NUEVOS DESTINOS. Francisco Cuenca: «Vengo a Melilla con ilusión»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Francisco Cuenca es el nuevo párroco de Santa María Micaela de Melilla, su segundo destino pastoral como cura tras ordenarse en 2017. Llega a esta comunidad, hasta ahora regida por los Padres Paúles, después de vivir sus primeros años de cura en Ardales y Carratraca.

¿Cómo ha sido la acogida, la toma de posesión?
La celebración tuvo lugar el sábado 2 de octubre, y fue presidida por el vicario territorial, Eduardo Resa, y concelebró también el sacerdote Francisco Ruiz Guillot. Fue muy cercana y cariñosa. La gente tenía muchas ganas de conocer al nuevo cura, y lo habían preparado todo con mucho cariño e ilusión al ser la primera toma para muchos de ellos, porque como los anteriores párrocos eran religiosos paúles, no se celebraban tomas de posesión propiamente. Al terminar, habían preparado en el patio un ágape y estuvimos compartiendo y conociéndonos. Estuvieron presentes casi todos los religiosos y religiosas de Melilla, y los sacerdotes. Al día siguiente fueron muy bonitos los mensajes que la gente me hizo llegar, por lo mucho que les había gustado y lo que había supuesto para ellos.

¿Cómo es la parroquia que encuentra?
La parroquia está entre los dos barrios de mayor población cristiana de Melilla: el de la Victoria y el de Calvo Sotelo. La comunidad es bastante activa, con una fe viva y con ilusión en retomar la actividad que ha estado bastante parada en estos últimos tiempos. Me sorprendió ver mucha gente joven en la toma de posesión, aunque los más comprometidos en la parroquia son gente más mayor. En lo material, lo que es el Patio del Cura necesita un buen arreglo.

¿Qué retos encuentra en este nuevo destino?
El principal es el reto social. Nos encontramos en una ciudad donde la mayor parte de la población es musulmana, y hace falta un poco de aliento nuevo y que la gente se ilusione aún más con su tarea eclesial, con las actividades y la participación en los sacramentos… La formación y la oración son algo que hay que reanimar también, sobre todo para que ese encuentro personal con Cristo que nos invita a ser testigos de su amor lo vivamos con más intensidad y nos lleve a ser reflejo de Dios en medio de esta sociedad un poco adversa.

¿Cómo ha vivido el cambio?
Al principio con pena por dejar los pueblos donde he pasado mis primeros cuatro años de ministerio, que han sido muy felices. En cierta forma sientes que dejas atrás a tu familia. Pero llegué a Melilla hace ya dos semanas, y una vez que voy conociendo esta realidad, he ido emocionándome con el proyecto. Estos días previos a la toma de posesión me han ayudado a coger ganas, y vengo con la ilusión de que poco a poco el cariño vaya brotando y vayamos formando aquí una nueva familia.

¿Cómo le gustaría que la gente le conozca?
El «don» y el «usted» aún me cuestan, por mi edad, así que me gustaría que me llamen «Fran», aunque cada uno que lo haga como crea mejor. Y para saber quién o cómo soy, me gustaría que me paren, que me hablen, que me conozcan y que vayan descubriendo poco a poco mis virtudes y mis fallos, y a partir de ahí vayamos formando entre todos un camino.

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