Envío de los jóvenes al Encuentro Europeo de Jóvenes en Ávila

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, Jesús Catalá, el 24 de julio, en el Santuario Santa María de la Victoria de Málaga, con motivo del envío de los jóvenes al Encuentro Europeo de Jóvenes en Ávila, en agosto de 2015.

Lecturas: Hch 4, 33; 5, 12.27-33; 12, 2; Sal 66, 2-5.7-8; 2 Co 4, 7-15; Mt 20, 20-28.

1) Testigos de la resurrección del Señor

1. Acabamos de escuchar las lecturas de la fiesta de Santiago Apóstol. El libro de los Hechos nos dice que «los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor» (Hch 4, 33). Fijémonos que dice que daban testimonio de la «resurrección»; no solamente de los hechos que Jesús de Nazaret hizo durante su vida terrena, como un profeta o un maestro. El objetivo de nuestra vivencia de fe y de nuestro testimonio es «la resurrección del Señor».

Los apóstoles realizaban muchos signos y milagros entre la gente del pueblo (cf. Hch 5, 12); y esto recomía a las autoridades, que temían perder su poder y su prestigio; por eso los discípulos tuvieron que comparecer ante los jueces.

Los cristianos de hoy también pueden ser rechazados, cuando dan testimonio de la resurrección del Señor y van contra corriente –como dice el papa Francisco–. Los que tiene poder político, social, económico, se recomen por dentro, porque la voz del cristiano les molesta; la voz de la Iglesia les molesta.

2. La prohibición de hablar sobre Jesucristo, que recibieron los apóstoles, no podían aceptarla; porque habían tenido experiencia en su propia vida de un encuentro sanante y transformador con Jesús; esto es lo que marca su vida.

Los poderosos de la tierra les prohíben a los apóstoles anunciar el nombre de Jesús de Nazaret. Pero los apóstoles replican: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch 5, 29). La fuerza y el motivo de esta decisión provienen de un encuentro personal con el Señor resucitado; no se trata de un simple conocimiento de Jesús de Nazaret. Muchas personas se encontraron con Jesús, escucharon sus palabras y vieron sus milagros; pero no dieron testimonio de su resurrección. Incluso algunos de ellos le abandonaron.

Si hemos tenido un encuentro personal con el Señor resucitado, no podrán acallar nuestras voces. Pero si no ha habido ese encuentro, no tendremos fuerza para hablar.

En todas las épocas los cristianos han dado testimonio de Jesucristo. Y en todas las épocas han sido perseguidos con mayor o menor violencia, con mayor o menor guante blanco. Pero hay que obedecer a Dios antes que a los hombres; y todo cristiano, tras la experiencia personal con Jesucristo, no puede callar su voz; y se presenta como testigo de este gran acontecimiento, que ha transformado la humanidad (cf. Hch 5, 32).

Os invito, pues, queridos jóvenes, a ser «testigos de la resurrección del Señor». Repetid esta frase. (Los jóvenes repiten la frase).

2) Marcados por el Espíritu

3. San Pablo dice que el testimonio en favor de Jesús, el Hijo de Dios, deja huella en el alma; y muchas veces también en el cuerpo. Ser testigos deja huella.

Perseguidos y apurados, pero no abandonados ni aniquilados (cf. 2 Co 4, 8-9). Las fuerzas humanas, los poderes públicos pueden coartar y perseguir a los cristianos; pero la fuerza de Dios los sostiene y no pueden ser aniquilados.

Marcados por la muerte y la vida de Jesús –dice san Pablo– (cf. 2 Co 4, 11); y «sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús» (2 Co 4, 14). Quien es testigo de la resurrección del Señor, quedará sellado por el Espíritu, marcado por esa experiencia y vivirá también la resurrección.

El cristiano ha recibido el don del Espíritu Santo en el bautismo y el don de su «sello» en el sacramento de la confirmación. Llevamos una marca indeleble, que no se borrará jamás. Hemos sido hechos «hijos adoptivos» de Dios y «hermanos» de los demás hombres.

4. Otra característica del testimonio es la fragilidad personal, que es sostenida por la fuerza de Dios: «Llevamos este tesoro en vasijas de barro» (2 Co 4, 7). ¿Quién de vosotros se cree invencible? ¿Quién cree que su fuerza depende de él? ¿Quién cree que no podrá sucumbir? «Llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros» (2 Co 4, 7). Por tanto, que nadie se ufane de su sabiduría ni de su grandeza. Somos siervos inútiles, que hacemos lo que se nos pide (cf. Lc 17, 10).

Recordad, pues, querido jóvenes, que estamos «marcados por el Espíritu». Repetid esta frase. (Los jóvenes repiten la frase).

3) Servidores de la comunidad

5. En esta fiesta del apóstol Santiago, patrono de España, se ha leído el pasaje evangélico en el que la madre de los hermanos Zebedeo pide a Jesús un buen puesto en su reino, cuando lo instaure (cf. Mt 20, 21).

