¿Por qué un retrato para el beato Miguel Romero en Coín?

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La parroquia de San Juan Bautista de Coín acaba de presentar un nuevo retrato del beato Miguel Romero Rojas, natural de Coín, donde nació el 26 de diciembre de 1911. El pintor antequerano Fernando Ruiz Arjona ha sido el autor de la obra.

«Desde Coín estamos convencidos de que Miguel tendrá siempre un hueco especial en la parroquia donde vieron crecer su fe»

Era el más joven de los 16 mártires que fueron beatificados el 26 de febrero de 2022 en la Catedral de Granada.  José Amalio González Ruiz es el párroco de San Juan Bautista y San Andrés, en Coín. Cuando llegó a la iglesia de San Andrés vio «una placa conmemorativa del martirio de Miguel, lo que llamó mi atención, y fui preguntando por el pueblo hasta encontrar a dos personas que habían sido vecinos suyos y, aunque eran pequeños entonces, recordaban perfectamente la escena. Tras su ordenación sacerdotal en Granada, Miguel vino al pueblo para celebrar su primera Misa. Y entonces fue cuando lo detuvieron y lo mataron en la carretera que va desde Coín a Cártama», explica José Amalio. 

«Fueron muchas las personas, de ambos bandos, que fallecieron violentamente durante la Guerra Civil, lo que fue un desastre. Pienso que, lo que es de alabar es que Miguel murió en paz, entregando su vida al Señor, como quiso hacer con su ministerio sacerdotal. Fue muy corta su vida como cura pero, lo más importante es la actitud con la que la vivió», añade el párroco.  José Amalio ha conocido a uno de los sobrinos de Miguel y a vecinos del pueblo que lo conocieron en persona y que «afirman que era un joven muy bueno y noble», explica, y también ha estado en contacto con la Archidiócesis de Granada, desde donde están llevando la causa de beatificación, «y seguimos moviendo este acontecimiento en la parroquia. Vamos a intentar que la santidad de Miguel nos ayude a todos a volvernos hacia la santidad, con la mayor de las ilusiones y, sobre todo, teniendo en cuenta el testimonio y el ejemplo de aquellos que pusieron en juego su vida».

«Desde Coín, queremos transmitir que estamos convencidos de que Miguel tendrá siempre un hueco especial en la parroquia, sobre todo en el templo de San Andrés, donde vieron crecer su fe», concluye José Amalio. 

Biografía

El más joven del grupo de 16 mártires del siglo XX en España que serán beatificados el 26 de febrero, en la Catedral de Granada, es también malagueño. Nació el 26 de diciembre de 1911 en Coín (Málaga). Comenzó sus estudios en el Seminario de Málaga y pasó al Seminario de Granada en 1929 para cursar segundo de Filosofía y el resto de los estudios. Recibió las ordenaciones menores y mayores en pocos meses: la tonsura el 5 de abril de 1935 y el presbiterado el 14 de junio de 1936, siendo incardinado a la Iglesia de Granada. Tenía 24 años.  

Marchó a Coín para su primera misa a la que siguieron otras 25 celebraciones. No hubo ocasión para que recibiera nombramiento pastoral. Fue detenido el 25 de julio o el 1 de agosto, según diversos testigos, llevando a la cárcel sólo su rosario y su crucifijo. Según testimonio escrito de un compañero de prisión, hizo una gran labor sacerdotal con los compañeros: «no desperdiciaba ni un momento y trabajaba sin descanso para llevarnos a Dios; y lo hacía cuando estábamos todos reunidos y, en particular, con cada uno. Confesó a varios de los presos y se mostraba plenamente satisfecho al desempeñar su ministerio sacerdotal. No tuvo ni un momento de tristeza cuando hablábamos de lo que nos podía suceder; sólo le preocupaba el que alguno no quisiera oír la voz de Dios y que pudiera perderse algún alma… a veces al pensar en su madre decía: «lo único que siento es lo sola y desamparada que se queda mi madre, pero el Señor se encargará de protegerla y consolarla».

El 11 de agosto, de madrugada, fue llamado para ser asesinado. Según el kismo testigo, cuando lo llamaron dijo que no le importaba morir y cogió el crucifijo que lo acompañó en su muerte. Hay un testimonio que afirma que fue enterrado vivo hasta la cabeza y se intentó que lo pisoteara un caballo. Al fin murió por arma de fuego en un lugar llamado Fuente del Sol en la carretera que va de Coín a Cártama. Primer fue enterrado en el cementerio de Alhaurín el Grande, y después fue exhumado, momento en el que se le encontró el crucifijo en el bolsillo de la chaqueta y las manos atadas con alambre. Recibió sepultura definitiva en el cementerio de Coín.

Sobre el autor del cuadro

El autor de la obra es Fernando Ruiz Arjona, natural de Antequera. Son muchas las obras que ha hecho, entre ellas, desde 2012 a 2017, ha diseñado varios carteles para la Delegación de Catequesis de la Diócesis de Málaga, y colaborado en la creación y elaboración de material didáctico de dicha delegación.  Así explica cómo recibió el encargo: «Hace unos meses recibí el encargo, por parte de mi hermano en la fe, el sacerdote Pepe Amalio, de realizar un cuadro del recientemente beatificado Miguel Romero Rojas, que oficiara por primera vez en la parroquia de San Andrés, de Coín, en el año 1936. Y me puse manos a la obra en una pintura realizada en óleo sobre lienzo (89x116cm), en la que se muestra al beato en un primer plano, teniendo como fondo la calle donde está ubicada la citada iglesia de San Andrés».

El proceso de esta obra fue todo un reto para Fernando: «El triple reto de este cuadro, para mí, ha sido transformar a color la única imagen que se dispone del beato (una foto tipo carnet en blanco y negro), insertar un cuerpo e iluminar la totalidad de acuerdo a las luces existentes en el escenario creado.  Como única premisa se me pidió que apareciese la iglesia donde celebrara su primera misa, la de San Andrés, y que no mostrase signos alusivos a la forma de su martirio». A la hora de representar al beato, otros muchos retos se apoderaron del autor: «Desconociendo el color de piel, pelo y ojos del beato, han sido pintados pensando en el posible resultado al fotografiarlos en blanco y negro. Lleva en sus manos dos elementos significativos: un cáliz, símbolo de su condición de sacerdote, y una palma, indicando su victoria ante el martirio».

La representación del cielo también recoge diversos símbolos como «una gran luz, que indicara la presencia del Espíritu de Dios, fe y esperanza del cristiano, luz que alumbra su camino, valor y serenidad en las horas difíciles. Tanto figura como escenario, han sido adecuados a la luz proveniente desde la izquierda, aplicando sombras, luces y brillos, para que no provocase a la vista, posibles incoherencias». Fernando afirma que «ha sido un honor realizar este trabajo, estoy muy agradecido. Gracias por confiar en mí».

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