Muchas y distintas son las sensaciones y experiencias que han vivido los 350 jóvenes malagueños que han participado en la JPJ en El Rocío, encuentro organizado por las Diócesis andaluzas en comunión con la JMJ 2013. Pero ha habido un sentimiento unánime, y es que pesar de los kilómetros que separan a Andalucía de Río de Janeiro, han sentido que estaban junto al Papa. Tras cuatro días de convivencia y ya de vuelta, ahora recuerdan estas jornadas como algo inolvidable.
El grupo de jóvenes y catequistas que se han desplazado desde Málaga hasta la aldea de El Rocío para participar en la JPJ (Jornada de Pastoral de Juventud), encuentro organizado por las Diócesis andaluzas en comunión con la JMJ (Jornada Mundial de la Juventud), han vuelto cargados de experiencias y vivencias únicas. Así lo asegura el delegado de Juventud, Salvador Gil, que comenta que, «gracias a Dios ha sido una experiencia inolvidable».
Este encuentro en la aldea almonteña ha sido secundado por alrededor de unos seis mil jóvenes de distintos puntos de la geografía española que han pasado por distintos momentos destacados. En el caso de los jóvenes malagueños «hemos vivido varios momentos importantes. Entre ellos, el rosario de antorchas que realizamos la tarde noche del viernes. Otro fue la vigilia en la que diversos jóvenes ofrecieron su testimonio de cómo están viviendo la fe y de cómo quieren seguir viviéndola en este mundo actual y con sus dificultades», detalla Salvador Gil. También resalta la Eucaristía celebrada en la mañana del pasado domingo, presidida por el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, «en la que, de alguna manera, los jóvenes sintieron también esa experiencia que han vivido en Río de Janeiro, de sentirse enviados al mundo para poder ser testigos del Evangelio de Jesús», apostilla Gil.
JUNTO A FRANCISCO
Pero, sin duda, para estos jóvenes peregrinos ha habido una sensación compartida, y es la de haber sentido que no había distancia entre Andalucía y Río de Janeiro. Han vivido y recibido las palabras, mensajes y saludos del Papa «como si estuviéramos en Copacabana. Ha sido como transportarnos en el tiempo y en el espacio», asevera el delegado de Juventud.
En este sentido, Salvador Gil anima a vivir este tipo de experiencias al considerar que «en primer lugar se trata de una experiencia de la iglesia. Ayuda mucho a los jóvenes, más que en un momento dado a engancharse a Jesús, a que el joven consolide su fe, experimente la gracia de vivir en comunión en la iglesia y se sienta animado y fortalecido en el testimonio que tiene que hacer».
Es el caso de Daniel Fuster. Este joven malagueño de 23 años viene fortalecido de esta vivencia y cargado de recuerdos que guarda como tesoros. Convencido de que «ha sido algo único», para él ha sido muy importante «sentir junto a miles de jóvenes de todo el mundo, tanto de la JPJ como la JMJ de Río, que estamos todos en un mismo corazón». También tiene palabras destacadas para el mensaje del Papa «en el que nos ha animado a formar un lío para que los jóvenes se puedan mover. Eso ha sido muy bonito».
Inma Prieto
