Salvador Aguilera: «Mi deseo es que, tras la novena, María resulte más cercana»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Salvador Aguilera López es el predicador de la novena a Santa María de la Victoria, patrona de Málaga, que se está celebrando cada día hasta el 7 de septiembre a las 20.00 horas en la Catedral. Natural de Ronda, de sus quince años como sacerdote lleva diez trabajando en el Dicasterio para el Culto Divino del Vaticano y disfruta del regreso a su diócesis natal, «es una maravilla su luz y estar entre los malagueños».

Podcast del programa EL ESPEJO, en COPE MÁLAGA, con la entrevista al predicador

La patrona ha contado con grandes predicadores a lo largo de la historia, ¿lo vives como una responsabilidad?

El modelo de predicador es muy alto. Tenía ilusión en predicar la novena porque, aunque yo estudié en el Seminario de Toledo, no he querido perder el vínculo diocesano y cada año he venido en tren, siempre que podía, para acudir a la novena. Recuerdo al maestro de capilla, D. Manuel Gámez, dejarme el sitio en el coro, y ver cada año cantar la Salve por malagueñas. Para mí era el punto álgido de la celebración.

¿Qué has pretendido trasmitir en esta novena?

Acercar a la Virgen a cada uno de los que asistan a la celebración. Cada día vemos un texto donde María interviene: por ejemplo, las bodas de Caná, cuando estuvo al pie de la cruz o cuando María persevera en la oración con el colegio apostólico. Mi deseo es que, cuando acabe la novena, uno se acerque más a María y la Virgen resulte más cercana. 

¿Te ha ayudado la celebración del Congreso de Mariología que has impulsado y que se celebró en Ronda en junio?

Sí, muchísimo, porque era interdisciplinar; pero María era el punto hacia el que convergía todo: a ella se ha mirado desde lo teológico-dogmático, lo artístico, lo simbólico… Evidentemente, siendo un misterio, ninguno va a poder explicarlo todo, pero nos ha permitido acercarnos un poco más a la figura de la Madre de Dios. 

¿Con qué te quedas de la figura de la madre de Jesús de Nazaret?

Con la maternidad y la dulzura. Me gusta mucho esa expresión de la Salve: «vida, dulzura y esperanza nuestra». 

¿Alguna devoción mariana además de la Victoria?

Ronda siempre ha sido una ciudad mariana, lo aprendí de sacerdotes rondeños como D. Bartolomé, que me bautizó; D. Alonso Ros, que me dio la primera comunión o D. Gonzalo Huesa, que para mí es el ejemplo mariano en Ronda. De allí me quedo con la Virgen de la Paz, gran devoción de Fray Diego José de Cádiz. Creo que no se da la suficiente importancia a los santos y beatos que han pisado y santificado la diócesis de Málaga. Por Ronda, sin ir más lejos, han pasado Madre Petra, Ángela de la Cruz, Manuel González, Tiburcio Arnaiz, Juan Bautista de la Concepción. Málaga es, además, tierra de mártires, santificada por ellos, como Enrique Vidaurreta. A veces no valoramos lo nuestro. 

San Josemaría Escrivá, el fundador del Opus Dei, decía que esta crisis mundial es una crisis de santos…

Pero los hay. Hay santos hoy. Yo soy consciente de algunos. Recientemente falleció en Alpandeire Cristobalina, que fue la sacristana durante muchos años. Se dedicó totalmente a servir a la parroquia y a la gente.

¿Cómo rezas?

La Liturgia de las Horas me ayuda mucho. Los salmos de la Liturgia de las Horas tienen algo bueno: cuando estás alegre, te toca uno triste; cuando estás triste, te toca uno alegre. Esa es nuestra oración: llorar con el que llora, reír con el que ríe. Hay días que tengo más o menos ganas, pero tengo que tomar esa gasolina.

¿Qué dirías a las personas sedientas de Dios?

Muchas veces no me pongo a hablar directamente del Evangelio, sino que intento llevar a las personas con las que estoy esa sonrisa, esa dulzura y afabilidad que tendría el Señor. Creo que hoy el sacerdote ha de estar cercano a la gente e ir tocando con su mano el corazón, predicando con la palabra y el ejemplo. 

¿Dónde te gustaría ir si te marchas de Roma?

Se me pidió trabajar al servicio de la Santa Sede y lo hago. Lo que se me pida, estoy disponible, a cualquier parroquia, a donde sea. Eso de que el escalafón de uno que sale de Roma tiene que subir, no lo veo. Y yo he sido feliz allí por donde he pasado. Y me han querido mucho, porque si uno da al Señor, deja huella.

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