Visita Pastoral a la parroquia de San Fernando

Homilía del Obispo de Málaga, Mons. Jesús Catalá Ibáñez, el 21 de febrero 2016.

Lecturas: Gn 15, 5-12.17-18; Sal 26; Flp 3, 20 − 4, 1; Lc 8, 28b-36.

(Domingo Cuaresma II-C)

1. Necesidad de la oración

El evangelio de este segundo domingo de cuaresma nos presenta la Transfiguración del Señor. Jesús sube con sus discípulos predilectos al monte a orar. Tiene la costumbre de orar en distintos momentos del día: de madrugada (cf. Mc 1, 35), al final del día (cf. Mt 14, 23; Mc 6, 46), por la noche (cf. Mc 14, 32; Lc 6, 12). Necesita encontrarse a solas con su Padre, para renovar su fidelidad y obediencia.

Su ejemplo debe estimularnos a la oración, a la relación personal con Dios, nuestro Padre, que tanto nos ama. Es una relación filial, de amor, de confianza.

2. La transfiguración: oración y diálogo

¿En qué clima se realiza la transfiguración del Señor? ¿En un momento de predicación? No. ¿Era un momento de diálogo con sus discípulos? No. ¿Era una comida? No. Era en un clima de oración. Subieron al monte a rezar, dice el Evangelio. No subieron al monte a dialogar ni a comer; subieron al monte a rezar: «Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante» (Lc 9, 29). La intimidad con el Padre transforma su semblante.

Nosotros deseamos ser transformados, cambiar nuestra vida, superarnos, ser mejores. (El Obispo pregunta que levanten la mano los que desean ser mejores; y la levantan todos).

Para esto es necesario recurrir a un manantial. Cuando uno quiere limpiarse ¿dónde acude? (Responden los feligreses: al agua). Cuando uno quiere ser renovado y limpiado debe acudir a un manantial; en este caso es el manantial de la oración –a ejemplo de Jesús–, que limpia, transforma y sana.

(El Obispo se dirige a los niños y les pregunta) ¿Quién estaba con Jesús en el monte Tabor, además de los tres discípulos? (Responden los niños: Moisés y Elías). Uno representaba a la Ley, Moisés; y el otro representaba a los profetas, Elías. Los dos grandes aspectos del Antiguo Testamento, de la Alianza que Dios quiere hacer con el pueblo.

Es decir, con Jesús conversaban dos personajes: Moisés y Elías (cf. Lc 9, 30). Además de la oración, es necesario también el diálogo entre las personas. Cuando las personas comparten sus pensamientos, sentimientos, proyectos, deseos, son capaces de ayudarse el uno al otro y crecer ambos. El diálogo realizado en ambiente de amor transforma. Si no hay diálogo y no hay ambiente de amor no se transforma.

Ahora, queridas familias, aplicadlo a la vida familiar. ¡Cuán necesario es el diálogo en ambiente de amor, para no tirarnos los trastos a la cabeza, para no regañarnos los unos a otros, para no echarnos las culpas. El diálogo fraterno, sincero, dicho y hecho en amor. Es la única forma que tenemos de crecer.

3. La escucha de la Palabra de Dios

Los discípulos escuchan en el monte Tabor una voz, que decía: «Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle» (Lc 9, 35).

La escucha de la Palabra es necesaria para vivir como cristiano. Hay diversos modos de escucha, a los que os animo. La Palabra de Dios en la liturgia se proclama; no es una simple lectura personal. Pero también podéis hacer una lectura personal del evangelio de los domingos. Hay una lectura que puede ser preparatoria antes de venir los domingos a Misa. ¿Cuántos de vosotros habéis leído el Evangelio esta semana antes de venir hoy a misa? (Solo levantan las manos tres o cuatro feligreses). ¡Felicidades a los que lo habéis hecho! Y a los que no soléis hacerlo, os animo a que lo hagáis para la celebración del domingo que viene. Es importante escuchar en silencio, en privado, en familia y en comunidad parroquial la Palabra.

Hay más formas de escuchar la Palabra: la lectura orante, personal y comunitaria; la «lectio divina», que tiene un método especial. Os invito a toda la comunidad parroquial a que, poco a poco, si no lo hay aún, que haya un grupo de la «lectio divina». Es un método para leer, meditar e interiorizar la Palabra de Dios, que va calando por dentro.

4. Las relaciones entre los miembros de la comunidad parroquial

Lo dicho sobre el diálogo de amor podemos aplicarlo también a la comunidad parroquial. Es necesario encontrarse, verse, hablar, compartir, dialogar.

San Pedro, cuando estaba en el Tabor presenciando la transfiguración, aprecia el valor de ese ambiente y le dice a Jesús: «Maestro, qué hermoso es estar aquí» (Lc 9, 33).