Pero Jesús les responde con una pregunta muy comprometida: «¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?» (Mt 20, 22). Es decir, ¿podéis ofrecer vuestra vida por el reino, que deseáis? ¿Podéis darlo todo: vuestro tiempo, vuestras ilusiones, vuestros proyectos, e incluso vuestra vida; podéis sacrificarlo todo por el reino de Dios?

Los apóstoles bebieron el cáliz del martirio cruento; de hecho Herodes «hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan» (Hch 12, 2).

5. Pero el tema importante que Jesús pone de relieve es el servicio. Los grandes de la tierra y los jefes de los pueblos tiranizan a sus súbditos (cf. Mt 20, 25).

Pero Jesús quiere que haya otro estilo entre sus discípulos: «No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo» (Mt 20, 26-27). Somos servidores: servidores del Evangelio y «servidores de la comunidad». Repetid esta frase. (Los jóvenes repiten la frase).

El Señor Jesús nos invita a ser servidores de la comunidad; a seguir su ejemplo, como cuando lavó los pies a sus apóstoles (cf. Jn 13, 5). «El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos» (Mt 20, 28).

Hay una oración que dice: «Tu Hijo Jesús era igual a ti, y sin embargo se hizo nuestro hermano y servidor (…) que podamos servirnos humildemente los unos a los otros, especialmente cuidando generosamente de nuestros hermanos más débiles».

4) Encuentro Europeo de Jóvenes

6. Vais a participar en el Encuentro Europeo de Jóvenes en Ávila, con motivo del quinientos Aniversario del nacimiento de santa Teresa de Jesús. El lema sigue iluminado nuestros pasos: «En tiempos recios, amigos fuertes de Dios».

No se puede ser «testigo», ni estar «marcado», ni ser «servidor», si no se es amigo fuerte de Dios. Si no se tiene un encuentro personal con el Señor, si no hay una experiencia de Cristo resucitado en nuestra vida, no podemos ser testigos ni servidores. Todo lo que hemos dicho se hace realidad desde una experiencia personal con el Señor. Esa experiencia la hemos de tener todos: niños, jóvenes, mayores, sacerdotes y obispos; todos.

Son tiempos recios los de hoy, que necesitan discípulos del Señor que narren su experiencia, ofrezcan su testimonio y sean servidores.

7. Hace quinientos años, cuando vivió santa Teresa de Jesús, hubo un «cambio de época» y de pensamiento: el giro copernicano, el avance de las ciencias, el descubrimiento de un nuevo mundo, el protestantismo. Santa Teresa tuvo que habérselas con ese cambio y con esos acontecimientos sociales y eclesiales.

Actualmente estamos también en un «cambio de época» –como nos ha dicho el papa Francisco–. Estamos viviendo un cambio de cultura, de modelo de sociedad; un cambio eclesial y una nueva manera de evangelizar.

Os invito a que tengáis, como Teresa, agudeza para percibir los cambios y creatividad para saber acertar en lo
s retos que tenemos. No le resultó fácil a Teresa; entre otras cosas por ser mujer en aquella época.

Le pedimos a la Santa que nos ayude a ser creativos, pero siempre desde Dios. Ella no se fio de su pluma, de su estilo, de sus conocimientos; ella se fio plenamente de Dios.

8. Teresa hizo un proceso en su vida, buscando a Dios. Fue avanzando en la amistad y en la relación personal con el Señor. Todos nosotros debemos hacer un proceso personal, avanzando en el camino de relación y amistad con el Señor. Cada día más penetrados de su estilo, de su manera de actuar, de sus sentimientos, hasta llegar a decir como san Pablo: «No soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2, 20). Todos nosotros estamos en el proceso de profundizar en el amor de Dios.

Os animo, queridos jóvenes, a que transforméis el siglo XXI, dando respuestas adecuadas, como Teresa respondió en el siglo XVI. ¡Dejad que el Espíritu, por el que hemos sido marcados, os conceda a cada uno los dones con que él quiera enriqueceros y dignificar a su Iglesia!

Repetimos las tres ideas: 1. Testigos de la resurrección del Señor; 2. Marcados por el Espíritu; 3. Servidores de la comunidad. (Los jóvenes repiten cada una de estas frases).

Queridos jóvenes, son tiempos recios los de hoy; y se necesitan «amigos fuertes» de Dios, que narren su experiencia y que ofrezcan su testimonio. «A tiempos recios, amigos fuertes de Dios». (Los jóvenes repiten esta frase). Levantad la mano los que os apuntáis a ser «amigos fuertes de Dios». (Los jóvenes levantan las manos). ¡Enhorabuena!

Pedimos a Santa María de la Victoria que os acompañe y os ayude a disfrutar de este encuentro europeo. Amén.

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