Desde este centro social, esta comunidad de religiosas, con una media de edad de 63 años, forman laboralmente a estas personas, entre 18 y 45 años, para trabajar en el servicio doméstico, la atención a enfermos y ancianos.
Los problemas que traen consigo son, entre otros, la escasez de recursos económicos, el desconocimiento del idioma, la falta de información sobre sus derechos y deberes laborales o el desarraigo familiar.