Ojalá podáis decir los feligreses de esta parroquia de San Fernando: ¡Qué bien se está aquí!; ¡qué hermoso encontrarnos y compartir!; ¡qué maravilla conocernos y amarnos! Eso es lo que debería decir cada uno de vosotros. ¡Qué bien ser parroquiano de esta parroquia! Porque nos convoca el Señor para escucharlo; porque el ambiente de amor lo crea Él; y porque es a Él a quien hay que escuchar.

Hemos de tener fe como Abraham, quien se fio de Dios (cf. Gn 15, 6) y recibió la descendencia y la herencia prometidas.

5. Ser testigos en nuestra sociedad

San Pablo nos ha recordado en la lectura de hoy que hay dos tipos de personas: Los que viven como enemigos de la cruz de Cristo (cf. Flp 3, 18), «cuyo final es la perdición, cuyo Dios es el vientre, su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas» (Flp 3, 19). De este tipo de persona los hay en nuestra sociedad; los hay y son compañeros nuestros de trabajo, familiares, amigos.

Y hay otro tipo de personas: los cristianos, que son discípulos de Jesús: «Somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo» (Flp 3, 20). Utilizamos también las cosas de la tierra, que son necesarias para vivir; pero vamos más allá. Somos testigos del Evangelio (cf. Hch 1, 8; 3, 15), que ilumina al ser humano (Jn 1, 9); somos levadura en la masa (cf. Lc 13, 21); somos luz en medio de las tinieblas (cf. Mt 5, 14). Hemos cantado en el Salmo: El Señor es mi luz y mi salvación (cf. Sal 26). Pero también nos dijo Jesús: «vosotros sois la luz del mundo» (Mt 5,14). Yo no sé si llegamos a ser la luz del mundo; al menos el Señor nos invita a serlo.

Jesucristo «transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su condición gloriosa» (Flp 3, 21). Si seguimos estas palabras suyas Él nos transformará.

6. La Visita pastoral

Esta Visita pastoral a la parroquia de san Fernando tiene como objetivo conocernos mejor, rezar juntos, dialogar, revisar nuestra vida cristiana. Hoy, los feligreses con el Obispo hacemos una jornada en el monte Tabor.

¿Qué hicieron en el Tabor? (Responden los feligreses: rezar). Y, ¿qué estamos haciendo ahora? (Responden los feligreses: rezar). ¿Qué otra cosa hicieron en el Tabor? (Responden los feligreses: escuchar a Dios). Y, ¿qué estamos haciendo en esta celebración? (Responden los feligreses: escuchar la Palabra de Dios). ¿Qué más hacían en el Tabor? (Responden los feligreses: dialogaban entre ellos). Y eso es lo que yo estoy haciendo y deseo seguir haciendo con vosotros a lo largo de este día.

Deseo estar con vosotros, conoceros mejor, rezar juntos, analizar con vosotros la realidad parroquial, proyectar vuestra misión como cristianos en esta zona de Málaga.

Espero que al final del día estemos contentos de haber hecho una jornada en el Tabor. Y que no sea la última que hagáis vosotros. En el Tabor los discípulos cogieron fuerza para bajar del monte y vivir la vida diaria, afrontando la pasión del Señor y dando testimonio de Él.

Después de las jornadas que la feligresía de San Fernando hagáis en el Tabor: Eucaristía, encuentros, oración comunitaria… seréis capaces de enfrentar la lucha diaria, la cotidianidad de la vida, el ser testigos, afrontar las dificultades, dar testimonio valiente. Ese es el objetivo de vivir y celebrar la fe juntos.

7. Gesto diocesano con los enfermos

Hoy en toda l
a Diócesis hacemos el «Gesto diocesano con los enfermos». Y hacemos dos cosas: primero, rezar por ellos. En esta Eucaristía rezaremos de modo explícito por los enfermos en general y de un modo especial por los de la parroquia. Pero además de rezar por ellos y por la gente que los cuida, que también necesitan apoyo, cada uno de vosotros va a hacer un gesto por los enfermos: cada uno de nosotros procurará visitar a un enfermo o tener un gesto de amor con él; si no puede hacerlo hoy, lo hará mañana o pasado. Aunque simbólicamente lo hacemos todos hoy: una visita, una llamada telefónica, un encuentro, una palabra, algún gesto. Cada uno que piense qué es lo que va a hacer. No salgáis de aquí sin saber qué vais a hacer.

Querido niños, ¿ya lo tenéis pensado? También vale, por ejemplo, visitar a la abuelita que está impedida. Recordad que una de las obras de misericordia es visitar y cuidar a los enfermos.

Pedimos a la Santísima Virgen María que nos acompañe en el camino cuaresmal hacia la Pascua; y nos ayude a formar una verdadera comunidad cristiana. Lo hacemos también por intercesión del titular de la parroquia, San Fernando. Que así sea.

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