Dios y a concebir al hombre como un ser autosuficiente que reduce la llamada de Dios a una respuesta libre de hipotecas y oculta la vocación originaria y auténtica que supone tener a Dios como amigo, que nos quiere plenamente felices y nos da la clave para no equivocarnos de camino: amar cumpliendo los mandamientos”. “El lazo que nos une al Señor es el amor”, ha proseguido el Obispo de Córdoba, un amor “convertido en consuelo” que no es una corazonada ni pasión pasajera, sino “una ofrenda de vida por nosotros que se actualiza en la Eucaristía y nos capacita para un amor desinteresado capaz incluso de dar la vida por los hermanos”.

Monseñor Jesús Fernández ha afirmado que la llamada nos pone en pie y como peregrinos de Esperanza “marca un diálogo con Dios y con la Iglesia para un camino que no realizamos en solitario”. En este contexto, ha subrayado que se une al proyecto de una Iglesia sinodal y sus virtudes: «humildad, dulzura, y magnanimidad».

Una Iglesia precisa de humildad, para que “no nos contamine la soberbia ni la arrogancia, vicios por los que el ser humano pretende ser como Dios pero sin Dios”, y también dulzura, “en un mundo en que la violencia se manifiesta sin rubor en las relaciones y entre países, en una cultura que convierte la mansedumbre en sinónimo de debilidad”, ha indicado.

En su intervención, el Obispo ha recordado las palabras de san Pablo VI en su mensaje final del Concilio Vaticano II y ha afirmado que nuestra Iglesia se compromete también a ser servidora del hombre de hoy puesto que “si la Iglesia no está al servicio de la humanidad no es la Iglesia del Señor”, y para ello cuenta con dones y el carisma de la santificación que tiene como depositarios preferentes a los pastores consagrados a los dones eucarísticos, para “impartir el perdón y ungir con óleo sagrados”, y también en la promoción del culto eucarístico, la oración y la piedad popular representadas en las 600 hermandades y cofradías de Córdoba. En definitiva, en la  Iglesia ministerial participan del carisma de la santificación todos los bautizados, “pues Dios los ha capacitado para hacer de sus vidas un culto agradable a Dios”, ha afirmado.

“Me propongo ser servidor de todos”, ha expresado don Jesús al citar el carisma de gobierno dentro de la Iglesia, “expropiado de mí mismo, me comprometo a ser para todos”, y para eso cuenta con la colaboración entregada de sacerdotes sin los que el Obispo “nada será, nada podrá”.

A los fieles laicos ha pedido trabajar a favor de los derechos humanos básicos como el derecho a la vida, al trabajo digno, a la vivienda o la libertad religiosa y les ha encomendado vivir la caridad en la función pública para todo lo que tenga que ver con el bien común, especialmente  para apoyar a los “pobres, los frágiles y los excluidos”, favoreciendo el diálogo, el encuentro y el cuidado del medioambiente

Bienvenida de Mons. Demetrio Fernández al nuevo obispo

Previamente a la homilía y tras las palabras del representante de la Nunciatura Apostólica, monseñor Roman Walczak, Mons. Demetrio Fernández ha dado la bienvenida a D. Jesús Fernández González como nuevo pastor de Córdoba. “Viene ungido por el Espíritu Santo en la plenitud del sacerdocio, prolongación personal de Cristo buen pastor, cabeza, siervo y esposo de su Iglesia. Y viene a “evangelizar a los pobres”, como reza su lema episcopal”, ha indicado el ya obispo emérito de la diócesis de Córdoba.

Al mismo tiempo, ha instado a los sacerdotes a alegrarse con la llegada del nuevo obispo, “que impulsará la vida abundante de esta diócesis tan privilegiada”. Dirigiéndose a los seminaristas, les ha indicado que “este es el obispo que Dios nos manda para que seáis un día ordenados para el servicio del Pueblo santo de Dios”. “El Señor te conceda, querido D. Jesús, ordenar a muchos nuevos presbíteros. A mí me ha concedido más de 70 en estos 15 años”, ha aclamado.

Asimismo, monseñor Demetrio Fernández ha pedido a los presentes y miembros de las distintas realidades de la Diócesis que se alegren con la llegada de don Jesús. A los jóvenes, les ha dicho que él “bendecirá vuestros encuentros, las peregrinaciones cada año a Guadalupe, las Jornadas mundiales de la juventud, los Adoremus de los jueves, las peregrinaciones a Fátima”. “Con el obispo, sentíos misioneros de los demás jóvenes para llevarlos al encuentro con Cristo y a vivir la gozosa experiencia de Iglesia”, ha subrayado.

