
La periodista Encarni Llamas, Bachiller en Ciencias Religiosas, ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo VI del Tiempo Ordinario (Mc 1, 40-45).
Este domingo, la palabra quiero cobra un especial sentido. Es Jesús quien la pronuncia: «Quiero: queda limpio». La compasión y la mano extendida que acompañaron dicha palabra resonarían una y otra vez en el corazón del leproso durante toda su vida. La petición humilde de quien era rechazado por la sociedad de los limpios, no quedó sin respuesta ante Jesús.
Tampoco queda sin respuesta la humildad con la que miles de voluntarios de Manos Unidas, ONG católica para el desarrollo, nos presentan hoy la Campaña contra el Hambre, y un año más nos dicen: “Si quieres… Contagia solidaridad para acabar con el hambre”.
Y es que, un corazón humilde no es un corazón cobarde, sino un corazón enamorado hasta entrar de lleno en el Evangelio y exclamar un quiero como el de Jesús.
Aún me queda un último quiero que hoy resuena con fuerza: el te quiero con motivo de la fiesta de san Valentín, patrono de los esposos y de los enamorados. Ante la cercanía de la inauguración del Año especial dedicado a la familia (19 de marzo), con motivo del quinto aniversario de la publicación de la Exhortación Apostólica Amoris laetitia, a dicho documento nos acercamos, de la mano del papa Francisco, quien introdujo en él este precioso poema de Mario Benedetti:
«Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.
Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos».