«Sólo una persona entusiasmada puede entusiasmar a otros»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

El sacerdote Antonio Eloy Madueño es formador del Seminario Diocesano y rector del Menor. Este curso pastoral lo comienza con una nueva tarea, la de dirigir el Departamento para la Causa de los Santos.

Un curso pastoral que comienza con la ausencia del sacerdote Pedro Sánchez Trujillo, a quien se le echa de menos en muchos lugares, pero de forma especial en Causa de los Santos.

Cierto, pues él fue quien nos ilusionó a algunos para colaborar con él en esa tarea de hacer presentes los testigos de santidad que el Señor ha concedido a la Iglesia en Málaga. El Espíritu Santo había actuado en él durante mucho tiempo y mantenido la llama de ese deseo de descubrir los testigos que la Iglesia de Málaga ha tenido en muchas personas del siglo XX y eso se lo debemos a él.

¿Cómo recibió el nombramiento como director del Departamento de Causa de los Santos?

Sinceramente, creo que el Señor va preparando las cosas. Yo iba de peregrinación a un Santuario mariano y acababa de decirle a la gente que íbamos al encuentro del Señor con María, para aprender de ella la docilidad, la entrega y la confianza en el servicio que el Señor nos propusiera. Unos minutos después de esta reflexión, recibí la llamada del Sr. Obispo, en la que me proponía que llevase a cabo esta tarea de estar al frente de Causa de los Santos. El Señor me estaba pidiendo que hiciera vida lo que estaba diciendo así que, con naturalidad, acogí esta preciosa tarea. Y con ilusión porque yo he disfrutado mucho hasta ahora en la Causa de los santos y me gustaría contagiar a la gente en el deseo de descubrir esos ejemplos de santidad que nos ayudan muchísimo en la vida diaria y que además son de aquí, de la Iglesia de Málaga.

¿Cuáles son los retos de este Departamento?

Todavía tengo que terminar de hablarlos con los miembros del Departamento, pero creo que se nos plantean tres retos. En primer lugar, ayudar a la Iglesia de Málaga a que descubra y tenga en cuenta a estos ejemplos de santidad de nuestra Iglesia. Necesitamos descubrir testigos cercanos, gente de nuestra tierra, tanto laicos, como sacerdotes, religiosos y religiosas, que han vivido en la Iglesia la experiencia de Dios con radicalidad: su vocación. Necesitamos tener presentes estos testimonios porque nos hacen recuperar la esperanza y la alegría de que es posible ser santo hoy también, en el siglo XXI, como lo ha sido en el anterior. El primer reto sería, por tanto, que la Iglesia de Málaga conozca a esos testigos, para que les sirva de acompañamiento espiritual. En segundo lugar, ayudar a que las causas emprendidas, ya sea la causa de Gálvez Ginachero, como la de los Mártires, sigan adelante y den los pasos necesarios para que lleguen a Roma. Y, en tercer lugar, usar los medios de comunicación diocesanos para que sean un cauce de comunión, información y sensibilización sobre lo que es la santidad, como meta a la que estamos todos llamados. Como nos recuerda el Concilio Vaticano II, el mundo necesita más que palabras, testigos vivos, presencia viva de Jesucristo y eso lo da la santidad del Señor. Yo creo que con esos tres objetivos, que me parecen ambiciosos, pero están sugeridos por el Señor y el Espíritu Santo, me quedaría muy satisfecho. También tengo en mente organizar algunas jornadas en las que se refleje, en este Año de la Misericordia, que los mártires murieron perdonando, son testigos vivos de misericordia, pero eso aún está por concretar.

Seguimos estando en época de martirio. En muchos países el martirio y la persecución por ser cristianos son físicas. Aquí, quizás estamos dejando que muera la fe en nosotros y los ejemplos de nuestros mártires son un gran ejemplo.

Efectivamente. El santo papa Juan Pablo II, ante la preparación al tercer milenio, reivindicaba que Europa debía tomar conciencia de tantos testigos de la fe como había habido. Nos abría los ojos diciendo que Europa necesitaba renovar su fe, mirando a los testigos vivos de la fe. Y eso necesitamos. Sólo una persona entusiasmada puede entusiasmar a otros. Una persona entusiasmada es la que está arraigada fuertemente en un amor y, en nuestro caso, arraigada en el amor de Cristo que te lleva a dar la vida porque me amó y se entregó por mí. Si Él nos ha amado de esa manera, también nosotros debemos amar como Él, nos recuerda la primera carta de san Juan. Los mártires hacen realidad ese mandamiento de amor: nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Eso es lo que necesitamos para evangelizar, la fuerza del amor y la alegría que te brota dando la vida, eso lo vivimos en los mártires. Y creo que son una buena ayuda los mártires de la Iglesia de Málaga o los testigos de santidad como Gálvez Ginachero, cuya causa también estamos llevando adelante.

Encarni Llamas Fortes

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