De manera especial, se ha dirigido a la vida consagrada a quienes les ha puesto de manifiesto que el obispo será para todos “vínculo de unión a la Iglesia en esta diócesis de Córdoba, a la que aportáis la riqueza de vuestros carismas”.

Para concluir, el prelado ha saludado a los cardenales, arzobispos y obispos asistentes y le ha deseado a monseñor Jesús Fernández “que el Señor te conceda larga vida, y puedas disfrutar como he disfrutado yo de servir a una diócesis especialmente bendecida por Dios”. “Bienvenido como obispo a tu diócesis de Córdoba”, ha finalizado.

Homilia- Inicio ministerio Cordoba















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COPE ESPEJO ALMERIA: La fundación Jesús Peregrín celebra su entrega a los más pobres con una comida solidaria

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Lecturas del VI Domingo de Pascua (Ciclo C)

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Lecturas del VI Domingo de Pascua (Ciclo C)

Primera lectura

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 15, 1-2. 22-29

Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más de entre ellos subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia.

Entonces los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir a algunos de ellos para mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas llamado Barsabás y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y enviaron por medio de ellos esta carta:

«Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia provenientes de la gentilidad.

*Habiéndonos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alborotado con sus palabras, desconcertando vuestros ánimos, hemos decidido, por unanimidad, elegir a algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, hombres que han entregado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Os mandamos, pues, a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de uniones ilegítimas. Haréis bien en apartaros de todo esto. Saludos».

 Salmo

Salmo 66, 2-3. 5. 6 y 8

R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

  • Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
  • Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, y gobiernas las naciones de la tierra.
  • Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman todos los confines de la tierra.

Segunda lectura

Lectura del Libro del Apocalipsis 21, 10-14. 22-23

Me mostró la ciudad santa que descendía del cielo

El ángel me llevó en espíritu a un monte grande y elevado, y me mostró la ciudad santa de Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, y tenía la gloria de Dios; su resplandor era semejante a una piedra muy preciosa, como piedra de jaspe cristalino.

Tenía una muralla grande y elevada, tenía doce puertas y sobre las puertas doce ángeles y nombres grabados que son las doce tribus de Israel.

Al oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, al poniente tres puertas, y la muralla de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los nombres de los doce apóstoles del Cordero.

Y en ella no vi santuario, pues el Señor, Dios todopoderoso, es su santuario, y también el Cordero.

Y la ciudad no necesita del sol ni de la luna que la alumbre, pues la gloria del Señor la ilumina, y su lámpara es el Cordero.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Juan 14, 23-29

El Espíritu Santo os irá recordando todo lo que os he dicho

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.

El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.

Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.

La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo, Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis».

Comentario de Antonio J. Guerra

El evangelio de este domingo contiene la promesa maravillosa de la intimidad con el Padre, con Jesús y con el Espíritu Santo, promesa que traerá consigo el don de la Paz. Jesús anuncia en el discurso que sigue a la Última Cena: “el que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él”.
Jesús, en la víspera de su partida, consuela a sus discípulos con la promesa de que volverá y se manifestará a los que le aman, esto es, a los que guardan sus palabras. El amor a Jesús nos impulsa a observar su palabra; la consecuencia es que el Padre nos ama y, junto con Jesús, viene a nosotros para hacer morada en nosotros. Ciertamente, esta morada divina requiere de nosotros un respeto profundo, exigiéndonos una vida en armonía con nuestros huéspedes.
A continuación, Jesús anuncia la venida del Espíritu Santo que consolará a sus discípulos en su ausencia y les proporcionará ánimos constantes y consuelos interiores. Este Espíritu tiene la misión de “recordar” y “explicar” todo cuanto Jesús ha dicho y hecho en su vida terrena. Y sobre todo, nos enseña a la docilidad interior a la voluntad de Dios, haciéndonos comprender que ésta es la expresión del amor de Dios, y que, en consecuencia, no hay nada más grande que ella para nosotros.
Junto al don del Espíritu, Jesús anuncia a sus discípulos que les deja la paz. Esta paz no es la ausencia de conflictos exteriores, sino una armonía interior, que resulta de nuestra conformidad con Dios, de la reconciliación que Jesús ha llevado a cabo por medio de su pasión. La paz de Jesús es una paz que resiste incluso a las circunstancias más adversas.

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“Un gesto para las personas”

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Número 1564 del Semanario Fiesta Digital.

