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“Celebrar san Juan de Ávila es recordar nuestra vocación a la santidad”

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El obispo de Alcalá de Henares, monseñor Antonio Prieto, ha presidido la fiesta del Santo Maestro en la Basílica de Montilla

 

Cada 10 de mayo, la fiesta de San Juan de Ávila congrega en Montilla a gran parte del clero cordobés para celebrar este día en la Basílica en la que se custodian sus restos mortales. En esta ocasión, y en pleno Cónclave para la elección del sucesor de Pedro, la fiesta del Santo Maestro se ha adelantado al día 8 de mayo y ha estado presidida por el obispo de Alcalá de Henares, monseñor Antonio Prieto, quien antes de comenzar la santa misa, ha atendido a los medios de comunicación junto al administrador apostólico de la diócesis de Córdoba para manifestar la alegría que supone para él poder celebrar la fiesta del patrón del clero en Montilla. “Esperamos todos los años este día como un momento de gracia, de vivir nuestra fraternidad sacerdotal y de pedirle a nuestro Santo Patrón la santidad sacerdotal que él tanto predicaba, en un día que coincide con un momento histórico para la Iglesia y para la historia, por lo que vamos a encomendar a San Juan de Ávila, a los señores cardenales reunidos en Cónclave, para que sean dóciles al Espíritu Santo y elijan al Papa que Dios ya tiene pensado para la Iglesia”, ha indicado. Asimismo, ha recordado a san Juan de Ávila como “el doctor del amor divino, porque toda su vida quiso que fuera un anuncio, una predicación del amor infinito que Dios nos tiene que se manifiesta en Cristo”, calificándolo además como “el doctor del sacerdocio, porque tiene una escuela sacerdotal y nos enseña a todos los sacerdotes a vivir nuestro ministerio como una llama ardiente, como un espejo en el que mirarnos”.

El administrador apostólico de la diócesis de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, ha coincidido con el prelado de Alcalá de Henares en que el Santo Maestro lo dio todo por la salvación de las almas y, en este momento en el que culmina su ministerio episcopal en Córdoba, ha instado al santo a que le siga guiando, protegiendo y enseñando a ser sacerdote.

Asimismo, ha resaltado que siempre ha querido impulsar la figura del Maestro porque le tiene mucha devoción, porque estando él en Córdoba fue declarado por el Papa Benedicto XVI como Doctor de la Iglesia Universal y porque desde niño siempre se ha encomendado a él.

Por todos estos motivos, la festividad de san Juan de Ávila es, por tanto, una cita ineludible y esperada en la diócesis de Córdoba. De ahí que el clero cordobés se haya concentrado en la Basílica avilista para celebrar la santa misa.

Celebración en la Basílica

Mons. Prieto ha querido comenzar su homilía felicitando “con admiración” a los sacerdotes que este año celebran bodas sacerdotales, entre ellos, este obispo cordobés que celebra sus Bodas de Plata con sus compañeros de curso.

Seguidamente, se ha centrado en definir cómo deben ser y vivir el ministerio sacerdotal, justamente en este día en el que el Evangelio “nos invita a ser luz del mundo y sal de la tierra”. “El sacerdote debe ser una luz y espejo en el que se miren los del pueblo, dijo san Juan de Ávila, sal que comunique el gusto de Dios con su palabra y conservación, incluso a los más alejados”, ha recordado el prelado manifestando a su vez que “celebrar san Juan de Ávila supone siempre recordar nuestra vocación a la santidad”.

El obispo de Alcalá de Henares ha continuado explicando que los sacerdotes “son relicarios de Dios, casa de Dios y debemos ser santos para bien del pueblo de Dios, así como ejemplo para la santificación de los demás”. En este sentido, ha insistido en que “la palabra sacerdote y santo son inseparables, no se entiende una sin la otra”, como manifestaba José María García Lahiguera.

Continuando con las enseñanzas el patrón del clero secular español, Mons. Antonio Prieto ha subrayado la importancia de que el sacerdote sea “santo” y realice su misión desde un amor “apasionado a Jesucristo y a las almas”. “Ser presbítero no es solo aprender técnicas de liderazgo, sino que la esencia del sacerdote está dentro”, ha dicho añadiendo que “para formar buenos sacerdotes hacía falta recursos, seminarios, tiempo y dedicación, como realizó san Juan de Ávila, para que detrás de cada sacerdote se vea el mundo entero”. “La santidad del sacerdote no está reñida con el ejercicio de su ministerio, sino que está llamado a santificarse en la atención pastoral a las almas”, ha subrayado.

