SEVILLA: EUCARISTÍA PONTIFICAL EN LA SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA

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El 8 de diciembre, tuvo lugar en la Catedral de Sevilla un Solemne Pontifical presidido por el cardenal arzobispo de Sevilla, D. Carlos Amigo. Durante la homilía, D. Carlos habló del “misterio que celebramos hoy: el inconmensurable amor de Dios que se manifiesta en la ayuda a sus hijos, donde hubo pecado sobreabundó la gracia, donde había tinieblas se hizo una inmensa luz, donde estaba la desesperanza, María, Pura y Limpia, será esa lámpara siempre encendida que ha marcado el camino por el que se puede llegar a encontrar el valor de la justicia y confiar siempre en el valor de la bondad y del amor fraterno”.

Frente al comportamiento de los hombres Dios siempre busca el bien. Y prueba de ello es la elección de María Inmaculada. En palabras del Cardenal, “ante el mal y el pecado, Dios ofrece perdón y envía a su Hijo Jesucristo (…) para Dios nada hay imposible, para Dios siempre cuenta el bien y la justicia”

María fue elegida por Cristo, redimida y santificada. Pero la respuesta del hombre no puede ser la de una simple admiración; las verdades que contiene María deben hacerse vida en los cristianos, en la Iglesia. El misterio de la Inmaculada invita a la virtud, al bien, a la santidad, a vivir por los hermanos, pues “Los caminos de Dios y de la Iglesia pasan siempre por el hombre, por el cuidado de su dignidad y derecho, por la atención y cura de sus heridas y de sus lágrimas, por dar respuesta a sus aspiraciones de justicia y de paz, por sus ansias de Dios y de poder vivir como auténtico cristiano”

D. Carlos Amigo concluyó con las palabras de Consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María: “Te saludamos a ti, Virgen Inmaculada, que estás totalmente unida a la consagración redentora de tu Hijo. Madre de la Iglesia: ilumina a todos los fieles cristianos de España en los caminos de la fe, de la esperanza y de la caridad; protege con tu amparo materno a todos los hombres y mujeres de nuestra patria en los caminos de la paz, el respeto y la prosperidad (…) Acoge, oh Madre Inmaculada, esta súplica llena de confianza y agradecimiento (…) Que en tu Corazón Inmaculado se abra a todos la luz de la esperanza. Amén«

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