En el número de la revista de esta semana, nuestro tema central es el economato diocesano de la diócesis de Granada y la campaña de la renta.

También os traemos diferentes contenidos como la próxima jornada del enfermo, la visita pastoral de nuestro arzobispo al Valle del Lecrín, y la festividad del patrón de Guadix, San Torcuato.

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INSCRIPCIONES PARA RECIBIR FIESTA

“Vais a recibir el Espíritu Santo, para dar testimonio de Jesús en el mundo”

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Homilía en la Eucaristía del Sacramento de la Confirmación de manos del arzobispo Mons. José María Gil Tamayo, celebrada en la S.A.I Catedral el 21 de mayo de 2025.

Queridos sacerdotes concelebrantes;
responsables de la acción catequética de estos grupos que hoy se presentan;
queridos catequistas;
queridos padres y padrinos;
queridos confirmandos;
queridos familiares y amigos todos:

Estamos en esta ceremonia solemne de nuestra Catedral, que simboliza la Iglesia de Granada con su esplendor; en esta Catedral, que nos hace recordar que somos miembros de la Iglesia: que somos templos del Espíritu Santo. El templo material es una imagen del templo que somos cada uno de nosotros. Nos dice San Pablo en la Carta a los Romanos que “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado”. Ese es el amor cristiano, el amor que Dios nos tiene. Dios mismo es Amor. Así lo define el evangelista Juan en su Primera Carta. Y él dice también, “nosotros hemos conocido el amor de Dios y hemos creído en Él”.

Queridos amigos, no olvidéis esto nunca: Dios nos ama. Es lo que está repitiendo, desde el inicio, hace poco más de una semana de su pontificado, el Papa León. Ésta es la gran verdad cristiana, la gran verdad que transforma los corazones y que aquellos que siguieron a Jesús, que no eran gente muy valiosa. Los propios evangelios nos muestran sus defectos innegables, se pelean entre sí a ver quién va a ser el primero; esos apóstoles que dejan a Jesús, lo abandonan, sólo el más joven permanece; que el jefe de ellos lo niega y que uno de ellos lo vende. Ningún jefe de personal habría escogido ese equipo. Pero Jesús los escogió, conocedor de sus defectos. Jesús mismo había dicho que no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos, y que no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, y ahí entramos nosotros. Y aquellos primeros cristianos que recibieron el Espíritu Santo el día de Pentecostés y hoy se va a repetir ese prodigio, aunque de manera insensible, no os vais a dar cuenta, pero a través del signo de la imposición de mis manos, sucesor de los apóstoles, de aquellos que estaban allí, y que de manera ininterrumpida por la sucesión episcopal ha llegado hasta mí, ahora como arzobispo vuestro, y con la oración en la que le pido al Espíritu Santo que os consagre con el Crisma, que significa “el Ungido”: Cristo es el Ungido.

Nosotros somos crismados también. Somos santificados. Somos algo grande. Somos hijos e hijas de Dios. Esta es nuestra grandeza, ya por el bautismo. Y ahora, queridos confirmandos, cada uno de procedencia distinta, cada uno con edad distinta, los hay desde jóvenes que estáis en los estudios de la ESO, de bachillerato, hasta personas ya mayores, que están ya en una tarea profesional; que los hay he visto hasta una madre, vais a hacer un compromiso cristiano de seguimiento de Jesucristo. Os habéis preparado cada uno en vuestra comunidad de referencia, sean desde los franciscanos, las Escuelas de la Ave María, la delegación de Enseñanza, de Educación, la parroquia de Las Gabias, la parroquia de San Gregorio Bético, la de Víznar, los salesianos, no sé si me quedo alguno más por ahí, habéis ido preparando (perdonadme si me dejo alguno, no tengo la lista), os habéis ido, como comunidad de referencia, cogiendo el estilo de Jesús.