Al hilo de esto, el pastor de la diócesis de Alcalá de Henares ha culminado instando a los presbíteros a hacer el bien, siendo creativos y adaptándose a los tiempos, pero sin ser extravagantes. Además, ha acudido a la intercesión del Santo Maestro para pedirle que todos sean “sacerdotes santos” y que acudamos a él reconociendo “a un experto, maestro y amigo”.

Bodas de oro y de plata sacerdotales

En este día, conmemoran sus Bodas de Oro y de Plata un total de doce presbíteros, cinco de ellos Bodas de Oro y siete de Plata. Francisco García Velasco, Antonio Llamas Vela, José Priego León, Rafael Serrano Ortiz y el sacerdote espiritano José Aguilar Toner, son los que han conmemorado sus Bodas de Oro; mientras que Antonio Budia Sabán, Pedro Vicente Cabello Morales, Francisco Jesús Granados Lara, Domingo Luis Moreno Ramírez, Antonio Prieto Lucena, Leopoldo Rivero Moreno y Juan Ropero Pacheco, las de Plata.

Mons. Demetrio Fernández, al comienzo de la celebración, ha tomado la palabra para felicitarles por su entrega y servicio a la Iglesia, así como para recordar a los sacerdotes de la diócesis de Córdoba que este año han partido hacia la Casa del Padre.

Por su parte, Mons. Antonio Prieto ha tenido palabras especiales para Don Gaspar Bustos, quien logró “contagiarnos el amor por san Juan de Ávila” y ha agradecido a Dios “por el don de la fraternidad sacerdotal”, así como a Mons. Demetrio Fernández por su enorme esfuerzo para dar a conocer en todo el mundo la vida de san Juan de Ávila.

La jornada ha culminado con una ponencia en el Teatro Garnelo a cargo del sacerdote de la diócesis de Córdoba Luis Recio y una comida fraterna.









































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La Diócesis de Jaén refuerza la formación económica de Parroquias y Cofradías con nuevos encuentros

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Tras la buena acogida del pasado año, la Diócesis de Jaén prepara nuevos encuentros formativos dirigidos a los miembros de los Consejos de Asuntos Económicos Parroquiales, así como a administradores de Cofradías y Hermandades. El objetivo de estas jornadas es continuar fortaleciendo la transparencia y el compromiso económico dentro de la Iglesia, siguiendo las directrices marcadas por la Oficina de Transparencia y Rendición de Cuentas y la de Cumplimiento Normativo.

Durante las sesiones, se explicarán aspectos clave de la gestión contable parroquial y se compartirán avances y desafíos en el camino hacia la autofinanciación, uno de los retos actuales de la Iglesia.

Así, los encuentros para Consejos de Asuntos Económicos serán:

  • Miércoles 14 de mayo, de 18:00 a 19:30 horas, en la Casa de la Iglesia de Jaén.
  • Miércoles 21 de mayo, de 18:00 a 19:30 horas, en la Casa de la Iglesia de Úbeda
  • Miércoles 28 de mayo, de 18:00 a 19:30 horas, en el centro parroquial de La Encarnación (Bailén).

Por su parte, el encuentro para administradores de Cofradías y Hermandades tendrá lugar el miércoles 4 de junio, de 20:00 a 21:30 horas en la Casa de la Iglesia de Jaén.

Para participar en estos encuentros se necesita inscripción previa, a través de los siguientes formularios:

Con estos encuentros, la Diócesis del Santo Reino avanza con paso firme hacia una Iglesia más corresponsable, transparente y comprometida con sus fieles, también en el ámbito económico.

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El Jubileo de la Salud, el próximo 25 de mayo

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Desde la Delegación de Pastoral de la Salud han anunciado la celebración del Jubileo de los enfermos el próximo 25 de mayo, en la Santa Catedral de Jaén.

El horario del encuentro es el siguiente:

• 18 horas inicio de la peregrinación jubilar desde el Camarín de Jesús, lo haremos procesionando a Nuestra señora de Lourdes hasta la Catedral

• 19 horas celebración de la Eucaristía, en la que se administrará la unción de los enfermos

Se anima especialmente a los párrocos y a los agentes de la Pastoral de la salud de nuestra Diócesis a participar con sus mayores y enfermos en esta celebración invitando a través de sus equipos de pastoral de la salud a los enfermos de su comunidad.

