D. JUAN JOSÉ ASENJO PELEGRINA. ANTE EL NUEVO PAPA

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«BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR»

Comunicado del Obispo de Córdoba

 

 Queridos hermanos y hermanas:

 

                               A última hora de la tarde de ayer, martes 19 de abril, en el balcón central de la Basílica Vaticana, ventana abierta a la ciudad de Roma y al mundo, con emoción en los rostros y calor en los corazones, hemos contemplado la figura bien conocida del nuevo Papa, iluminada con una luz nueva. La Iglesia católica ya tiene un nuevo Padre y Pastor, que ha elegido como nombre Benedicto XVI. Nuestra transitoria orfandad ha terminado. Dios ha cumplido su promesa: “Yo me suscitaré un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis deseos” (1 Sam 2, 35).

 

                               En esta hora de gozo y esperanza para la Iglesia, invito a todos los fieles de la Diócesis a recibir al nuevo Pontífice con espíritu de fe, que es la única forma de responder a las intervenciones de Dios en la historia. No dudemos que es el Espíritu Santo quien lo ha puesto como Cabeza visible de toda la Iglesia, para regir la casa del Dios vivo. Acojámosle como el que viene en nombre del Señor, porque “nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios” (Heb 5,4). El gran acontecimiento que hemos vivido con gozo en la tarde de ayer, no se reduce a un mero relevo institucional, porque como nos enseña el Concilio “la Iglesia terrestre y la Iglesia enriquecida con los bienes celestiales, no deben ser consideradas como dos cosas distintas, sino que más bien forman una realidad compleja que está integrada de un elemento humano y otro divino(…) Esta es la única Iglesia de Cristo (…) que nuestro Salvador, después de su resurrección, encomendó a Pedro para que la apacentara (cf. Jn 21,17), confiándole a él y a los demás Apóstoles su difusión y gobierno (cf. Mt 28,18 ss.)” (LG 8).

 

                               Con la proclamación de Su Santidad Benedicto XVI como Obispo de Roma y Pastor de toda la Iglesia comienza una nueva etapa para la comunidad cristiana extendida por todo el mundo, en continuidad estrecha con su fecunda historia reciente y lejana, que se remonta hasta el mismo Jesús. La Iglesia, por disposición del Señor, está regida por pastores humanos, el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los Obispos, sucesores de los Apóstoles. Todos ellos sirven a la Iglesia con sus facultades y talentos para acrecentar la vida cristiana de todo el Pueblo de Dios. El Papa Benedicto XVI, “un sencillo y humilde trabajador en la viña del Señor” como él mismo se presentaba ayer tarde ante los fieles, con la gracia de Dios, pondrá su sencillez, su humildad, su finura espiritual y humana y todas sus extraordinarias capacidades intelectuales en su servicio primacial. Estad seguros de que se entregará sin reservas para actualizar cada día la misión permanente e irrenunciable de la Iglesia, “continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido” (GS 3).

 

                               En esta hora de gozo para todos los hijos de la Iglesia, exhorto a todos los católicos cordobeses a acoger con cariño y amor y con auténtico espíritu sobrenatural a nuestro nuevo Papa, Su Santidad Benedicto XVI. De nuestra acogida obsequiosa y sincera y de nuestro amor filial al Santo Padre cabe esperar muchísimos bienes para la Iglesia diocesana. Con estas actitudes, como nos asegura el Concilio hablando de la comunión entre pastores y fieles, “se robustece en los seglares el sentido de la propia responsabilidad, se fomenta su entusiasmo y se asocian más fácilmente las fuerzas de los laicos al trabajo de los pastores.” (LG 37).

 

                               Pidamos todos al Señor que guarde y proteja al Papa, que le conceda salud y ánimo redoblado en su tarea, que su palabra y ejemplo sirvan para la edificación de la Iglesia y de los fieles, que sea principio y fundamento visible de la unidad de todo el Pueblo de Dios y que aliente e impulse todo aquello que la Iglesia puede comunicar a la sociedad actual, la luz de su doctrina y, sobre todo, la persona de Jesucristo, el único salvador y redentor. El Santo Padre será una ayuda inestimable para que toda la actividad temporal de los fieles quede iluminada por la luz del Evangelio.

 

                               Por último, me dirijo a todas las personas de buena voluntad que aunque no se sientan miembros de la Iglesia, son conscientes de lo que el magisterio del Papa representa para la humanidad inmersa en la cultura de la globalización. Les invito humildemente a recibir al nuevo Papa con respeto y con esperanza. Si bien es cierto que la misión que Cristo confió a su Iglesia no es de orden político, económico o social, no es menos verdad, como hemos comprobado en el fecundo Pontificado de Juan Pablo II, que el Papa, por cuya voz habla la Iglesia, desde su propia misión religiosa aporta luces y energías decisivas para robustecer la unidad de la familia humana, la justicia, la concordia y la paz entre los pueblos, constituyendo un vínculo estrechísimo entre las diferentes naciones y comunidades. En él encontraréis siempre fortaleza para luchar por todas las causas nobles y firmeza interior para comprometeros con las justas aspiraciones de la sociedad, particularmente de los más pobres. En la palabra del Papa podréis buscar aliento y orientación para trabajar por los derechos fundamentales de la persona, de la familia y los imperativos del bien común. En suma, el Papa será para todos fuente inagotable de energías espirituales de las que tan necesitado está nuestro mundo.

 

                               En las exequias de Juan Pablo II, el nuevo Papa, en su condición de Cardenal Decano del Colegio de Cardenales, recordaba el título de uno de los últimos libros autobiográficos del Pontífice fallecido, “Levantaos, vamos”, y nos decía que «con esas palabras [Juan Pablo II] nos ha despertado de una fe cansada, del sueño de los discípulos de ayer y de hoy». En esta tarea empeñará su ministerio. Os recuerdo que son justamente las palabras que titulan nuestro Plan Diocesano de Pastoral: “¡Levantaos! ¡Vamos!”. Retomemos con ánimo ilusionado en la Iglesia de Córdoba el trabajo por la Nueva Evangelización, unidos al nuevo Pastor de toda la Iglesia. Despertemos de la somnolencia que esteriliza, del desánimo y de la desesperanza. Con el nuevo Papa, nos espera una tarea apasionante: anunciar a Jesucristo en esta sociedad como camino, verdad y vida de los hombres y única esperanza para el mundo.

 

                               Por mi parte, como Pastor y Obispo de esta venerable Iglesia de Córdoba, renuevo de todo corazón mi comunión con el Romano Pontífice Benedicto XVI, sucesor de San Pedro, e invito a todos, autoridades y fieles, a la solemne Eucaristía de acción de gracias por el nuevo Papa que celebraremos en la Santa Iglesia Catedral el próximo viernes día 29 a las 8 de la tarde. Pido a todos los sacerdotes que en todas las parroquias y comunidades cristianas se celebre una Eucaristía especial para agradecer al Señor el regalo de nuestro nuevo Padre y Pastor y para invocar sobre él los dones del Espíritu Santo.

 

                               Con ánimo ilusionado, a todos os envío mi saludo fraterno y mi bendición.

 

 

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Obispo de Córdoba

 

 

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