Santos de Prada y Asun López son monitores de peregrinaciones de jóvenes en la parroquia de San Patricio
Es cierto: la vida es una peregrinación. Esta afirmación cobra sentido cuando compartes parte de tu tiempo de verano con los demás y vives esa experiencia. En ella condensas, intensificas y degustas todo lo que la vida te ofrece en unos cuantos días: alegrías, sufrimientos, esfuerzo, descanso… Y todo ello alejándonos de la rutina y el orden en el que vivimos a diario, lo que nos hace sentirnos aún más vivos.
Hemos tenido la suerte de poder disfrutar varias experiencias de peregrinación pero sin duda la experiencia con los jóvenes de nuestra parroquia de san Patricio ha sido explosiva. Explosiva porque el encuentro con el Señor y la vivencia compartida de la fe con ellos, se multiplica pues no dejan de sorprenderte con sus experiencias, con su sencillez y con su sinceridad. A pesar del desajuste generacional, de las ganas de fiesta a deshoras, de la responsabilidad y los desvelos de la organización…merece la pena sembrar y ver que Dios actúa.
No es cierto que los jóvenes están perdidos, conocemos jóvenes que saben dónde está la Verdad, jóvenes que proclaman sin esconderse que son Hijos De Dios y que reconocen con gratitud la presencia de Dios en sus vidas y en sus familias.
Como ocurre con la vida misma, en la peregrinación las sorpresas, lo inesperado y hasta lo incierto cobran un papel esencial. El encuentro con las carmelitas que detrás de los muros gruesos y la doble reja de su convento llenan de luz y de lágrimas ( somos testigos) las caras de nuestros jóvenes mientras escuchan su experiencia, dormir unas veces en suelo y otras en cama según toque, el vivir sin móvil por unos días, la acogida de gente que no te conoce pero que comparten un mismo Espíritu y que no te dejan recoger nada después de prepararte una fabulosa comida y servirte… Todo es don de Dios que allana siempre el camino.
Nuestra tarea es organizar con amor cada día para poder encontrarnos con el Señor pero no nos exigimos la perfección porque sabemos que de la dificultad y de las incomodidades salen al final los momentos más fuertes de una peregrinación donde realmente podemos sentirnos unidos en el mismo Espíritu que nos da Vida.
Nuestra experiencia en este servicio nos demuestra con creces que hay mucha más alegría en dar que en recibir… ¿Qué mejor verano podríamos tener? Sólo podemos dar gracias a Dios por el regalo de dejarnos vivirlo una vez más.
Santos y Asun
Ana María Medina
