Inmaculada Benítez-Piaya, psicóloga, mediadora y coaching, da claves para aprovechar el periodo estival en familia.
Es sabido que las vacaciones estivales supone, para algunas familias, un periodo crítico donde su fin termina también siendo el de muchas parejas, ya que, lo que tendrían que ser factores favorecedores de unión y de experiencias agradables y positivas, como es el disponer de más tiempo para compartir momentos de ocio y descanso junto a los seres queridos, en las parejas que vienen acarreando problemas y presentan escasa estabilidad se trueca en todo lo contrario, pudiendo vivir este periodo como altamente negativo.
Así que este verano será imprescindible incluir, junto al protector solar en nuestra bolsa de playa o en el equipaje, para quienes tengan previsto viajar en estos días, una alta dosis de buena disposición y voluntad firme para protegernos ante cualquier crisis conyugal. Para lo primero que nos servirán, será para descubrir nuestros verdaderos intereses así como nuestras expectativas para con nuestro cónyuge, a partir de ahí debemos establecer un diálogo donde, de manera asertiva, es decir, con respeto y cariño hacia uno mismo y hacia quien nos escucha, comunicar al otro estos intereses, deseos y expectativas, lo que nos servirá para encontrar puntos en común que favorezcan situaciones satisfactorias, de compenetración, y de colaboración y ayuda que concluyan en el refuerzo de los lazos familiares y así poder conseguir que estas vacaciones resulten un beneficioso aporte extra.
Algo que tenemos que aprender, es a confiar en nosotros mismos y usar nuestros recursos y habilidades para recuperar las cosas que nos unen al otro, y que producen situaciones placenteras que nos recargan de optimismo y ganas de vivir, y dejar a un lado la actitud derrotista y negativa que nos lleva a imaginar que todos nuestros males son producto de la intervención directa del otro, magnificando los efectos negativos de la situación conyugal en la que nos encontramos y de la que, en la mayoría de los casos, tenemos una alta dosis de responsabilidad, viendo tan sólo los cambios producidos en el otro y no siendo en absoluto conscientes de los propios.
Por ello, este podría ser un buen momento para replantearnos correctamente qué nos ha llevado en nuestra relación a la situación de desencuentros en la que estamos anclados, y muy posiblemente descubramos como primera causa, no haber expresado en su momento lo que no entendimos o nos perturbó, arrastrando nuestras dudas a lo largo del tiempo, lo que pudo llevarnos a buscar explicaciones que, lejos de ayudarnos a encontrar la solución, reforzaron nuestra postura negativa y de desconfianza hacia el otro.
Por tanto, si mejoramos la comunicación, también podrán mejorar mucho de nuestros problemas, y en el caso de ser necesario, replantearnos la ayuda de un profesional que nos oriente y nos ayude a restablecer las vías de una comunicación positiva y de confort emocional en nuestra familia.
Por eso, tras la vuelta de las vacaciones, se aconseja dejar pasar un periodo de al menos un mes antes de dar grandes pasos en la vida o tomar decisiones trascendentales, pues si seguimos estas recomendaciones la seguridad y estabilidad en nosotros mismos podrán conducirnos a la lucidez que ayude a despejar los conflictos infundados que se hicieron más patentes durante las vacaciones.