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La Comunión de la Virgen

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La Comunión de la Virgen

Estas circunstancias nos llevan a considerar un tema muy poco frecuente en el arte, como es la Comunión de la Virgen María, del que tenemos dos ejemplares en el patrimonio onubense: en el retablo de Santa Clara de Moguer, y en la capilla del sagrario de La Palma[1].

Después de Pentecostés y de la Ascensión de Jesús al cielo, los apóstoles centran toda su atención en proclamar la fe en Cristo Resucitado, y lo mismo ocurre con las fuentes escritas. Nada, por tanto, se dice expresamente de la vida de la Virgen María desde entonces hasta su Asunción a los cielos, nada que llamara la atención en la comunidad cristiana. Los Hechos de los Apóstoles describen cómo era aquella primitiva comunidad, de la que formaba parte María: “Perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones.[…] Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común […] Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo” (Hch 2, 42-47).

María, como un miembro más de aquella Iglesia naciente, también se nutría de la Eucaristía. “Recibir la Eucaristía debía significar para María como si acogiera de nuevo en su seno el corazón que había latido al unísono con el suyo y revivir lo que había experimentado en primera persona al pie de la Cruz”[2]. La mística Sor María Jesús de Ágreda, en 1670, describía así la escena: “Cuando llegaba la hora de comulgar, oía primero la misa que de ordinario la decía el Evangelista San Juan […] Llegaba la divina Madre a comulgar, precediendo tres genuflexiones profundísimas, y toda enardecida recibía a su mismo Hijo sacramentado, y a quien en su tálamo virginal había dado aquella humanidad santísima le recibía en su pecho y corazón purísimo”[3]. El teólogo Garrigou Lagrange glosaba la escena: “María, en el momento de la comunión, se convertía en tabernáculo viviente y purísimo de Nuestro Señor, tabernáculo dotado de conocimiento y amor, mil veces más precioso que un cáliz de oro; era, verdaderamente, torre de marfil, arca de la alianza, casa de oro[4]. La piedad popular, al menos desde 1800, recita esta comunión espiritual: “Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos”[5].

Comunión de la Virgen

Localización: Moguer, Monasterio de Santa Clara
Autor: Juan del Castillo
Año: h. 1640
Material: Óleo sobre lienzo.
Dimensiones: 1,57 x 1,07 m.

El cuadro, por su similitud con las pinturas del retablo de Monte Sión, en el Museo de Sevilla, datadas en 1636[6], podemos atribuirlo a Juan del Castillo. La composición de la escena ha podido estar inspirada en grabados flamencos, como el de Antonius Wierix (+1604). La Virgen María recibe la comunión de manos de San Juan, arrodillada, sujetando un paño blanco, a modo de comulgatorio, con rostro aún juvenil, vestida de túnica roja, manto azul y velo blanco. San Juan, de pie, está revestido con las vestimentas sacerdotales: alba blanca, estola y manípulo, casulla de damasco blanco con banda central de terciopelo bordado en oro, rodeado todo por galón blanco y rojo. El frontal de la mesa de altar también es de damasco blanco y bandas de terciopelo bordado. Sobre el altar, un cáliz y tres rosas. Detrás, un tabernáculo en forma de fachada de un templo. En un rompimiento de gloria, la Santísima Trinidad presencia la escena. En un ángulo inferior, un ángel tiene preparado el aguamanil. El cuadro no pertenece al conjunto primitivo del retablo, sino que procede de un donante particular, en sustitución del que fue destrozado en 1936. Para adaptarse a la forma de arco de medio punto, se han perdido los ángulos superiores.

Comunión de la Virgen

Localización: La Palma del Condado. Parroquia de San Juan Bautista.
Autor: Juan Simón Gutiérrez
Año: Hacia 1700.
Material: Óleo sobre lienzo.
Dimensiones: 3,70 x 1,65 m.

El cuadro, atribuido a Juan Simón Gutiérrez[7], muestra la escena en un espacio enmarcado por dos grandes columnas salomónicas. San Juan, revestido con ornamentos sacerdotales, acompañado por dos ángeles con grandes cirios, da la comunión a la Virgen, que la recibe arrodillada, a su vez acompañada por tres ángeles. Las losas de mármol confieren perspectiva y profundidad. Un ángel despliega un gran cortinón rojo, aportando la nota de color. La composición sigue el prototipo de los grabados flamencos. El lienzo decora la capilla del Sagrario de la parroquial palmerina, potenciado por un marco pictórico de Rafael Blas Rodríguez.