Y ahora, vais a recibir el Espíritu Santo como aquellos primeros cristianos, para dar testimonio de Jesús en el mundo, para dar testimonio en nuestra época, sin avergonzaros de él, para ser cristianos no sólo de nombre, sino en vuestra vida, cada uno con su manera de ser, en sus circunstancias, en el trabajo, en la vida social, en la vida de familia, en la diversión, en los estudios, ser cristiano. Y eso no significa que seamos perfectísimos, sino que el Señor va a venir en vuestra ayuda, y si estamos unidos a Él, como nos ha dicho Jesús en el Evangelio –“como el sarmiento a la vida”-, Él no nos va a dejar, Él os va a ayudar, Él os va a dar la fuerza para responder como cristianos en los distintos momentos y circunstancias. Podemos pasar, como pasamos todos, temporadas más difíciles, incluso crisis de fe. Podemos como apagarnos o enfriarnos, pero esa semilla que hoy va a revertecer en vosotros, esa semilla que ha puesto ya Dios en vuestro corazón por el bautismo, el don de la fe, y que hoy revitaliza el Espíritu Santo. Es Jesús mismo el que os va a mover, nos mueve. Dice la Sagrada Escritura que no podemos ni tan siquiera decir Jesús es el Señor, si no es por el Espíritu Santo. Es el mismo Jesús el que nos lo recuerda hoy en el Evangelio: “Sin Mí no podéis hacer nada”. Y así aquellos pobres hombres, aquellos pobres apóstoles, aquellos pobres cristianos, junto con las santas mujeres, cambiaron el mundo.

Y por eso hoy llenamos nuestra catedral. Por eso, a lo largo de los siglos, como ahora, en muchas partes del mundo está presente la Iglesia de Cristo, están presentes los cristianos, incluso algunos sufriendo el martirio. Desde el año 2022 al 2025, han muerto 10.000 cristianos en Nigeria. Hoy ser cristiano es jugarse el tipo, no es tener un carnet, no es apuntarse porque me gustan las cosas de la Iglesia, o no simplemente es un requisito. No vale eso de ser creyente, pero no practicante. No vale ser cristiano a temporadas si me van las cosas bien y después Dios como si fuese para usar solo en caso de emergencia. Sino, como decía Santa Teresa de Jesús, lo decía de sus tiempos, en el siglo XVI -decía ella- “en estos tiempos recios hacen falta amigos fuertes de Dios”. Nuestros tiempos necesitan también amigos y amigas de Dios, amigos de Jesús y amigas de Jesús, que den la cara por Él, que no se escondan de sus convicciones cristianas o no las guarden y no se avergüencen de rezar. Que den con el testimonio de Jesús que nace del Sacramento y de la fe, de la gracia definitiva, den testimonio de Él.

 

Vais a recibir el don de sabiduría, el don de entendimiento, el don de ciencia, el don de piedad, el don de consejo, el don de fortaleza, el don de temor de Dios. Vais a recibir esa gracia y esa fuerza de Jesús, para que oréis como un hijo ora a su padre, no sólo como si fuese una cosa mágica, no mirando para los lados a ver si alguien me ve o no me ve. Vais a recibir la fuerza de Jesús para manifestaros como cristianos en vuestros ambientes, para tener los criterios de Jesús que habéis aprendido en la catequesis, en vuestra formación y que no es una cosa para examinarse de un examen como puede ser la selectividad o puede ser cualquier otro examen. Es para vivirlo, es para mostrarlo, porque el mejor predicador es ‘fray ejemplo’ y porque el Señor nos quiere así, amigos suyos de verdad. Y vuelvo a repetir, no es que seamos perfectísimos, mejores que los demás, pero el Señor nos da su fuerza si estamos unidos a Él.

Y cuando no estamos unidos a Él, cuando nos desgajamos por nuestro pecado, por nuestro egoísmo, por nuestro materialismo, por nuestras ideologías, cuando nos separamos de Él, al mismo tiempo se produce una falla de humanidad. Al mismo tiempo, ya no amamos como debiéramos, con el amor y la ternura de Jesús en nuestro corazón. Yo os animo y le pido hoy al Señor, mientras han ido diciendo cada uno de vuestros nombres, he pedido por vosotros, por cada uno y por cada una, para que seáis amigos fuertes de Dios, cristianos de verdad.

Que la Santísima Virgen, la Madre Nuestra, a la que invocamos como Nuestra Señora, la Virgen de las Angustias, os acompañe, os cuide siempre, y no os olvidéis de Ella nunca.

Que seáis buenos hijos, buenos amigos de Dios, y, como Ella le dijo a aquellos criados en las bodas de Caná, “haced lo que Él os diga”, lo que os diga Jesús. Vivid, por favor, como Dios manda.

Así sea.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispo de Granada
21 de mayo de 2025
S.A.I Catedral de Granada

Jubileo de las Cofradías, un regalo del Señor

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«Nos has hecho para ti, [Señor,] y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti» (Confesiones, 1,1.1) Estas palabras de san Agustín de Hipona abrieron la homilía del papa León XIV en la santa misa de inicio de su ministerio petrino. Así, desde el primer instante, el Santo Padre pone un acento profundamente espiritual a su pontificado, ya que en ellas se encierra una confesión de fe, una intuición que ha resonado con especial fuerza en el Jubileo de las Cofradías celebrado contemporáneamente en Roma: el deseo profundo del alma humana de encontrarse con Dios, de experimentar su amor, de vivir en unidad y de construir la paz.

 

Este Jubileo ha sido, en verdad, un regalo del Señor. Las calles de Roma, milenaria cuna de la fe cristiana, se han visto transformadas en un templo vivo, donde la devoción del pueblo ha desbordado los portentosos monumentos y las piedras antiguas para hacerse presente en rostros, gestos, cantos y oraciones. La gran procesión con imágenes traídas de varias naciones se ha erigido en el momento culminante de una peregrinación, que no ha sido únicamente física, sino sobre todo interior: un camino hacia el mismo Dios, conducido por la piedad popular, que tantas veces es una bella puerta de entrada a este misterio. En ese recorrido, se ha hecho visible con solemnidad del carácter internacional de la fe que nos congrega en la unidad. Cofradías de diversos lugares, con sus tradiciones propias, sus imágenes, sus colores y sus formas particulares de expresión, han caminado juntas como un solo Cuerpo, como una Iglesia. Y en medio de esta única melodía, España ha ofrecido un testimonio especialmente conmovedor con la presencia de un tríptico de belleza y de fe: Nuestro Padre Jesús Nazareno, de León, el Cristo agonizante del Cachorro, de Sevilla, y la Virgen de la Esperanza, de Málaga. Tres iconos que nos hicieron elevar la mirada y vivir en la presencia amorosa de Dios. Nuestro Padre Jesús Nazareno, con su paso sereno y doliente camino del Calvario, nos recordó el peso de la cruz que cada uno lleva y la fidelidad de Cristo, que no nos abandona en el sufrimiento. El Santísimo Cristo de la Expiración que, en su agonía, nos introduce en el misterio de la redención, desde lo más hondo del dolor humano, con un realismo que conmovió hasta al más indiferente. Y la Virgen de la Esperanza, mirando confiada, nos señala, desde el mismo monte Calvario, la certeza del triunfo de la Vida de Dios sobre la muerte y del Amor sobre todo dolor.

 

Esta presencia fue una vez más una forma de evangelización encarnada y de catequesis viva que llegó al corazón. Como recordó el papa León XIV en su primer discurso al Colegio Cardenalicio, la piedad popular no debe ser vista como un fenómeno secundario, sino como una de las claves de la misión pastoral de la Iglesia en nuestros días. En ella, resplandece el alma creyente del Pueblo de Dios, su modo natural de acercarse al misterio, de orar con el corazón y de expresar la fe que conduce a la conversión. Las hermandades y cofradías tienen, en este sentido, una tarea irrenunciable: ser comunidades de vida cristiana donde los acentos de la homilía inaugural del Santo Padre se hagan carne.

 

El primero de ellos, la unidad, está inscrito en el mismo nombre de las cofradías: hermandades, es decir, espacios donde la fraternidad cristiana es cultivada y celebrada como don y tarea. No hay cofradía sin comunión, sin reconciliación, sin caminar juntos. El segundo acento es el amor. La caridad no es para las cofradías una obra más, sino su misma identidad. Cada procesión y cada acto litúrgico, pero también cada encuentro formativo y cada gesto de ayuda concreta a los más pobres, son la expresión del mandamiento nuevo que nos dejó el Señor: “que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Jn 13,34). Y, finalmente, la paz. No como mera ausencia de conflictos, sino como presencia fecunda del Resucitado en medio de la comunidad de los creyentes. La paz que nace del Evangelio y que, como misión, las cofradías están llamadas a propagar para que alcance a cuantos viven con el alma inquieta.

 

El Jubileo de las Cofradías ha sido un soplo del Espíritu Santo sobre la Iglesia y un tiempo de gracia que nos ha recordado que no estamos solos, que la fe sólo puede ser vivida en comunidad, que la belleza expresada en la piedad popular puede ser camino de santidad y que, en palabras de san Agustín, nuestro corazón sólo descansa en Dios.

 

Que el inicio del pontificado de León XIV y esta experiencia jubilar signifiquen además el comienzo de una nueva primavera para las hermandades y cofradías, en las que unidad, amor y paz florezcan con renovado vigor para alegría de nuestro mundo.

+José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo de Sevilla

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