                                                                                                 Manuel Jesús Carrasco Terriza

[Publicado en Huelva Información, 8 de mayo de 2025, pág. 13]


[1] CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús, “María, mujer eucarística, en el arte. Iconografía de la Virgen de la Bella”, en Estudios Marianos 87 (2021) 208-209.

[2] SAN JUAN PABLO II, Encíclica Ecclesia de Eucharistía, Roma, 17 de abril de 2003, nº. 56.

[3]  SOR MARÍA JESÚS DE ÁGREDA, Mística Ciudad de Dios, libro VIII, cap. 10. Tercera parte, libro VIII, cap. 10. “La memoria y ejercicios de la pasión que tenía María santísima y la veneración con que recibía la Sagrada Comunión y otras obras de su vida perfectísima”.

[4] GARRIGOU-LAGRANGE, Reginald, La Madre del Salvador, Madrid, Rialp, 3ª edic., 1990, pág. 150.

[5] SANCHO, Jesús, “La comunión espiritual de San Josemaría ¿Quién fue el autor?”, en Scripta de Maria, 2013, pp. 375-381 

[6] VALDIVIESO, Enrique, Historia de la Pintura Sevillana. Sevilla, Edic. Guadalquivir, 2002, pp. 153-155.

[7] ESPINOSA TEBA, María, Catálogo Histórico-Artístico de La Palma del Condado, La Palma del Condado, 1999, pp. 200-201.

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Hasta siempre, queridos

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Todas las despedidas son tristes. Lo fue la despedida de Jesús cuando dejó a sus amigos, aunque se quedó con nosotros para siempre en la Eucaristía, en su Iglesia. También a mí me llega el momento de deciros adiós, hasta siempre, querida diócesis de Córdoba.

Lo hago de manera simbólica en esta celebración del sacramento del Orden, ordenando 4 nuevos diáconos para la diócesis de Córdoba. En su día serán ordenados presbíteros por el nuevo obispo de Córdoba, D. Jesús Fernández, por el que rezamos estos días y con su toma de posesión recordaremos en adelante en la oración de la Misa cada día.

Para resumir todo lo vivido, que es muchísimo, os diría: continuad promoviendo las vocaciones sacerdotales. No hago de menos a la promoción de vocaciones laicales, de vocaciones al matrimonio cristiano, que constituyen familias cristianas, de donde brota todo, a la presencia de los laicos en la vida pública y en todos los estratos de la vida social. Gracias a tantos laicos que sois un precioso tesoro en la vida de la iglesia diocesana.

Como son también necesarias las vocaciones a la vida consagrada, a la vida contemplativa y a la vida apostólica en los distintos campos donde trabajan. Gracias, queridos religiosos y religiosas y toda forma de vida consagrada por vuestra total entrega a la Iglesia y a tantos campos de apostolado. Os dedico a todos el premio reciente que la Asociación Declausura acaba de concederme por ser promotor de la vida contemplativa en nuestra diócesis.

Pero permitidme que insista en la promoción de vocaciones al sacerdocio ministerial. Si tenemos sacerdotes, tendremos laicos y tendremos vida consagrada. Si no tenemos sacerdotes, no hay Iglesia. Si tenemos pocos sacerdotes, tendremos una vida eclesial lánguida y en trance de apagarse. Si tenemos muchos y santos sacerdotes, tendremos una vida eclesial viva, pujante, con capacidad de renovación constante. Orad por las vocaciones al sacerdocio: Señor, concede en nuestra familia alguna vocación sacerdotal, en nuestros hijos, en nuestros nietos. Que para toda familia sea un gran regalo recibir este don del Señor para su Iglesia.

Esta es la razón por la que en este IV domingo de Pascua, domingo del buen Pastor, Jornada mundial de las vocaciones, tenemos ordenaciones diaconales. Previendo que por estas fechas terminaría mi servicio pastoral a la diócesis de Córdoba, programé hace ya varios meses esta ordenación, que me sirve de despedida.

Para un obispo, lo más grande que puede hacer en su vida es la de imponer las manos a jóvenes llamados por el Señor, y transmitirles el poder recibido de Cristo y de los Apóstoles para el servicio de la Iglesia, a fin de que puedan llevar a los hombres la presencia de Cristo de tantas maneras, especialmente en los sacramentos, en la Palabra y en  la Eucarsitía. Así termina mi etapa de obispo de Córdoba, ordenando a estos 4 diáconos, que serán ordenados pronto presbíteros para hacer presente a Cristo Cabeza, buen Pastor, Esposo y Siervo de su Iglesia. Con estos son más de 70 sacerdotes los que Dios nos ha regalado a la diócesis de Córdoba por mis manos episcopales.

En una dedicatoria que D. Gaspar me hizo por escrito cuando cumplió sus 90 años (hace ya casi 5 años), me decía:  “Benditas manos, que hacen sacerdotes. Gracias, Sr. Obispo”. Pues con eso me quedo.

Que San Juan de Ávila en cuya fiesta anual nos encontramos estos días siga bendiciendo a nuestra diócesis con abundantes vocaciones sacerdotales, que nos den muchos y santos sacerdotes para nuestra diócesis de Córdoba y para la Iglesia universal.

Recibid mi afecto y mi bendición, ahora y siempre.

+ Demetrio Fernández, obispo emérito de Córdoba, administrador apostólico

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Al Trasluz, una antesala a «Noticias que se viven”

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El artículo de Antonio Gil recoge lo más destacado de los últimos días: el Cónclave, San Juan de Ávila y Jornada de Oración por las Vocaciones

Este número de nuestro semanario diocesano se publica con tres “Noticias” en la sala de espera: El Cónclave de los cardenales, donde será elegido el nuevo Papa de la Iglesia católica; la celebración del día de san Juan de Ávila, adelantada al 8 de mayo, con diversos actos en Montilla; y la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebra el domingo 11 de mayo. Tres escenarios y un Gran Protagonista, el Espiritu Santo, señor y dador de vida, al que invocamos especialmente con motivo de estas tres celebraciones.

En el Cónclave brillan como destellos en la elección del Papa: “El amor a Jesús, la santidad personal, la profundidad espiritual, la preocupación por los demás y el deseo de evangelizar”. Y en nuestros labios, esta jaculatoria: «Espiritu del Señor, muestra a los Cardenales electores al que Tú ya has elegido». En Montilla, ante el sepulcro de Juan de Ávila, quien a pesar de ser un santo del siglo XVI, es sin embargo un santo de grandísima actualidad, como nos recuerda Carlos Jesús Gallardo. “Su pensamiento, sus escritos y su vida son luz para todos los cristianos y especialmente para los sacerdotes del siglo XXI”. Y en el mundo entero, la 62 Jornada de Oración por las vocaciones, con el mensaje que nos dejara escrito el papa Francisco, que comienza dirigiéndonos “una invitación llena de alegría y aliento para ser peregrinos de esperanza, entregando la vida con generosidad”.

¡La espera de estas jornadas se convierte en esperanza! Y como bien sabemos, la esperanza en Dios no defrauda, porque Él guía cada paso de quien se confía a Él.

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La Hermandad de San Rafael impone su medalla a Mons. Demetrio Fernández

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La Iglesia del Juramento acogió la Función Principal en honor al Custodio de la ciudad

El miércoles, 7 de mayo, la Hermandad del Arcángel San Rafael celebró en la Iglesia del Juramento de San Rafael la Función Principal en honor al Custodio de la ciudad con motivo de su aparición y juramento como Custodio de la ciudad al Padre Andre de las Roelas, el 7 de mayo 1578.

La Eucaristía fue presidida por el administrador apostólico de la diócesis de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, a quien el Consiliario de la Hermandad y Rector de la Iglesia del Juramento, Fernando Cruz-Conde, le impuso la medalla de la Hermandad.

Al término de la misa, le fueron impuestas la medalla de la Hermandad a los nuevos hermanos, culminando el acto con la ofrenda floral al Arcángel por parte de los organismos, autoridades y representaciones de las distintas Hermandades.


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La Fundación DeClausura distingue a Mons. Demetrio Fernández

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Ha sido galardonado como reconocimiento a su constante y fecundo amor por la vida contemplativa

Fundación DeClausura ha hecho público un año más los ganadores de los Premios DeClausura 2025. En esta ocasión, el Patronato ha decidido concederle una Mención Honorífica de los premios a monseñor Demetrio Fernández como reconocimiento a su constante y fecundo amor por la vida contemplativa.

“Desde su llegada a la Diócesis de Córdoba, ha demostrado un firme compromiso con la vida consagrada, reflejado tanto en sus constantes declaraciones públicas sobre la importancia y la necesidad de la vida monástica para la Iglesia y la sociedad, como en su apoyo directo a nuevas fundaciones, entre ellas el segundo Yermo Camaldulense de España y el Monasterio de San José del Oasis de Cristo Sacerdote, en Villaviciosa de Córdoba”, han puesto de manifiesto los miembros del Patronato de esta fundación que pone en valor el monacato como una realidad esencial para la Iglesia universal.

Ante esta distinción, han resaltado del administrador apostólico de la diócesis de Córdoba su solicitud personal para la apertura de la causa de beatificación de la Hna. Belén de la Cruz, joven carmelita descalza fallecida en 2018, así como las numerosas iniciativas culturales y pastorales que ha promovido para acercar el carisma contemplativo a la sociedad.

Esta mención está dotada con una escultura conmemorativa y con mil euros que serán donados a la comunidad contemplativa que designe como una expresión de gratitud y estímulo y un reconocimiento a la delicadeza, el celo pastoral y el aprecio profundo con que el prelado ha acompañado y sostenido a las comunidades contemplativas.

La entrega de esta Mención Honorífica DeClausura 2025 tendrá lugar el próximo martes, 10 de junio, a las 18:30 horas, en la sede de Pérez-Llorca (Paseo de la Castellana, 50 – Torre Castelar, Madrid).

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CÓNCLAVE 2.0, por Jesús Martín Gómez

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Recuerdo perfectamente las circunstancias en que me encontraba aquel día de marzo en que salió al balcón de la Logia de la Basílica de San Pedro el Papa Francisco. Un poco más borrosas se me vuelven las circunstancias en las que me encontraba cuando Benedicto XVI hizo lo propio. Son los tres cónclaves, con el presente, que he vivido a lo largo de mi vida. Estoy convencido de que ninguno de los anteriores ha tenido la relevancia mediática del actual. Además de la cobertura informativa de los grandes medios de comunicación, que comprenden lo poco habitual que es la elección de un Papa, este Cónclave se caracteriza por el impacto que está produciendo en la comunidad digital. Por primera vez nos encontramos con cardenales que usan redes sociales y son conscientes de la influencia que el uso de las mismas puede tener en la creación de opinión o la transmisión de información.

Desde el año 2012 las redes sociales han cuadruplicado el número de sus usuarios. Se trata de un fenómeno que ha cambiado la forma de comunicarnos haciendo que las audiencias no solo sean consumidores, sino también distribuidores y críticos. Los contenidos generados por los usuarios son tan importantes como los publicitarios o institucionales. Las redes son, por así decirlo, seres en continua evolución que van adaptándose permanentemente a las demandas de sus usuarios gracias, en parte, a la inteligencia artificial. A la finalidad inicial de las redes sociales, mantenernos en contacto con familiares y amigos, se añade ahora la de ser motores de búsqueda de productos de consumo o información. Pensemos en la cantidad de creadores de contenido cuya presencia en redes consiste en vendernos lugares, experiencias, cosméticos, ropas, formas de vivir o a ellos mismos.

La evangelización no es ajena a esta realidad y son muchos los creadores de contenido católico que han decidido lanzarse a explorar, con el honroso fin de dar a conocer el evangelio. Podemos encontrar todo tipo de perfiles que vuelcan a la red la experiencia propia o eclesial de la fe. El peligro está en vendernos a nosotros mismos. Cuando la unión con el Señor flaquea el mar digital amenaza con hundirnos acabando por pensar que todo vale con tal de seguir consiguiendo likes. El testimonio digital es una moda ante la que no está de más recordar que la gente busca al Señor y no nuestra extravagancia, simpatía u ocurrencias. La continua exposición de lo profundo de nuestra relación con Dios, tan frecuente en estos creadores, puede ser una oportunidad para descubrir cuáles son los anhelos que buscamos satisfacer y buscar respuesta en una vida más profunda de oración. Lo virtual nos tienta con olvidar que la  fe debe encarnarse en la realidad. Sin duda, acotar y elevar el tono de estos contenidos digitales, es una tarea apasionante que podría implicar a toda la Iglesia bajo el lema “conversión digital”.

Jesús Martín Gómez

Párroco de Vera

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